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30 de julio de 2012

Es hora de cumplir promesas


tags Cuba, Minsap, moneda, peso cubano, salario, salud pública, socialismo
Un eco que podríamos encontrar sugestivo en la pasada sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular lo constituyó el Dictamen de la Comisión de Salud y Deporte, sobre el informe de rendición de cuenta del Ministerio de Salud Pública cubano. Para nadie es un secreto que el Minsap ha llevado a cabo un proceso de ajuste presupuestario, con el objetivo de aliviar la carga económica que representan las conquistas de salud alcanzadas en este país, consideradas por el gobierno cubano como más onerosas de lo soportable.
Pues bien, en el informe presentado se destaca un dato elocuente, según reportó oportunamente el oficialista periódico Granma. El dato de marras se refiere al monto de lo ahorrado por distintos conceptos de racionalización, reorganización y –esto no lo dice, pero lo podemos inferir– por el proceso de despido de fuerza laboral considerada como redundante y menos idónea. El total de dinero salvado se sube hasta los dos mil millones de la moneda cubana.
Qué interesante.
En el informe se revelan otras informaciones que también merecen ser tomadas en cuenta. Por ejemplo, destaca que en los últimos 4 años se ha mantenido la tasa de mortalidad infantil por debajo de 5 por 1 000 nacidos vivos; se encuentran controladas 30 enfermedades transmisibles, 15 están eliminadas y 11 presentan baja incidencia. Se resaltan los resultados del trabajo cubano en materia de vacunación y se enfatiza en los logros de vacunas fabricadas a nivel nacional. A mí me viene a la mente que la alta esperanza de vida de la población cubana, alrededor de 78 años, también se puede añadir a esta lista.
Aún cuando a la población cubana le queden muchas razones para no estar satisfecha, es razonable pensar que, dentro de los distintos sectores de la economía y la sociedad, ningún otro pueda ostentar resultados mejores que este de la salud. El cubano, por lo menos, tiene asegurado llegar a viejo. Y si en lo que llega a una edad avanzada lo tratan con algunas deficiencias en algunos hospitales, compare con otras áreas a ver si en esas no le va peor. Por ejemplo, salga a tratar de abordar un ómnibus en la hora pico, y después me dice cómo está el transporte. O pase por un agromercado y compare los precios de la agricultura con el poder adquisitivo de un salario promedio. La atención médica gana por nock out a la del dependiente de la tarima, pues por lo menos encuentran su enfermedad, el tratamiento en el hospital es gratis y la medicina, casi siempre, está muy barata en la farmacia.
Y si todos estos resultados se mantienen es, por supuesto, fruto del sacrificio y el trabajo del personal que trabaja en los centros de atención. No del trabajo de los burócratas en climatizadas oficinas, sino del médico, el técnico y el enfermero que a veces vemos que tienen mala cara –sobre todo si llevan 24 horas seguidas de una guardia no pagada– que pueden tener alguna brusquedad o dejar tirada a una paciente en la sala de espera de un hospital porque el SIUM la busca en el lugar equivocado; pero que también salvan vidas cotidianamente con complicados y minuciosos tratamientos, a cambio de un paupérrimo estipendio y el reconocimiento sentido del paciente y la familia. No está de más recordar, de paso, que los médicos que se sacrifican por años, alejados de su familia –gracias también al sacrificio colateral de los que asumen la carga de trabajo de aquellos de conjunto con la propia–, son además la principal fuente de ingresos económicos del país.
Así que no debería resultar sorprendente que nos planteemos, en este momento, el tema del salario del personal de salud pública. ¿No dice el periódico que se mantienen todos esos logros e, incluso, que mejoramos? ¿No mencionan clara, inequívocamente, que esto se consigue con menos recursos? ¿Eso no implica que la productividad, la eficacia, la eficiencia y todos esos términos, aumentan y mejoran en este sector? ¿Nuestras autoridades no han repetido una y mil veces, que ese era el requisito necesario para subir los salarios?
Yo he querido sacar unas cuentecitas sencillas. Para empezar, recuérdese que en los últimos 6-8 años han subido tanto los precios de venta de mercancias del Estado, que si los salarios suben un 30%, a lo mejor ni siquiera recuperan el poder adquisitivo de antes de aquello, que ya era insuficiente para ganarse la vida, según reconoció el general en Jefe, Raúl Castro. Aunque no sé el personal total que trabaja para el Minsap, supongamos que sean 200 mil trabajadores en toda Cuba, entre todos, médicos, enfermeros, técnicos, personal de servicios, etc. Bien, los dos mil millones ahorrados por el recorte de presupuesto, alcanzan para una subida de hasta 800 pesos más de salario al mes. Nada desdeñable, compensa las subidas de precio y mejora un poco más la situación del trabajador. Suponiendo que sean más los trabajadores, pues tocamos a menos, pero siempre da para un buen alegrón a la familia cubana.
Esto no se podría tachar de dinero despilfarrado y perdido, de ninguna manera. Para empezar, el cubano no tiene otro lugar donde gastarlo que no sea en las instituciones estatales o en chinchales de cuentapropistas que pagan altos impuestos y adquieren, también del Estado, los insumos necesarios para su actividad. Así que ese dinero terminaría regresando casi completo, de nuevo, a las arcas del Estado, pero dinamizando alegremente la economía nacional. Esto podría verse como una suerte de política de keynesianismo, el mismo que tan enfáticamente se le recomienda a otras naciones capitalistas que capean su propia crisis económica con recetas de austeridad. De paso, se contribuye un poco con los ideales de justicia social que tanto han sufrido y parecen medio relegados en asuntos de remuneración y empezamos a ser un poquito más consecuentes con aquello de "a cada cual, según su trabajo" que hasta ahora, a los que trabajamos en salud pública, no se nos aplica.
Entonces, como hemos visto, como se ha dicho en el Parlamento, la productividad y la eficiencia del trabajo en el sector de la salud ya creció. Sería hora, entonces, de ver si el Estado tiene intención de hacer buena su promesa de subir los sueldos en estas condiciones.


26 de julio de 2012

Al paso, la Constitución

tags: Raúl Castro, Constitución, modificación constitucional, Sexto Congreso del Partido, democracia, autoritarismo, Asamblea Nacional del Poder Popular, Cuba
 
Ahora que ya pasó el acto del 26 de julio, resulta que yo todavía no me he terminado de desconectar de la pasada sesión del Parlamento cubano, celebrada hasta el 23 del presente mes. Y es que yo no quería pasar por alto un último punto del discurso del compañero general en jefe, Raúl Castro, allí al finalizar prácticamente su discurso de la clausura, cuando hace la apología del compañero Jaime Crombet.
 
