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31 de diciembre de 2012

Un mal año y la persistencia de la esperanza

Tags: activismo, anticapitalismo, antirracismo, autogestión, autoritarismo, BloggersCuba, burocracia, capitalismo, Cuba, democracia socialista, derechos humanos, discriminación, Elaine Díaz, Enrique Ubieta, La Joven Cuba, protesta, Rogelio M. Díaz Moreno, Sandra Alvarez, socialismo.
 
El año que concluye este lunes 31 de diciembre, según el calendario occidental, no fue muy feliz para la inteligencia, el debate o la libre expresión de las diferencias inevitablemente existentes entre las visiones y aspiraciones de cada cubano. Específicamente, varios blogs de mucho valor vieron su fin este año por efecto de la censura.
 
Pido perdón si no puedo abundar en las malvadas muestras de represión en otras latitudes. No vivo ni conozco demasiado de otros países, así que escasamente puedo abordar ni intentar mejorar desde aquí lo que ocurra por allá, y menos me serviría de consuelo pensar que están peor que nosotros. Me duele lo que conozco que azota mi propia cabeza, y para ensayarle remedios es que tomo la palabra.
 
Debo hacer una salvedad; voy a exceptuar de este análisis la cuestión de los grupos cubanos que presentan lazos relevantes con las agencias del gobierno estadounidense. Me interesa aquello que hacemos aquí por nuestra propia voluntad, guiados por nuestros auténticos ideales de nación, típicamente de izquierda y anticapitalistas; por lo tanto, generalmente en contradicción antagónica con aquella potencia, que reitera periódicamente sus intervenciones para socavar nuestra independencia. Esto no le impedirá a nadie hacer su propio resumen con los aspectos que más le ocupen.
 
La primavera del 2012 abrió con un encuentro entre blogueros de todo el país, iniciativa interesante pero ensombrecida por la poca claridad del criterio empleado para seleccionar los invitados. Los organizadores del BlogazoxCuba, el colectivo matancero La Joven Cuba, otorgaron la etiqueta de revolucionarios a discreción; se aseguraron de marcar solo las direcciones políticamente correctas e integradas, en fin, las conocidas como "oficialistas" y dejaron fuera visiones que hubieran podido aportar riqueza conceptual y de contenidos desde otras sendas del socialismo democrático y la participación popular. Los roces no se hicieron esperar y se cruzó un volumen de fuego, reflejado en las bitácoras de uno y otro espacio.
 
Los agrupados bajo la sombrilla oficialista, de acuerdo con la tradición, siguieron empleando las armas de acusar al resto de adoptar posturas diversionistas y manipulables por un enemigo a cuyos fines se estarían prestando. El único pensamiento pertinente, según este partido, parece ser aquel que siga los canales establecidos, el momento y el lugar adecuados, cuidadosamente cribado de todo cuestionamiento de los "líderes históricos", y que preferiblemente solo reproche a los malos del otro lado del estrecho de la Florida mientras se ensalze todo lo posible la política interna. Por el lado alternativo, se fustigó esta visión maniquea de bien y mal, la doblez de defender incondicionalmente la política que fuere que estuviera en boga, por contradictoria que fuera con ideales sociales sostenidos antaño o incluso, opuesta a políticas defendidas con el mismo acrítico entusiasmo en años anteriores.
 
Un punto tragicómico en esta historia es lo cuestionable de su trascendencia. El insignificante alcance de la Internet en nuestro país excluye a la aplastante mayoría de la población de estos debates, así que su mayor impacto lo producen a través de su divulgación entre élites de intelectuales, su seguimiento por las autoridades gubernamentales y el eco en los círculos internacionales interesados por nuestra tierra, ya sean cubanos emigrados, colectivos solidarios con Cuba… y también las atentas miradas de consorcios turbios poco proclives a desearnos el bien.
 
Los meses del verano trajeron las mayores zozobras. El mismísimo colectivo de La Joven Cuba se tornó excesivamente molesto para el sistema, y sufrieron una flagelación brutal. Nunca han tenido el valor de denunciar claramente los detalles del defenestramiento, pero ha trascendido lo suficiente para permitir hacerse una idea bastante precisa: reuniones con "altas autoridades", puñetazos sobre la mesa, cuestionamientos de su "condición de revolucionarios", acusaciones de "hacerle el juego al enemigo", las obvias amenazas de despedirles del trabajo como profesores de la Universidad de Matanzas, etc.
 
