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29 de abril de 2016

La participación “consciente”, el precio del derecho y el delegado de Marte



Uno de los mensajes políticos de la televisión cubana de estos días está para las antologías. Recuérdese que hace pocas jornadas terminó el VII Congreso del Partido comunista cubano, y el próximo 1ro de Mayo está a las puertas. En el mensaje de marras, una exaltada voz convoca al pueblo cubano al desfile, como muestra de la participación y el apoyo “conscientes” al gobierno y sus líderes. La voz omite un detalle. Las tesis discutidas en el Congreso empezaron su andar en el más estricto secreto y, solamente después de airadas protestas, se ha prometido su divulgación y debate popular, para una fecha futura, aún no definida.

Mientras, transcurre la peculiar dinámica de nuestro proceso de reformas o “actualizaciones”. El gobierno cubano anunció este viernes, 22 de abril, el fin de la prohibición a los nativos de esta isla, de tomar una embarcación marina para entrar o salir de ella. El vaso medio lleno, es que por fin se reconoce un derecho. Pero fíjense cómo fue la cosa.

En las negociaciones estas entre el gobierno de acá y los magnates de allá, llegaron al acuerdo de establecer líneas de crucero. La empresa Carnival, según lo que leí, sacó sus permisos, empezó a vender reservaciones. Pero ciudadanos y ciudadanas estadounidenses de origen cubano empezaron a formar pleitos. Parece que a ellos no les estaban vendiendo, por cuenta de la dichosa prohibición. Sin caer en idealizaciones, allá saben algo sobre defender derechos y oponerse a discriminaciones, y hacer pagar caro a las compañías que se “hacen las suecas”. [1] A Carnival no le quedó otro camino que poner un ultimátum. “O nos dejan llevar a Lola y a Liborito, o no hay crucerito” [2]. En pocas horas, los medios cubanos de prensa oficialistas anunciaron “la actualización” de la norma migratoria y el fin de la prohibición.

Repito, me alegra que haya llegado el reconocimiento de un derecho de uno. Como derecho al fin, es inalienable, aunque te puedan bloquear su ejercicio. Me entristece, por otro lado, la demora; y cómo esto demuestra la indefensión de la ciudadanía, acá, ante la autoridad. Y que para que le reconozcan un derecho a uno, le tenga que doler en el bolsillo a una compañía estadounidense. A lo mejor hay que hablar con la General Motors para que presione a La Habana para los derechos que nos puedan faltar.

Por último, quiero contar estas otras cosas que me pasaron por la cabeza. Esta noche vi un pedacito que trasmitieron, de uno de los debates –lo de debate es un decir– del reciente Congreso del Partido. Hablaban de la actualización del programa del Congreso pasado, conocido como “Los lineamientos”. Me llamó la atención un participante, que resultó ser también delegado del municipio de Amancio Rodríguez en la provincia de Las Tunas. En su circunscripción, existe una situación crítica con el abasto de agua, desde hace mucho tiempo.

El delegado esperaba poder ayudar. Por lo tanto, sugería que cierto lineamiento que responsabilizaba al Estado de “garantizar” el abasto del agua a la población, se enriqueciera con la palabra “sistemáticamente”. Yo seré el último en criticar la sabiduría de aquel delegado que, seguramente, es muy respetado. Pero no pude evitar recordar lo que me contó un amigo marciano que yo tengo. 

Resulta que mi amigo marciano vive en un canal al que llega poco agua, sobre todo porque la turbina correspondiente está rota. El gobierno central de ellos no la puede arreglar, pero prometió ponerlo en el presupuesto para el año X (el equivalente para nosotros viene a ser el 2030). Ante esto, los marcianos y marcianas de dicho canal se propusieron reunir, por su cuenta, cinco pesos marcianos por cada una de sus verdes cabecitas. El que no tenía cinco pesos dio cuatro, o tres, o hizo limonada para los que reunieron el dinero; pintó un cartel como propaganda o salió bailando el cha-cha-cha –baile muy popular en la tierra de los platillos voladores–. Con el dinero reunido, salieron y encontraron a quien les arregló la turbina o les consiguió una nueva. Y hasta lograron que les descontaran el dinero donado, de los impuestos respectivos de cada uno a fin de año. Y ya tienen agua.

