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29 de agosto de 2011

Más todavía sobre una polémica y unos anarquistas de los que se habla mal o dónde está el verdadero enemigo

[tags debate social, Cuba, Raúl Castro, Enrique Ubieta, Rogelio M. Díaz Moreno, burocracia, democracia, anticapitalismo, diálogo, izquierda, lineamientos, socialismo, sociedad civil]
 
Resulta más que triste, patético, contemplar cómo las personas que durante muchos años conforman su razón de ser en un estado de enfrentamiento, se petrifican en torno a este conflicto hasta perder toda capacidad de recapacitar respecto a los motivos iniciales y los fines últimos del movimiento que, por desdichadas circunstancias, se vio envuelto en tal enfrentamiento. En este sentido, los cambios de realidades objetivas no significan nada para estos seres obnubilados, ya sea en la variante de la sinceridad ciega o en la del fundamentalismo oportunista.
 
Mi intervención en esta polémica se debe al peligro que respiro en los cartuchazos de Enrique Ubieta contra personas y procesos que aprecio. El dice que no es nadie y solo expone opiniones personales, pero detrás de declaraciones como las de él, se han desatado cruzadas "moralizantes" de la policía y otros agentes del Estado cubano contra intelectuales, artistas, promotores y simples personas un poco fuera del tiesto de lo políticamente ortodoxo y lo socialmente normativo.
 
A lo peligroso se une, pues, lo lamentable de una actitud incapaz de reconocer los cambios de la sociedad que lo rodea. Las evidencias indican que Ubieta aborrece especialmente aquel cambio que significa la aparición de una voluntad ciudadana incipiente, pero ya indetenible, de no aceptar más posposiciones o retrasos en las cuestiones del diseño ciudadano y democrático del modelo de sociedad soñado; ignora que estos anhelos son parte del proyecto revolucionario y por lo que los revolucionarios dieron sus vidas, tumbando dictaduras y repeliendo agresiones imperiales. Por ignorar más, ignora también que el Presidente de la Revolución cubana, el general en jefe Raúl Castro, ya destacó que el principal enemigo que tiene el proceso no es, repetimos (con Raúl), NO ES el imperialismo yanqui, y menos sus asalariados vinculados con la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana. El principal enemigo del proceso que puede sacar adelante a Cuba son los propios errores de los funcionarios con poder para cometer esos errores en la dirección y administración del sistema, las barreras de la inercia y el inmovilismo, la simulación y la doble moral. Por poca memoria que tenga el periodista, recordará que estas fueron las palabras del Primer Secretario del Partido en las recientes sesiones del Parlamento cubano el pasado mes de julio. Pero parece que estas ideas no logran hacer mella en quien además ignora el llamado del Presidente cubano a que todos los criterios sean escuchados con respeto, de manera que se promueva el debate de todas las discrepancias, sin limitaciones o cortapisas por parte de los administradores de la palabra en público.
 
Ubieta define un estrechísimo carrilito ("el imperialismo es tan malo, que tenemos que apoyar a nuestro gobierno incondicionalmente porque nos defenderá de sus malvados tentáculos") que está muy lejos de cualquier proyecto emancipador que hayan querido desarrollar para Cuba sus hijos más ilustres, desde Martí hasta nuestros días, pasando por Juan Gualberto Gómez, Carlos Baliño, Alfredo López, Abel Santamaría, Frank País y muchos otros menos conocidos. Tan importante es esa defensa, que parece que hay que defender también los errores y calamidades en que se mete, con tal de no comprometerlo. Pretende ampliar su campo posible con menciones al internacionalismo cubano, pero para ser consecuentes tendría que reconocer de vuelta el florecimiento y aporte de pueblos, movimientos y naciones de diferentes sistemas sociales, a la solidaridad con nuestro país y a las luchas antimperialistas – cosa que Ubieta no hace. De esta manera, no logra separarse apenas de la posición simétrica que sostenían en la era republicana anterior a esta, los que arengaban que "el comunismo es tan malo, que tenemos que agradecer al gobierno (del que fuera, Prío, Machado, Mendieta, Batista), que nos proteja de los demonios rojos".
 
Las inconsecuencias en el discurso de Ubieta son patentes hasta para alguien como yo, que no estoy del todo versado en la terminología filosófica que se cruza en esta arena; si bien me resultan obscuros los matices entre derecha o centro derecha; si no puedo disertar con soltura entre doctrinas neohegelianas o pos-anarquistas, lo que sí puedo es comentar a quien pueda interesar que los cambios en Cuba no se van a limitar a  la entrega de tierras a los campesinos en usufructo, de la ampliación del trabajo por cuenta propia y de la compra y venta de viviendas y autos, como parece desprenderse de los últimos argumentos de Ubieta. Llendo más allá, mencionaré que no son Havana Times y sus amiguitos, ni los otros antagonistas de la polémica, los que promueven con mayores energías varias de las transformaciones más preocupantes y problemáticas. De los programáticos Lineamientos aprobados en el último Congreso del Partido, podemos prever que se liquidarán o pasarán a formas no estatales las empresas que no se puedan hacer rentables bajo el esquema actual de funcionamiento (lineamiento 17, que no se digna mencionar si se prefiere la forma cooperativa o su privatización con nacionales o extranjeros); que se van a seguir eliminando de manera expedita lo que se denominan "gratuidades y subsidios indebidos" (lineamientos 69 y 173) sin más que promesas vagas respecto a que el trabajador podrá ganarse la vida dignamente con su salario; que se va a continuar propiciando la inversión de capital extranjero (lineamiento 96), sin mucho espacio para consultar al pueblo sobre la conveniencia de venderle tierras, puertos, marinas, campos para golf, etc., a los subimperialismos brasileño o español o de otras partes, porque evidentemente, estos últimos no son tan malos como el yanqui; incluyendo zonas francas para que éstos vengan a poner sus maquilas (lineamiento 103) sin pronunciarse, por cierto, sobre la política laboral de estos enclaves, cuya producción podrá ser exportada libremente por sus propias instalaciones portuarias (con el puerto del Mariel, indirectamente relacionado en el lineamiento 277); disminuir la participación del Presupuesto Estatal en el financiamiento de la Seguridad Social y recortar prestaciones en este sentido (lineamientos 165 y 166); despedir a los trabajadores sobrantes (lineamiento 169) con muy escasas garantías para las personas que se consideren prescindibles. Estos cambios, a despecho de Ubieta, van mucho más allá de los que él se da por enterado y despiertan la preocupación de muchas personas (entre ellas, los anarquistas de sus pesadillas), pero no tienen apariencias de ser impulsados por un malvado enemigo externo.
 