Hay que introducir aquí un par de detalles importantes. El blog La Joven Cuba no surge, a diferenta de otras columnas asalariadas del pensamiento oficial, por una orientación de los niveles superiores, con facilidades otorgadas para el propósito de conexión y navegación, estímulos por metas a cumplir y demás. Estos jóvenes admiradores de Antonio Guiteras se tiraron al agua del Morrillo por su propia cuenta y sin salvavidas, y emplearon para ello las limitadas posibilidades de conectividad con que contaban en su centro. De hecho, el emprendimiento navegó por aguas prohibidas desde un principio, si bien por un tiempo las autoridades, medianamente satisfechas, eligieron hacerse de la vista gorda. Ayudaba el detalle de que LJC manifestara intensamente y con frecuencia toda la afinidad posible por la conducción estatal, pero también parece ser un hecho que partieron de una motivación legítima, auténtica, de preocupación social y nacional. De ahí que produjeran materiales y despertaran debates de mucho interés, de contenido crítico y con exigencias combativas contra lacras burocráticas y autoritarias existentes. Estos dos (o tres) elementos, el proyectarse espontáneamente (con los recursos de la Universidad) y el emitir algunas críticas con seriedad, decretaron el fin de su romance con las autoridades. De nada les ha servido reivindicar sistemáticamente sus simpatías por el sistema; igualmente frustrante debe haberles resultado el virón de espaldas de la mayoría de los invitados a su reunión de "blogueros revolucionarios".
 
Antes de sacar las conclusiones pertinentes, se deben contemplar otros hechos. Elaine Díaz, una de las voces más reconocidas de la blogosfera cubana, anunció de manera igualmente súbita el fin de su actividad para, según una argumentación que no convenció a nadie, "concentrarse en su desarrollo profesional". Los que conocemos a esta valiente persona, apenas podemos imaginar la intensidad de la presión a la que debió ser sometida, las amenazas y reuniones con que la exprimieron, por su voluntad de proteger a su sufrida comunidad contra desmanes burocráticos, de convocar a acciones de defensa de la voluntad y el interés popular, las denuncias contra los acaparadores de las telecomunicaciones en Cuba y demás pecados de similar gravedad. También debe considerarse que Diaz siempre repudió todo intento de manipulación contrarrevolucionaria, y su bitácora intentaba mantener abiertos los "canales establecidos" por el gobierno.
 
El ocaso de Bloggers Cuba se consumó también en el 2012. Los últimos y aislados escritos, subidos al otrora pujante sitio, no hacían sino confirmar su desgracia. Este era otro colectivo que marcó durante varios años un espacio alegre, dinámico, informativo y variado, sin cesiones al oficialismo maniqueo ni escarceos con una disidencia de poco prestigio. Después de permitirle un período de esta suerte de navegación entre dos aguas, las autoridades le asestaron sucesivos golpes, por separado, a varios de sus miembros, y el colectivo no resistió la presión, hasta el punto que se perdió hasta el dominio del blog.
 
Elaine Díaz, justamente, era una de las voces destacadas de BloggersCuba. Sandra Álvarez también, y su bitácora personal porta el provocativo título "Negra Cubana tenía que ser". En este espacio, la autora fustiga las lacras de discriminación contra la mujer, el racismo y la homofobia actuantes en la sociedad y las instituciones cubanas. No es un secreto que Álvarez también ha sufrido presiones y cuestionamientos agudos de agentes del estado, que hasta ahora no han podido acallar esta poderosa y valiente voz.
 
Dejo para último el blog del Observatorio Crítico, del cual me honra formar parte, y que también ha tenido duro bregar bajo las andanadas oficialistas de quienes nos acusan de toda una serie de pecados inicuos. Las consecuencias las han pagado varios integrantes con sus puestos laborales, ya perdidos o en peligro inminente.
 
Terminada esta relación, caben un par de preguntas. ¿Por qué a la juventud, llamada a desempeñar roles protagónicos en todo proceso revolucionario y enaltecida con el llamado guevariano al "Hombre Nuevo", le decapitan todo intento de desbordar el rol asignado de obediencia? ¿Qué mensajes clarísimos emiten estos sucesos? Evidentemente, que el horno no está para galleticas; que toda voz fresca, espontánea, que se atreva a poner en juicio las políticas de la burocracia imperante, está en peligro de ser suprimida en el momento en que así se estime conveniente. No habrá tolerancia al debate abierto, al análisis sincero de ideas diversas, ni siquiera dentro del campo de las corrientes que respeten ideales socialistas desde distintos matices. La unidad monolítica y la obediencia a la clase burocrática imperante seguirá siendo el único estandarte aceptable. El vocerío de Lagarde, de Ubieta, de quien sea que se esconde tras el seudónimo Yohandry, de Jorge Ángel Hernández, Noel Manzanares Blanco y resto de la comparsa se vuelca en primer lugar contra cualquier nota discordante y luego, si el aludido persiste, caerán las represalias en el centro de trabajo, de estudios, el hostigamiento, los cortes de conexión o el despido llano y simple –en un país donde el Estado sigue siendo la única opción laboral para ejercer una labor profesional de calificación universitaria.
 
Con este panorama, mal puede prosperar el propósito del General en Jefe, Raúl Castro, de respeto a las discrepancias y diferencias honestas dentro del mismo fin e ideales sociales. A pesar de todo, siempre existiremos aquellos, quienes creemos que la juventud generará eternamente nuevas voces y proyectos, colectivos y espacios de ideas y debate, con elevadas convicciones sociales y valores revolucionarios y democráticos de la mejor estirpe que, aún cuando sean aplastados una y otra vez, alimentarán continuamente el renacer de la esperanza.

