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24 de enero de 2014

Pragmatismo, conciencia crítica y el amor interclasista en tiempos de actualización

En nuestra opinión, el discurso de "actualización del modelo cubano de socialismo" no engaña ya ni al más incauto. El gobierno aún lo repite, ya sea por reluctancias inherentes a divisiones internas o por no haber reunido todavía la desfachatez necesaria para dar el gran salto. Esto no quita que se avance, entretanto, en la creación y consolidación de las condiciones ideológicas y materiales para la transición.
 
Miren qué ejemplo más lindo tenemos por estos días de reunión internacional. Todos los medios y vocales del sistema entonan loas a la reunión de los presidentes de Latinoamérica y el Caribe, agrupados en la CELAC, en pachanga de cumbre habanera. Las cabezas gobernantes del continente, sin los Estados Unidos, hacen su evento y se dan abrazos y palmaditas. ¿Se puede tener algo en contra de esto?
 
Pues sí se puede. Independientemente de que vengan, en ese grupo, personas y representantes de realidades que uno puede respetar y hasta admirar, no se necesita mirar muy profundamente, para enfriar un poco el entusiasmo. Por ejemplo, ¿alguien se acuerda de un tal Manuel Zelaya, de lo que le pasó en Honduras, país de donde era presidente? Será que ha pasado tanta agua bajo el puente, que ya nadie se acuerda que ciertos poderes, mimados por la embajada de los Estados Unidos, lo depusieron con un golpe militar que mucho se repudió en Cuba y el resto de América Latina. Ahora, esos mismos poderes son los que envían a su representante, a recibir tratamiento de alfombra de gala.
 
¿Y se acuerdan de aquel otro ex–presidente, también ex–sacerdote, el paraguayo Fernando Lugo, y lo que le pasó? La manera irregular en que  lo depusieron le costó a Paraguay, temporalmente, la membresía del Mercosur, pero tal vez debamos pensar, qué importa, esas son cosas de la vida que se deben olvidar. Ahora lo importante es recibir a sus relumbrantes sucesores, que tienen el poder y con los que queremos llevarnos bien. Y si viene el mejicano Enrique Peña Nieto, lo principal que se debe tener en mente es que nos perdonó el 90% de la deuda cubana con su país. Su complicidad en la matanza de Atenco, el encubrimiento de la atrocidad por sus compañías nacionales de telecomunicaciones y la subsiguiente campaña de denuncia #yosoy132, parecen ser rumores que no han llegado al periódico Granma. Como tampoco importa que haya impulsado una campaña de reforma constitucional que, denuncian muchos en Méjico, abre las puertas a la venta de la empresa estatal de Petróleos Mejicanos, Pemex. Con un poco de suerte, comprará a cambio un buen pedazo de Cubapetróleo.
 
En esta ocasión se reúnen, como suele suceder, muchos elementos. Por una parte tenemos la falta absoluta de consecuencia del gobierno cubano, que un día manda a sus medios a condenar acontecimientos y sujetos, y al siguiente condona despreocupadamente lo que criticó antes con la mayor vehemencia. Colateralmente, se aprecia el irrespeto a la ciudadanía, a la que se le censuran, manipulan y escamotean informaciones, en pro de crear una matriz de opinión favorable. Se revela, como siempre, el papel ovino de la prensa estatal, muda de crítica, mutilada de conciencia.
 
Eventualmente, se impone un poco de clarificación de la posición de este servidor. No estoy ciego a la importancia de la cumbre de la CELAC, y lo que significa para la consolidación de la situación política y comercial de los países que la integran. Dejar de participar o de explorar sus ventajas sería contraproducente.
 
Mi punto tiene que ver con que, de entre los gobiernos de esos países, sólo el cubano afirma conducir una revolución y un sistema socialista. No es que yo me lo crea pero, para el interior de nuestra sociedad, eso debe implicar una diferencia. En sus cuerpos pensantes, en su ágora intelectual que puede y debe incluir a todas las personas que trabajen ya sea de periodistas, en fábricas o campos, en sus casas, escuelas u hospitales, etcétera, no debería aceptarse la mentalidad de amor interclasista a la que nos empujan. Como buen culebrón de telenovela, el mensaje pretende entrar de contrabando, sembrar la idea del capitalismo bueno sin reconocerlo explícitamente, bien lejos del lenguaje explícito y el reconocimiento de la existencia de la lucha de clases y nuestras posiciones respectivas en ella.
 