Si hay que decirlo, yo también diré que repudio la actitud ingerencista del imperialismo yanqui y el lacayismo de sus mercenarios pero reitero, como Rosa Luxemburgo, como lo repite Raúl, como se desprende de la filosofía polemista de los análisis socio-económicos del Che Guevara, que no hay libertad sin el respeto a los que piensan (de manera sincera) de forma diferente y que reclaman el espacio que les corresponde como ciudadanos en la arena pública del país. Con ganas de ir concluyendo, que ya he aburrido bastante a quien haya leido todo esto, me vuelvo a preguntar por qué Ubieta se empecina en ignorar todos estos cambios que están ocurriendo a su alrededor; el por qué de su aferramiento a la idea de que el imperialismo es el principal enemigo, y la negativa a otorgar, por lo menos, el beneficio de la duda respecto a la sinceridad u honestidad de otras personas que no piensan como él. Por otra parte, no me acabo de tragar su pose de revolucionario sencillo y puritano del pueblo, cuando nada más hay que consultar su ficha en la enciclopedia digital cubana Ecured para comprobar cómo su actitud le ha permitido recorrer el mundo a lo largo y ancho (incluyendo una beca de investigación en la Biblioteca del Congreso de los malos malísimos); codearse ampliamente con extranjeros sin que se le considere jinetero o luchador de dineros apátridas (por supuesto, estos extranjeros han sido previamente aprobados como "políticamente correctos") y más bien sospecho que estos privilegios tienen que ver con la fiereza de la defensa que él hace de la sagrada autoridad y el sacrosanto sistema que estamos llamados, pese a todo, a transformar.
 
Está claro que culpar al imperialismo por todos nuestros males permite desviar la atención y no combatir la presencia interna de los flagelos de la corrupción, el autoritarismo, y otros tan criticables como letales para cualquier proyecto socialista. Así que si Ubieta cree que Raúl Castro está equivocado respecto a lo de dejar de considerar al imperialismo como el principal enemigo, que lo diga explícitamente y exponga con valor sus argumentos; pero si sabe que el presidente está en lo cierto, y sigue defendiendo otra opinión, entonces habrá que preguntarse qué torvos intereses lo mueven.

25 de agosto de 2011

FEDERICO: CONTRALUCES PARA UN CABALLO AZUL

tags: Federico García Lorca, Ian Gibson, homosexualidad, homofobia, asesinato fascista, teatro lorquiano, literatura homoerótica, teatro cubano
 
Por Norge Espinosa Mendoza
 
A 75 años de su asesinato, permanece viva la pasión que sus obras aún despiertan. Ha transcurrido el silencio vil que cubrió o quiso borrar su nombres tras el acto infame que le arrebató la vida, y también han ido sucediéndose, por oleadas, las relecturas que sus escritos merecen. Del Lorca habitual en las academias y escuelas (el del Romancero Gitano, despreciado por Lorca y Dalí; y el de La casa de Bernarda Alba, La zapatera prodigiosa y Bodas de sangre), hemos ido llegando al retrato más profundo que él imaginó para su nombre, en escritos como Poeta en Nueva York y piezas como El público, Comedia sin título, o Así que pasen cinco años, frente a las cuales titubean no pocos directores, dada la temperatura experimental de sus concepciones, y los retos que, como reflejo de su conflicto interior, asatean a esos personajes. Hombres, Caballos, Figuras de Pámpano y Cascabel, Trajes de Novias, Fantasmas. Atravesar el biombo puede revelar lo que hemos cuidadosamente ocultado tras muy sofisticadas máscaras. Los asesinos no habían leído esas piezas de Federico García Lorca. Se hubieran espantado aún más ante lo que él proponía en tales proyectos. Tal vez le habrían disparado con más saña de la que le infligieron de haberle oído leer algunos parlamentos y estrofas de esas últimas entregas.
 
Ian Gibson, a quien los devotos de Lorca debemos tanto, ha regresado a su rostro y a su biografía para emplazarlo ya de modo definitivo en su carácter de mártir. Al firmar Caballo azul de mi locura, Lorca y el mundo gay, publicado en el 2009, subraya lo que su ampliación de las indagaciones a las que ha dedicado gran parte de su vida ya manifestaban. En Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, editado en el marco del centenario del poeta, daba más detalles sobre la homosexualidad del granadino, y la lucha que sostuvo consigo mismo hasta esbozar un camino de expresión liberada en sus textos finales y menos conocidos. Agradeciendo la salida a la luz que en 1994 propició la Editorial Cátedra al dejar llegar a los lectores mucha de la juvenilia inédita de Lorca (los poemas, prosas, esbozos teatrales de su adolescencia que permanecían en los archivos familiares), encuentra ahí datos que explican las dudas, traumas y seguridades del gran autor futuro. Una novia imposible en la infancia, una relación no menos imposible con Eduardo Rodríguez Valdivieso, un joven de su Granada, y anécdotas de sus conquistas rápidas con muchachos de origen humilde en la misma localidad, Madrid, Buenos Aires o La Habana, son reveladas en este volumen, que también dilata lo que en Lorca-Dalí: el amor que no pudo ser, dejó que supiéramos. El tomo, impreso por Planeta, a pesar de sus más de 400 páginas, no deja de señalar que muchos datos permanecen silenciados por confidentes y amigos de Lorca, o sus parientes. Ya fallecidos la mayoría de ellos, parece que algunos secretos no se revelarán nunca, o siguen al cuidado de quienes, en algunos casos, han anunciado la destrucción de cartas y documentos que resultarían esenciales. A su manera, Federico se mantiene a contraluz, dejándonos entrever solo una parte de su biografía, escapándose un poco incluso de la mano veraz y comprometida de un investigador tan acucioso como Gibson.
 