26 de diciembre de 2012

El empeño es noble, la complicación es más que consabida

Tags: activismo, altruismo, autoritarismo, burocracia, Cinco Héroes, Cuba, discriminación, Internet, Intranet, Natacha Santiago
 
He tropezado con un artículo de la periodista Natacha Santiago en el sitio web de RadioCOCO, (emisora a la que admiro y respeto profundamente desde todos los puntos de vista), que me llena de una sensación donde no sé si predomina el estupor, la indignación o algún otro sentimiento relacionado.
 
Sucintamente, el trabajo defiende la convocatoria a la recogida de peticiones para que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, evalúe intervenir favorablemente en el caso de los cinco cubanos presos en aquel país desde 1998 por cargos de espionaje y otros. Lo que enardece mi sentido común, mi sensibilidad como ser humano y mi patriotismo, es la idea de la autora de que no existe ninguna complicación para participar de esta iniciativa; para lo que "solamente" haría falta la "sencilla" operación de entrar a un sitio de Internet relacionado con peticiones efectuadas al gobierno estadounidense, albergado bajo el espacio https://petitions.whitehouse.gov/petition/. Se aspira a alcanzar una cifra de 25 mil solicitudes.
 
Antes de seguir, y para que quede clara mi posición frente a posibles malintencionados (a las personas de buena fe no tengo necesidad de aclarárselo): apoyo incondicionalmente la liberación para los cinco compatriotas prisioneros, cuanto antes mejor; si bien albergo la impresión de que la táctica empleada por el gobierno cubano en los últimos quince años no ha dado buenos resultados.
 
Ahora continuamos con el articulillo de marras. Cualquiera con un ápice de información sobre la realidad cubana –que una periodista de nuestro país debiera dominar– sabe que el acceso a la Internet, entre nosotros, está restringida a una exigua y privilegiada minoría de personas. Por lo tanto, más de diez millones de cubanos estamos impedidos de participar de la tal convocatoria. Por ejemplo, cuando yo intento activar el vínculo que me están sugiriendo, aparece en mi pantalla la imagen que inserto en este escritillo, con la que el servidor de Infomed me explica que no estoy autorizado a acceder a la página deseada.
 
 
Esta imagen, a pesar de lo que intente discutirnos cualquier vocero del discurso oficial, no la puso el presidente Obama en el monitor de mi computadora. Como conozco que existe un cable óptico, funcional, que une a Cuba a la red mundial, y como mi centro laboral tiene conectividad internacional desde hace bastante tiempo –solo que limitada para temas académicos y clínicos, para lo cual sí la aprovecho con gran satisfacción–, me consta que la responsabilidad de mi incomunicación en el resto de los campos de la Web recae sobre los directivos, la burocracia y los funcionarios que organizan y gozan de esas cosas en nuestro país. Sin forzar demasiado los estimados, se podría decir que no menos de medio millón de profesionales están en una situación parecida a la mía, es decir, con este tipo de acceso restringido a Intranet. Muchos más cubanos y cubanas, millones podríamos decir, tienen a su alcance variantes parecidas de conectivad limitada en centros laborales, educativos y los Joven Club de computación. De tal forma, podemos considerar que las aspiraciones de 25 mil firmas son irrisorias, en comparación con lo que se podría alcanzar, dadas las potencialidades nacionales.
 
Aún cuando estos puntos son del conocimiento común, la periodista se va por una imposible tangente y pretende que "todas las personas decentes", que todo aquel "que tenga idea de lo que representa el sufrimiento innecesario de tantas personas" pueden participar. Esfuerzo que, según ella, nos permitirá "experimentar satisfacción al hacer el balance habitual de nuestra conducta al concluir este año, por haber incorporado a nuestros nobles gestos, el cumplimiento de esta acción de carácter moral, desinteresada y benéfica y sólo con un pequeño esfuerzo". No se encuentra por todo el artículo una salvedad para solicitar la comprensión –y la sugerencia de alguna otra forma de manifestar nuestro apoyo– a los que disponemos solo de variantes limitadas de conectividad, o de ninguna.
 
A veces se hace difícil asimilar el nivel de hipocresía que se puede acumular en un discurso. Natacha Santiago cierra con evocaciones a la esperanza y a la familia, explica que ella ya firmó y que cuenta con todos nosotros para acompañar este fin. Después de recibir tan utópica tunda de intenciones, tan buenas como imposibles de materializar, a uno solo le queda preguntarse si se es una mala persona –por no haber respondido con el fervor esperado– o masticar la sensación de que este es otro material de esos que se estilan para el rastrero objetivo de ganarse el beneplácito de los superiores, al costo de la manipulación de sentimientos tan hondos, sagrados y dolorosos para las familias y el pueblo cubano. Tal vez deberíamos sentir compasión por las conciencias y las vidas de las personas capaces de caer en esas situaciones; además de desear, como es obvio, la liberación de todos nuestros compatriotas que se encuentren injustamente prisioneros en cualquier lugar del mundo.