En el mundo globalizado deben existir maneras de interactuar y explotar las ventajas de las relaciones mutuas, sin perder la postura crítica ni volverse cómplices de los flagelos y los abusos característicos de la dominación capitalista en otras naciones. La actitud adoptada por el gobierno cubano y sus pensadores asalariados no intenta seguir ese camino ni promoverlo en la sociedad cubana. Esto demuestra, de nuevo, que sus objetivos no son para nada diferentes de las clases dominantes de esos otros países, con las que se encuentran tan carnalmente acomodados.
 
Recordemos las enseñanzas de los viejos y nuevos revolucionarios de todo el mundo. La solidaridad y la cooperación más efectiva son las que establecen lazos entre las masas trabajadoras de todas las naciones. Entre 1917 y 1918, por poner un ejemplo, la solidaridad, las presiones, las huelgas masivas del proletariado de Europa Occidental tuvieron tanto peso como las victorias del Ejército Rojo, para obligar a la Entente a retirar sus tropas que intentaban ahogar a la naciente revolución bolchevique. En los salones protocolares VIP de las élites, puede que se concierte cómo sacar mejor partido de los negocios para ellos mismos. Entre el cortador de caña cubano y la costurera de maquila hondureña; el médico cubano en el altiplano andino; los y las cooperativistas argentinos y venezolanos que ocupan las empresas paralizadas por los patrones; allí, en las humildes bases y comunidades, residen los cimientos y las posibilidades de las más potentes uniones con fines verdaderamente nobles y solidarios.

19 de enero de 2014

Más sobre asociacionismo irregular: un caso de buena salud

Poco después de publicar mi último libelo sobre asociaciones adelantadas en nuestro patio, me percaté que había pasado por alto la que más de cerca me toca. Enseguida le encontré un nombre adecuadísimo, fíjense: Asociación de Trabajadores (Paupérrimos) de la Medicina, o la ATRAPAME.
 
Enseguida se entiende de qué va el asunto. Somos el personal que labora en la atención médica, ya sean médicos, técnicos u otros profesionales. Como regla general, no poseemos ingresos regulares en moneda convertible y nuestros "salarios" en moneda nacional son un decir, en un país cada vez más caro y con menos subsidios; de ahí lo de paupérrimos. El esperado aumento de salario que se nos anunció, según mi cálculo, será apenas un ajuste de inflación según los precios al inicio de este milenio y los de ahora. Como en aquellos años ya estábamos bastante cerca del fondo de la pirámide socio-económica cubana, no se puede decir que hayamos progresado mucho.
 
En fin, que cualquiera entiende lo de paupérrimos. Y otra parte del asunto es cómo nuestro ministerio considera que somos de su propiedad. Así se interpreta por la manera en que dispone que vayamos para acá, para allá; o que no podemos irnos de aquí ni de allí sin su demorado o negado permiso. La explotación del personal de salud en las misiones en el extranjero será cosa que se cuente en el futuro y no se creerá. Vaya, que nos tienen atrapados.
 
Por otra parte, no faltan veces que un paciente siente que tiene que volverse un águila para atrapar, a su vez, a un médico, un turno para consultarse adecuadamente, un tratamiento específico que le orientaron; sobre todo ciertas en especialidades insatisfactoriamente cubiertas, por muchas razones que pueden detallarse en otros textos.
 
El accionar de esta asociación particular está bastante dirigido a la solidaridad gremial. Ya que no tenemos las prerrogativas de los maleteros de los hoteles, de los dependientes de las TRDs o los choferes de taxis, lo menos que podemos hacer los unos por los otros es apoyarnos en nuestro campo. De tal suerte, a cualquier médico, o alguno de sus familiares, recibe un apoyo prácticamente incondicional de parte de sus colegas, cuando se le presenta un problema de salud. Ciertos reactivos, medicamentos, terapias, etc., que resultan difíciles para las población general, aparecen un poco más fácilmente –en la medida de lo posible– cuando se conoce que uno "es el doctor del policlínico tal"; "la cirujana de aquel hospital", o un pariente/amigo/recomendado de cualquiera de nosotros. La gran mayoría, por no decir la totalidad del gremio, está dispuesta a dar el extra por apoyar al colega cercano.
 