Dijo Raúl, según la versión que descargué del sitio oficial Cubadebate, "En consideración a sus relevantes méritos, […], el compañero Jaime trabajará conmigo en la atención a la comisión que elaborará el proyecto de modificaciones a introducir en la Constitución de la República, en cumplimiento de los acuerdos del Sexto Congreso del Partido"
 
Así que, de pronto, nos enteramos de un par de cosas importantes: Se ha conformado o conformará una comisión para proponer modificaciones a la Constitución.
 
Era algo que muchos veíamos venir, si bien no todos estaban convencidos de que fuera lo más conveniente. Algunos amigos versados en cuestiones de Derecho, por ejemplo, me han explicado que la Constitución actualmente vigente no ha sido nunca aprovechada por completo pues, para empezar, le faltaron algunos complementos jurídicos que se suponía se elaboraran para definir detalles en temas como ciudadanía, el ejercicio de derechos de asociación, etc.; lagunas que resultaban en que las autoridades actuaban a discreción en esas cuestiones para disgusto… digamos que de aquellos a los que no les gustaba su actuación. Eso, cuando no se cometía un burdo y abierto desacato como con la prohibición, derogada no hace tanto, de entrada de los cubanos a establecimientos hoteleros.
 
Por otra parte, las conocidas reformas realizadas al modelo cubano –o actualizaciones, como prefiere llamarles el discurso oficial– ya dieron al traste, según mi humilde opinión, con un par de preceptos constitucionales como aquel de proscripción de la explotación de unas personas por otras, insostenible frente a la existencia de la contratación de fuerza asalariada por parte de algunos de los pequeños empresarios autorizados a ello con el auge, legalmente promovido, del llamado "trabajo por cuenta propia". En todo caso, con tanta actualización o reforma o renuncia del Estado a garantizar trabajo, planes vacacionales y el resto de la filosofía de eliminar subsidios y subvenciones a la población, las sacudidas experimentadas por la Carta Magna cubana han sido tantas que lo más práctico, para poder hablar de un documento que todos consideren digno de alguna atención, es reformarla.
 
Lo que quiero subrayar es, de nuevo, que ya se decidió crear una comisión para redactar el proyecto de modificaciones de la Constitución. ¿En qué momento, tengan la bondad de decirnos? ¿Quiénes tomaron la decisión? ¿Cómo se va a elegir a los integrantes de la misma? ¡Fíjense que no es una comisión cualquiera, para elegir el color de un estadio de pelota, es para cambiar la Constitución! Una cosa se sabe, que Raúl y Crombet la van a "atender". ¿De la manera en que un anfitrión atiende a unos huéspedes? ¿Cómo un archivador atiende a personas que requieren información? ¿O de otra manera?
 
Además, me parece que hay otras contradicciones. Dice Raúl, en cumplimiento de los acuerdos del Sexto Congreso del Partido. Pero en la versión que yo descargué, también de Cubadebate, de la versión final de los Lineamientos aprobados en el VI Congreso, no aparece la propuesta de reformar (o actualizar) la Constitución. Lo que es más, el PCC no tiene la potestad para cambiar la Constitución de Cuba, derecho que solo posee la Asamblea Nacional del Poder Popular, según el artículo 137 de la misma Constitución. Tampoco se encuentra el PCC entre las personas naturales o jurídicas con Iniciativa Legislativa, o sea, que puedan proponer leyes en la Asamblea, según el artículo 88 del documento en cuestión. Si alguien tiene una información mejor que la mía, por favor compártala.
 
Ante esta situación, me vienen a la mente ciertas palabras de José Martí, en una carta a Máximo Gómez. En esa misiva Martí, sin ocultar el cariño y admiración que siente por el Generalísimo, le expresa su opinión de que
"entiendo que usted procede de buena fe en todo lo que emprende, y cree de veras, que lo que hace, como que se siente inspirado de un motivo puro, es el único modo bueno de hacer que hay en sus empresas. Pero con la mayor sinceridad, se pueden cometer los más grandes errores; y es preciso que, a despecho de toda consideración de orden secundario, la verdad adusta, que no debe conocer amigos, salga al paso de todo lo que considere un peligro, y ponga en su puesto las cosas graves, antes de que lleven ya un camino tan adelantado que no tengan remedio".
La escribió Martí, a raíz de un desacuerdo con la manera, de Gómez y Maceo, de planificar la próxima y definitiva contienda para liberar a Cuba del colonialismo español. Martí –que contaba con la independencia de Cuba para revertir la expansión del imperialismo yanqui sobre Latinoamérica– le expresó al Generalísimo que, no obstante su "amor ciego a una idea en la que me está yendo la vida"; a pesar de desbordar por él "esta fatal abundancia de corazón que me dañaría tanto en mi vida, si necesitase yo de andar ocultando mis propósitos para satisfacer ambicioncillas"; que, no obstante dudar que se hubieran acercado a aquel alguien más "con un afecto más caluroso que aquel con que lo apreté en mis brazos desde el primer día en que le vi"; en fin, que con todo ello, no iba a contribuir con los planes esbozados en la discusión que provocó esta misiva, pues "hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que usted pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente".
 
Yo espero que a nadie le moleste que un humilde servidor sienta tanta admiración por las ideas de Martí que trate de hacerlas suyas, derecho que, por demás, nos asiste a todos los cubanos. Pienso que hay que tratar de meditar en lo que estaría pensando Martí al escribirle a Gómez en este mismo mensaje, que
"un pueblo no se funda […] como se manda un campamento; y cuando en los trabajos preparativos de una revolución más delicada y compleja que otra alguna, no se muestra el deseo sincero de conocer y conciliar todas las labores, voluntades y elementos que han de hacer posible la lucha armada, mera forma del espíritu de independencia […] ¿qué garantías puede haber de que las libertades públicas, único objeto digno de lanzar un país a la lucha, sean mejor respetadas mañana? […] Si la guerra es posible, y los nobles y legítimos prestigios que vienen de ella, es porque antes existe, trabajado con mucho dolor, el espíritu que la reclama y la hace necesaria: y a ese espíritu hay que atender, y a ese espíritu hay que mostrar, en todo acto público y privado, el más profundo respeto".
Lo que me parece muy a tono con el propósito de redactar una nueva Constitución para el país o para modificar la vieja. Sobre todo, teniendo en cuenta que Martí la tenía mucho más difícil que nosotros hoy, pues el país que los mambises todavía tenían por liberar de una potencia colonial, hoy ya cuenta con la soberanía necesaria para desarrollarse y mejorar las condiciones para que su pueblo trabaje por una felicidad posible, sin olvidar hacer frente a los apetitos imperiales de otra potencia que conocemos bien.
 