Pero bueno, todo el mundo aquí en la Tierra, sabe que la gente en Marte es muy bruta. Que no tienen capacidad para hacerse unos buenos lineamientos, ni desfilar conscientemente en apoyo de unos programas que no han leído.

[1] Hacerse el sueco, expresión cubana relativa a sujetos que se hacen los desentendidos ante ciertos problemas.

[2] Lola, Liborio –diminutivo, Liborito–, personajes del folclor popular cubano.

15 de abril de 2016

Partido del proletariado ¿abre los brazos a los patrones?


Siguen su avance estos tiempos nuestros, de reformas o actualizaciones según la semántica al gusto. A veces, cuando no es para tanto, las novedades nos pueden caer de súbito, como rayos desde un cielo despejado. Otras veces, cuando la cosa es más seria, los heraldos de la corte reciben primero la misión de preparar los ánimos del público, a través de las correspondientes campañas mediáticas.

Los sitios digitales Cubadebate y Rebelión, publicaron recientemente un artículo del ensayista Luis Toledo Sande, con serias implicaciones para nuestro porvenir. Su autor es una figura reputada en las filas de los ideólogos oficiales. Tal vez sea hasta miembro o asesor de esas comisiones secretas a las que el gobierno encargó conceptualizar nuestro país –no hay manera de saberlo, para algo son secretas. En todo caso, es una voz para tener en cuenta.

Su texto funciona, simultáneamente, como señal de próximos giros y confirmación de la inevitable deriva de un proceso, presa de fuerzas reaccionarias. Se trata de una exploración (vínculo de Cubadebate) de la posibilidad de desarticular el carácter del Partido Comunista de Cuba, (vínculo de Rebelion) que hasta hoy se proclama formalmente como partido de clase obrera y campesina.

Últimamente, nuestros caminos han estado marcados por el fomento del creciente capitalista nacional; la normalización de relaciones con los Estados Unidos y la atracción del capital extranjero. En resumen, por la asimilación de Cuba en el capitalismo mundial. Ahora tenemos un Congreso del partido dirigente a las puertas y se discuten, bajo distintos grados de discrecionalidad, procesos definitorios del país del futuro. Más de uno por ahí habrá pensado que es hora de que el Partido, que proclama representar la vanguardia proletaria cubana, se defina un poquito. Si va a admitir las crecientes desigualdades. Si va a estar del lado de los explotados o de los explotadores.

Y no es que el encumbrado profesor vaya a fijarse en lo que cualquier renacuajo ande diciendo por ahí. Son las circunstancias las que ponen estas cuestiones sobre el tapete de manera perentoria. No es posible desarrollar más profundamente ciertas políticas, sin resolver algunos problemas teóricos demasiado agudos.

La élite local tiene ante sí un verdadero nudo gordiano ideológico con esto del progreso del nuevo capitalismo. Específicamente, de su progreso. Hasta ahora, el Partido ha cumplido satisfactoriamente bajo la forma conocida, los servicios demandados. Pero bajo tales esquemas, más temprano que tarde, le será simplemente imposible avalar la profundización de las políticas en curso. Privatización, ajustes presupuestarios, despidos masivos, resultan cada vez más incompatibles con una postura supuestamente colectivista. Quienes obtienen las grandes ganancias de las reformas económicas; quienes amasan propiedades, inversiones –capital–, requieren también el control de los resortes del poder político. O sea, necesitan el control del PCC.

Y lo necesitan bajo su forma revelada. Los tiburones, disfrazados, pueden llevar o no mucho tiempo en la reunión de las sardinas. Pero el máximo grado de preponderancia no lo pueden ejercer bajo esa condición. Necesitan revolver, también, las formas oficiales del cónclave, pues les complican demasiado trastocar el contenido. Tal es el sentido último de la tesis de Toledo Sande.
¿Cómo lanza el profesor esta tremenda maniobra? Con abundante verborrea, se basa en comparaciones entre nuestro actual PCC, el partido bolchevique de V.I.Lenin y, por supuesto, el movimiento independentista cubano de fines del siglo XIX, liderado por el Héroe Nacional, José Martí Pérez. Este último vuelve a servir de comodín universal, fuente perfecta de ideas manipuladas y sacadas de contexto para el demagogo de turno.