Pudiera haber un problema, pues esto deja fuera al paciente que no tiene ni conoce a nadie, ni tiene recursos para abrirse el camino a golpe de regalos, ni es un funcionario importante de los que llegan "por arriba". Nada más que hay que ver, por ejemplo, las caras largas de las personas en una cola de análisis de sangre, cuando uno de nosotros llega y pasa al laboratorio donde ya nos esperan para sacarnos sangre.
 
Y es que este gremio oficioso, al igual que los que ya reseñé anteriormente, se ha desarrollado básicamente como mecanismo de autoayuda dirigida "hacia adentro". A resolvernos los problemas mutuamente, dentro del círculo de los entendidos y, por tanto, empoderados. Es un mecanismo también de defensa, dado que los profesionales sobrecargados de trabajo lidian con personas con problemas serios, que lo mismo se muestran agradecidos que plantan una queja y la cosa termina (para los médicos) como la fiesta del Guatao.
 
Este mecanismo de ATRÁPAME tiene, por tanto, enormes limitaciones. Lo único que nos permite, a sus miembros, es disponer de una atención médica un poquito mejor que al resto de la población no privilegiada. Esto no es poco, pero también deja bastante que desear cuando se desea mirar desde una perspectiva más amplia.
 
La ATRAPAME, por su evolución, no está preparada para defender a los trabajadores de la salud en el campo de reivindicaciones laborales, salariales, etcétera. En un país normal, eso lo debería hacer el sindicato. En este nuestro la ATRAPAME sirve, de vez en cuando, para defender a los trabajadores contra el sindicato, convertido este último en uno más de los mecanismos que aprietan al trabajador. La ATRAPAME ha sido capaz de generar mecanismos de resistencia pasiva, lanzamientos efectivos de toallas entre los potenciales afectados, consolidación de excusas plausibles para salir de los distintos rollos y esas cosas.
 
Y la otra limitación mayor de la ATRAPAME es que, al no estar estructurada consciente o públicamente, y no digamos ya legalmente, no puede servir de vehículo que facilite, encamine y fomente las preocupaciones que tenemos los profesionales del ramo, en cuanto a mejorar los resultados de nuestro trabajo. De esos estudios y políticas se encargan los mecanismos que tiene montados el Ministerio, y solo esos mecanismos pueden hacerlo. Eso de dar camino a ideas e iniciativas de profesionales desde la base se aviene pero que muy mal entre las oficinas de la burocracia. Y, si por el aborrecible trabajo de esta se pierden o demoran para los enfermos los instrumentos, suministros; se desbarata la atención médica en una localidad por mala administración de los recursos materiales y humanos, etc., que a nadie se le ocurra protestar públicamente o convocar a la prensa. Valga que Fernando Ravsberg se enteró de lo de la pieza del acelerador del hospital Hermanos Ameijeiras y lo publicó, y los pacientes de cáncer que llevaban meses esperando pueden retomar sus tratamientos. Pero el Ravsberg es de la BBC y vive de hacer buen periodismo; en cambio, la ATRAPAME no le puede ofrecer ni un ápice de ayuda al cubanito que sufra la ira de la burocracia ofendida.
 
Y ahí está, a gruesos rasgos, la ATRAPAME, en sus oportunidades y flaquezas, mucho más sincera que eso que llaman sindicato, mucho menos efectiva de lo que podría llegar a ser un instrumento genuino de organización democrática y horizontal de los trabajadores de la salud. Eso sí, una escuela, y una demostración de lo que podría llegar a ser y, esperamos, constituirá en un futuro. Allí donde supere sus limitaciones y contribuya tanto a trabajar por aumentar la dignidad y condiciones de los trabajadores de la salud, como a entregar al resto de la población con mucha mayor eficacia y calidad, toda la abnegación que portamos, que no es poca.

7 de enero de 2014

Médicos cubanos: ¿Casa, carro y Varadero?

¿A qué hará referencia el autor (o sea, yo), con el título de este libelillo? ¿A unas aspiraciones aburguesadas? ¿A unas ideas subversivas para hacerle daño a algo?
 
Hay que empezar por notar algo muy interesante. Adquirir comercialmente alguna de estas tres opciones estaba prohibido hace poco, incluso para el cubano que reuniera el dinero de alguna manera honesta. Lo de alojarse en un centro turístico tenía su ironía adicional, porque hasta la Constitución asentaba el derecho pero, en la práctica… ya se sabe. Así que hace unos meros siete u ocho años, estas ideas eran todas muy complicadas.
 