En Cuba, donde Lorca es aún parte de una pasión inacallable, esos tomos no se han publicado y es una lástima. En 1998 se editó finalmente, entre nosotros, El público, la obra de ruptura que el autor de Poema del cante jondo comenzó a escribir en el Hotel La Unión de nuestra capital. A pesar de lo sabido, pruebas hay de que algunos preferirían que Lorca no fuese analizado mediante los textos en los que dejó clara su voluntad sexual, como una metáfora de libertad que llegó a costarle la vida. Hoy, es el autor de Yerma y Doña Rosita la soltera (esa pieza tan chejoviana, andaluza y sutil como pocas). Pero sería ingrato y torpe no entenderlo como el rostro de los Sonetos del amor oscuro, o el atormentado espíritu de la "Oda a Walt Whitman", y esos fragmentos de cartas y memorias que sobreviven, y que pueden incluso salir a la luz en el momento menos esperado, para revelarnos nuevos detalles de su relación con Rafael Rodríguez Rapún, Cernuda y otros que de maneras diversas pero unidas por el mismo halo de encanto, supieron amarle. Si reducir a Lorca a mártir de los homosexuales sería constreñir su talento y grandeza a una sola esquina del asunto, honrarle como alguien que no dejase ver en ese conflicto parte de su espiritualidad sería, a estas alturas, pecar de ignorantes. Borges, que no simpatizó con él, dejaba creer que su asesinato era la base de su fama post morten. La pervivencia de sus mejores textos teatrales, la polémica que desatan las representaciones de sus obras más complejas (recuérdense las versiones de El público, que alzó aquí Carlos Díaz), desmienten esa afirmación del gran narrador argentino. Su talento, sin embargo, no ha podido librarlo de homenajes fútiles, de reapropiaciones de su legado que se regodean en su lado más externo, y cuántos espectáculos de recortería no hemos visto, que toman fragmentos de aquí y de allá para rendir un tributo servil a lo que debiera ser palabra viva. Eso, cuando no se limita su recuerdo a ocasión formal, con lecturas sordas y simplemente descriptivas, en tono hagiográfico, de lo que fue su existencia; o se persiste en ese Lorca escolar, imagen ya tardía, poco cercana a la que han ido sumando las investigaciones y datos más recientes. Lorca es uno de los pocos autores de la lengua que exige una revisión constante más allá de sus poses y sus lugares comunes. En eso, también, ha de haber parte de su mejor herencia. A ese Lorca quise evocar con Teatro de las Estaciones en un espectáculo como Federico de noche, en el cual un poeta niño se mira en el futuro de sus propias páginas, prefiriendo el reto a invocarlo mediante esas estrategias de pura forma o sastrería teatral tan redundante que casi siempre nos acosa.
 
Cuando, hace poco, se procedió a la apertura de las fosas comunes en las afueras de Granada para intentar localizar los restos del poeta, hubo también polémica. Sacar al aire ciertos fantasmas y cadáveres hace que las culpas más o menos calladas se remuevan, y pueda tornarse grito lo que para muchos quiso ser ya lápida de silencio. Lo más sorprendente es que, a pesar de lo tenido por cierto durante años, los restos de Lorca no aparecieron donde se esperaba. No se dejó ver, reducido a polvo, huesos o cenizas, lo que quedaría a la luz del poeta que supo sonreír y hacer feliz a tantos en lugares tan diversos. Desde ese contraluz, Lorca pervive. Y sobrepasando la avalancha de gitanos, caballos, lunas, cuchillos y tantos símbolos que algunos solo repiten mecánicamente, guarda un poco de su verdad, y un poco de su enigma, para que volvamos a él no solo en las fechas que recuerdan su nacimiento o su asesinato, sino en cada uno de esos momentos en los cuales vivir se nos descubra como una mezcla persistente de sacrificio y belleza.

20 de agosto de 2011

Para no cerrarle la puerta al Hombre Nuevo

Tags: Cuba, perestroika, juventud, autogestión, Hombre Nuevo, sociedad, debate social, 15-M, movimiento indignadxs,
 
La iglesia católica ofrece en La Habana cursos para empresarios. Las federaciones de estudiantes acatan disciplinadas la orientación de cancelar las movilizaciones de jóvenes para labores productivas.  El cambio –obligado, impuesto por las circunstancias–  hacia las formas de estímulo material ha borrado de la memoria de las voces oficiales la época en que se pensaba con términos más "ideológicos". Todos vamos encarriladitos por el camino racional, pragmático, económico, para actualizar el modelo de sociedad cubana. Tal vez en estos momentos, los chicos del movimiento 15-M en España estén haciendo más por construir al hombre y la mujer nuevos.
 
El romance del Estado cubano con la Iglesia florece nuevamente. Altos funcionarios asisten a misas en celebración de determinadas ocasiones memorables, como el reciente aniversario de la fundación de la villa de Baracoa. Prelados y estadistas discuten temas políticos que nunca se pondrían al alcance del resto de la sociedad civil. Educativamente, la iglesia se acerca a su viejo sueño de poner escuelas. Ya tienen centros de enseñanza de idiomas, tan buenos que yo mismo iría con entusiasmo si tuviera más tiempo. Pero esto de abrir una maestría en gerencia, debería levantar más de una suspicacia: ¿no estamos hablando por casualidad de una escuela de capitalistas en medio del país que declaró al sistema socialista "irrevocable"? En realidad, con las corrientes de "actualización del modelo económico cubano", "reestructuración" (en el diccionario español-ruso: reestructuración se dice perestroika), conversión de entidades estatales en empresas autofinanciadas bajo la dirección de gerentes todopoderosos, esto de crear pichones de CEO para las nuevas corporaciones cubanas tiene mucho sentido, y el beneplácito de todos los interesados en la transición.
 