La retórica oportunista del autor alcanza el terreno de la ofensa. Resulta ser que el principio de una fuerza organizada, exclusiva de la clase trabajadora, para conquistar y defender sus derechos, constituye un “aldeanismo”, ajeno al legado martiano. Martí, en los trajines del Partido Revolucionario Cubano (PRC), asentó el concepto de “con todos y para el bien de todos”. Por lo tanto, sostiene Toledo Sande, nosotros deberíamos rechazar el carácter uni-clasista en el partido –propio solamente del bolchevismo– y abrirlo, como el PRC, a “todo el pueblo de Cuba”.

De acuerdo con el profesor, no existe un aporte cubano y latinoamericano legítimo en el terreno del marxismo revolucionario. Todo lo manejado en ese sentido habría sido la copia de “europeísmos”. Mariátegui, Julio A. Mella, Ché Guevara, Carlos A. Libanio Christo (Frei Betto) y demás obstinados en alinearse con las víctimas de la explotación y denunciar a quienes explotan, habrían sido presas de “lecturas extranjerizas, confusas e incompletas”.

La maniobra anunciada está a tono con los tiempos y tiene probabilidades de éxito. Con la justificación de un modelo de socialismo “actualizado”, con la desacreditación de “los igualitarismos”, la burguesía emergente cubana no tendrá pronto necesidad de camuflarse. Escudados en la abstracción de “todo el pueblo”, se revelarán abiertamente en los espacios políticos. En esto, también seguirán otro ejemplo chino –ese no es “extranjerizante”– por el que conocemos que el Comité Central de aquel partido está copado por millonarios. De esta suerte, multiplicadas las fuerzas derechistas con la hegemonía del poder político, prevalecen a la ofensiva contra las conquistas de la clase obrera, los derechos laborales, etc.

Eso no quiere decir que la clase trabajadora no tenga cómo contraatacar. Esta maniobra tiene también sus debilidades e inconsistencias. Es sencillísimo evidenciar que una revolución anticolonial –como la que ocupaba a Martí– tiene un contexto radicalmente diferente de la vida de una república que ya conquistó la soberanía. Si Toledo Sande quiere ignorar las diferencias, sus razones tendrá.
El principio del exclusivismo del PCC en la arena política nacional, descansa en el supuesto de que éste representa a la clase obrera y campesina. Que defiende sus intereses y la dirige en la construcción del socialismo, que ahora estaría en una de las primeras fases de transición. 

Si la naturaleza proclamada del Partido deja de ser clasista, todo cambiaría. Aunque este conserve el nombre, se igualará con cualquier otro partido “normal” de los del mundo. Y se comprenderá su rol, más transparentemente aún que antes, de defender los intereses del subgrupo explotador específico que logre la preponderancia dentro del mismo. El último de los intereses de una burguesía explícita, en el control del Partido, sería avanzar en la construcción del socialismo y destruirse a sí misma. Probablemente termine de vender a los gringos lo que queda de soberanía, a cambio de unas migajitas.

En esas condiciones, no habrá basamento legal ni moral para impedir, al proletariado cubano, organizar soberana y democráticamente sus propias fuerzas, sin interferencias ni controles de la burguesía. Mientras existan la explotación e injusticias intrínsecas al modelo capitalista, la lucha nunca terminará.

13 de abril de 2016

Caen los velos del Congreso pero ¿para bien?


A finales del pasado mes de marzo, el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba se dignó ofrecer algunos detalles relevantes sobre su inminente, VII Congreso. Anteriormente, se había producido un debate acalorado, por la opacidad que no pocos observadores apreciaban en el manejo de su convocatoria.

Francisco Rodríguez Cruz, Paquito el de Cuba; Harold Cárdenas, desde la Joven Cuba, entre otros, habían protestado por el grado de discreción en que se han conducido los debates preliminares de tal cónclave. Los documentos sobre los que se basarán las discusiones, como se recordará, no han sido divulgados ni discutidos entre la clase trabajadora cubana en general, solamente entre los delegados y delegadas, y otras figuras de la dirigencia nacional. Algunos otros heraldos oficialistas apoyaron esta manera como “democrática y eficiente”. Desde sus rinconcitos individuales, curiosos como yo se preguntaban, ¿qué contendrán los dichosos documentos y quiénes los habrán redactado?