22 de diciembre de 2012

Mensajes ciertos de una Naturaleza caliente

etiquetas: Nature, Infomed, calentamiento global, medio ambiente, ecología, ecologismo, efecto invernadero, Cumbre de Doha, Protocolo de Kyoto
Esta nota salió en el sitio cubano Cubaliteraria, y quería compartirla con quienes leen el blog del OC. Espero se diviertan en la polémica y les sea de provecho.
 
La celebérrima revista científica Nature despliega, en la portada de su número 7426 –que corresponde a la última semana del mes de noviembre– un mensaje de inconfundible olor a chamusquina: Llegó el calor.
 
Con los materiales disponibles lo mismo en las páginas de la revista que en su sitio web, quedan abundante y nítidamente expuestas las evidencias sobre el fenómeno del calentamiento global, así como la responsabilidad que le corresponde a nuestra civilización, fundamentalmente por las alteraciones que provocan las emisiones de gases de efecto invernadero.
 
Antes de seguir, y para quienes sientan la curiosidad: puedo acceder a Nature desde mi trabajo, a través del portal de la salud cubano, Infomed.
 
Ojalá el mensaje presente en el editorial calara más profundamente en los comportamientos de los seres humanos, deseamos todos los que nos duele ver el deterioro de las condiciones medioambientales. Sin embargo, ante el inminente fin del período cubierto por el Protocolo de Kyoto (el próximo 31 de diciembre) los grandes protagonistas de las políticas mundiales no han podido –o deseado– establecer acuerdos y códigos de conductas más considerados con el planeta que nos sustenta, para remediar la contaminación de sus aguas, de su atmósfera, y detener o mitigar el calentamiento galopante del clima.
 
Este último fenómeno ya constituye parte de la ciencia establecida, como concuerda la abrumadora mayoría de la comunidad científica, y sus evidencias son señaladas por doquier por parte de instituciones académicas, tales como el Panel Internacional del Cambio Climático, establecido a nivel de la Organización de las Naciones Unidas. En el número presente de Nature se aborda, por ejemplo, la situación del deshielo en los polos y en Groenlandia, tal como la expone Olive Heffernan.
 
Por su parte, Quirin Schiermeier introduce algunos análisis respecto a la evolución de las actividades e intereses económicos involucrados detrás de las negociaciones mundiales sobre el clima. Como resultado, pronostica un solo futuro tras el fin del Protocolo de Kyoto: Aire Caliente. En su trabajo, expone las inconsecuencias de varias naciones más desarrolladas, verbigracia, los Estados Unidos, seriamente nocivas para todos los intentos de afrontar el problema de una manera constructiva. De igual forma, extrae algunas moralejas de importancia a partir de la concatenación de acontecimientos resultante de la interacción de los movimientos internacionales envueltos en el tema. El problema, se puede apreciar, se presenta mucho más complicado que la solución al agujero en la capa de ozono o la reducción de arsenales nucleares, pues involucra intereses económicos, las diferencias en desarrollo de las naciones del planeta y cuestiones de justicia social, tanto como tecnológicas y geopolíticas. Para colmo, ante el creciente precio del petróleo, muchas potencias se vuelven hacia el carbón, aún en abundancia relativa y más contaminante todavía que el petróleo o el gas natural. Los criterios de varias autoridades citadas dan fe de las dificultades que se avecinan, que difícilmente puedan ser resueltas exitosamente en el exiguo plazo que le queda a la humanidad para evitar un trastorno irreversible.
 
Con estas perspectivas, no es de extrañar que Heffernan recomiende: Si no hay vuelta atrás, adaptémonos. El autor no hace más que señalar la tiznada realidad que toca nuestras puertas, y la tendencia presente en sociedades y países a aplicar medidas que les permitan lidiar con las consecuencias del cambio. Ya que el tiempo se volverá inestable, con condiciones meteorológicas extremas, lo mejor es estar preparados, piensan muchos sin que les falte razón. También es cierto que la adaptación a los campesinos de un país paupérrimo o los habitantes de un islote coralino será muy diferente a la de los residentes de urbes norteñas de poderosas infraestructuras, como no se deja de contemplar en el este material. Las inundaciones, sequías, olas de calor y otros problemas estarán a la orden del día y exigirán grandes cuotas de sacrificios.
 
Dieter Helm contempla con preocupación la tendencia al incremento en el uso de carbón en las naciones europeas. En naciones como Alemania se están incluso sustituyendo centrales electro nucleares por este otro combustible, con desastrosas consecuencias para los niveles de contaminación esperados. La aplicación urgente de nuevas tecnologías –dentro de las que se incluyen las renovables y las nucleares– así como un accionar más enérgico contra las emisiones de gases de efecto invernadero, impuestos y otras medidas, son imperiosas para conservar un planeta medianamente saludable, recalca, después de que la filosofía aplicada en el Protocolo de Kyoto ha terminado de mostrar su insuficiencia. Jeff Tolleson y Richard Monastersky despliegan varios gráficos que ilustran las preocupantes tendencias hacia la mayor contaminación .
 
