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19 de febrero de 2009

Los libros que no me pierdo (I)

Ya comentaba, en mi anterior post, que no pude trabajar este año en la XVIII Feria del Libro de La Habana, como suelo y me apasiona hacer y he hecho en ediciones anteriores de este evento. Aún así, anunciaba, no voy a dejar de comentar y publicar, por aquí o por allá, algo sobre los libros que me llamen la atención, los que compro, los que me despierten entusiasmo, interés, rechazo, sarcasmo y, en resumen, de los que yo quiera. Serán comentarios mucho menos extensos, menos hondos, que los de años anteriores, pero qué remedio, a diferencia de entonces ahora solo puedo escribir en escasos ratos de ocio, y hay que aprovecharlos intensamente.

En los adelantos de la Feria, efectuados en librerías capitalinas, ya he adquirido un lindo montón que hace que mi padre me mire con desasosiego. A mis espaldas están ahora, y los iré relacionando a mi gusto. ¿Habrá sesgo en mis comentarios?, no, sesgo es algo sutil, ligero, disfrazable, que no me interesa en este momento. Voy a poner de relieve todas mis aficiones, toda mi parcialidad, voy a hablar maravillas de los volúmenes que me satisfacen y de los que hayan escrito mis amigos, y voy a descargar todo mi veneno contra lo que no me gusta. ¡Prepárense, piramidólogos!

Empiezo, cómo no, con el físico más conocido de la Humanidad –después de todo éste es mi gremio, y ya traigo advertido que no voy a escatimar altisonancias. De pluma y letra de Albert Einstein, en coescritura con Leopold Infeld, la editorial Científico – Técnica ofrece La Física: aventura del pensamiento. El subtítulo en portada amplía el objeto de atención al Desarrollo de las ideas, desde los primeros conceptos hasta la relatividad y los cuantos. Bravo por la editorial Científico Técnica, que asume de esta inmejorable manera la divulgación de ciencia auténtica, tarea estratégica para una sociedad que aspira a elevar su cultura.

Compré varios libros más de divulgación científica, pero hora voy a mencionar sólo otro que despertará las fieras nostalgias de los que bebimos nuestra iniciación en matemáticas y físicas –hasta provocarnos la más seria de las embriagueces- con los textos soviéticos y, específicamente, con el fascinante Yakov Isidórovich Perelman. ¡Síííí!, regresan las Matemáticas Recreativas, gracias al genio de Gente Nueva, que está discutiendo con la casa anterior, la vanguardia en el género cerebroso.

De poesía, ya me leí anoche Sol del Alma. Como se sabe, esta Feria tiene a Chile como país invitado de honor –bellísimas palabras, las de la Bachelet en la inauguración- y los textos de los chilenos tienen una relevancia especial. Este astro es una selección de canciones y poemas para recitarles (no solo) a los pequeños, con toda la dulzura y el encanto de la genial, premio Nóbel, Gabriela Mistral. Para más extensas referencias, dirigirse a la casa Arte y Literatura.

James Cockroft es un estadounidense viejo, sabio y simpático, que manifiesta gran amistad hacia nuestro país. De su escritorio, ha compartido con nosotros varios textos en sucesivas Ferias. Para esta ocasión, aparece nuevamente con un tema en el que se apasiona: la presencia de los latinos en el país de Lincoln. Latinos en la construcción de los Estados Unidos, es el título publicado por Ciencias Sociales, y si no es esta vez, la próxima que venga Cockroft a Cuba me lo firmará. Ustedes verán.

Y termino por hoy con el que debe ser el mayor ladrillo que le añado a mis desesperados libreros. Ochocientas páginas llenas de Letras Cubanas, no le son suficientes a Alberto Garrandés para dar una sustanciosa panorámica de La ínsula fabulante, una selección de lo más representativo, en materia de cuentos escritos después del año 1959 -dentro de la colección 50 años del triunfo de la Revolución-, de esta tierra de lo real-maravilloso. Espero no equivocarme, estoy desbordando las fronteras de donde opino con certeza, pero me deslumbra la reunión de los Pita Rodríguez, Onelio J. Cardoso, Cabrera Infante, Eliseo Diego, Dora Alonso, Maria E. Llana, Cintio Vitier, Carpentier, Heras León, Jesús Díaz, Antón Arrufat, Abel Prieto, Aida Bahr, Abel González Melo, y un montón más, como 70 en total, colección amplísima y variopinta, todo mezclado, los de aquí con los de allá y yo destaqué los que quise, sin otro criterio que los que leí primero en el índice, y los que me parecieron más divertidos de poner juntos.