Resulta totalmente improcedente que las propuestas de modificaciones a la Ley de Leyes provengan, como ya ocurrió en el caso de los documentos del Congreso y la Conferencia del PCC, del trabajo de una comisión desconocida, trabajando en secreto. Me resulta inconcebible. Este pueblo, llamado a construir en el umbral mismo del imperialismo yanqui el proyecto liberador, emancipador, antiimperialista, del socialismo; que efectuó una Revolución inédita que ha conmocionado al mundo más de una vez, y lo seguirá conmocionando, no puede sino efectuar en la más abierta y democrática asamblea las discusiones que deriven en una nueva Constitución. La única manera de rechazar indefectiblemente las embestidas del enemigo y derrotar para siempre sus esperanzas de fragmentarnos para borrar nuestro ejemplo de la faz de la tierra, consiste en la unidad basada en la igualdad y el respeto a cada compatriota, la participación universal y plena de los talentos de todos los cubanos y cubanas, militantes o no, con sinceridad y transparencia, con libertad y compromiso, en los hitos de la sociedad que forjamos.

24 de julio de 2012

Lo importante no le toca a la Asamblea

tags Cuba, Asamblea Nacional del Poder Popular, Raúl Castro, Reforma Migratoria, Código de la Familia, cooperativismo, Ley Tributaria, política, delegado, socialismo, democracia, marxismo
 
Unas pocas horas pasaron desde que yo soltara mi diatriba a raíz de la ausencia de discusión de algunos temas que me parecen de la mayor importancia, en las discusiones de la Asamblea Nacional o Parlamento Cubano, que en estos días celebraba su últimas sesiones del actual período legislativo y, en la misma clausura del magno foro el General en Jefe, Raúl Castro, abordó un par de ellos.
 
Avisó Raúl que el asunto de las cooperativas no rurales está a punto de caramelo y que la reforma migratoria, si bien se va a demorar un poco más, viene más o menos en camino aunque con muchas, tantas condicionales que probablemente tengamos mucha tela por donde cortar. Lástima que dejara pasar el tercer punto, del nuevo Código de Familia. Pero lo que me llama a mí la atención es lo siguiente.
 
Los asuntos que discutieron los diputados en la Asamblea –de nuevo, lo de discutir es por decirlo de alguna manera– fueron los siguientes. Uno: la famosa ley tributaria; dos: informes de algunos ministerios que pueden, un día, cuestionarse en cuanto a detalles menores pero, al final, el único que les dice sin cortapisas –bueno, a veces– lo mal que trabajan, es el Presidente Raúl; tres: informes de reuniones de otros altos órganos sobre lo mucho y duramente que están trabajando por implementar las políticas de mucho orden y de lineamientos que hacen falta para arreglar la economía. Alguna que otro tema suplementario que ahora no recuerdo trataron seguramente los parlamentarios, pero esos fueron los que recuerdo ahora como más importantes. Sobre "la política para la creación experimental de cooperativas en actividades no agropecuarias" apenas sirvieron los diputados para escuchar, del general presidente, que "fue aprobada", con algunos detalles adicionales. Asimismo hicieron un buen auditorio receptor de las novedades sobre las modificaciones al importante Decreto Ley 259 y otros detalles importantes relacionados con las reformas agrarias que se vienen realizando desde hace cuatro años y, no podía faltar, el testimonio de Raúl respecto a que se siguen estudiando las incógnitas de la cuestión migratoria. Todo esto fue expuesto por el Presidente.
 
Mi impresión –no sé cuál será la de otras personas– es que todo lo importante se trata fuera del marco de la Asamblea Nacional. A esta solo le dejan el entretenimiento de aprobar por unanimidad algunos tecnicismos ya definidos por tecnócratas en otros círculos más restringidos. Ya sé que me van a decir que antes de las sesiones estas en conjunto, de unos días en julio y otros en diciembre, los diputados sí trabajaron mucho en comisiones particulares, puliendo muchos detalles para que luego todo esté listo. Pero si esto es así, tengo algunas propuestas a tono con la política de ajustes y austeridades promulgada por el Gobierno.
 
Sí, porque después de todo, estos eventos principales cuestan un buen dinero. Así que yo propongo que el Estado deje de asumir esos subsidios y gratuidades que hasta ahora aplican a la Asamblea, al evento central. Que el Estado subvencione solamente a las comisiones estas que trabajan –tan discretamente, que nadie sabe nunca qué están haciendo, pero eso no viene al caso– y preferiblemente subvencione solo a aquellos delegados de bajos ingresos, a la persona y no a la comisión completa. Que para la Asamblea grande, los diputados en general se paguen de su bolsillo todos esos pasajes para venir a pasear a La Habana, la estadía en el hotel, su alimentación que no es la de la libreta y los paseítos que eventualmente se den por el Capitolio. Si algún delegado no puede pagar el viaje de su bolsillo, puede efectuar una llamada telefónica, mucho más sencilla aunque sea a larga distancia, y dejar constancia de su adhesión a la unanimidad que corresponda en julio o en diciembre. Y enterarse de las cosas importantes que diga Raúl por el periódico o la televisión, como hice yo.
 
Para lo que producen las sesiones plenarias de la Asamblea, estas iniciativas pueden ayudar a que se satisfagan los objetivos con un espíritu mucho más ahorrativo, a tono con la filosofía de eficiencia que busca el gobierno en el funcionamiento de la economía y la sociedad.

20 de julio de 2012

Unas cosas piensa el elector y otras cosas piensa el elegido

tags: Cuba, Asamblea Nacional del Poder Popular, Reforma Migratoria, Código de la Familia, Ley de Cooperativas, Ley Tributaria, industria nacional, Aduana General de la República, corrupción, derechos LGBT, diversidad sexual, homofobia, diversidad familiar, política, precio de alimentos, productividad, socialismo, transparencia informativa, democracia representativa
 
Ahí está el flamante Parlamento cubano, reunido en la última sesión que van a celebrar los diputados en funciones. Y aprovechan para discutir una serie de cuestiones que esclarecen muy bien a cuáles intereses responden y a cuáles no.
 
Esto de los intereses, es cierto, se puede tachar de subjetivo. Sin embargo, yo desafío a cualquier interesado a salir a la calle en cualquier ciudad de Cuba y preguntar al azar; con seguridad, se va a demorar en reunir 10 personas que afirmen convencidas que no les interesa en lo absoluto el tema de la Reforma Migratoria. Solo le establezco una restricción: que no pregunte en la inmediatez del Palacio de las Convenciones, donde se reúne un grupo que, en el lenguaje de los investigadores, podríamos llamar sesgado. La abrumadora mayoría de las personas en el resto del país, o tiene parientes en el extranjero con los que le gustaría comunicarse con mayor fluidez; o tal vez podría trabajar un tiempo por allá afuera a cambio de un salario que sí alcance para cubrir las necesidades básicas de la familia, reunir algo y hasta tal vez regresar en mejores condiciones; o incluso pertenece a alguno de los grupos relativamente privilegiados, que pueden darse el lujo de salir un par de días a ver cómo es aquello por allá afuera... pero no pueden, pues tienen ante sí una odiosa barrera legalista que se los impide, bajo la exigencia de caros permisos de salida que el gobierno se arroga el derecho de otorgar o no.
 