Los entresijos de la política del comercio con créditos de carbón son expuestos por Michael Grubb. La diplomacia climática gira intensamente alrededor de estos mecanismos, sugeridos originalmente en los Estados Unidos y que alcanzaron gran auge en la Unión Europea. Esta política está lejos de ser universalmente celebrada, y Grubb expone disímiles ventajas y desventajas que se despliegan en los campos de discusión y análisis.
 
Tollefson retoma la palabra para ofrecer algunas consideraciones sobre lo debatido en la Cumbre de Doha. En la ciudad sudafricana se volvió a discutir el estado de los esfuerzos para conservar el medio ambiente luego del fin del período cubierto por el protocolo anterior, y se desplegaron los últimos intentos por establecer políticas de consenso, en el actual decenio, que eviten lo peor. Como en el caso anterior, las dificultades parten de los diferentes grados de compromiso de naciones desiguales en desarrollo e intereses.

13 de diciembre de 2012

¿Y después de Chávez, qué?

tags: Cuba, economía privada, Hugo Chávez, planificación, Rogelio M. Díaz Moreno, socialismo, Venezuela
 
Ayer pasaba yo por una sala de espera de mi hospital donde hay un televisor, casualmente, a la hora que comienza el espacio noticioso de la una pasado meridiano. El noticiero abrió, entonces, con informaciones sobre el tema del momento en Cuba: el tratamiento contra el cáncer que ha seguido, en nuestro país, el presidente venezolano Hugo Chávez Frías.
 
Normalmente, los pacientes en ese salón no le suelen prestar mucha atención al aparato audiovisual, y menos al noticiero. Yo me acerqué, entonces, con la intención de poder escuchar al locutor por encima del murmullo subyacente, pero me percaté inmediatamente de que mi movimiento había sido innecesario. El local enmudeció; como por encanto, todas las personas se enfocaron en el televisor con una fijeza poco común.
 
Terminado el reportaje, una señora cerca de mí rompió el silencio, diciendo algo así como "pobre hombre", denotando compasión, tristeza, duelo. Yo seguí mi camino mientras le daba vueltas a un par de pensamientos.
 
Me vino a la mente, por ejemplo, la descripción de mi padre sobre cómo se manifestaban las familias pobres del campo, en los tiempos de su infancia, ante la muerte de un familiar, cuando este era el que desempeñaba el papel de trabajador-productor-proveedor: una zozobra tremenda, un llanto desesperante, un luto desmesurado en comparación con el que causaba el fallecimiento de otro ser humano como una mujer o un niño –aunque estos también fueran llorados. Y la amarga desigualdad, aparentemente reprochable, tenía sin embargo un profundo, innegable sentido: cuando el fallecido era el que sostenía económicamente al resto, pésimos tiempos se abrían por delante.
 
Para nadie es un secreto que la supervivencia del sistema cubano, hasta hoy, le debe mucho a la ayuda económica, los acuerdos firmados con la Venezuela chavista, y la posibilidad de adquirir en aquella nación combustibles de primera necesidad a cambio de servicios de nuestros profesionales. Por muy poco cariño que le tengan algunos a los regímenes que enarbolan banderas socialistas, nadie puede ignorar que, en medio de la pobreza y la incertidumbre, muchas personas sencillas se alegran y se aferran al escaso trozo de seguridad, de oxígeno, de sostén vital, que todavía emana de los últimos y menguantes subsidios socioeconómicos administrados por nuestro gobierno, posibles aún –en no pequeña medida– gracias a la ventajosa conexión venezolana. Cuando se considera que el proyecto bolivariano ha descansado en exceso –desde mi humilde punto de vista– sobre el carisma y la personalidad de Hugo Chávez, se comprende entonces que la desgracia que amenaza con ocurrirle a su persona, proyecte negros nubarrones sobre el ánimo de tanta gente.
 
En realidad, no es insensato que elucubremos un poco sobre lo que se puede esperar, la influencia que tendrá este giro en los acontecimientos por venir. Yo, particularmente, espero que ahora las reformas económicas que aplica el gobierno cambien un poco de ritmo. No es que vayan a acelerarse mucho, más bien que se sucedan un poco menos lentamente. Sobre todo, aquellas que abren el espacio a los esquemas de economías de mercado. Igualmente, no me extrañaría que se intentara reforzar el control político y mediático sobre la población, aunque el éxito a largo plazo de este último objetivo sea menos seguro que el anterior.
 
Prácticamente todos los gobiernos cubanos ha sido criticado sobradamente por las dependencias establecidas respecto a poderes extranjeros, ya fuera con los Estados Unidos, la Unión Soviética o, más recientemente, Venezuela. Una vez más, la incertidumbre planea por este campo, ante la posibilidad del fin de la última de estas etapas. Ante el país, se cierne una etapa donde se tendrá que probar la capacidad nacional de caminar autónomamente, por las fuerzas propias de la nación. Los decisores locales, dirigentes y políticos que controlan el poder real, han realizado una labor de resultados escandalosamente pobres, a la hora de convencer al resto de su capacidad para estar a la altura de las circunstancias. Liborio tendrá sobradas razones para desvelarse durante las próximas noches.