La pila de libros que tengo aquí no se inmuta por el pequeño puñado que hoy mencioné. Y todavía me faltan por acumular bastantes. Yo les cuento...

18 de febrero de 2009

Los libros que no me pierdo (II)

Tal y como anteriormente amenacé, aquí va otro post comentando más libros de los que he adquirido en la XVIII Feria del Libro de La Habana, que se está celebrando ya. Como me gustan los libros de casi todos los géneros, lo mismo compré de poesía, narrativa, ensayo histórico-social, que de divulgación científica. Sin más, la selección de hoy.

El nombre de Daisaku Ikeda no nos dice más, a la mayoría de nosotros, que su dueño es japonés. En cambio, con el de Cintio Vitier todos identificamos al profundo investigador, fecundo escritor y estudioso de la vida de nuestro héroe nacional, José Martí. Pues bien, el hijo de la tierra del Sol Naciente, es director de una importante organización humanista, con millones de miembros en numerosos países, y sostuvo con nuestro coterráneo un Diálogo sobre José Martí, el Apóstol de Cuba, que ahora se puede leer en el volumen preparado por el Centro de Estudios Martianos.

Desde otra tierra, también de las regiones del Oriente, vienen unos Antiguos relatos vueltos a contar. El chino Lu Sin es considerado como uno de los más grandes escritores modernos de su país, según la nota de contraportada del texto publicado por Arte y Literatura, y aunó ocho narraciones leyendas de la siempre fascinante antigüedad de su gran nación. Sin embargo, las historias parecen estar dotadas de singular actualidad, y prometen una sátira de realidades más inmediatas que deleitarán al lector.

El autor de mi siguiente selección es de este hemisferio, tan cercano como que es de nuestra propia ciudad. Anel Hernández Garcés describe un Viaje al interior de una computadora. Hernández Garcés lleva ya un buen trío de textos de divulgación científica dedicados a niños y jóvenes. La editorial Academia lo respalda en esta ocasión, y yo lo recomiendo con efusividad, independientemente del hecho, que me enorgullece, de que es mi amigo personal.

Violeta Parra es la escritora que hoy voy a destacar de entre los famosos del país invitado de honor a la Feria. La chilena cultivó un género poético que conserva popularidad en nuestros lares, si bien no tanta como antaño, y de ella podemos disfrutar las Décimas, de la Colección literatura latinoamericana y caribeña de Casa de las Américas. Casa que es también, por cierto, la institución invitada de honor.

Del barcelonés Jordi Sierra i Fabra se presentan En un lugar llamado Tierra (lo leí anoche, de un tirón), y Regreso a un lugar llamado Tierra. El ibérico entabla un argumento de ciencia ficción, muy heredero de la estética de Asímov, para deleite de los aficionados del género en nuestro país. El grupo Dialfa-Hermes seguro lo tendrá muy en cuenta, así como al libro que también nos trae Yoss –que tiene otro nombre más "normal" pero nadie lo identifica sino por Yoss.

Y una buena manera de concluir por hoy es con El ángel terrible, otra de las historias intrigantes y maravillosas de Carlo Frabetti (en la foto, en la Feria del 2006 con el autor de este post). La editorial Gente Nueva es la artífice de esta edición, así como de la de los libros de Sierra i Fabra. Frabetti, un habitual de estos eventos, tampoco necesita mucha presentación. De su inspirado y provocador ingenio, ya hemos disfrutado más de media docena de historias donde se combina la fantasía, la ciencia, el misterio y el sentido del humor.

Ya tengo deseos de leerlo todo.

13 de febrero de 2009

Bloggers Cuba Boletín 2 2009

Amig@s, en el día de hoy se creó la lista de correo para el boletínmensual de Bloggers Cuba. Esto permitirá que el equipo de redacciónautomatice la distribución y el boletín llegue a toda personainteresada.

Si conocen el trabajo de BC, vayan a http://mail.bloggerscuba.com/mailman/listinfo/boletin_bloggerscuba.com e incorpórense a la lista. Si tienen amistades interesadas en lamúltiple realidad cubana, invítenles a escribir a boletin-subscribe@bloggerscuba.com para que se inscriban.

No se preocupen por su privacidad. Nuestros muy hábiles Dayron y Roger tomaron un montón de medidas: la misma está moderada y no permite ladifusión de emails a través de ella a no ser que el remitente tengalos permisos necesarios previamente definidos por los administradoresdel blog.

¿Qué esperan? ¡Los boletines de BC están a un click!

