Secciones

Secciones

Reglas para comentar

1) Los comentarios ofensivos serán borrados
2) Los comentarios deben tener alguna relación con el tema del post
3) Se agradecerá el aporte de argumentos con referencias para que podamos ampliar el debate

24 de noviembre de 2012

Periódico oficial cubano (re)marca el camino al capitalismo

Cada día que transcurre permite apreciar evidencias reveladoras de un fenómeno inevitable: la burocracia todo-centralizadora, que intenta dominar y controlar cada aspecto de la vida económica y social del país mediante métodos autoritarios, al comprender que no tiene manera de montar un sistema económico, eficiente y funcional bajo el monopolio estatal, prepara la transición hacia esquemas capitalistas con la aspiración a mantenerse en puestos de privilegio mediante la metamorfosis de funcionarios a empresarios.

 

Hace un par de semanas denunciábamos el inicio de la entrega de centrales azucareros a capitalistas extranjeros, bajo el eufemismo de contratos de administración. Veamos esta vez un par de perlas del diario oficial del Partido-Estado-Gobierno, que ilustran perfectamente más escenas de esta tragicomedia.

 

La incapacidad estatal de asegurar la distribución de toda la producción agropecuaria generada por los campesinos es un mal especialmente doloroso en el contexto nacional de insuficiente producción de alimentos. Quienes siguen la sección "Cartas a la dirección" habrán encontrado en los últimos días un intercambio que desnuda este fenómeno de una manera muy particular. Ayer, veamos, se publicaba una misiva del Director General de la Empresa de Conservas de Vegetales, que explicaba por qué ciertas unidades en Santi Spiritus no podían asimilar toda la producción de guayabas de un campesino que se quejaba, días antes, de contemplar cómo se le echaban a perder en el campo los quintales de la sabrosa y saludable fruta.

 

Esto resulta ya bastante grotesco de por sí, considerando las necesidades no resueltas de la población. Pero lo más patético está por manifestarse en otro mensaje, también acogido días antes, que revelaba la perplejidad e indignación de los trabajadores de un centro elaborador y comercializador de dulces donde podrían haber empleado muy bien las dichosas guayabas y, de tal forma, haber evitado las afectaciones económicas sufridas por falta de abastecimiento. De veras que, si esto es el resultado de la planificación  de la economía que pregona el gobierno cubano, la CIA –que persigue el fin del sistema que tenemos en Cuba– no les está pagando a los que son en realidad sus mejores agentes.

 

La solución de la burocracia

 

Si bien Carlos Marx desnudó la falta de nacionalidad de las burguesías, otro tanto puede hacerse con las burocracias. Esto puede contemplarse cuando, ante situaciones parecidas, aquellas obran a través de los mismos mecanismos, las mismas motivaciones y miedos.

 

Por ejemplo, la repulsión a la idea de dar paso al poder de las personas trabajadoras. No importa cuán grande sea el caos que tienen formado los burócratas: la posibilidad de dejar, a quienes tienen en sus manos o cerebros las responsabilidades por las tareas productivas, dirigir y decidir en la administración de sus asuntos no pasa por la cabeza de la nomenklatura. Los voceros que claman su incondicionalidad al socialismo –sin haberse molestado en elaborar un cuerpo teórico y filosófico que lo respalde, más allá de la necesidad de una obediencia piramidal– prefieren abandonarse al capitalismo, con la esperanza de conservar posiciones de privilegio. La metamorfosis se anuncia mediante un discurso tan superficial y acomodaticio como el de la etapa anterior, que a su vez permite diagnosticar con precisión el fenómeno.

 

Los que primero experimentan la mutación, pueden al menos hacer gala de alguna originalidad. De aquí que el famoso eslogan  "enriquecerse es glorioso", del dirigente chino Deng Xiao Ping, haya resultado hasta pintoresco. Su versión caribeña, la que asoma la oreja en el Granma de ayer viernes, es simplemente patética.