Las asociaciones de estudiantes profundizan su obediencia y su incapacidad para liderar empeños juveniles. Acatar disciplinadamente la orden de olvidar las brigadas de trabajo veraniegas, qué característico. No tenía sentido machacar sobre la misma forma de actividad contraproducente en términos económicos, ¿por qué no suspenderlas? Claro, que la iniciativa no podía partir de las estructuras estudiantiles, tenía que bajar de arriba. Y abajo, nadie tendría el menor interés en probar otras variantes que demostrasen la menor capacidad de la juventud para asumir independientemente empeños que evidencien compromisos políticos con la sociedad; nadie creería que la muchachada loca puede irse por su cuenta al Malecón habanero a recoger basura, creando belleza y conciencia ambiental a cero costo; sembrar unas posturas de árboles por amor a la ecología; ayudar a unos vecinos a pintar una escuela, a un amigo a realizar una mudanza. Capaz de que las personas se den cuenta de que se pueden transformar a sí mismas sin que el Estado o el Mercado las dirijan, trabajar y ayudar al prójimo por el gusto de hacer algo bueno y de acercarse de modo autodidacta al ideal del Hombre Nuevo.
 
Con el mismo entusiasmo con el que antes se decantaban por la centralización y un imposible control total, las voces oficiales entonan hoy las nuevas notas del estímulo por resultados, del interés por cuenta propia y de la empresa basada en la ganancia – siempre saludablemente distanciadas del carácter obrero y campesino que debería tener la administración de una sociedad de trabajadores. A veces la transición ocurre en espacios mínimos, como dentro de un solo libro de no muchas páginas: Orlando Borrego habla horrores de la autogestión obrera, escudándose en el concepto de control estatal del Plan que defendía el Che en los años 60, pero unas decenas de páginas más tarde, la autonomía de empresas dirigidas por empoderados gerentes, aprendices de brujo de técnicas capitalistas, le merece los mayores elogios. Si la economía "grande" sigue ese camino, obviamente las actividades "ideológicas" como brigadas estudiantiles, trabajos voluntarios, planes en educación, cultura, salud, etc., concebidos teóricamente para elevar el bienestar del pueblo de manera principalmente espiritual, todo esto le toca irse abajo. Si por esta renuncia nos llega mañana la abundancia material –a todos, o al menos a la gran mayoría–, tal vez tendremos la oportunidad de recuperar lo espiritual... a menos que hayamos aprendido a despreciarlo, y hayamos olvidado de que para transformar la sociedad hay que transformar también al hombre y a la mujer que la integran, a crear(nos) nuevas personas. ¿De nuevo estamos presos de la lógica bipolar, donde la única alternativa al Estado paternalista resulta el sálvese quien pueda neoliberal? Hay muchas personas que se resisten a aceptar esto, e insisten en acercarnos a la sociedad comunitaria, democrática, participativa, de los trabajadores auto-organizados, una variante donde el bienestar se construye por consenso, sin aislar el interés individual del colectivo, sin enajenar lo material de lo espiritual, y donde el crecimiento económico irá de la mano con el humano, pero los caminos resultan extremadamente complejos.
 
Paradójicamente, del mundo capitalista nos llegan luces. La juventud indignada lleva a cabo una gesta maravillosa en España y otros países. Un sujeto político nuevo, limpio, hermoso, se gesta ante los ojos atónitos de los políticos, medios de comunicación, finanzas opresoras, que ni les comprenden ni logran asimilarlos. Se ven en la necesidad de generar un lenguaje nuevo, pues entreven un mundo nuevo.
 
Una de sus exponentes nos contó sus experiencias. Para respetar su voluntad de no tornarse representante, guardamos su nombre. Pero no puedo evitar contar que es maestra de escuela, y que pasamos horas maravillosas escuchándole sus vivencias, las emociones vividas en la Plaza del Sol. Nos atestiguó en primera persona la calidez de un proceso fortalecido en la interacción cara a cara, desmitificando el influjo de las TICs que no cumplen otro rol que el de acelerar las convocatorias y la divulgación de lo que los corazones de las personas construyen o sueñan. Le jugaremos, eso sí, una broma, al manifestar que debe haber sido muy difícil para sus compañeros integrarla al movimiento de Indignados. Nos explicamos: en nuestra imaginación, llegamos a la Plaza del Sol. Vamos cargados de nuestra ira contra el capitalismo, los políticos corruptos, las finanzas esclavizadoras, los medios de información convertidos en manipuladores, las corporaciones contaminadoras... Empezamos a descargar nuestra molestia en ardientes discursos, en enérgicas proclamas en defensa del medio ambiente, en llamados a no apoyar más el sistema. Súbitamente nos percatamos de la presencia de esta muchacha. La tenemos ahí, al alcance de la mano. La hemos escuchado y la hemos visto sonreír. Nos ha ofrecido su abrazo o un simple apretón de manos. Nuestro día ha cambiado. Está más luminoso. De esta manera, ¿quién puede permanecer indignado? Entonces comprendemos la solución: las revoluciones también son obra de infinito amor.

16 de agosto de 2011

Plan para conseguir la transmisión de partidos internacionales de béisbol en la televisión cubana

Tags: deporte, prensa, cuba, béisbol, fútbol, televisión, ET
 
Situación
 
A este servidor, como a muchos cubanos, le gustan casi por igual el béisbol y el fútbol. Como nuestro país es bastante bueno en el primero y una nulidad en el segundo, la balanza se inclina fácilmente hacia el deporte de las bolas y los strikes.
 
La televisión cubana trasmite con frecuencia juegos de fútbol internacional, como el reciente Madrid-Barcelona. En cambio, los juegos de béisbol de equipos de otras latitudes, parecen no existir para la prensa cubana, y no solo la televisiva. Todo el mundo puede imaginarse por qué, pero yo fui más lejos: desarrollé un plan malévolo y maquiavélico para volver inevitable la trasmisión de los juegos de las Grandes Ligas y otros que sean de interés en un país de tanta tradición de esta actividad y de tradicional proyección internacionalista.
 
