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1 de mayo de 2012

Seguidilla de una post lémica

tags Encuentro de Blogueros Cubanos en Revolución, Yohandry, La Joven Cuba, internet, Cuba, debate, anticapitalismo, autoritarismo, blogs, censura, contrarrevolución, democracia, diálogo, izquierda, manipulación, participación, revolución, socialismo, sociedad civil
 
El evento recién ocurrido en Matanzas que reunió a un grupo de blogueros alarga una cola medio rara. Algunos de los no invitados expresamos nuestro desacuerdo con la filosofía del encuentro, al que encontramos inquisitorio, pleno de falencias y de los discursos repetitivos de siempre. Obviamente, ello no gustó a algunos de los participantes y ejercen su derecho a la respuesta.
 
El blog de Yohandry, por ejemplo, nos echa en cara el ignorar el coraje que ellos, sostiene, tuvieron; así como soslayar el valor de los conceptos allí defendidos. Cuando menos, estamos desinformados, tenemos un seguramente desmedido afán de protagonismo y nuestros prejuicios y debilidades ideológicas nos conducen al lado equivocado de la dicotomía indignos-indignados.
 
Hay que decir que el primer problema que tuvimos, algunos de los que nos quedamos fuera del cónclave –y no por no haber enviado nuestras solicitudes– para enterarnos bien de lo que pasó, es que la mayoría del contenido se traspoló a unos sitios para nosotros esotéricos, unos espacios virtuales en Tweeter y Justin.tv a los que no tenemos acceso ni en nuestros sueños. Es posible que por ello hayamos sido un poco unilaterales en nuestras valoraciones, al contar solamente con lo que nos llegaba por los más prosaicos medios de la prensa tradicional y el correo electrónico. Parece que debemos pedir disculpas por nuestras discapacidades informáticas, que no nos permitieron comprobar la "valentía" de los reunidos que, al parecer, expresaron toda una serie de ideas que, sostienen algunos, resultaron muy audaces y revolucionarias.
 
Aún así, debo expresar una primera inconformidad con este juicio. No encuentro muy lógico que alguien que usa un seudónimo, que no firma con su nombre, que no se sabe quién es, y que por lo que escribe nunca se va a buscar un problema en el trabajo con el que mantiene a su familia –salvo que deje de escribirlo– se las dé de valiente. Así cualquiera. Todavía los otros compañeros del encuentro, se comprometen con sus discursos y hechos, personalmente, para bien o para mal. Pero Yohandry, que no toque esa tecla.
 
Ahora que me disculpen los allí reunidos. Tal vez sí resultó muy valiente reclamar, en esa reunión, información sobre las posibilidades de la ampliación del acceso a las tecnologías informáticas en Cuba –país penúltimo o antepenúltimo por sus estadísticas de ese tipo en América Latina–; el estado del cable de fibra óptica; cambios de mentalidades en los funcionarios que actúan como barreras para la participación de la población en general en la web 2.0 y ese tipo de cosas. Ahora, para ser consecuentes con ese espíritu, les solicito que compartan –por vías al alcance de los simples mortales– las respuestas que obtuvieron al respecto. De la misma forma, les preguntaré si piensan mantener activos esos loables propósitos y si nos informarán, como buenos periodistas revolucionarios preocupados, de lo que averigüen en el futuro; o si todo se quedó en el cerrado espacio de un evento por invitación, con la consiguiente y fea sospecha de que todo fue un montaje, autorizado y preparado, para dar alguna impresión a algún despistado.
 
Aplaudo al que sea consecuente con un credo sincero y desinteresado, ya sea abiertamente oficialista o alguien que prefiere trabajar por el socialismo y la revolución desde posiciones menos dependientes de la burocracia y de lo autorizado por los niveles superiores. Si alguien de la derecha lograra convencerme de que piensa que su ideología es la mejor para el país, y de que defiende un modelo nacional independiente con esas características, no sé si lo daría por bueno; en todo caso le respetaría su derecho a defender su criterio. En este momento, intercalo la siguiente salvedad, porque se está apelando a un material sacado de contexto para desacreditar a una de las partes: En su momento, la elección de Barack Obama despertó esperanzas en muchas personas del mundo, por la hazaña que resultó el que una persona negra venciera la imponente barrera racial estadounidense y resultara electo Presidente. Que luego el apresuradamente electo Nobel de la Paz, se tornara un conductor de guerras despiadadas y continuador de la política de hostigamiento contra nuestro país, no podía ser adivinado por quienes no poseemos bolitas mágicas. Que conste que la alternativa en aquellas elecciones, McCain, era de miedo.
 
Ahora me gustaría que aquellos que se las dan de valientes, de socialistas, y que se arroparon con el precepto de que la verdad es revolucionaria, respondan a los reclamos que se les efectúan y que intento reiterar de la manera más precisa para que no queden ambigüedades. No me queda más remedio que repetir algo obvio, esto es, que ser oficialista no es ninguna definición ideológica per se, y que para proclamar tan campantemente lealtad con unos principios, primero hay que tenerlos definidos.
 
1–Sería de la más alta conveniencia saber qué entienden estos blogueros como el Estado Socialista de trabajadores, organizado con todos y para el bien de todos como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana. Este es el contenido del artículo 1 de nuestra Constitución. Los que defendemos sus preceptos, debemos concordar que su realización implica que las masas deben gozar en el socialismo, de los derechos, libertades y conquistas sociales y económicas que regímenes anteriores pretenden haber alcanzado, pero una extensión y profundidad inéditas en aquellos sistemas de explotación del hombre por el hombre.
 
2–Después que nos ofrezcan su versión de lo que entienden por socialismo, que hayan adoptado este idioma inequívoco que ya otros estrenaron de sobra, que continúen y nos expliquen hasta qué punto piensan ellos que vale la pena luchar por alcanzar estos ideales y contra qué obstáculos creen que vale la pena luchar. Ya sean aquellos que están a noventa millas u otros mucho más cercanos, por ejemplo: aquellos que denuncia sistemáticamente el periodista José Alejandro Rodríguez por las misivas que le llegan al Juventud Rebelde; los funcionarios demagogos e ineptos que dejan que en sus áreas de trabajo se caigan a trozos los hospitales, las escuelas, las viviendas con personas dentro –Marino Murillo reconoció en la Asamblea Nacional que cuando uno necesita una gestión en vivienda "todo el mundo sabe lo que pasa"–; que convierten en un calvario la cosecha y recogida de productos agropecuarios –de nuevo, Murillo llamó a "volar en pedazos a Acopio"–; los ministros, presidentes locales de gobierno y todos los demás que meten la mano en los recursos que el gobierno sitúa para inversiones en todos los campos, pero antes, y no después que el daño esté más que hecho, que la Contraloría los haya descubierto y nuestro presidente los haya tronado. Ayudar a Raúl Castro a defender el país de lo que el ha llamado reiteradamente como nuestro principal enemigo en la actualidad, no debiera ser un problema para estas almas, que entonces podrán contar como compañero de indignación, comprometido y leal hasta el tuétano, a un humilde servidor.

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