8 de diciembre de 2012

Para recuperar un legado trascendente

tags: activismo, afrodescendencia, altruismo, antirracismo, antropología, autogestión, cabildo, Cátedra Haydee Santamaría, Chekendeque, Cofradía de la Negritud, Cuba, derechos humanos, discriminación, educación, explotación, Lázara Menéndez, Maria del Carmen Barcia, Mario Castillo, religióno, religiosidad, Rogelio M. Díaz Moreno, Tato Quiñones
 
En la tarde de este sábado 8 de diciembre, fue realizado un hermoso encuentro en nuestra sufrida Habana. La reunión fue el producto de la labor de la Cofradía de la Negritud, la Cátedra Haydee Santamaría y el grupo Chekendeque, y tuvo como objetivo el compartir valiosos conocimientos relacionados con el desempeño de formas fraternas y de ayuda mutua entre los estratos más humildes del pueblo cubano a lo largo de un prolongado período histórico.
 
Protagonizaron el panel Maria del Carmen Barcia, Lázara Menendez, Tato Quiñones y Mario Castillo, para integrar un equipo que combina experiencia y prestigio académico con empuje, juventud, y entusiasmo en el campo de la defensa de los valores espirituales, las tradiciones y la historia de los cubanos y cubanas del heroísmo anónimo cotidiano. El público había sido citado, y acogió a los ponentes en la Casa de la Cultura de la Habana Vieja, en el barrio de Jesús María.
 
Los organizadores prepararon, con todos los participantes, un círculo horizontal e integrador, en el que fluyeron las intervenciones con una naturalidad y cordialidad que permitió obviar la falta de equipos de audio. La Barcia inició el conversatorio explicando el origen de la institución del Cabildo; introducida en Cuba por los colonizadores españoles, como un método de control socio cultural y político sobre la población de esclavos africanos introducida mediante la cruel y masiva trata negrera. Esta institución –típicamente urbana, dadas las condiciones de vida de los esclavos– derivó sin embargo, lenta pero firmemente, en un espacio que estableció lazos de fraternidad y resistencia entre los esclavos.
 
 
Tato Quiñones retomó la historia en el punto donde la dejó Barcia, para ilustrar el proceso de crecimiento y multiplicación que siguieron los Cabildos o Naciones a medida que se iban extendiendo las posibilidades y conciencia de las personas afectadas por el sistema oprobioso que representó la esclavitud, pero también a partir del fin oficial de aquella, cuando no desaparecieron las lacras del racismo y la opresión racial. Con anécdotas sumamente ilustrativas, testimonios de hechos que tomaron lugar justamente en las cercanías de ese mismo barrio Jesús María, emocionó a los oyentes que allí estábamos. De tal forma, conocimos sobre los empeños de aquellas personas que se propusieron sobreponerse a todas las dificultades, dominar con sus esfuerzos personales herramientas básicas de la cultura y la economía como el leer y escribir, y el montar un sistema de ayuda mutua basado en cotizaciones, celebraciones y otras formas organizativas. De tal suerte, mejoraban sus condiciones tanto para resistir las adversidades como para el establecimiento de formas autónomas de orgullo, de cultura, de sociedad y confraternización.
 
Lázara Menéndez ofreció importantes consideraciones sobre un tema frecuentemente manipulado como arma para demeritar las religiones de origen africano y a las personas que las practican, a saber, el componente de satisfacción personal que las acompaña en términos de bienestar. Ciertos tipos de análisis unilaterales critican a esa postura, sin permitirse reconocer que es totalmente legítima como cosmovisión que pone al individuo, y no a una deidad abstracta, como centro de su mundo. A nadie le extraña, señala, que se inviertan cuantiosos recursos extraídos a los fieles en el mantenimiento de suntuosos templos en otras religiones. Por otra parte, debe comprenderse asimismo que el carácter de resistencia forjado por esta filosofía también se erige contra las fuerzas y hostilidades que han solido pretender que estas personas se mantengan en condiciones de vida inferiores. También es fundamental recordar que en los refranes se recogen enseñanzas de sobrada justicia, como el reconocerles a todos los seres humanos capacidades y derechos semejantes para alcanzar objetivos de bienestar; tanto como reconocer que la solidaridad con el vecino y con el menos favorecido, son pilares vitales y principios éticos fundamentales de estas maneras de ser.
 
La interesante intervención de Menéndez también relacionó los modos de relaciones económicas propios de estas religiones con lo establecido en la sociedad en la que vivimos, marcado por la existencia de doble moneda y otras realidades que permean toda la vida de la ciudadanía. No olvidó recalcar la necesidad de remediar las incomprensiones que abundan en este campo, acompañadas de hostilidades. Para favorecer el entendimiento entre las personas, promover una mejor comprensión de las relaciones entre creyentes de distintas religiones o ateos y entre el ser humano y la naturaleza, enfatizó, debe partirse de la buena voluntad, de mantener la mente abierta, de no discriminar.
 