Ahora, miren qué maravilla y cómo cambian los tiempos, ya son del todo legales. Justamente, cuando tengo entre las manos un libro que tiene una relación de lo más interesante con dichas posibilidades.
 
 
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El texto en cuestión fue producido por la editorial cubana Ciencias Médicas, y tiene el farragoso título de Fundamentos políticos ideológicos de la salud pública revolucionaria cubana. Sí, porque los que me conocen saben que yo no ando con citas de fuentes "del enemigo". Esta es una compilación elaborada por el Profesor Dr. Francisco Rojas por "la necesidad de explicar a los alumnos de posgrado en materia de salud pública", los fundamentos que ya ustedes leyeron. Uno de los objetivos que tiene, reza el texto, es el de contribuir al estudio del pensamiento de Fidel Castro.
 
Así que vamos a contemplar cómo se relaciona este pensamiento con los médicos cubanos y la cuestión, ahora muy en boga, de pasar vacaciones en balnearios y comprar carros y casas. Resulta que el libro de marras contiene, entre otros materiales, la intervención de quien en 1961 fungía como Primer Ministro del Gobierno, al dar las conclusiones de la Reunión Nacional de Médicos celebrada en aquellos momentos.
 
"Uno de los problemas que tienen los médicos" decía Fidel, "es el de las casas", y lo señalaba como uno de los problemas a resolver. "... se discutió con la Reforma Urbana, con la CTC, destinar un número de viviendas para los médicos. Se había pensado en la posibilidad de construir […] de las casas disponibles, separar una parte para los médicos […] atendiendo todas las necesidades".
 
Muy bien. Leamos ahora sobre el tema de los carros.
 
"Otro problema de los médicos es el problema del transporte. Tiene dos aspectos: uno, el del que tiene máquina; entonces ese tiene el problema de las piezas. […] Otro más que puede hacerse: para el que no tiene automóvil y quiere comprarlo. […]  Durante una etapa tenemos que ir haciendo una distribución para los que lo necesitan y que no tienen, y con alguna prioridad según las necesidades de ese médico."
 
Y, poco más adelante, "es lógico que se de preferencia al médico de acuerdo con su trabajo. Son cosas que podemos y que debemos hacer".
 
Yo no soy exactamente un médico, aunque trabajo con los médicos. Y que conste que no soy un fanático del vehículo individual y prefiero un buen sistema de transporte público, pero palabra empeñada ¿no es palabra sagrada? ¿Y qué tal atender también, por qué no, al problema de descanso vacacional en un lugar bonito?
 
Al respecto, dijo Fidel: "¿Qué más podemos hacer por los médicos? […] preparar un centro de recreo y descanso para el sector médico. […] Pueden ir a ese centro por premios, en algunos casos; y otros por decisión voluntaria de los propios médicos y sus familias, a pasar las vacaciones o los días de descanso" y explicó que se destinaba al respecto, un reparto residencial en Varadero "bien para estimular ciertos casos a determinados médicos, por el Ministerio, bien porque deseen ir allí. ¿Condiciones para el que quiera ir pagando?: que sean económicas. Hemos estado discutiendo precios muy económicos para que cualquier médico pueda ir con su familia y alquilar alguna de aquellas casas." (Sic)
 
Y de que la cosa no se iba a limitar a los médicos presentes en la reunión, ni en el país en aquellos momentos, habían dado fe unas frases pronunciadas anteriormente: "Yo creo que todos estamos haciendo por todos, y todos tenemos el deber de ayudarnos y trabajar para mejorar el país, lo cual será el mejoramiento colectivo también. Pero los aspectos son halagueños para el médico, para el actual médico y para el médico que se va a graduar, para el estudiante, para todos son halagüeñas las perspectivas" (Sic)
 
Bien, ahora un poco de contexto, que no se debe obviar al enfocarse en unos puntos tan estrechos en un momento tan lejano. En aquellos momentos, en el año 1961, muchos elementos del régimen anterior se mantenían vigentes, por ejemplo, el pago de la atención médica, con sociedades mutualistas y ese tipo de cuestiones. Alrededor de la mitad de los médicos se había marchado del país, al escoger al otro bando en la lucha de clases magnificada con el triunfo de la revolución de 1959. Retener a los que quedaban con algunas ofertas era una necesidad y, además, quedaban tan pocos que cumplir las promesas no iba a ser tan oneroso.
 