Paso número 1 de mi plan
 
Los extraterrestres aterrizan en España. Abducen a Leonel Messi y a Cristiano Ronaldo. Les extraen células madre y luego los liberan sin mayores daños, con 10 millones de astrocréditos y artesanías de la Osa Mayor a cada uno como compensación.
 
Paso número 2
 
Los marcianos dejan España y, a continuación, aterrizan en Cuba. Abducen al equipo cubano de fútbol en pleno. Les implantan las células madre anteriormente extraídas de los mencionados genios.
 
Paso número 3
 
El equipo cubano gana la Copa de Oro de la CONCACAF por goleadas de no menos de 7 goles.
 
Paso número 4.
 
Este es el más doloroso, pero hay que hacer algún sacrificio porque nada es gratis en esta vida. Si no lo creen pregúntenle a Sebastián Piñera. Este paso consiste en que el equipo cubano de fútbol deserta en pleno, contratado por deslumbrados buscadores de talentos. Un deprimido oficial de la Seguridad del Estado regresa compungido y solitario al aeropuerto José Martí, y sus superiores lo mandan a desyerbar soya a Ciego de Ávila por no cumplir con su obligación de cuidar a los muchachones.
 
Paso número 5 y final
 
Los cubanos integran los equipos del Real Madrid, el Barcelona, el Bayern de Munich, el Olympic de Lyon, etc., etc., y se vuelve imposible para la TV cubana pasar un juego de fútbol sin que se se vea a nuestros compatriotas haciendo las genialidades que sus implantados talentos les permiten. Como ya da lo mismo, se empieza a pasar también los juegos de los Yanquis de Nueva York, los Bravos, los Orioles, etcétera.
 
Me han señalado algunas dificultades en este plan, así que he desarrollado un plan B
 
Paso número 1 del plan B
 
Los marcianos aterrizan en Inglaterra, y secuestran a los principales talentos del Manchester United...
Rogelio M. Díaz Moreno
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Físico, poeta y cuerdo
http://bubusopia.blogspot.com/
 
"Yo dono rosas, oro no doy"

9 de agosto de 2011

Quo Vamos

tags Cuba, cuentapropismo, descentralización, Estatismo, Marino Murillo
 
Busqué estos días la transcripción del discurso de Marino Murillo en la recién concluida sesión de nuestra Asamblea Nacional, pero me cuesta trabajo encontrarla. Aparece un sitio con algo que parece una grabación para escucharla, aparece un discurso del susodicho en el Parlamento en el 2009, pero este discurso particular no lo encuentro. Sin embargo, lo retransmitieron una vez por televisión y mi memoria, que tiene su propio sentido del humor, retiene una serie de detalles que son de ampanga.
 
De hecho, si yo fuera el Gobierno cubano, me sería difícil evitar la tentación de impedir que el discurso apareciera en mis medios oficiales de prensa que, como sabemos, son todos los que circulan legalmente en Cuba. Las cosas que recuerdo que dijo ese hombre, no son como para celebrar precisamente. Lo que es más penoso, que se vienen a reconocer y a tratar de poner algún remedio a problemas que tienen decenas de años y han estado todo este tiempo expuestos a la vista de todo aquel que no mantuviera sus ojos firmemente cerrados.
 
La corrupción alimentada de burocratismo y la manía del hipercontrol que agrava los problemas en vez de resolverlos recibieron sus respectivos fuetazos. Si se empieza por la agricultura, fueron de notar en el discursante los centenares de miles, hasta millones, de hectáreas de tierras cultivables que se cubrieron de marabú frente a la mirada de unos ministerios de agricultura y azúcar totalmente incapaces de controlar el avance del espinoso arbusto. No quedó más remedio que repartir estas tierras entre particulares, lamentablemente con veinte o más años de retraso respecto al momento en que empezó a hacerse notar más seriamente el problema. Problema, por cierto, que no termina con el cambio de propiedad del medio de producción hacia unas manos más eficientes, porque el fruto de estas se pierde con demasiada frecuencia al volver a caer en el mismo vórtice de ineficiencia de los sistemas estatales, llámense Acopio o Frutas Selectas, cuyas estructuras fueron el blanco de otras palabras dinamiteras: a volarlas en pedazos llamó Murillo, para que los productores puedan comercializar libremente sus mercancías, por ejemplo, a los hoteles, porque las instituciones oficiales son causa reconocida de sangrientas erogaciones subsidiadoras por parte del Estado.
 
Los materiales de construcción y su comercialización fueron también abordados por Murillo. El hombre reconoció que mientras se trató de mantener una venta subsidiada de estos, en los expendios "todo el mundo sabe lo que pasa". Enlacemos con la situación de las instituciones administradoras de todo lo que tenía que ver con la vivienda, si uno tenía que hacer alguna gestión de permuta, donación, lo que fuera: o se demoraba un universo o, para resolver rápidamente, "todo el mundo sabe lo que pasa". No era útil aumentar la cantidad de control, más bien por el contrario, se creaban más trabazones y corruptelas administrativas con cada intento.
 
Para no parar en esas, también Murillo comunicó la decisión de pasar al sistema de turismo común y corriente, posiblemente en pesos cubanos sin subsidios, la aplastante mayoría de la capacidad de alojamiento en villas, moteles y demás de los distintos organismos, pues su uso adecuado era, de nuevo en palabras de Murillo, "incontrolable". "Como todo el mundo sabe", lo que pasaba era que mucho dirigente y funcionario y socio y familiar pasaban sabrosas vacaciones y paseos pagados por Liborio. Ahora por lo menos, dos cosas buenas pasarán, que todo el que pueda pagar tendrá un acceso normal, y una empresa estándar recaudará ingresos normalmente.
 