 

En todo caso, se debe reconocer que se apoya en un estado de opinión totalmente preparado, abonado, ansioso, de recibir este tipo de exhortaciones. Ante el descrédito de las variantes anteriores a las que en mala hora se les llamó socialismo, humanamente es natural que a las personas que se les anuncia "la otra variante" como garantía de felicidad y bienestar, piquen el anzuelo. Con un insignificante barniz que no disimula en lo absoluto la loa cantada al empresario capitalista, presenta nuestro inefable Granma el camino de un moderno hacendado cubano, feliz empleador de un buen número de braceros que trabajan para él.

 

El periodista correspondiente no parece encontrar nada extraño en la relación de explotación que describe. El emprendedor patrón dirige "desde bien temprano" las labores de los empleados que obtienen para él, en su finca, abundantes cosechas de viandas y productos como carne y leche. Como la riqueza así generada es "producto del trabajo honrado", no resulta escandaloso que el exitoso hacendado se la apropie en su mayor parte. Después de todo, le paga a sus trabajadores un buen jornal –mejor que el que obtienen médicos, maestros y demás profesionales cubanos, por cierto. Henry Ford movería su cabeza en un gesto aprobador.

 

En vano buscará el lector detalles sobre los derechos laborales de los empleados, pues no se comenta, sino escuetamente, que la contratación de los mismos se efectúa a través de una cooperativa. A fuerza de no mencionados, las prerrogativas de asociación, seguridad social, vacaciones pagadas, licencias de maternidad y otras cuestiones de ese tipo, imagino que estén prontas a pasar a la misma categoría que los conceptos de democracia, sociedad civil, derechos humanos y otros inventos del capitalismo para manipular y perjudicar a nuestro país.

 

La burocracia cubana consiguió primero el dudoso éxito de despoblar las áreas campesinas con su política de restricciones, controles infinitos y acaparamiento de la dirección de la actividad agropecuaria. En estos tiempos no le interesa, evidentemente, el regreso al paradigma de unidades familiares o cooperativas que hagan progresar la actividad económica campesina de manera autónoma, libre, que concierten directamente con los consumidores la comercialización de sus productos y sin explotaciones de por medio. Al menos, en este reportaje que nos ocupa, se proclama abiertamente que ojalá hubiera más empresarios como el descrito. Puerilmente se intenta obviar el hecho que el sudor que produce su riqueza es mayoritariamente ajeno y que, para que haya un hombre que acumula fortuna así, tiene que haber un buen número de otros que no puedan hacer otra cosa sino subordinársele. Otro clavo para el ataúd del precepto de la Constitución cubana que proscribe la explotación.

 

Con tal de que haya alimentos, todo es aceptable, se indica sin ninguna clase de rubor. Entonces, para arreglar las cosas que han funcionado mal todos estos años, ¿lo correcto es entregarlos al sector privado? Con tal de que retornar hospitales y escuelas, hoy en mala situación, a un estado funcional, ¿deberíamos privatizarlos? ¿Podríamos fomentar contratistas de seguridad privados, bancos, aerolíneas, maquiladoras, siderúrgicas, todas basadas en la propiedad privada y la contratación de trabajo asalariado? Con base a los materiales que he leído en el Granma, aprecio que el periódico del Partido-Estado-Gobierno, en estos tiempos, se inclina hacia la respuesta afirmativa.

11 de noviembre de 2012

Capitalistas brasileños pasan factura, gobierno cubano paga con centrales azucareros

Etiquetas: Economía, Política, autoorganización, autoritarismo, burocracia, capitalismo, control obrero, cooperativización, Cuba, explotación, industria azucarera, privatización, propiedad, Rogelio M. Díaz Moreno, sindicato, socialismo
 
El gobierno cubano acaba de establecer una empresa mixta con la trasnacional brasileña Odebrecht para la administración del central azucarero 5 de septiembre, en la provincia cubana de Cienfuegos. De esta forma se avanza un tramo más en la instauración de relaciones capitalistas en nuestro país, y se profundiza en la entrega de espacios soberanos de la nación a capitalistas extranjeros. Todo ello, por parte del mismo gobierno que pregona a grito pelado su adhesión a la causa del socialismo y a la defensa del nacionalismo. El hecho nos lo presentan, oficialmente, como un avance para modernizar la industria azucarera y otros muchos bellos objetivos. El ciudadano, no obstante, puede elaborar sus propias consideraciones.
 