Empieza la Feria

La Feria. No tenemos que especificar cuál. En el círculo de los aficionados de la lectura, escritores, periodistas, editores, de todos los trabajadores del universo del libro cubano, hay un solo y único, inconfundible evento, conocido como La Feria.

Este 12 de febrero comienza: ya, ahora, regresa la Feria del Libro, edición XVIII. Con frecuencia La Feria es saludada por un frente frío; este año nos perdonó, el evento meteorológico de turno es débil y pasará de largo, más al norte, y disperso. Él se lo pierde.

En los últimos años, este físico médico sufría en esta época del año una bizarra mutación. Abandonaba ecuaciones y olvidaba radiaciones, para fundirse en la jocunda algarabía que palpitará en la habanera fortaleza de La Cabaña –fundamentalmente, pero también en otras librerías de la capital y luego del resto del país. Mi personalidad secreta tomaba la batuta; me incorporaba a los equipos periodísticos de El Cañonazo, diario de La Feria, y del portal digital Cubaliteraria.cu. Y disfrutaba como en ningún momento del año, corriendo de conferencia en presentación, y de ahí a una premiación, a una actividad infantil, a cubrirlo todo, fotografiarlo, a tomar notas para luego elaborar febrilmente los artículos que luego publicaba en aquellos medios.

Mis colegas temporales me suelen miran con indulgencia, ellos participan también de esta efervescencia, pero con más calma. Bueno, es que hacen todo el año y como parte de su trabajo habitual lo que yo emprendo como vocación en esos días. ¡Y los días de La Feria!, que son un reto a la resistencia, las energías, la vitalidad de todos nosotros. Cosa común es que nos encontremos resfriados en masa a los 3-4 jornadas del inicio, por el ritmo de vida totalmente alterado, la inusitada exposición a la intemperie, el sol y la humedad, el frío y el calor; la alimentación irregular; los extenuantes pero apasionados intercambios y lecturas; la persecución de la farándula literaria, muchos escritores entrañables, otros no tan entrañables pero igual de sensacionales, la consecución de la firma ilustre en el volumen que será atesorado…

Entre mis experiencias más sentidas están estas que he vivido en las Ferias. No tengo que abrir el prolijo fichero de fotografías en que las he recogido, ni repasar las aceleradas notas que preocupados editores han hecho luego publicables, para sentir el agolpamiento de mil recuerdos, pensamientos, sensaciones.

Para dar un poco de sustancia informativa, son cientos de miles de libros los que se venden; cientos de miles los visitantes en poco más de una semana; tres librerías enormes y decenas de puestecitos menores en moneda nacional; otras decenas de puestos para editoriales extranjeras, en la moneda convertible que llamé un día papelitos de colores. Pero ahora no tengo ganas de lamentarme por ello. Ahora me consumiría la excitación, se me estaría haciendo la boca agua. Se me suele ir más que el salario de un mes sacando libros de las primeras –y nunca en todo el año gasto un dinero más a gusto; vivo el sueño del mirón en las últimas. Los unos me los llevo a casa, los otros los huelo, los leo de pie frente a los polícromos anaqueles, los acaricio, hablo con ellos. De cierta forma, ¡ay, no más que simbólica!, también me los llevo a casa.

Este año, dolor de mi alma, no voy a trabajar en La Feria. Salgo de viaje, por el trabajo. No deseo hacerlo, pero necesito el dinero que este viaje me va a reportar, y que no ganaría ni en… no merece hablar de ello. Simplemente necesito el dinero. Adiós, Feria. Te traiciono por el vil metal.

Los libros que leen en mi mente tanto como yo en sus renglones saben por qué, y ellos, que son tan sabios, ya me han asegurado su perdón. Al que yo contribuyo un poco, pues no voy a dejar de pasar al menos un día por el enorme templo literario ferial. Conseguí una relación con los títulos de las editoriales cubanas. De hecho, ya voy por más de medio salario gastado en los adelantos que hacen los puestos habaneros cercanos a mi trabajo, partícipes de esta fiesta. Me faltan muchos libros todavía, me recuerda la lista que elaboré.

2 de febrero de 2009

La ciencia en el barrio

Como persona con tendencia a tomarse en serio su formación profesional científica, en ocasiones me asomo a mortificantes frustraciones. Con frecuencia, por ejemplo, tengo que hilar muy fino en debates en mi clase de alemán, para esquivar el rol de solitario defensor de una posición incrédula, frente a los fervorosos voceros de mitologías que andan en boga sobre las energías mágico-sanadoras, la vida-más-allá-de-la muerte, el espiritismo, los amuletos de cuarzo y quién cuenta cuántas más.