De todos modos, se supone que los países avancen, no que retrocedan, y si de algo ha blasonado nuestro gobierno, ha sido el de la "excelencia del sistema de salud cubano". Hay ahora cerca de 20 veces más médicos ahora que entonces, pero ¿no debería haber crecido toda la economía, toda la sociedad? Ahora también hay, por ejemplo, muchos más hoteles y villas turísticas que en 1959. En aquel momento, el principal ingreso de Cuba era la exportación de azúcar, y ahora son, justamente, los servicios de decenas de miles de estos mismos médicos, paramédicos, técnicos de la salud, en misión por el extranjero. Cada uno de estos le reporta al estado cubano, una ganancia de alrededor de 40 mil dólares al año; y recibe una fracción ínfima de esta suma.
 
Con la esperada elevación del salario al sector de la salud este año, apenas recuperaremos el bien menguado poder adquisitivo que teníamos a principios del nuevo milenio, bastante más depauperado todavía, desde entonces, por la inflación. Seguiremos en nuestros puestos de trabajo, ahora, por un salario de 30 y pico o 40 dólares al mes, en vez de 20, en medio de unos precios estratosféricos para cada alimento o mercancía. El fin de las prohibiciones de comprar "casas, carros y hotel" a los precios puestos, ya sea por el mercado o por el estado, es para nosotros un tema para conversación sobre utopías inalcanzables; promesas de prosperidad tan vacuas como las que, según nos enseñaron, hace el capitalismo. Promesas que, por más que aparezcan en un viejo libro de Fundamentos políticos ideológicos..., en este insólito nuevo modelo de "socialismo" que nos tratan de vender, solo conservan el fundamento de un chiste de mal gusto.
 

4 de enero de 2014

Año Nuevo para no sorprendernos

Ya pasa la resaca de las fiestas. Volvemos a las labores cotidianas y nos reencontramos con los temas candentes que marcan este período de cambios que vivimos en la mayor de las Antillas. Vale la pena recapitular alrededor de algunos puntos significativos, relacionados con principios de equidad y democracia que deseamos por aquí por el Observatorio Crítico, para nuestro país.
 
Quiero empezar con una apreciación sobre la continuación de la discriminación presente en la televisión cubana, a favor de las religiones de origen cristiano. No tengo nada en contra de las mismas, pero se debe exigir que si se trasmiten ceremonias de las iglesias de esa naturaleza, relacionadas con las festividades navideñas, de año nuevo, etcétera, se preste la misma importancia a otras actividades ceremoniales de semejante importancia para personas con otras creencias. La Constitución nacional cubana asienta el carácter laico del Estado, y el tratamiento equitativo a todas las religiones. Creyentes o no creyentes, debemos respetar este principio, base de la convivencia   respetuosa y solidaria entre todos los cubanos y cubanas.
 

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En segundo lugar, un tema que no logro dejar atrás, que me sorprende por su capacidad inagotable de generarme motivos de escándalo. Se trata del famoso proyecto de Código Laboral, en principio aprobado pero sin saberse bien qué. La versión rectificada tras el simulacro de debate popular no ha sido publicada en ninguna parte, que sepamos, para no hablar de que todavía debe pasar otra ronda de reescritura.
 
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Otro detalle candente tiene que ver con su proceso de votación. ¿Se acuerdan que rompió una tradición de más de 30 años de votaciones unánimes del Parlamento cubano? Un amigo mío estaba muy entusiasmado con el proceso de discusiones interno del Parlamento, me expresaba su satisfacción con lo que tomaba como una maduración de nuestra democracia. Pues sí, en esta ocasión la votación fue dividida, con votos "a favor", abrumadoramente mayoritarios pero no totales. Ahora, exactamente, cuántos votos fueron en contra, si uno, si dos, eso no lo he podido leer en ningún medio de prensa cubano. En el televisor vi claramente alzarse, al menos, un brazo para votar "en contra". Pero, naturalmente, así no se distingue bien, si fueron dos, tres, ni mucho menos quiénes.
 