Ya no se soporta más la charlita de quien te inculca lo malo que es el mundo exterior y la suerte de tener un papá-estado que te protege, una aristocracia que sabe qué es lo que más le conviene a la plebe ignorante. Ni menos que te exijan una fidelidad esclava por el resto de tus días, en pago por unos estudios o servicios médicos que uno pudiera retribuir con una cantidad razonable de trabajo propio. Las prohibiciones cubanas relativas a los viajes son simplemente violadoras de los derechos humanos, establecidos en varios documentos globales que nuestro gobierno, para mayor escarnio, se ha comprometido a respetar. Tanto se ha hablado de este asunto, tanto se ha aplazado, que alguna vez albergamos la esperanza de que en esta sesión del Parlamento que los cubanos elegimos, esta vez sí, se discutiera ese asunto y se adelantara aunque fuera un poquito. Pero no. Los elegidos no lo consideraron oportuno. En su lugar, decidieron apretar las tuercas en la Aduana a todas las personas que entren en el país con mercancías varias. Esto se explica por la preocupación del gobierno de combatir la industria de la reventa interna de estas mercancías en el país. Esto, a su vez, tendría sentido si se desea proteger a la industria nacional. Pero surge una duda, ¿cuál es y dónde está esa industria, a menos que se cuente la de la importación estatal de mercadería de mala calidad para revendérsela a la población con un IVA del 240%?
 
Justamente, muchos trabajadores cubanos desearían establecer una industria nacional. Pequeñas y medianas manufacturas podrían hacer florecer la deprimida economía del país con formas verdaderamente socialistas de producción, si tan solo se aprobara el mecanismo legal de formación de cooperativas de producción de  bienes y servicios. Tanto se ha hablado de esto otro, se ha defendido tan vehementemente hasta en la prensa oficial, que se pudo llegar a creer que este era el momento en el que el Parlamento iba a escuchar el reclamo de los electores. Pero no. Los elegidos tampoco consideraron que esto fuera oportuno. En su lugar, se discute –lo de discutir es una forma de llamarle al proceso previo a la aprobación unánime del documento– la nueva Ley Tributaria. Al gobierno le interesa perfeccionar cada detalle del mecanismo de recogerle el dinero de los impuestos a los trabajadores del sector privado.
 
Otros electores que fueron dejados en la estacada fueron los del sector LGBT. Adiós esperanzas de aprobación del Código de la Familia, que contiene cláusulas reconocedoras de algunos derechos de estas personas. Como todos los demás ciudadanos en Cuba, los miembros de la comunidad LGBT son incitados fervorosamente a comportarse como buenos electores. Ah, pero ¿quién tiene la capacidad para incitar a los elegidos? Nadie la tiene, esto es, nadie con suficiente poder, y que además se sintiera predispuesto a terminar de asumir el principio de igualdad y de combate a las discriminaciones que debieran primar en una sociedad socialista. Parece que el gobierno ya sacó el suficiente crédito de las migajas que le otorgó a este sector y considera que ahora lo puede dejar en la cuneta. Más le interesa, a las autoridades, proseguir su enfrentamiento con los que le arrancan trocitos del pastel sin su permiso, y por eso arremete contra las ilegalidades y corruptelas de menor cuantía. 
 
En fin, que pasó esta legislatura y dejó pasar la oportunidad de hacer historia. Los cambios de alguna trascendencia que ocurrieron en Cuba durante este quinquenio, partieron de ucasses del Consejo de Estado. El Parlamento, por su parte, se concentró en acápites esotéricos de un nuevo código de tránsito y sofismas semejantes en temas intrascendentes. La sociedad civil, sin organización ni representación pública fuerte, protagónica, democrática, no parece tener una manera de lograr que, aquello que ella piense, tenga un efecto diferente al del plañir de un borracho, al que le responde el bodeguero burlón: Hoy no fío, mañana... ¡tampoco!

12 de julio de 2012

Para que no haya otro escache en El Morrillo

tags: Cuba, La Joven Cuba, El Morrillo, Antonio Guiteras Holmes, Ernesto Guevara, internet, censura, juventud, blogs, Encuentro de Blogueros Cubanos en Revolución, Roberto G. Peralo, Harold Cárdenas, debate, anticapitalismo, autoritarismo, contrarrevolución, democracia, diálogo, izquierda, participación, revolución, socialismo, sociedad civil
 
El ocho de mayo de 1935 cayó en una emboscada del Ejército de la república mediatizada, en el fuerte matancero de El Morrillo, Antonio Guiteras Holmes, líder de las organizaciones Unión Revolucionaria y La Joven Cuba; luchador resuelto contra la dictadura de Gerardo Machado y Ministro de Gobernación del llamado Gobierno de los 100 días. La figura de Guiteras es poco divulgada para lo que podría volverse, teniendo en cuenta el calibre de este ejemplar luchador por la libertad del pueblo cubano y contra el imperialismo. Como ocurre en muchos casos, después de su muerte, muchos patriotas continuaron atesorando los ideales que el mártir defendió, y estos principios renacieron una y otra vez, a contrapelo de la mezquindad, la cobardía y la crueldad de los que no han dejado de intentar aplastarlos.
 
Una de las características admirables de Guiteras fue que su juventud –contaba apenas 28 años cuando cayó baleado– no fue un obstáculo para la madurez de su pensamiento y la seriedad y profundidad de su accionar; por otra parte, acompañó al revolucionario en grado sumo todo el dinamismo, la espontaneidad y las energías propias de esta etapa de la vida.
 
Estas cualidades integran brillantemente el ideal que otro personaje entrañable de nuestra historia, el Ché Guevara, caracterizaba para la juventud cubana. El Guerrillero Heroico escarneció más de una vez a aquellos burócratas que se aplicaban a "organizarle la alegría" a las generaciones noveles. En los nuevos escenarios y retos que impuso la construcción de una nueva sociedad, el Ché comprendía que la arcilla fundamental de la obra revolucionaria se acercaba al ideal del Hombre Nuevo, en tanto hacía suyos ideales como los de Antonio Guiteras.
 
