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12 de febrero de 2010

Hoy empezó la fiesta del físico que sueña con ser literato

Ya estamos instalados en el local de El Cañonazo. Mi credencial y yo nos encontramos finalmente. Y disparé la primera andanada de fotos previa a la Inauguración de la XIX Feria Internacional del Libro de La Habana –esta tarde.

Acaban de traer el almuerzo, lo que incrementa considerablemente el confort. La ración doble ha disipado la angustia de no disponer de llaves y, por lo tanto, estar atados a que siempre alguien se quede de guardia aquí adentro. Arroz amarillo, papitas fritas, una lasquita de jamón, y refresco tukola.

Ya compré el tercer bulto de libros de la temporada; el primero dentro de la fortaleza. Me quedé una vez más en bancarrota y eso que tuve que renunciar a buena parte de los que me llamaron la atención. Para seguir acumulando aquí hechos a lo loco, tenemos cambios mayúsculos que introducir al programa –cambios que solo terminan, en realidad, con el último día de feria. Así que si van a venir por acá –lo recomiendo enfáticamente– traten de actualizarse en el día.

Si Internet se estabiliza, leerás esto pronto en mi blog. Si no, será un comentario en retrospectiva. Ven a La Cabaña, y lo verás todo mejor y en vivo.

Más tarde, este mismo día

Manuscribí en la tarde –¡horror, sobre papel! par de reseñas que en instantes transcribiré para ganarme unos pesitos en Cubaliteraria. Luego nos preparamos para el acto inaugural.

En esto de la Feria no se sabe bien cómo el Caos, que amenaza continuamente con engullirnos a todos, logra ser mantenido a raya. A golpe de tenacidad y suerte, el Cañonazo seguirá saliendo para informar de las últimas novedades. De las fotografías que tiré en la inauguración, de lejos y en la oscuridad del atardecer-anochecer en que ocurre todo, ninguna habrá de servir, por deficiencias de mi equipo de aficionado. Y eso, a pesar del delicioso ofrecimiento de una colega pizpireta de utilizar su cabeza como trípode.

Personalmente tuve un tremendo regocijo. Resulta que un señor mayor muy amable se dirige a mí y me pregunta si soy “Rogelio, el científico que tiene el blog”. Aunque el traje de científico “hecho y derecho”, estrictamente hablando me queda un poco grande, mi modestia trabaja más bien despacio y cuando el buen hombre se me presenta como Fernando Ravsberg, ya solo me quedé alucinando, ah, oh, soy su admirador. Resulta que el corresponsal visitó Bubusopía, ¡y le cuadró!

La retirada tras el fin de la actividad; la confirmación de lo que sospechaba: en ninguna instantánea capté a la alta presidencia en una imagen que valiera la pena –afortunadamente un colega corrió mejor suerte–; la guagua que nos cruzó la bahía y una combinación fantástica de ómnibus urbano que me trajo a casa. Y mañana que sigua la Fiesta, o sea la Feria.

1 comentario:

Mahavishnu dijo...

Internet estable.
Gracias por la invitación :) k sozhaleniu, vynuzhden otklonit'