Mis compañeros en el estudio del teutónico idioma -personas excelentes, a los que me enorgullezco de conocer- son personas inteligentes, de variados orígenes y nivel educativo entre medio superior y universitario, vari@s cursando sus carreras en estos momentos. Para el portador de un sano escepticismo, podría resultar paradójico tanto enraizamiento, en este grupo, de la fe en lo sobrenatural. Algunos suponen que el espacio concedido a las creencias místicas se reduce, mientras más prolongada e intensa resulte la exposición al conocimiento científico. Sin embargo, no escasean las ocasiones para sospechar que esta hipótesis se formula un tanto precipitadamente.

Me faltan los datos, estadísticas y herramientas para caracterizar cabalmente la concepción de la ciencia en la mente de los distintos grupos sociales de nuestro país. No obstante, me extiendo en estas consideraciones basándome en mis experiencias, mis observaciones en las calles donde jugué y por las que he ido a la escuela y al trabajo, y en los centros y comunidades a los que he pertenecido o por los que he pasado.

Así, constato que podemos contemplar entre nosotros, en nuestras ciudades, campos… la perpetuación de “prácticas”, como la llamada radiestesia, o las consultas con adivinos que se auxilian de la ouija o el tarot. Y donde todo el asunto se vuelve definitivamente un engorro, es en ese universo de la seudociencia, donde se aglomeran con entusiasmo la amplia variedad de teorías sobre la energía piramidal, la homeopatía, la parapsicología; las visitas de los OVNIs; las profecías –no solo las de Nostradamus- y los viajes de los antiguos a través de la quinta dimensión, para mencionar algunas de las más conocidas. Ahí encontraremos tanto profesionales como aficionad@s muy seri@s, explicando los poderes curativos del agua que “recuerda” los efectos de un par de moléculas de algún compuesto químico entre un billón de otras de H2O; sosteniendo la capacidad regenerativa de un misterioso campo concentrado por determinados cuerpos geométricos; y hasta escribiendo libros, que encuentran grandes tiradas y amplia divulgación, sobre cómo los mayas convertían las hierbas alucinógenas en efectivos vehículos intergalácticos –Viaje al Sexto Sol, de Thelvia Marín Mederos, publicado por Ciencias Sociales; o sobre cuánto mejor es guiarnos por el horóscopo que por la teoría de la Evolución –Salud Ecológica, de Ávila Gethon y Fonte González, por Ciencias Médicas.

Aunque la mayoría de las creencias aludidas anteriormente son inofensivas y, como parte de la libertad de credo del individuo, merecedoras del más reverente respeto, en ocasiones sus consecuencias pudieran ser un motivo de preocupación. Yo, por lo menos, recomendaría vehementemente no descuidar un tratamiento médico por una dolencia determinada, para sustituirlo por alguna de aquellas técnicas de sanación sin validación clínica, como ha hecho algún que otro conocido mío con lamentables consecuencias. Claro, que la descripción de los casos en los que estas variantes aparentan dar resultados magníficos, tiene un poder seductor inagotable, pero el estudio mesurado y profundo del asunto revela lo endeble del testimonio trasmitido de boca en boca, carente del respaldo estadístico, en una situación nada reproducible y con montones de factores sin control alguno. Lo que no es obstáculo para que se reproduzcan estas anécdotas, ni parece restarles nada de su poder de fascinación.

Al final en nuestro medio sigue reinando lo real maravilloso. Europa se trajo la poderosa ideología cristiana, con la misteriosa Trinidad, los santos apabullantes y las vírgenes influyentes del catolicismo, más una buena dosis de supersticiones adosadas; al África la arrastraron acá con su mundo de orishas, reyes portentosos y poderes en cada elemento de la naturaleza. El mundo del Oriente aportó el picante legado de los manes ancestrales y la New Age terminó de redondear el ajiaco que ahora cocinamos.

Sin desmedro de lo mucho que este mundo espiritual ronda a nuestra existencia, se pueden y deben romper algunas lanzas por sus contrapartidas, basadas más bien en la física y en la química, a la hora de determinar actitudes y decisiones de las que es de prever dependa una parte importante de nuestras vidas. No está de más una disposición para analizar nuestro entorno con una mente más inquisitiva respecto a los cómo y los por qué: las causas y haberes que se descubren en el mundo de los laboratorios y observatorios siguiendo los rigurosos principios del método científico, revelan fenómenos y objetos –espacios multidimensionales que enlazan universos, la delicadeza del tejido en el ala de una mariposa- tanto o más fascinantes que las más deslumbradoras fantasías.