Sin que este insignificante opinador pueda ofrecer muchas garantías sobre la autenticidad de propósitos ajenos, conocí hace un tiempo de un colectivo que recogió el nombre glorioso de La Joven Cuba como título de un proyecto sui géneris. Tres amigos, jóvenes maestros de la Universidad de Matanzas, se pusieron a inventar ideas con los recursos de las tecnologías de las comunicaciones y la informática y, un buen día, "parieron", desde el centro educativo, un blog con el nombre del otrora grupo revolucionario. Este tipo de movimientos, puede señalarse, se identifica inmediatamente con otra convicción del Che, la de que es la Juventud la que naturalmente se constituye en vanguardia en los movimientos relacionados con las revoluciones científico-técnicas. Poco después –cuentan– les explicaron que lo que hicieron se encuentra prohibido en Cuba, pero ya era demasiado tarde y aquello había cogido un vuelo muy notorio como para hacerlo abortar a la ligera. Además, desde cierto punto de vista, a las autoridades no se les hacía difícil tolerar este blog, por lo menos en sus primeras etapas. La alineación de los ponentes estaba, de modo general, netamente en consonancia con el discurso del Estado-gobierno, de la misma forma que otro gran grupo de blogs surgidos –aunque más bien por encargo y no tan espontáneamente– entre asalariados del pensamiento oficial. Sin embargo, entre los demás blogs oficialistas y este había ciertas diferencias.
 
En primer lugar, los comentarios de este fueron tratados con mucha mayor libertad que en los demás blogs oficialistas. En segundo lugar, el apoyo al sistema que ofrecían los matanceros era motivado por un convencimiento sincero y razonado de que el bienestar de la nación se correspondía con ciertos derroteros y principios que ellos identificaban de manera general con los propósitos del gobierno; sin dejar de permanecer alertas ante situaciones negativas y dirigir críticas contra aquellas manifestaciones de burocracia, desidia, autoritarismo y otros males internos contra los que nos ha alertado el Primer Secretario del Partido, Raúl Castro, y que constituyen hoy la principal amenaza a nuestro país. Estas características hicieron de La Joven Cuba (el blog)  la bitácora oficialista más concurrida y prestigiosa dentro y fuera del país, incluso respetado por personas no afectas al proceso revolucionario.
 
El fortalecimiento de la posición de LJC fue tal que se dieron el lujo de organizar, por otra de sus espontáneas motivaciones, un encuentro con blogueros de todo el país. Este fue un suceso bien sonado, pues algunos habitantes de la blogosfera nos sentimos excluidos de una selección que pareció repetir el esquema de "los mismos, con los mismos, para hablar de lo mismo", y expresamos nuestras críticas; fuego alimentado con ciertos resultados del cónclave que, de nuevo, nos parecieron reiterar los esquemas maniqueos de que solo se puede aportar algo al pueblo cubano, a la revolución y al socialismo, si se entra por la canalita de obedecer caninamente las orientaciones bajadas de los niveles superiores y sin esperar otra recompensa que más orientaciones y algún que otro paupérrimo huesito, sobrante de los festines de estratos más privilegiados.
 
No se puede decir que los chicos de LJC nos cayeran muy simpáticos en aquellos días. Como personas que preferimos apoyar el socialismo y desarrollar la revolución mirando hacia adelante, libres de ataduras burocráticas y de servilismos hacia autoridades que percibimos obstaculizan el avance del país, conservamos una saludable desconfianza hacia los defensores acríticos y serviles de la burocracia. En este caso, el debate y la comunicación a corazón abierto subsiguientes al cuestionado evento limaron las peores asperezas que teníamos con LJC. Ocurre que las personas pueden temerse y hasta aborrecerse en la medida en que se conocen poco, y cuando esta ignorancia se supera, aparezca un entendimiento precursor de mejores momentos. Me alegró, tiempo después, estrechar la mano de Harold Cárdenas en el Foro Social del Observatorio Crítico, en mayo de este año. Puedo decir sin sonrojos que me convenció de las cualidades ya mencionadas de sinceridad y espontaneidad en sus empeños, así como de su capacidad de permanecer serio y crítico mientras apoyaba aspectos valiosos de un proceso tan complicado como el cubano.
 
Júzguese el estupor del día 6 de julio, cuando LJC publica la nota que parecía anunciar que un Diluvio se había ensañado con ellos. "Por muchas motivos", que no explicaban, les era muy difícil mantenerse en el aire y tenían que "tomarse un descanso". Esperaban poder continuar "en un futuro". En Tweeter (me contaron amigos que tienen Tweeter) dijeron más tajantemente "Cerramos".
 
En realidad, era imposible no relacionar un cierre tan brusco con el carácter enérgico y combativo que tenían algunos de sus últimos materiales, flageladores de ciertas gestiones deleznables de elementos del gobierno. En esto, habían dado más de una lección de valor y compromiso con la causa de la nación, con la denuncia y la expresión de sus ideas sobre los problemas del país, mucho mejor que tantos periodistas de carrera incapaces de responder a los enérgicos y dramáticos llamado del presidente Raúl Castro. LJC daba el paso al frente ante el llamado de Raúl, de criticar en sus posts todo lo mal hecho, de contribuir a la denuncia y a propugnar las soluciones.
 
Especialmente, había sido retirado uno de esos escritos, precisamente aquel en el que se comentaba amargamente el tema de las restricciones impuestas internamente a la extensión de las redes informáticas al pueblo cubano –entre los últimos de América Latina, según cifras de nuestra Oficina Nacional de Estadísticas–, sobre todo, después de la conexión por fibra óptica vía Venezuela. Se sabe que hablar críticamente de este tema en Cuba es sacudir un avispero: es exponerse a que los blogueros oficialistas –que no tienen esas limitaciones– te llamen subversivo o algo peor; es llamar sobre uno la incómoda atención de la Seguridad del Estado; es motivar a que, en airadas diatribas a lo MacCarthy, una voz tan llamativa como la de Percy Alvarado te coloque el sambenito de agente del enemigo y, en general, meterse en tremenda candela con tus jefes –que, a su vez, se meten en candela con los suyos y querrán hacértelo pagar caro. Por menos que eso le quitaron el carnet de militante del PCC a un revolucionario sin tacha como Esteban Morales, han expulsado estudiantes de las universidades y tomado otras medidas represivas. LJC se había apartado demasiado de lo que se espera de un buen blog oficialista ¿estaría sufriendo las consecuencias?
 
En los días que siguieron, apenas podíamos digerir el trancazo y he aquí que, de pronto, el día 9, sale una declaración que pareciera decir que aquí no ha pasado nada, fue un malentendido. Por lo que declaran, no hay que ponerse a buscarle tres patas al gato...
 
¿Y qué tal por lo que no declaran? ¿Cómo se entiende que cierren tan súbitamente, con una magrísima despedida que calificarse de explicación no puede, y poco después regresan tan aparentemente campantes? ¿Y qué tal si el rabo del gato marcó muchas de las afirmaciones ambiguas que tiene el reciente material? ¿En qué tipo de candelas se meten quienes se comparan con bomberos? Cuando declaran que, por su esencia de verdaderos revolucionarios, no van a dar pasos atrás, ¿de qué es lo que tendrían que retroceder?
 