Pues el día 27 de marzo aparecieron, en el Granma, unas respuestas parciales a tales interrogantes. Para lo que dejaron entrever, mejor hubieran conservado el mutismo.

Para empezar, revelan que solo el 21% del programa del congreso anterior –los famosos Lineamientos– ha sido implementado. Tal insuficiencia es tomada como motivo para que la continuación del proceso se conduzca bajo un manto de intensa opacidad. Así, llegan al proceso de elaboración de los documentos para el actual cónclave. De este proceso, revelan que fue ejecutado por “decenas de funcionarios, investigadores de las ciencias económicas y sociales, y profesores”. Ilustran el papel de una Comisión de Implementación, –de los lineamientos, se deduce– que posee un Consejo Científico asesor, integrados por 130 especialistas “de alta calificación”. Estas personas, que todavía tienen pendiente casi el 80% del trabajo viejo, también se encargaron de estudiar el nuevo. Después de esto, los nuevos programas se discutieron en el Comité Central, y salieron nuevas versiones. Estas últimas fueron las que, finalmente, recibieron los delegados al Congreso, en otras reuniones con hasta otros 3500 invitados.

Aquí contemplamos un desastre detrás del otro. Dado el origen mayoritariamente rural del millar de delegados al Congreso –según el Granma– pudiera cuestionarse su representatividad, respecto a un país mayoritariamente urbanizado. Además, no se sabe en base a qué criterios se determinó qué núcleos del Partido elegirían delegados. En el mejor de los casos, se evidencia que estos compañeros y compañeras, los únicos elegidos de alguna manera más o menos democrática, vienen a aportar menos del 22% de las cabezas que contribuyeron al cocinado final del caldo. Y para eso, cuando llegaron, ya estaba bastante adelantado y solo faltarían, para aportarle, algunos detalles superficiales. Luego a votar, para aprobarlos unánimemente.

Ahora ya tenemos listo, entonces, un programa para el congreso de un partido, teóricamente del proletariado, elaborado por: funcionarios; investigadores; profesores; especialistas de alta calificación... y, posiblemente, algún que otro proletario o proletaria que haya logrado colarse entre los últimos 1000. No tengo nada en contra de investigadores, profesores o especialistas; yo mismo soy algo así. Pero me parece que, en esta generación, Aracelio Iglesias, Jesús Menéndez y Alfredo López, quién sabe, tal vez se habrían quedado fuera [1].

¿Y qué contienen, al menos, los dichosos documentos? El periódico lo explica. El primero valora la marcha de la economía. El segundo, el cumplimiento de los Lineamientos. El tercero, su actualización para el futuro quinquenio. El cuarto es la dichosa Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo. El quinto es el programa de desarrollo que evidentemente se desprenda de la tal Conceptualización. El sexto y final valora el cumplimiento del programa de otra reunión de la que pocos se acuerdan, la Primera Conferencia Nacional del Partido, efectuada en el 2012. De este último, adelantan que presenta un balance favorable a ser continuado.

Pienso esto y, si lo digo, parece que hago un chiste de humor negro. Últimamente nos hemos acostumbrado a leer que nuestra economía crece, va bien. Probablemente, esta sea una de las cuestiones que también nos presenten como favorable en el primer documento. En sí misma, esa sería la primera razón para no discutir tales papeles en público.

Tratemos de mantener la compostura y repasar el resto de la lista. El programa implicado en los Lineamientos involucró, para bien o para mal, voluntaria o involuntariamente, a todo el pueblo de Cuba. Este sentirá sus triunfos o fracasos y fue convocado, por lo menos formalmente, a discutir su formulación inicial. ¿Se agotaron las reservas democráticas del país en aquel conato tan insatisfactorio de debate nacional? ¿Ya la opinión de la ciudadanía no va a volver a ser pedida por los Decisores Históricos?

Se habla de la tan traída y llevada Conceptualización. Nos diseñan el país en el que se supone viviremos, a nuestras espaldas, ¿quiénes, que piensan cómo? ¿Con qué derechos? ¿Quién se los pidió? ¿Cómo es que la opinión de los demás, que también vamos a vivir ese país y sostenerlo, no merece ser convocada? De la tal conceptualización emanará, naturalmente, la nueva Constitución que sabemos se está reformando de manera igualmente opaca. Se supone que de la tal conceptualización emane un “socialismo próspero y sustentable”. Sin embargo, para ser un socialismo, escasamente se ve el protagonismo, el empoderamiento, la democracia de la clase obrera, campesina, trabajadora en el sentido más amplio y digno de la palabra.