Y para no quedarse a pie o con cucarachas en la cabeza, explicó Murillo que ha salido bien el experimento con los barberos y los taxis, ese de dejarlos a su aire, dejando que vivieran oficialmente de cobrar lo que el mercado determinara por el servicio, en lugar de un sueldo fijo más lo que no oficialmente les diera el mismo mercado. No había manera de controlar aquello, y "todo el mundo sabe" lo que pasaba con el precio de los pelados y de los paseos. Ahora, en vez de mantener esos servicios, el Estado recauda impuestos a su cuenta.
 
Todas estas ideas expresadas suenan convincentes y pareciera que los chicos del Gobierno se vuelven listos. Ah, pero uno se preocupa un poco por varios motivos cuando lo piensa mejor.
 
Según lo que también se ve en la prensa, en muchas reuniones y procesos asamblearios partidistas y de todo tipo, mucha gente parece que perdió la más reciente seña, y sigue exigiendo más y más control, hasta llevar supuestamente la supervisión personalizada y continua al pie del mismo trabajador que está en el surco o frente a un torno, para controlar todo lo que éste débil cristiano hace o deja de hacer. Uno no sabe si indignarse con estos fariseos o si reírse de la futilidad del intento. De lo contradictorio. De lo deshonesto. Porque ya ellos comprobaron, "como sabe todo el mundo", ya reconocieron públicamente, que bajo su sistema de omnicontrol lo que tienen es un controlito malo, una hiperinflación de estructuras aberrantes que estorban el buen desempeño de cualquier iniciativa productiva o de servicios, y según lo que vemos están empezando a remediar algunas, las más dramáticas, de la manera más burda, esto es, cediéndole potestades a particulares que lo hacen mejor, que permiten a las personas desenvolverse más libremente, al menos a primera vista. ¿Para qué hablar tanto entonces de los remedios viejos y reconocidamente malos? ¿Qué suerte de alquimia desprestigiada están reivindicando aquellos fanáticos acérrimos del control?
 
Otro motivo de preocupación surge porque uno no sabe, no lo dicen, se lo ocultan, hasta dónde están dispuestos a llegar en esta ofensiva a lo Marino Murillo. ¿Cuál o cuáles van a ser los próximos sectores "a descontrolar"?
 
Recientemente se mostraron mayores flexibilidades a los pequeños empresarios surgidos con el auge del cuentapropismo, que sean empleadores de otros asalariados. ¿Estará explícitamente establecido el límite de tamaño de la actividad económica que la sociedad considera adecuado que se libere de controles, para empezar a funcionar de manera particular, tal vez explotadora de otros proletarios, esto es, capitalista? A ello nos puede llevar a una idea expresada anteriormente por los adalides modernos del desentendimiento por el Estado de un número de funciones, aquella según la cual el Gobierno no se debe meter a regular las relaciones entre  individuos. ¿Aún cuando estas se encarrilen por moldes neoliberales a pequeña escala?
 
¿Llegaremos al punto en el que el Estado se confiesa incapaz de mantener el control sobre todos los sectores, de los cuales igualmente "todo el mundo sabe" que también están en crisis? Y, si es así, ¿se liberarán estos sectores a las fuerzas del mercado? ¿Quo Vadis (dónde vas)? o, mejor dicho, ¿Quo vamos, Murillo?

4 de agosto de 2011

¿La cultura no tiene momento fijo?

Tags: Cuba, cultura, TICs, enajenación, literatura, música

El otro día iba yo en un ómnibus de la ruta del P4. Atestado, a la hora en que
mataron a Lola, en una de estas radiantes tardes de verano. Las personas, que
luego de haber esperado largo tiempo en distintas paradas, se habían podido
subir superando a otros menos pujantes en las consiguientes moloteras, no iban
de buen humor. Casi todos estresados, acalorados, pensando seguramente mal del
gobierno, por lo menos del ministerio del transporte. Y yo, no.

Yo, desde que llegué a la parada, había sacado mi librito de cuentos de
Junichiro Tanizaki. Relajadamente me había puesto a leer, abstrayéndome del mal
ambiente. En el momento de llegada del ómnibus, aplicando las lecciones del arte
marcial oriental, conseguí que la fuerza de los demás fuera la que me hiciera
entrar por la esquiva puerta. Agarrado de cualquier forma a un tubo con una
mano, seguí disfrutando de los ambientes de geishas, samuráis y valles sembrados
de arroz, en lo que unas mujeres prorrompían en obscenidades a mis espaldas, en
ardiente discusión por un asiento de embarazada. Yo, abstraído. Unos señores
mayores más adelante, vomitando sapos y culebras posteriores a un intercambio de
empujones, y la magia de la literatura me las transformaba en haikus. El chofer
enojado denostando a los morosos en el pago con frases poco pedagógicas, y yo
abstraído, pensando en cómo contarle a mis amigos, aficionados a la lectura como
yo, el singular romance de Flor de Cerezo en Primavera.

Qué culto, qué buena manera de aprovechar el tiempo, eh. Si lo presento así,
claro, según la filosofía de algunos periodistas intelectualosos de nuestros
medios nacionales. Ahora, cambiemos algunas palabras.

Literatura, por música. Libro, por dispositivo reproductor MP3 o audífonos de
celular con la prestación cancionil (ojalá, eh). Junichiro Tanizaki por Elton
John, Vivaldi, Michael Jackson, Enya, Buena Fe o Los Aldeanos. Amigos
aficionados a la lectura, por seguidores de una cuenta -soñada, por ahora- en
alguna red social.

Ipso facto, puedo visualizar los ceños de aquellos periodistas de ahorita, cómo
se fruncen. Ya no verían el abstraído, distraído, soñador, que practica aquello
de que la cultura no tiene momento fijo. Ahora verían a un obtuso consumista,
que pierde las oportunidades de estrechar relaciones reales con las personas de
verdad, para refugiarse en un mundo ficticio, y enajenante.

Consecuentes e inconsecuentes por igual, que me perdonen si prefiero cualquier
mundo al de aquel P4 a la hora a la que mataron a Lola.