Mario Castillo, finalmente, recapituló sintéticamente cómo las tradiciones recogidas o formadas en estas organizaciones fraternales se replicaron y alimentaron posteriormente muchas de las experiencias de la clase obrera cubana. Grupos como la Federación Obrera de La Habana –fundada de manera nada casual en el mismo barrio– contaron entre sus combativos miembros con integrantes o descendientes de estas bravas personas, y la fortaleza, elasticidad e ingeniosidad desarrolladas durante siglos de opresión fueron grandes valores en las luchas contra los regímenes corruptos y los empresarios inescrupulosos que se sucederían en el poder.
 
Apurados por el implacable tiempo, se logró apretujar un rápido intercambio donde se añadió un poco a cada tema, evidenciándose el tremendo interés despertado por estos asuntos y, sobre todo, la necesidad de continuar estudiando, intercambiando y divulgando conocimiento alrededor de estas raíces tan importantes y tan poco conocidas de nuestra nacionalidad.

3 de diciembre de 2012

El romance con el capitalismo no nos sacará de la pobreza

Etiquetas: autogestión, autoritarismo, burguesía, burocracia, capitalismo, cooperativismo, Cuba, democracia socialista, economía privada, explotación de trabajo asalariado, Juventud Rebelde, Luis Sexto, marxismo, organizaciones de masas, planificación, privatización, socialismo
El profesor Luis Sexto, en su popular columna del diario Juventud Rebelde, reconviene a ciertos sujetos –sin llamarlos por su nombre – por tomarse libertades muy parecidas a las que este servidor se ha tomado, dígase, divulgar por alguna que otra irregular vía mis opiniones críticas respecto a ciertas medidas aplicadas últimamente por el gobierno cubano. En particular, yo recientemente la tomé contra la decisión –y Sexto la ha defendido– de entregar a inversores extranjeros la administración de centrales azucareros de nuestro país.
 
En primer lugar, quiero dejar establecida mi consideración por la persona y obra del discrepante, cuyo prestigio, amplio y bien merecido, tiene poca necesidad de que yo abunde más en currículos u honores. Su desacuerdo con los argumentos que despliego en estos ruedos –sea yo, o no, la persona cuyas ideas le causan malestar– me conduce a meditar con seriedad. La discrepancia de un sabio – tómese el cumplido con sinceridad, tal como es extendido–, enseña más que la acquiescencia fácil. Aún así, he de persistir en estas ideas, que considero aún no rebatidas, tal vez con mayor grado de detalle y profundización.
 
En primer lugar, permítaseme reivindicar la dosis cierta de indiscreción que incluye la manera de socialización que aplico. Los problemas que discuto con mis amigos, estamos convencidos, son los mismos que afligen a millones de compatriotas en nuestro verde caimán y tienen un reflejo, en las páginas de nuestra prensa, inversamente proporcional a su extensión y gravedad. No tengo que recordarle a Luis Sexto las deficiencias de nuestros diarios, que él ha sufrido mucho más que yo. Si los medios de divulgación regulares no dan cabida a los sentires, debates, críticas y proposiciones de muchas personas, todo ello se desborda inevitablemente hacia los resquicios de la Internet, la blogosfera, el correo electrónico y hasta el grafiti callejero, en dependencia de las oportunidades y aptitudes de las personas. Y cuando algún lector discrepa o pide no ser molestado, se ofrecen las correspondientes respuestas o disculpas y se toman las medidas para no volver a perturbar su espíritu.
 
Ahora, en el tema particular de los convenios con socios extranjeros, es posible que yo deba esclarecer un  poco más mi parecer. Estaría de acuerdo, como es natural, con quien me señale que el estado de la planta agroindustrial cubana se caracteriza pr la descapitalización; que se encuentra arruinado por décadas de malas administraciones, insuficientes y deficientes mantenimientos y, cómo ignorarlo o negarlo, padece también de zancadillas colocadas por el malhadado bloqueo estadounidense. Estaría de acuerdo, en principio, con quien adelante la posibilidad de aprovechar oportunidades, socios y mercados extranjeros con los que pueda establecerse una relación de mutua conveniencia.
 
¿Dónde  está entonces el desacuerdo con Sexto? En quién desempeña el papel del socio cubano. Por  cinco décadas, la dirección de toda la actividad económica ha estado en manos de funcionarios, de burócratas, en una palabra, del Estado. Los trabajadores, como es harto reconocido, nunca desarrollaron el sentido de propiedad de unas empresas para las que laboraban a cambio, básicamente, de un salario. Que aquel mismo Estado ofreciera privilegios ciertos en otros campos como salud y educación no impedía que, en el puesto laboral, la relación establecida fuera la de patrón autoritario versus trabajador enajenado, en la aplastante mayoría de los casos. Quien pretenda defender otra versión, se da de bruces contra las realidades de productividad paupérrima, la sustracción de todo tipo de productos, mercancías y materias primas, la doble moral y la simulación desarrolladas ante cada instrumento de inspección y control aplicados por los "niveles centrales" y la refractariedad cada vez mayor a los llamados de conciencia. La dirección de las empresas, la figura rectora, el "CEO" cubano, no es y no ha sido nunca el cuerpo de trabajadores plantilla de la fábrica, el central, el taller, sino un órgano enajenado de estos, envuelto en brumosas lejanías, poco inclinado a escuchar críticas y más bien dedicado a disciplinar de arriba hacia abajo.
 