A los que han pasado por escenas de rapapolvos a estudiantes díscolos de las Universidades, les resultará familiar el recurso de acusar a estos de "ansias de protagonismo". ¿Por qué LJC siente la necesidad de desmarcarse de este "pecado"? ¿En qué consisten, y cómo podrían afectarlos, "las incomprensiones que esto [seguir siendo guiteristas y pensadores socialistas de avanzada] conlleva"? ¿No serán estas incomprensiones las de un cuadro enojado, acusándolos de "dar armas al enemigo" pero prometiéndoles que si se portan bien "porque él sabe que en el fondo, ellos son buenos muchachos" tendrán "otra oportunidad"? LJC, si fuera un blog oficialista típico, no tendría que sufrir el hostigamiento que soportan los disidentes, ni siquiera el que nos abraza a los "revolucionarios por cuenta propia". ¿Por qué liberar un material en el que se revelan tantas amenazas veladas entre líneas?
 
La credibilidad de LJC depende ahora de que siga siendo capaz de mantenerse, "pésele a quien le pese" realizando el trabajo tan valiente y sincero que la ha distinguido hasta ahora. Puede ser que otro hermoso proyecto sucumba, por fortuna un poco menos drásticamente que su predecesor, al pie de El Morrillo, por las presiones de superiores incómodos, poderosos y despóticos. Puede ser también que yo (y muchos compañeros que nos hacemos estas preguntas) estemos viendo fantasmas. En este caso, se aclararía mucho la situación con una plena transparencia acerca de lo sucedido. Por ejemplo, el secretario del Partido en la Universidad de Matanzas podría ofrecer una declaración pública y dar su palabra de que nunca se ha molestado a LJC, y de que su actividad tal y como la han desempeñado no les ofrece motivos para hacerlo. Desde nuestro rinconcito, le rogamos humildemente que así lo haga.
 
Si nuestras dudas no son aclaradas en este punto, si la callada otorga que la interrupción se debió a un intento de censura, LJC puede demostrar entonces que, en efecto, son capaces de hacer honor al linaje que blasonan contra todos los obstáculos y resplandecer en lo más alto, por el tiempo que se lo permitan, o languidecer y apagarse ante la incapacidad de recuperar un prestigio que ahora cuelga de un hilo endeble. En este último caso, un hermoso sueño habrá terminado, pero eso no será ni remotamente el fin de los sueños. Los proyectos revolucionarios  pueden caer, morir como Antonio Guiteras, irse a bolina como la revolución del 33, quedarse a medias como la República en 1902. Después de que un vencido se aparta, otro se inspira y se levanta. El eterno retorno convocará nuevos Guiteras, nuevos Camilos, nuevos Guevaras, estudiantes y trabajadores de todos los orígenes que barrerán a los carcamales aferrados a privilegios y poderes inicuos y harán brotar, desde El Morrillo, desde La Demajagua, el Moncada y la Sierra Maestra, desde los barrios más modestos, desde las fábricas y los campos, las escuelas y las plazas, una y otra vez, una Cuba eternamente joven y rebelde, revolucionaria y socialista.

6 de julio de 2012

Palabras de un seguroso

tags: Manuel David Orrio del Rosario, Seguridad del Estado, ciberespacio, guerra cibernética, marxismo, blogs, cibermercenarios, bloggers, libertad de conocimiento, libertad de expresión
 
Para la publicacion de esta vez escogí un fragmento de una entrevista "Cuba, Raúl Castro y las <<Íes de El Diablo>>", realizada por Orestes Martí al economista, periodista y ex – miembro de la Seguridad del Estado cubano Manuel David Orrio del Rosario.
 
Nacido en La Habana en 1954, Orrio estuvo infiltrado en la contrarrevolución interna entre 1992 y abril del 2003,  bajo el pseudónimo de "Miguel", nombre de su hijo. Su identidad secreta se reveló durante la llamada Primavera Negra… para los servicios especiales estadounidenses. Fue uno de los más relevantes "periodistas independientes" de su tiempo. Condecorado con diversos reconocimientos, entre éstos la Medalla al Valor "Eliseo Reyes" de Primera Clase (Consejo de Estado) y la Distinción "Félix Elmusa" (Unión de Periodistas de Cuba), hoy es colaborador de publicaciones digitales como Rebelión, Cubainformación.tv y Kaos en la Red, además de participar en redes sociales.
 
Hablemos de otro tema muy importante: el ciberespacio y la guerra asimétrica que se libra contra Cuba. Blogueros pagados, webs dedicadas a la subversión, bloqueo al acceso a infinidad de sitios y servicios en la Internet es lo que muestra el Ciber Teatro de Operaciones Militares (o Ciber TOM); en ese contexto no parece existir la versión cubana de la "Guerra de todo el Pueblo" que según algunos analistas revolucionarios obviamente debería transitar por la democratización o popularización del acceso a la Internet ¿Cuál es tu opinión al respecto?
 
La Guerra de Todo el Pueblo no sólo ha sido la piedra angular de la suficiencia defensiva criolla a lo largo de unos 30 años, sino que a la misma también se le debe la retaguardia segura cuya existencia permitió liquidar al ominoso apartheid sudafricano. La victoria de Cuito Cuanavale hubiera sido imposible sin ese avispero de posibles combatientes cuyo nombre es Milicias de Tropas Territoriales, aunque me permita una observación: ¿estaban las armas en poder de los milicianos, en poder físico?
 
Marx, Engels, a la mano: menciono su Tercera Ley de la Dialéctica y rememoro la negación de negación, mediante palabras de una muy prestigiosa periodista criolla. Se las escuché en un post-grado en el cual me honró como conferencista: "Once millones de cubanos conectados al Internet son más peligrosos para Estados Unidos que Al Qaeda". Para mí, verdad como templo. La plena democratización y acceso al Internet es una auténtica negación de negación de aquella Guerra de Todo el Pueblo, en las actuales circunstancias, además de ser una necesidad insoslayable del desarrollo económico y social.
 
Dijo alguien, cuyo nombre me reservo para no ser acusado de nombrar a "cadáveres políticos", que para crecer 1% en el Producto Interno Bruto era necesario hacerlo en no menos de 3 % en las  comunicaciones. No por gusto, Estados Unidos hace cuanto puede para obstaculizar el acceso de Cuba a las autopistas de la información, explícita o implícitamente, y entre las tácticas que emplea está la de potenciar el "síndrome de plaza sitiada", en lo cual halla excelentes aliados en los burócratas del patio, tan interesados como los mandantes del  Potomac en cegar y ensordecer al cubano de a pie.
 