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El enemigo brutal

[tags Cuba, Raúl Castro, democracia, debate, socialismo, imperialismo,
burocracia, contrainteligencia, contrarrevolución, lineamientos, sociedad civil,
Rogelio M. Díaz Moreno]

Cuando Raúl Castro dejó pasar el 26 de julio sin considerar que valiera la pena
pararse en el estrado a decir algo que no fuera interesante, y mandó en su lugar
a Machado Ventura, yo tuve la esperanza de que se estuviera reservando para la
Asamblea Nacional del Poder Popular, como ya hizo una vez. En efecto, el pasado
lunes, en el espacio institucional preferido por él, el General en Jefe puso a
todo el mundo a alucinar con su discurso.

Más allá de la bomba de la reforma migratoria, de la que no sabemos mucho en
realidad, o de la anécdota de la justa restitución de la compañera afectada
aparentemente por prejuicios antirreligiosos, a mí me motivó de manera singular
el significado del pronunciamiento de Raúl, cuando dijo literalmente, "Más de
una vez he expresado que nuestro peor enemigo no es el imperialismo ni mucho
menos sus asalariados en suelo patrio, sino nuestros propios errores". Fíjense
si fue literal, que lo puse aquí copiando y pegando de la versión publicada en
Juventud Rebelde. Y de esa concepción, y de las ideas que giran alrededor de
eso, se pueden sacar conclusiones que no cabrían en muchos folios, mucho menos
en este reducido escrito. Eso sí, empiezo por advertir que no me voy a cansar de
sacarle lascas a esa frase.

Porque si ya nuestro peor enemigo no es el imperialismo –y sus subordinados
locales-, sino otro, urge dedicar al combate contra ese otro enemigo mayor los
recursos de la nación que sean necesarios, en cuantía mayor aún que los que se
dedican a la lucha contra el viejo enemigo que ya no es el mayor. Que no es poco
decir: para empezar, contrarrestar la amenaza imperial es la principal tarea
asignada en Cuba a las Fuerzas Armadas. También la mayor organización de masas
de nuestro país, los Comités de Defensa de la Revolución, con 7 millones de
afiliados más o menos, ubican en esos viejos enemigos su razón principal de
existencia. De ministerio en ministerio se contempla un panorama uniformemente
belicoso: todo el sistema educacional está montado sobre una ideología que
repite hasta el cansancio la necesidad de ser antimperialistas; el sistema de
Salud Pública circula documentos rectores donde se señala con más saña a la Casa
Blanca que al dengue; las instituciones culturales parecen deslomarse
defendiendo la humanidad, y esos son los que uno más conoce.

Así que si se va a ser consecuente con lo que dijo el Presidente, hay que
dedicar recursos a combatir "los errores" con mayor prioridad, energías y
dedicación aún que lo que se les dedica al viejo enemigo, porque ahora el nuevo
representa un peligro mayor para la sociedad cubana y el socialismo que se
anhela. Y no debe ser sencillo concebir, o dirigir, fuerzas más poderosas que el
Ejército, el Gobierno, el Estado todo, enfocado contra ese nuevo enemigo. Si de
veras se reunieran fuerzas de esa magnitud, de verdad que pobrecito el nuevo
enemigo, lo van a hacer puré de talco. Más aún, teniendo en cuenta que,
teniéndolo aquí adentro, cerquita, no tendrá para dónde escapar o dónde esconderse.

El quid está… bueno, hay muchos quids, y están en muchas partes. Para empezar,
el Presidente tiene que usar un lenguaje políticamente correcto. Yo, que soy un
pelagatos, me puedo tomar mayores libertades. Para empezar, puedo señalar que
donde Raúl dijo sólo "los errores", va todo el contenedor de otros agentes que
ha señalado en otras ocasiones, cada vez más descarnadamente. Para ilustrar, y
usando otros términos de este mismo discurso: "la resistencia burocrática, la
barrera psicológica formada por la inercia, el inmovilismo, la simulación o
doble moral, la indiferencia e insensibilidad y que estamos obligados a rebasar
con constancia y firmeza".

Cuando usted pone estos elementos en conjunto y constata cómo han conllevado a
todas las distorsiones presentes en la sociedad cubana actual, se da cuenta de
que no son simplemente "errores", o el fruto de la improvisación, o el
descontrol. El quid está en que casi todo eso es parte de la estrategia,
premeditada o espontánea pero inevitable, de una clase que aspira a enraizarse
parasitando el organismo republicano, bajo la etiqueta socialista o capitalista,
da igual, con tal de mantener ellos y sus descendientes todos los privilegios
alcanzables mediante la administración de todos los recursos e instituciones que
caigan bajo su mano.

Esta clase es la responsable de la resistencia que ha llevado a Raúl a expresar
decenas de veces, con rabia contenida, cómo los distintos acuerdos y propósitos
que podrían representar avances en la construcción de la sociedad soñada, quedan
engavetados, relegados, contenidos mediante murallas de justificaciones,
aplazamientos, golpes de mano de una burocracia ducha en la guerra de desgaste.
Esta clase, que llamamos burocracia a falta de un término mejor, constituye ese
enemigo que es el mayor de los enemigos para el pueblo cubano trabajador, más
que el imperialismo y sus acólitos. No son simplemente los errores porque, como
sabemos, casi nunca son realmente errores. Para seguir aprovechando el discurso
de Raúl, ¿acaso fue un "error" la medida tomada con la compañera cuyo caso se
refirió en esa ocasión?(1) Podemos estar seguros que la expulsión de esa
compañera fue absolutamente intencional; que los que se vistieron de
comecandelas criticando su condición religiosa pretendían sacarla del paso con
el pretexto que fuera, pues desde hace buen tiempo en nuestro país, está
bastante claro que las creencias filosóficas particulares de las personas, su
voluntad para practicar o no los ritos de cualquier religión, son una parte
inseparable de sus más elementales derechos. Así que aquí tenemos simplemente a
unos funcionarios inescrupulosos, poseedores de determinada posición de poder,
incómodos con una persona por X motivos, que se deshacen de esta con una excusa
que ni ellos mismos se la creen. Y también tenemos que las estructuras de
reclamación intermedias participan del mismo pastel, pues no corrigen la
arbitrariedad. Como tampoco fue un "error" la expulsión del destacado
intelectual, Esteban Morales, del PCC, ya afortunadamente rectificada. Como
tampoco es un "error" que la industria nacional no acabe de asumir la producción
de cientos de productos –implementos deportivos, instrumentos musicales, útiles
del hogar y otros, para mencionar solo los casos que han salido por el noticiero
de televisión, sino que en lugar de ello, funcionarios viajan año tras año a
firmar contratos con suministradores extranjeros, granjeándose comisiones y
otras prebendas. Como tampoco fue un "error" la importación de aquella máquina
barredora de nieve. Como tampoco fue un error el estancamiento del proceso
llamado del Perfeccionamiento Empresarial. Como tampoco son simples errores la
incapacidad nata de las estructuras de Acopio para hacer frente a la recolección
y comercialización de la producción agropecuaria –detrás de cada campesino que
perdió una siembra de arroz ya madurada, hay un soborno que no se pagó al que
trapichea con las máquinas cosechadoras. Como tampoco fueron simples errores los
del relajo formado en Cubana de Aviación; las arbitrariedades y desfalcos
cometidos al fragor de la llamada Batalla de Ideas, y muchos otros más de cada
rama económica y social del país que los especialistas pudieran explicar.