Como es sabido, los empresarios brasileños han aprovechado a Cuba como una plaza donde invertir sus capitales. El bajo precio de una mano de obra altamente calificada; condiciones climáticas generalmente benignas; buena ubicación en las rutas de comercio y gobernabilidad y estabilidad social garantizadas se unen a la necesidad desesperada de apoyo financiero del gobierno cubano para convertir nuestro espacio en plaza favorecida por inversores avispados. Las aventuras más conocidas del gigante sudamericano en la isla antillana son, seguramente, los sembradíos de soya en las provincias centrales y la plaza portuario industrial que se encuentra en construcción, en el municipio de Mariel, un poco al oeste de La Habana.
 
Por la necesidad que tiene el capital, y que todo economista conoce, de buscar y explotar continuamente nuevos sitios de reproducción, no es extraño que Odebrecht haya explorado una de las industrias cubanas más famosas y con mayor potencial, la de producción de azúcar de caña. Esta última, véase, estaba en condiciones ideales para acoger cariñosamente al monopolio sudamericano.
 
La antaño locomotora económica cubana permanece actualmente a unos niveles productivos semejantes a los de hace un siglo. El que constituyera principal producto de exportación cubano se ha vuelto una rareza. La vida y la cultura de los trabajadores azucareros cubanos y sus familias ha sufrido un trastorno monumental. La actividad productiva padece de una crónica descapitalización, desórdenes tras decenios de mala administración, insuficiente inversión, desmotivación por parte de obreros y técnicos con ínfima remuneración, degradación de suelos por deficientes políticas agrícolas y una larga lista de calamidades, que permiten mantenerse en zafra a una minoría escandalosa de los centrales azucareros.
 
¿Qué opciones se le pueden ocurrir, en estas condiciones, a una dirigencia burocrática y basada en el autoritarismo, para remediar el desastre? Al cerrarse el grifo de los subsidios soviéticos, al evidenciarse durante un par de décadas la inefectividad de los vacuos llamados a la conciencia y al reducirse inexorablemente el rendimiento de cada unidad productiva, los que cortan el bacalao empezaron simplemente a cerrar centrales. El Ministerio del Azúcar fue disuelto y todas sus funciones sociales pasaron a ministerios más afines, mientras que un órgano estatal más compacto, el Grupo Azcuba, se estableció para dirigir lo que quedara en el ámbito exclusivamente productivo. Pero esto solo no basta para reanimar la deprimida industria.
 
Gran parte de lo sucedido resulta consecuencia de la enajenación de los trabajadores azucareros. Sujetos a mecanismos bloqueadores de toda iniciativa, de toda motivación y de cualquier posibilidad de mejoría y bienestar material a partir de su trabajo, pocas posibilidades podían tener técnicos y obreros de revertir la situación. El Estado era el dueño y mandaba: lo hacía mal, las cosas se iban a pique y lo único permisible era mostrar obediencia. La situación, insostenible, exigía un cambio revolucionario.
 
La solución socialista que era y que se mantiene imperativa, consiste en reconocer a los trabajadores la participación que nunca debió negárseles: respetar su capacidad para establecer y dirigir sus propios mecanismos productivos, administrativos, de gestión de recursos, finanzas, materias primas y mercancías obtenidas. ¿Quién puede dudar de la capacidad de quienes han hecho su vida en los bateyes, de conocer su trabajo y saber lo que les es útil, prometedor, distinguirlo de lo que no lo es, y sacar el mejor provecho de los medios de producción que, teóricamente, les pertenecen como trabajadores de este país? La situación exige entregar a los trabajadores los derechos de gerencia y administración sobre su actividad, incluyendo la capacidad para negociar la comercialización de su producción y la importación de materias primas, insumos y maquinarias, como el único camino socialista posible hacia la solución de la crisis que agobia al sistema.
 