No se olvide: la burocracia, cuando se erige en "clase en sí y para sí", tiene como armas principales la jerarquía y el misterio. Por la jerarquía se autoproporciona el Internet, pero a mi vecino se la niega. El misterio, como derecho a saber sólo para "iniciados", sumerge en el mismo saco a revolucionarios honestos y a lacayos oportunistas, aunque nadie se asombre si los segundos "tienen" más que los primeros. Por supuesto, "jerarcas" y  comparsas hallan pretexto tras otro para desconocer a ese fuero como parte inalienable del ser humano…y actuar en consecuencia. Fuero, recalco, de cualquier humano. Dicho de paso, nada veo en la Constitución cubana que se oponga irracionalmente al ejercicio de tan  irrefutable derecho. Por algo se hizo en la tierra de José Martí un auténtico milagro: crear un Estado de Derecho, pese a vivirse bajo condiciones de sitio.
 
Yankees a estribor, burócratas a babor, abordar el conflictivo punto de lo que en la terminología internacional se denomina acceso a las corrientes de información, obliga a mencionar el "misterio del cable de fibra óptica Venezuela-Cuba". Si por un lado la Casa Blanca hace cuanto puede para que mi país no acceda plenamente al Internet, por el otro se asiste a la posibilidad real de burlar en alto grado esa forma de bloqueo. Venezuela confirmó que el cable de marras está operativo. Pero en Cuba, como si no existiera.  Además, silencio total sobre el asunto; excepto rumores a voleo y, doloroso apuntarlo, desprestigio para el Partido Comunista, el Estado y el Gobierno. Visítese un website revolucionario juvenil como La Joven Cuba: llueven los chistes sobre "el cable".
 
Entretanto, al no haber respuestas institucionales apropiadas, ocurre como cuando el dólar estaba penalizado: crece la informalidad informática y lo que eufemísticamente se ha dado en llamar el "consumo audiovisual informal", punto de partida de formas de corrupción…y hasta de robo. Si en 1993 media Cuba contrabandeaba dólares, ahora pasa algo similar con el acceso a las corrientes de información. Quizás no tan agudamente, dadas las barreras tecnológicas, pero sí en un grado que para los entendidos aparece como relevante.
 
Cubadebate publicó el 22 de junio una excelente crítica de la serie televisiva Game of Thrones (Juego de Tronos), donde se reconoce que "pasa de memoria en memoria o se encuentra en los puestos de venta de DVD". Este periodista, uno de sus fans, vio el último capítulo, memoria flash mediante, ¡a tres días de pasarse por una televisora extranjera!  De paso,  que el prestigioso diario digital haya publicado sobre el asunto, indica hasta dónde ha crecido lo que ha dado en llamarse la "flashnet".
 
Sin embargo, el lado más peligroso no es ése: más de una vez he recordado en mis artículos y entrevistas al magnífico oficial entrenador que tuve en mis inicios como combatiente secreto de la Seguridad del Estado. Una de sus frases preferidas era: "desde la noche de los tiempos, los servicios especiales sólo trabajan sobre la base de conflictos reales, que estimulan o desestimulan de acuerdo con sus objetivos". Caso Alan Gross, prueba al canto. Se le atrapó, y saben los "segurosos" cuál palabra reservan los jefes para cuando la operación se logra ¿Pero, es el único, será el único, más en escenario creciente de compactación y abaratamiento tecnológicos?
 
Lo sabio, vale por sí mismo. Vaya, por ende, una máxima de un gran adversario de Cuba, John F. Kennedy, quien expresó a modo general que "la única tendencia general e irreversible es la de la libertad". Marx, Engels, incluso Lenin, demostraron que el avance de ésta, entendida como "elección con conocimiento de causa", tiene por base a la tecnología. Quien pretenda liderear o dirigir en este  mundo global e informatizado como cuando sólo existían la imprenta, la radio o la televisión, reserve plaza. En el hogar de ancianos… o en el manicomio.

4 de julio de 2012

En busca de la madurez perdida

tags: autoritarismo, blogs, burocracia,  cine, Cuba, debate, democracia, Estatismo, internet, manipulación, medios, participación, público, Raúl Castro, Rogelio M. Díaz Moreno, totalitarismo
Por Rogelio M. Díaz Moreno
 
Seguramente que muchos cubanos hemos oído en algún momento del pasado esta frase, u otra parecida, pronunciada con acento de noble preocupación, de "esa iniciativa cultural, material audiovisual u obra literaria, tiene su sentido aprovechable, pero tal vez para el futuro, por ahora el pueblo no está maduro como para entenderla y solo le haría daño a la sociedad".
 
Tal tratamiento podía ser el último remedio aplicable para cerrar la divulgación de una película como Alicia en el país de las Maravillas, Suite Habana, escritos que incluso ganaran premios literarios nacionales; ensayos y trabajos filosóficos de interés; géneros musicales de distintas latitudes y otras manifestaciones artísticas que podían hasta ganarse el mote de "diversionismo ideológico". Fue también una impenetrable barrera durante muchos años para las personas comunes, que requerían seriales televisivos libres de los pesados lastres del realismo socialista y utopista que sufrieron durante décadas ¬–y todavía padecen en buena medida– los productos de nuestros medios masivos de comunicación.
 
Después de muchos años, se ha producido una situación más bien incómoda.
 
El desarrollo tecnológico, la proliferación de aparatejos tales como DVDs, memorias USB, la mayor conectividad de algunos cubanos que se abre paso hacia el resto, ha inundado el país de materiales de calidad heterogénea, una masa amorfa en la que abundan, más bien desbordan, las películas de violencia y matazones; la acumulación de videos clips más bien pornográficos a la manera más obscena y vulgarizante posible de las personas involucradas; los libretos deficientes, plagados de sentimentalismos banales y de celebración del modelo consumista occidental. Ni la programación de la televisión oficial se libra ya de estos problemas. Y con frecuencia, aparecen voces airadas de periodistas o intelectuales que se preguntan por qué el público cubano ha llegado con tanta facilidad a este estado, en que se conforma y consume productos tan poco coherentes con otros valores culturales que mucho se extrañan. De morboso interés resulta que las autoridades políticas y administrativas participen ocasionalmente de estas protestas, se pregunten cómo hemos llegado a este punto y llamen a darle remedio. Pero sobre el camino que nos condujo a este paradero, hay más bien poca reflexión.
 