Hay entonces una fauna mucho más poderosa y malévola, detrás de lo que se
califica, por el momento, como "errores" y como "la resistencia burocrática, la
barrera psicológica formada por la inercia, el inmovilismo, la simulación o
doble moral, la indiferencia e insensibilidad". Todo eso es lo que constituye
hoy un enemigo para el socialismo en Cuba, más grande que el mismísimo imperialismo.

Y si con el imperialismo nos consideramos en una especie de guerra permanente,
por la cual forzosamente no se puede vivir en las mismas condiciones que
cualquier otro país que viva en paz, qué decir del enfrentamiento con esa otra
clase enemiga. Siendo un enemigo más infame, por cuanto apuñala por la espalda
las esperanzas de sus compatriotas. Estando tanto más cerca por cuanto que está
en nuestro mismo suelo patrio. Obviamente nos ha hecho tanto o más daño que
aquel otro, el que está por lo menos a una distancia definida de noventa millas.
Y con una astucia maquiavélica, el enemigo más cercano ha conseguido que casi
siempre se culpe de todos los males, hasta ahora, al más lejano. Si hay algo de
lo que carece el pueblo –pero no ese enemigo cercano- es culpa del enemigo
lejano. Si los trabajadores simples no pueden tener internet, viajar por el
mundo y regresar a su patria, ejercer derechos elementales con sus pertenencias,
con sus iniciativas, sus energías, sus propias vidas –teniendo el enemigo
cercano acceso a todo eso- es culpa del enemigo lejano.

Para evitar que ese enemigo cercano siga emponzoñando a muerte nuestras
existencias, se requiere profundizar, radicalizándolo mucho más, el proceso de
modernización del sistema cubano. Hay que hacer mucho más que liberar ciertas
formas de trabajo por cuenta propia, y repartir tierras, y permitir el ejercicio
de algunos derechos de propiedad. Hay que hacer mucho más, porque tomar
decisiones como vender pedazos de país sin deliberación popular es
extremadamente peligroso. Por muchas razones y necesidades acumuladas, es que el
proceso de rescate nacional tiene que ser radicalizado. Radicalizado, esto es,
llevándolo a la raíz, al pueblo trabajador. Trabajadores obreros, estudiantes,
campesinos e intelectuales, todos recuperando la sociedad que una vez intentaron
construir para sus hijos. No hay que innovar tanto en realidad, no en cuanto a
los principios básicos al menos, porque algunos clásicos del marxismo como Rosa
Luxemburgo y Lenin en sus mejores tiempos, ya indicaron cómo el camino soñado
pasa por la democracia en la toma de decisiones y el nombramiento de todas las
autoridades, revocables en todo momento; libertad de expresión, la transparencia
de la gestión y rendición de cuentas de todos los niveles de autoridades
necesarios y legalmente establecidos al pueblo al que deben representar y, sobre
todo, servir.

Nadie crea que el enemigo cercano va a abandonar las posiciones de poder y los
privilegios que conllevan, sin una lucha mortal. Cuando, previa a la
intervención de Raúl, Marino Murillo hizo su informe sobre la economía cubana,
que lamentablemente no se encuentra fácilmente en la web, habló de volar en
pedazos ciertas estructuras burocráticas que se interponían en el camino de la
producción de los campesinos y el mercado del turismo. Quiero creer que esa es
una señal de la comprensión que se está imponiendo acerca de la única manera
posible de lidiar con la burocracia. Quiero creer en las palabras de Raúl cuando
repite que nadie estará por encima de la ley. Pero sobre todo, quisiera que se
acabara de tornar evidente para todos, que la lucha contra el enemigo cercano no
se puede llevar a cabo sin las fuerzas adecuadas, que tienen que resultar
necesariamente otras que no se encarrilen por los mismos mecanismos de la
burocracia y el paternalismo interesado; la lucha tiene que ser en posiciones
que no sean las escogidas y preparadas durante muchos años por el enemigo. El
poder del pueblo trabajador, expresado en la voz del pueblo, debe encontrar su
manifestación en la acción revolucionaria de obreros, campesinos, intelectuales,
disponiendo y administrando los medios de producción material y espiritual en
los que laboran, directamente, sin intermediarios de fidelidades problemáticas.

Tengo la convicción de que solo si se sigue este camino, podremos vencer a los
peores enemigos, y nuestro triunfo sobre ellos nos permitirá dar un salto
colosal hacia el proyecto soñado.

(1) Se omitió el nombre y la localidad de esta persona. Raúl explicó que ciertas
autoridades la habían removido de su puesto apoyándose de manera indirecta y muy
ladina en su condición religiosa; y su reclamación no fue escuchada por las
instancias de revisión hasta que no se dirigió a las Oficinas del Presidente del
Consejo de Estado.

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