No sería, por cierto, un camino inédito, si bien lo más sorprendente es que es un camino que ya ha sido explorado con éxito… por varias mega corporaciones capitalistas al borde de la quiebra. Las juntas directivas, accionistas, etc., de poderosas empresas de la producción y los servicios, aerolíneas, automovilísticas, finanzas, etc., han probado a compartir con sus asalariados las responsabilidades, derechos y deberes de la cogestión, el trabajo en equipo, la participación en las ganancias, etc., y han rescatado estos grupos económicos de la debacle a la que se precipitaban. Antes de perderlo todo, los duros capitalistas de Europa y Norteamérica han escogido, sugestivamente, el camino de compartir oportunidades con los proletarios, sin inhibirse por temores o recelos contra la clase históricamente antagonista del capitalismo
 
Ah, pero el gobierno cubano no puede confiar en sus trabajadores de la misma manera que lo hace un capitalista de Norteamérica o Europa. "No están preparados todavía", dicen los políticos de aquí, en el mejor de los casos. Con mucha renuencia, han entendido la necesidad de entregar a sus trabajadores, si acaso, los timbiriches más pequeños, de servicios, minicafeterías, etc. De fábricas, talleres, centros industriales, ni hablar. Es preferible cerrar el lugar, despedir a las personas y mandarlos a casa, con uno o dos meses de salario como compensación, y que luego se las arreglen por cuenta propia. O, como ahora se empieza a ver, ofrecer a Odebrecht el central y los derechos que les niegan a los trabajadores.
 
Ahora vendrán a hacer el cuento que la propiedad sigue en manos del Estado y que el socialismo está protegido, que uno es un manipulador o un equivocado y que le hace el juego al enemigo. La manera de enfocar el asunto revelará, como siempre, el lado y las motivaciones de cada cual: del lado de los trabajadores, por el socialismo; o del lado de la burocracia estatal, que recompensa con cuatro privilegios espúreos a todo el que la acompaña en su viaje hacia el capitalismo, en los brazos de las burguesías brasileña, china, etc.
 
La tozuda realidad será que directivos brasileños dirigirán el proceso productivo y se llevarán muchas ganancias a casa. A nadie le caben dudas de que lo harán mejor que la anterior dirección; incluso puede que los obreros ganen más, estén más motivados, sean más eficientes y productivos. Pero ¿cómo detener la ira generada por el hecho de que con el trabajo, la responsabilidad, la autonomía, de los trabajadores cubanos se podía haber logrado lo mismo, o mejor, ya que no íbamos a tener que tratar con un capitalista extranjero que, al final, se guarda en su extranjero bolsillo el lucro proveniente del sudor de nuestros y nuestras compatriotas? ¿Acaso Odebrecht no es un monopolio, tal vez de la periferia pero igualmente imperialista; un gigante agro-industrial que explota a sus trabajadores en todas las partes del mundo donde le dan la oportunidad, de la misma forma que lo hacían las Cuban-American-Sugar-Companies a las que se les nacionalizaron todos estos centrales en los años 1960, 1961?
 
Los trabajadores cubanos, cuando sean libres para organizar y disponer de los medios de producción que constitucionalmente le pertenecen, no tendrán necesidad de que venga un capitalista brasileño ni de ninguna otra parte, a decirles lo que tienen que hacer y quitarles la plusvalía. Cuba no necesita a estas compañías para asegurar mercados para su azúcar, de fácil e inmediata venta en Canadá, China, Vietnam, en otros varios países asiáticos, europeos, africanos, latinoamericanos y caribeños. Pero lo cierto es que el gobierno cubano tiene que pagar los créditos brasileños y las masivas inversiones que estos hacen de alguna manera. Abrirles el mercado del dulce es una manera de pagar tan buena como cualquier otra.
 
Por cierto, casi a punto de colgar este material en la red, me viene a la mente otro par de preguntas capciosas. Para tomar esta determinación, ¿fueron consultados los obreros del central 5 de septiembre? ¿Se le solicitó al sindicato de los azucareros una opinión al respecto? No es que el sindicato vaya ahora a contrariar la decisión del Gobierno-Partido, al que le debe obediencia según lo plasmado en los reglamentos de la central obrera, pero la ausencia de este paso manifiesta hasta qué punto está inerme el pueblo cubano ante un rumbo capitalista impuesto desde arriba.
 