Con tales antecedentes, se puede pronosticar que el Congreso carecerá del acento proletario que uno esperaría de un partido comunista. Estará ausente cualquier decantación ideológica marxista, de clase trabajadora, que le permitiera distinguirse de cualquier otro mitin social-demócrata o social-cristiano, o keynesiano. En nuestra sociedad crecen las contradicciones características del capitalismo, en cuanto al conflicto trabajo-capital. Por un lado, están las personas empleadas y, del otro, la emergente clase patronal nacional y los poderosos inversores capitalistas extranjeros. ¿Explícitamente, no tomará partido el Partido? Y si no lo hace, ya se sabrá qué partido habrá tomado. No por gusto, después de plantear estas últimas demandas, me cerraron mi blog en Cubava.[2]

Esperemos, entonces, la dichosa reunión. A ver si nos enteramos cómo nos piensan dirigir los próximos años.

[1] Aracelio Iglesias, Jesús Menéndez y Alfredo López fueron reconocidos líderes obreros cubanos, del sector portuario, azucarero y poligráfico, respectivamente, de la primera mitad del siglo XX. Los tres fueron asesinados por las fuerzas represivas de los gobiernos de aquella época.
[2] Cubava, servicio informático cubano de servidor digital, que permite a los ciudadanos con accesos a los sitios cubanos en Internet, administrar bitácoras o blogs “libremente”.

8 de abril de 2016

El regreso del cubanito viajantín (II Parte)



Como habíamos advertido en la entrega anterior, Panamá era solo una escala técnica, de una noche, del viaje cuyo destino era un entrenamiento en Inglaterra. Así que nuestros amables anfitriones nos hicieron el chequeo del siguiente vuelo por la Internet y nos depositaron al otro día nuevamente en el aeropuerto. Allí tomaríamos un vuelo de Iberia hacia la famosa a Albión, no sin hacer una nueva escala, más breve, en Madrid.

Si antes había llamado “águilas” a las naves de la aerolínea Copa, habré de decir ahora que parecían palomitas, al lado del cuatrimotor de Iberia. Aunque sobre esto volveré más tarde. Los asientos de la doctora y el mío habían salido bastante separados, y el funcionario de los chequeos en el aeropuerto nos informó que, si queríamos que nos pusieran en asientos contiguos, debíamos pagar una buena suma. Eso, o encontrar que los pasajeros a nuestro lado fueran buenos samaritanos y no les importara el cambio. Y aunque no somos pareja, una pasajera al lado de la doctora nos tomó por tal, se compadeció y estuvo de acuerdo en cambiar conmigo. El aeroplano aquel hizo, pues, sus paseítos, aceleró y despegó, sin vacilaciones, rumbo norte, que era a donde tenía que dirigirse desde el inicio. En pocos minutos estábamos en pleno Atlántico.

Yo, que hace tiempo no me subía a un bicho de esos, me concentré rápidamente en el nuevo juguete: la pantallita en la parte de atrás del asiento de alante. Le hundí varias flotas a la computadora en el conocido juego naval. No se trataba de llegar a niveles de perfección, así que, cada vez que me echaban a pique a mí, le bajaba el nivel de dificultad. También aproveché aquella ventajas de ser alguien que ve poca televisión o cine, que consiste en que cualquier colección de audiovisuales no tan recientes, está llena de novedades para uno. Mi mayor disgusto del vuelo fue una jugarreta de la tripulación, de esas que demuestran que hay pillos por doquier y no solo en Cuba. Para eso se aprovecharon de los fuertes vientos que aceleraron el avión y disminuyeron las horas de vuelo. Si el capitán habia anunciado una comida y dos meriendas durante el trayecto, al final, con el tiempo reducido, nos escamotearon una de ellas.