Las tecnologías modernas han vuelto obsoleta la filosofía aquella de regular mediante el monopolio, las posibilidades de lo que el pueblo cubano pueda ver en las pantallas de sus hogares, o del cine. Pero ha ocurrido que los decisores de la política de divulgación perdieron la oportunidad, a lo largo de treinta o cuarenta años, de contribuir a la educación y promover el producto profundo, crítico, con todas las riquezas desde los puntos de vista artístico, cultural y social. Todo su abrumador e incontestado poder se petrificó en una idealizado, maniqueo y monótono discurso que representaba un mundo supuestamente lineal y sin contradicciones, y el discurso se tornó incapaz de mantener la atención del público una vez que aparecieron otras opciones, por más que estas otras sean con frecuencia de la más pobre calidad artística y humana.
 
¿Cómo calificar la obra de esas autoridades durante estas décadas? Permítanme recapitular: un inmenso poder, sin contrapesos, sobre lo que todos los ciudadanos podían recibir, estancado y tratando al público como menores de edad incapaces de usar sus intelectos porque "todavía no estaban maduros"; hasta que pasó tanto, pero tanto tiempo sin que se alcanzara "la madurez" que, ahora, el ex monopolio perdió su oportunidad sin haber logrado ese objetivo "educativo" y el público, que "demuestra" así su "inmadurez", hace lo que le da su real gana…
 
Aquellos cuadros hicieron transcurrir décadas con los caminos bloqueados a cualquier cuento que contuviera a un miliciano que hubiera sentido un poquito de miedo; a una canción sobre un marinero que robara comida aunque después diera la vida; a conflictos en cualquier escenario que mostrara facetas diversas y contradictorias de la vida, del arte, de la sociedad... todo en nombre de la espera de una madurez a la que llegaríamos de alguna manera nebulosa en un futuro no menos indefinido, sin necesidad al parecer de digerir todos los ingredientes amargos pero necesarios para desarrollarnos, crecer y perfeccionarnos en el dialéctico y difícil proceso de construir una sociedad de mayores justicia, solidaridad y libertad.
 
Todo ese tiempo perdido. Todo ese potencial desperdiciado. Todas esas generaciones obligadas a renunciar a sí mismas. Todo ese daño infligido a la nación que ahora, como resultado, vaga más o menos a la deriva, con muy poco criterio y presa de las peores banalidades del kitsch, las fiestas de quince, las candilejas de los reality shows, las vidas de la gente rica y famosa y todo aquello que hipoteque el cerebro para que el trabajador no se ponga a pensar en términos de clase. Todo eso no se puede calificar de otra manera que como una actitud deleznable, antipatriótica, anticubana.
 
Como si no fuéramos capaces de aprender la lección, ahora estamos viviendo la segunda parte de este drama. Y como señalara sardónicamente el viejo Marx, la repetición de un drama histórico se convierte en una farsa. Ahora, la misma clase que enajenó a la nación sus medios masivos tradicionales pretende convertir a las nuevas tecnologías como Internet, las redes digitales, etc., en un feudo sobre el que solo ellos claman dominio. El pueblo, podemos escucharles decir, necesita primero ser "educado", "instruido" en las oportunidades y peligros de estas nuevas herramientas que, fuera del control de autoridades competentes –o sea, ellos mismos– no son sino armas nuevas del enemigo viejo del Norte.
 
Tendido el famoso cable de fibra óptica hasta la hermana república de Venezuela, el argumento de la limitación de la conexión por satélite se volvió obsoleto. De tal forma solo les queda, a los que hoy tienen el monopolio de esa tecnología en nuestro país, aferrarse a aquellos criterios que amenazan en base a los peligros reales o supuestos de dejar en manos del pueblo "inmaduro" sus enormes potencialidades.
 
Estas autoridades están bloqueando hoy, como lo hicieron en el pasado con los medios característicos de la época anterior, las posibilidades de desarrollo de las personas. Obstaculizan de esta forma el crecimiento económico e intelectual de la sociedad cubana. Dificultan las comunicaciones, las redes comunitarias, de solidaridad, todo ello sin delinear, consensuar o siquiera debatir públicamente un plan para ir extendiendo los tan necesarios recursos de una manera escalonada y a la vista de todos.
 
Sin ningún género de dudas, estas autoridades perderán mañana el monopolio sobre estas capacidades tecnológicas hoy novedosas, como ya perdieron el monopolio sobre las tecnologías menos recientes. Con el avance de las industrias electrónicas, informáticas, etc., no pasará mucho tiempo hasta que conectarse a las redes globales sea tan fácil como mirar la hora en un reloj de pulsera o escuchar la radio. Las personas se conectarán con dispositivos o acciones triviales, imposibles de controlar, limitar o verificar. Para ese entonces, se habrá vuelto a hacer tarde para que aquellos, que hoy tienen el poder monopólico gigantesco e incontestado sobre Internet, hayan aportado sustancialmente con ese poder al empoderamiento de los trabajadores, al desarrollo de las comunidades y los valores socialmente más apreciados.
 
Para ese entonces, los años malgastados, las frustraciones vividas, las potencialidades mutiladas y todas esas consecuencias de la mentalidad actual de control totalitario nos harán considerar, de manera inequívoca, que la actitud mantenida por estas autoridades habrá costado un precio doloroso y funesto para el país; se habrá causado un daño tal que nuestros hijos nos preguntarán cómo se puede haber sido tan anticubano.
 
Parece mentira, pero si algún grupo conocidamente pro-capitalista habla de promover la internet en Cuba, y le enseñan a algunas personas a manejarse en la WWW, podríamos cuestionarnos si no le estarán haciendo involuntariamente un favor a nuestra sociedad, al hacerle abrir los ojos a la necesidad de involucrarse más en ese asunto. Fíjense si no, que cuando el denostado Festival Clic, el gobierno cubano sintió la necesidad de realizar un "contra-festival" que, según la prensa nacional, convocó a muchos miles de personas en los Joven–Club para hablar de esos temas de los blogs, Facebook, etc. Le puedo dar todo el crédito a las noticias oficiales sobre este evento del gobierno, y todavía me río y lloro un poco al imaginarme qué le dio la motivación. Por mí, si para que el gobierno camine hacia delante y hacia la izquierda necesita que lo pinchen desde atrás y desde la derecha, pues venga, todavía resultará que otro artefacto subversivo del extranjero larga el tiro por la culata y al mismo tiempo nos hace caminar en la dirección correcta.
 
Y a aquellos que intentan enlodar a sitios alternativos, diversos, de izquierda, anticapitalistas, de personas honradas y trabajadoras, como los miembros del colectivo Havana Times, porque notan estas contradicciones, solo puedo recomendarles que recapaciten sobre los discursos del general en jefe, Raúl Castro, especialmente en sus críticas a aquellas manifestaciones autoritarias, burocráticas, de mentalidad obsoleta, que constituyen hoy los mayores peligros para nuestra República socialista, y que ya bastante la han perjudicado de las maneras que aquí se ha criticado.