Si se quiere contemplar hasta qué ultrajantes absurdos puede llevarnos esta situación, piénsese qué perspectivas veríamos si el gobierno estadounidense hiciera excepciones de táctica maquiavélica en su política de bloqueo. Como la legislatura cubana, tan nacionalista en su discurso, tan inconsecuente en su aplicación, no lo impide, no se pronuncia, no aplica políticas de preferencias hacia las personas trabajadoras de nuestro propio país, fácilmente hubiéramos podido ver comprado el central cienfueguero, en vez de por Odebrecht, por la famosa United Fruit Company. Tal vez, por la misma compañía estadounidense a la que se le nacionalizó en la década de 1960. Por suerte, la mafia cubano-miamense es lo suficientemente obtusa como para ahorrarles esta última humillación a nuestros padres y abuelos, que se alimentan de los cuentos del Granma para seguir aferrados a esa creencia de que la causa, por la que dieron su vida, no está de nuevo en venta al mejor postor.

1 de noviembre de 2012

Tiempos de ciclón

Eiquetas: alimentación, autoorganización, bloqueo, burocracia, cooperativismo, corrupción, Cuba, ecología, impuestos, meterorología, Rogelio M. Díaz Moreno
 
Todavía nuestro machacado país va a permanecer un buen tiempo conmocionado por las secuelas del huracán Sandy. El siniestro evento ensombreció las vidas de muchos cubanos de muy mala manera. Las personas que piensan en restañar heridas, reconstruir vidas y seguir adelante no dejarán de unir, al trabajo de recuperación, las interrogantes y los anhelos relacionados con las formas de enfrentar las amenazas, disminuir sus efectos y superar luego las afectaciones reversibles –las vidas perdidas, lamentablemente, ya no son recuperables.
 
Se puede decir que no se esperaba la magnitud de daño que se constató después del paso de Sandy. Uno guarda la impresión de que las instituciones involucradas en la Defensa Civil han trabajado con mayor eficacia en eventos anteriores, cuando se han presentado huracanes de mayor intensidad y que han recorrido mayores trayectos por el territorio nacional. Se cuenta con una historia muy meritoria en esta esfera, y nuestro país ha sido paradigma de organismos internacionales en el enfrentamiento de estas catástrofes naturales así que, aún cuando los fallecidos en nuestra patria por Sandy hayan sido poco numerosos en comparación con otras naciones –incluso otras de mucho mayor desarrollo– fueron más que en otras ocasiones, y queda la rabia y la frustración de que se podía haber hecho una mejor prevención.
Por ejemplo, se puede constatar que cuando la llegada del meteoro era inminente, tan solo se declaró la Fase Informativa, como consta en la página de noticias nacionales del diario Granma del día 24 de octubre. Como sabrá el lector cubano, tenemos una fase de mayor nivel de acción, la de Alerta Ciclónica, que no llegó a establecerse. Al día siguiente, 25 de octubre, ya el huracán había pasado y se declaraba la Fase de Recuperación. Lo que pasó no puede remediarse, pero sí servir de experiencias para el futuro, para el que esperamos que los esfuerzos de prevención estén a la altura que se extrañó en esta última ocasión.
 
No es ocioso remarcar que las alteraciones climáticas que ha provocado la acción humana, con la emisión de gases de efecto invernadero, han hecho más probable la aparición de fenómenos meteorológicos más salvajes y amenazadores. Ojalá se pueda avanzar en la conciencia de este fenómeno y la necesidad de revertirlo sin lecciones tan amargas como la de estos huracanes.
 
Ahora cabría añadir un par de consideraciones sobre las condiciones de recuperación. En condiciones excepcionales se hace más urgente avanzar "sin pausas", pero también con algo más de prisa, en la implementación de políticas que alivien las situaciones de penuria. Luego de restablecidas las condiciones básicas –agua corriente, electricidad, transporte, etc.– la población va a enfrentar las mismas carencias previas al huracán –alimentación, vivienda–, con el añadido de las afectaciones de Sandy. Se pueden transformar varias condiciones que no ayudan en la solución a los problemas de estas esferas.
 