Yo no voy a entrar a analizar ahora si es ese cuerpo de dirección el principal culpable de los males de la empresa cubana llamada socialista, o si los males vienen de más arriba, de las estructuras supremas de dirección. Lo que quiero destacar es que, nunca, en ninguna circunstancia, estuvo la dirección y administración en manos de la clase obrera libre y autonómicamente organizada. Siempre se le consideró como "inmadura", "no lista", necesitada de liderazgo y conducción por quienes sabían más. Quienes deseaban revolucionar las cosas eran siempre puestos en su lugar. De esa forma, la única producción eficiente en Cuba terminó siendo la de los pequeños agricultores, dueños particulares, tal vez, de la cuarta parte de las tierras y productores de las tres cuartas partes de la comida.
 
No sé si alguien ha hecho el recuento de la cantidad de experimentos fallidos en la economía cubana. Ya fueran los métodos importados del CAME; la apelación al estímulo moral; la introducción de doble moneda; jabitas de aseo con cuatro jabones, una maquinita de afeitar y un champú que duplicaban el salario efectivo, o la madre de los tomates, el resultado final es siempre el mismo, el irreversible detrimento de la actividad económica y el nivel de desarrollo social. Cada equipo importado, de Oriente u Occidente, del Norte o del Sur, ha terminado subutilizado, deteriorado, oxidado y hasta abandonado por las más disímiles causas... a excepción de los camiones de los transportistas privados, los tractores particulares de los campesinos, los tornos y otras máquinas sencillas de los cuentapropistas actuales o de antes. Siempre había una justificación para mantener, aunque hubiera que maquillarla un  poco, la empresa estatal. Siempre había, y se mantiene, las reservas contra el desempeño de los trabajadores autoorganizados.
 
Yo aceptaría, como posible buena idea, el convenio con el socio extranjero, brasileño, canadiense, ruso o malayo, cuando su contraparte cubana sea un colectivo de personas trabajadoras que administran autonómicamente su centro de trabajo, ya sea central azucarero, mina de níquel, hotel o planta de masa para churros. Un colectivo así, con las potestades necesarias, reconocidas y protegidas por la legislación, con derechos y deberes sobre recursos naturales, maquinarias, actividad comercial y social, etcétera, puede efectuar convenios de este tipo con mucha mayor probabilidad de provecho para sí y para el país, que los mismos funcionarios que cometieron desfalcos masivos en los convenios con empresas de minería, de cruceros, aerolíneas y otras que han sido objeto de fuertes operaciones penales por la Contraloría de la República. Tampoco nos han explicado, en ningún sitio, cómo se ha manejado la cuestión de la opinión de los trabajadores del centro involucrado, cómo se proyectan los cuerpos sindicales al respecto, qué tipo de relaciones tendrán ahora con la nueva administración… La variante que yo defiendo, a mi modesto entender, tiene muchas más posibilidades de trascender la pobreza que hoy padecemos; de conseguir que cada persona esforzada alcance –en esta vida, no en el futuro de las promesas– un estado de bienestar moderado donde se potencien los ideales humanistas de solidaridad, fraternidad, y libre y pleno desenvolvimiento espiritual.
 
Si la burocracia actualmente enquistada se rehúsa a ceder el control y busca –cediendo potestades a administraciones extranjeras– salvar una parte del pastel que no quieren compartir, lo condenaré, lo criticaré, lo compararé con todos los antecedentes que me permitan desnudar la falta de patriotismo que exhiben quienes confían más en el inversionista extranjero que en la ingeniosidad y responsabilidad del compatriota que sí está dispuesto a sudar, pero no por un ideal y un discurso abstracto que lleva cincuenta años, básicamente, exigiendo sacrificios. Tampoco es muy difícil descubrir los trapos sucios del subimperialismo regional brasileño, responsable de bastantes atropellos, denunciados y reconocidos entre sus vecinos menos afortunados del área geográfica, así como de uno de los niveles de desigualdad más marcados en América Latina y el mundo, por más que los recientes gobiernos de Lula y la Roussef hayan aliviado un poco las situaciones más extremas. Nadie debe dejar de tener en cuenta que los monopolios y corporaciones trasnacionales son –como consta en el Manifiesto Comunista, El Capital y unos cuantos más– de raíz capitalista, antes que norteamericana, o alemana, o inglesa, o brasileña. No nos durmamos con el cuento de que hay capitalistas buenos y capitalistas malos, so pena de despertarnos con la desagradable sorpresa de que, para todos ellos, Vale Todo.
 
Le agradezco al maestro Luis Sexto, una vez más, que haya abordado esta cuestión –haya partido de mí o no el impulso que lo movió– pues me condujo, de esta forma, a trabajar y meditar más profundamente sobre este tema.