Tampoco puedo estar seguro de cuáles fueron las razones que tuvieron para oponerse, si son las mismas que yo tengo, u otras con las que no puedo estar de acuerdo por encontrarlas aún más retrógradas que el propio Código. Se supone que este tipo de cosas es de importancia para un votante. Va y fueron los de mi circunscripción electoral, y si yo quisiera ir ahora y aplaudirlos, o abuchearlos, no sé cuál correspondería. Para el próximo ejercicio de votación, ¿sabré si estuvieron a favor o en contra del Código, unos posibles candidatos a reelección que aparezcan en mi boleta? Las comisiones de candidatura que nombran a estos candidatos allá por los altos niveles, ¿tendrán en cuenta estas decisiones para repetir sus nombres o tacharlos? Lamentablemente, creo que mi amigo se apresuró y que a nuestra democracia le falta mucho todavía por recorrer.
 
De todas formas, hay poco que sorprenda aquí al observador de los acontecimientos locales. El secretismo y la manipulación de la información han sido siempre herramientas en el poder de nuestras autoridades. Quien crea que puede encontrar otras consideraciones, enhorabuena, pero yo encuentro una y otra vez que, como participante comprometido, me escamotean una y otra vez los mapas y la brújula, para no hablar ya del timón. Como siempre.
 
¿Cómo es eso, por ejemplo, de que van a convocar a la Asamblea Nacional en sesión especial, en marzo, para aprobar una nueva Ley de Inversión Extranjera? ¿En qué momento se decidió que era necesario cambiar la vieja, y quién lo decidió? ¿En qué consisten los cambios de la nueva? ¿Cómo puedo hacerle saber, a mi representante en el Parlamento, si estoy a favor o en contra de la nueva legislación, para que este actúe en consecuencia? ¿Esto es lo que entiende el gobierno cubano por democracia: otorgar algunos espacios –controlados– para montar una representación de discusión sobre algunos temas y cocinarse ellos solitos otros platos importantes, mientras tanto? Yo oí y leí las declaraciones del General en Jefe Raúl Castro, sobre la Revolución que llegó al poder sin compromisos, bien por ella, pero ¿no los adquirimos ahora con los inversionistas extranjeros, no cedemos soberanía a cambio de capitales, por ejemplo, de Brasil? No lo puedo saber, porque estos son secretos cuidadosamente guardados.
 
No me vale de nada que me protesten que el Programa de la revolución se actualiza cada equis años, si no está dicho programa en blanco y negro donde yo lo pueda leer, y donde yo pueda tachar y reescribir en igualdad con cualquier otro ciudadano o ciudadana de este país. No me vale que se esgriman unos Lineamientos generales y con frecuencia contradictorios, cuando la implementación concreta sigue en manos más invisibles que la famosa del mercado, y en unos cronogramas más misteriosos que la inmaculada concepción.
 
El famoso eslogan de Orden, Disciplina, Exigencia, tal como se expresa, implica inexorablemente unos pocos Jefes, muchos Subordinados; un orden de arriba hacia abajo; una neta, franca, inaceptable desigualdad. A menos que se subvirtiera todo el aparato y se restableciera como opción justa, el servicio de los funcionarios para con las masas; la rendición real hacia la ciudadanía informada plenamente y empoderada para determinar el camino según la voluntad presente abajo, en las masas, y no arriba en la élite. Ahí sería interesante ver, Orden en ese mecanismo de servicio público; Disciplina por parte de los que reciben la responsabilidad de parte del pueblo; Exigencia para que cumplan su deber o sean sancionados por los mismos ciudadanos y ciudadanas que los nombraron.
 
El actual esquema de subordinación del pueblo a las políticas del gobierno, en el contexto del actual programa de reformas liberales,  es el que mejor favorece los fines del "pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial [...] contra las esencias mismas de la Revolución Socialista […] favoreciendo el individualismo, el egoísmo y el interés mercantilista", para formularlo con las mismas palabras del presidente en su reciente discurso. Yo pensaba mientras lo oía, si Raúl de veras quiere enfrentar esto, mañana mete preso a su Estado Mayor.
 
Para conceptualizar teóricamente el socialismo cubano, en serio; para contrarrestar con valores martianos y de la clase trabajadora que renueven su vitalidad en el siglo XXI, hay que convertir la cuestión de la política nacional, inmediata y a largo plazo, en una plaza popular, abierta, donde todos participen en la medida de sus posibilidades. La Nueva Izquierda cubana no se ha sentado a esperar que desde una corte celestial se decrete la apertura de esos espacios. En el 2014 seguiremos con nuestra actividad, advertidos, informados e informando a todos en la medida de nuestras posibilidades, para que nada nos tome por sorpresa y todos podamos poner de nuestra parte.