Por ejemplo, todo el que ha leido los periódicos oficialistas ha encontrado cómo se pierde, año tras año, cosechas de varios tipos ya obtenidas en los campos, sin culpa de ciclón alguno. Los mecanismos de Acopio son peores que los ciclones, en ese sentido. Ninguna de las reformas, ensayadas en sus estructuras en los últimos años, ha sido capaz de evitar esto. Y si dejar perder alimentos en tiempos sin ciclón es una acción –para mí– criminal, equivalente a cualquier acto contrarrevolucionario, ahora, después de lo que ha pasado, ya no creo que se encuentren palabras que lo describan correctamente. Yo recuerdo como el vicepresidente cubano Marino Murillo soltó en una sesión de la Asamblea Nacional que a Acopio había que "volarlo en pedazos". ¿Qué tal si empezamos ahora? Reconózcase la necesidad de respetar la libertad para todas las cooperativas y pequeños agricultores, de comercializar libremente toda aquella parte de su producción que el Estado no sea capaz de recoger a tiempo. Impórtese de forma expedita la maquinaria necesaria para recoger productos como el arroz, y déjese en manos de productores u otros agentes interesados en hacerlas producir sin tanto trámite burocrático.
 
En el orden urbano, acábese de reconocer la necesidad de surgimiento y foméntese las cooperativas de producción y servicios como las de albañiles y otras de apoyo a la familia y la vivienda. Foméntese la creación, asimismo, de cooperativas de consumidores, que pueden relacionarse de manera simbiótica con las de productores. Por ejemplo, tres familias que no puedan costearse viviendas por separado, podrían tal vez costearse una construcción de tres pisos. Si este ejemplo no es feliz, estoy seguro que podrán encontrarse muchos más que sí lo sean.
 
Otra cosa que se puede hacer, y que muchos claman, es la restauración de la exención de impuestos aduanales para los productos alimenticios. Esto se implementó ya una vez en ocasión, justamente, del paso de otros ciclones. Aquí vale la pena entroncar con la política de hostigamiento del bloqueo estadounidense, que dificulta las relaciones comerciales de nuestro país con el mayor mercado del mundo, lo que objetivamente constituye también un obstáculo para las labores de recuperación. Tanto la política de impuestos aduanales como la del bloqueo son inmorales en estas circunstancias, y ambas deben ser repudiadas. Claro que, al gobierno estadounidense, me es un poco más difícil pedirle explicaciones o reclamarle obediencia, porque no soy ciudadano de ese país ni voto en sus elecciones, pero a mi gobierno sí le puedo exigir que  escuche y acate la voluntad de su pueblo.
 
En realidad, las personas en la región afectada son las que mejor saben cómo se les puede ofrecer un mejor apoyo, así que déjeseles expresar sus criterios y oigamos sus voces con la mayor atención y respeto. No se trate de poner camisas de fuerza a iniciativas de solidaridad que surjan espontáneamente en el resto del territorio nacional. Más bien respétense y facilítense donde quiera que nazcan, por parte de quien sea que diga estar dispuesto a dar una mano sin quebrantamiento de la ley.
 
Finalmente, hay una manera de garantizar la distribución cabal y honesta de los recursos asignados centralmente para las zonas afectadas, que es mejor que la de poner a cualquier cantidad y variedad de agentes inspectores, fiscales, contralores o los que sean. Si se conoce de manera pública y transparente cuánto se destina a cada objetivo, por las manos de quiénes pasa cada bien y a quién está destinado, difícilmente pueda darse ninguna de las desviaciones que, tristemente, conocemos que se producen por parte de muchos corruptos que medran en las cadenas verticales y secretistas de administración de las cosas. No hay mejor inspector que el pueblo, pero para que este tenga éxito, tiene que tener esa información. Si esto no se concreta, ya veremos la repetición de viejos capítulos de fraudes y aprovechadores de la desgracia ajena.
 
Sirva el mínimo esfuerzo que representa este escrito, para solidarizarnos con el heroico y generoso pueblo de las provincias orientales cubanas, así como el del resto de las provincias que fueron también duramente azotadas por los flagelos de los ciclones tropicales, la burocracia nacional y el enemigo imperialista.