Cuando llegamos a Barajas, Madrid, encontramos que aquellos españoles se tomaron mucho trabajo para que, los que teníamos visas británicas pero no Schengen, no nos fuéramos a equivocar. Dimos muchas más vueltas que en Panamá, que ya era mucho decir. De hecho, ahí sí que pasamos dos veces por el mismo control, con quitadera de abrigo, revisión de bolsos y zapatos incluido. Hubiéramos podido hasta tomar dos veces los bomboncitos de promoción de una tiendita que los ofrecía a los pasantes, pero la doctora no me dejó. Luego, una guagua del aeropuerto nos tomó en una puerta, entró por un túnel kilométrico, salió por el otro extremo, regresó -por arriba- casi al punto de partido y luego retomó el mismo camino, de nuevo por arriba pero por la otra senda. Hasta que nos dejó en el último avión, el que sí iba a donde la Armada Invencible nunca llegó.


En este último brinco, encontré que el mapa del folleto turístico de la aerolínea no era muy confiable. Que uno no se debe entusiasmar demasiado con los villorrios ingleses que ve pasar por debajo, porque ninguno es todavía Londres y el avión vuela un buen tramo, a baja altura, antes de tirarse en Heathrow. Y que si los aviones de Iberia dejaban chiquitos a los de Copa, los de British Airways sí que son unos animalotes.

Nos recogieron en el aeropuerto una vez más. Ahora les puedo decir, de buena fe, que es verdad eso que dicen de los carros ingleses, que tienen el timón del otro lado y conducen por la senda contraria. Agotados, nos depositaron en el hotel donde la pasaríamos los siguientes días, y por fin comimos decentemente en una mesa y pudimos relajarnos y descansar en nuestras habitaciones.

En esa estancia en Inglaterra, recogí algunas experiencias, para contar como es natural, pero de cierta manera parecen pocas. Eso pasa, pensé, porque es uno de esos lugares donde todo o casi todo funciona bien. Pues sí, los ingleses han hasta aprendido a cocinar. A menos que sea cierta mi sospecha de que los platos buenos los encargan por Internet, desde Francia o algo así. Por lo menos, es sugestivo que los días en que la wifi del hotel tenía interrupciones, los camareros del restaurant del hotel se demoraban más.

El cuso al que fuimos, muy provechoso e interesante, desde el punto de vista de nuestra preparación profesional. Algún paseíto se dio por el pueblo, Crawley, con su compra de pacotilla incluida. Hasta hubo tiempo para una escapada a Londres, el fin de semana intermedio, y un puñado de fotos en un par de sitios emblemáticos. De paso me rei bastante con unos caballitos con abrigos, como los que le ponen a los perritos acá de La Habana sus dueños melindrosos cuando la temperatura “baja” a 20 grados. Allá nunca subió de 7. Y también pude ver que los Alamares (1) están donde quiera, aunque en unos países con más estilo que en otros.

Por lo demás, una opulencia encantadora, con sus relámpagos de personas mendicantes, y sin tiempo para profundizar más. Y que nadie me vuelva a hablar mal del Almendares, que ese Támesis es un fanguito ahí. O por lo menos, la grisura del cielo lo hacía ver así. Sobre un puente, el de al lado del Parlamento, ambulantes con sus mantas jugaban a las tapitas y atraían a los incautos... por montones. Supongo, no es tan diferente a los locales, con montones de televisores que trasmitían distintos encuentros de la Premier League, y permitían efectuar apuestas allí mismo. Impresionante, en un par de lugares, miembros de fuerzas de seguridad con los fusilones esos que parecen de series de ciencia ficción, ahí al lado de las personas.

Mi escapada del último día a Londres puso nerviosa a la doctora, pero yo tenía que verme con mis amigos trotskistas, del Comité por una Internacional de los Trabajadores. Estos se habían alegrado mucho con mi viaje y me tenían preparado un alijo de libros que me hubiera costado otra maleta, si ya no lo hubiera previsto. Casualmente, esa maleta fue la última en salir por la tolva del aeropuerto José Martí, acá en la Habana. Espero que, si hubo curiosos del contenido, hayan encontrado provecho y solaz en aquellos textos, y se hayan quedado con la curiosidad de conseguirlos luego para sí.

Acá, de vuelta a La Habana, mi jefe está feliz de verme regresar. Yo estoy feliz de verme con mi familia, en mi casa, y tener optimismo y energías para mirar al futuro.

(1) Alamar, ciudad dormitorio al este de La Habana, urbanísticamente muy monótona.