No obstante, estas alternativas no parecen atraer demasiado a mis coterráneos. Las aulas de las facultades universitarias de carreras de ciencia se llenan con dificultad, si es que se llenan; en público y privado se concede poca importancia a estructurar conocimientos de este tipo. El colmo y el mayor peligro es la complacencia institucional con actitudes irresponsables reflejadas en la generalización de prácticas para nada validadas clínicamente en la atención de salud, llámese la terapia piramidal, la homeopatía y quizá alguna otra, que se introducen no muy subrepticiamente en los policlínicos, y que constituyen peligrosas distracciones ante un problema real. También preocupa la publicación de textos de entusiastas de la seudociencia, como los más arriba mencionados, por sellos editoriales que deberían asumir con más responsabilidad su papel de fuentes de referencia en estos asuntos.

Valdría la pena ahondar en los motivos de estas problemáticas. El sistema educacional cubano, con muchos puntos positivos a lo largo de decenios, hizo hasta cierto momento una labor excepcional, creando y capacitando una tremenda cantera de recursos humanos y profesionales de alta calidad científica. Entre sus zonas oscuras debemos reconocer, la imposición de un pretendido ateísmo y marxismo de manual obstaculizó el natural desenvolvimiento dialéctico, contradictorio e interactivo de las facetas espirituales y terrenas de las personas que conformaba. Después de los 90’ y la debacle económica y social interminable, las que fueran las principales fuerzas de movilización hacia una formación científica –este sistema educativo, y las posibilidades de desarrollo de la persona que lo seguía hasta sus máximas oportunidades-, han perdido la mayor parte de su prestigio.

En su extraordinaria serie La Fundación, el novelista Isaac Asimov expone convincentemente las observaciones de cómo la ciencia y la técnica retroceden ante las creencias oscurantistas en una sociedad en decadencia –el Imperio Galáctico en su caso. No me gustaría que eso fuera lo que estamos observando en nuestro patio, pero pudiera ser. El proceso por el cual las fuerzas más pujantes del saber, la razón y la investigación recuperaron su preponderancia en aquella gesta –con el auge del pequeño embrión civilizatorio que encarnaba La Fundación- fue arduo, doloroso, prolongado, y estuvo numerosas veces al borde del abismo. Desde donde se veía, dicho sea de paso, a los mundos oscurantistas desplomarse hacia el fondo.

No pocos paladines batallan esforzados en el valladar cubano en pro de la ciencia. Desde la Colina Universitaria, los miembros de la Facultad de Física –llámense los Arnaldo Rodríguez, Ernesto Altshuler, entre otros-, denostan contra la seudociencia y en pro de una cultura más basada en el desarrollo de la inteligencia. Luis F. Desdín, Bruno Enríquez y otros sesudos redactan y logran sacar adelante la edición de materiales donde combinan la exposición de material científico con la capacidad expositiva didáctica y convocadora a continuar por el rumbo sabiamente mostrado. Este movimiento editorial –accidentes como los de Marín Mederos y Fonte y Ávila aparte y sin estar carente de deficiencias remediables-, se mantiene lento pero latente y ya se extiende a las obras para chicos y adolescentes, con destaque para la editorial Gente Nueva y escritores noveles como Anel Hernández. A pesar de ello, se ve lejano el día en que se desenvuelvan y prosperen las tendencias que rescaten el prestigio del saber científico, verdaderos movimientos de especialistas escépticos, activos y reconocidos públicamente, frente a las manifestaciones de misticismo que hoy llevan las de ganar.

El mundo de la seudociencia seguirá presente entre nosotros, con cantos de sirena irresistible para muchas personas con problemas en el mundo real, con carencias físicas y espirituales. El misticismo promete ayuda y proporciona consuelo, aunque sea de modo efímero y frágil. Como contrapartida, exige renunciar al sentido común, al ejercicio de la razón y la inteligencia, reporta no pocas –y dolorosas- decepciones y hasta convertirse de vez en cuando en presa de estafadores inescrupulosos.

En lo que a este humilde servidor respecta, cumplidos mis deberes pro-espíritu científico –toco madera para que los lectores no me devuelvan una andanada de protestas en sus comentarios-, no veo llegar la hora de relajarme e ir una buena fiesta, donde también se disfrute de una botella de ron, pero siempre a partir del segundo sorbo, porque el primer chorrito se le dedica –Dios nos libre de olvidar ese deber– “a los santos”.