Secciones

Secciones

Reglas para comentar

1) Los comentarios ofensivos serán borrados
2) Los comentarios deben tener alguna relación con el tema del post
3) Se agradecerá el aporte de argumentos con referencias para que podamos ampliar el debate

30 de diciembre de 2014

El mapa secreto de Eldorado

Por Rogelio Manuel Díaz  Moreno

Cuando las mejillas se han endurecido de tantos bofetones, un golpe más pasa hasta inadvertido. La rabia y el dolor ya se generan, no por el hecho del nuevo golpe, sino por la impunidad, la desfachatez, el cinismo de los actuantes... y la pasividad de la víctima.

A finales del pasado mes de noviembre, se celebró y reseñó en nuestros medios de prensa oficiales la reunión correspondiente del Consejo de Ministros. La atención estuvo dirigida, mayormente, hacia las famosas cifras de crecimiento económico, que en este 2014 se queda en 1 y pico por ciento y para el año que viene, anuncian nuestros gurúes económicos, escalará hasta un 4 por ciento de crecimiento. No está muy claro cómo, no resulta muy convincente, porque ya han sido muchos los desengaños, pero nos vuelven a prometer que Eldorado está a la vuelta de la esquina.

Esto del crecimiento, como se ha percatado mucha gente, tiene varias caras. Una de las caras es que ahí caben globos, exageraciones y cuentos para engañar a los incautos. Otra cara, olvidada con mucho oportunismo, es que aún crecimientos sensibles del Producto Interno Bruto (PIB) no se reflejan necesariamente en la mejoría del bienestar económico de la clase trabajadora y las personas más desfavorecidas. Eso sí, le permiten a las élites económicas multiplicar sus peculios y ampliar las brechas que las separan de las clases inferiores. Una tercera cara es que, sin duda alguna, estos crecimientos sí reflejan el aumento de la depredación de los limitados recursos naturales que le quedan a este sufrido planeta.

Pero, por más acaloradamente que se pueda discutir este tema, no es lo que más me deprimió, o desesperó, o indignó. Pocas líneas más abajo, en el artículo idénticamente replicado por Granma, Juventud Rebelde, Trabajadores, Cubadebate... hacen una mención, casi cándida, a la mayor estafa anti democrática e inconstitucional que se gesta en este país desde buen tiempo. Y pasa prácticamente inadvertida: así de embarcados estamos. Es un punto de la intervención del Zar de las Reformas, Marino Murillo. El material periodístico reseña, literalmente, “se continúa trabajando en la propuesta de Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista; y fueron aprobadas las Bases para la elaboración del Programa de Desarrollo Económico Social del país a largo plazo”. Eldorado, no solo está a la vuelta de la esquina, sino que el mapa lo elaboran ellos.

¿Lo pillan? Desde que comenzó este proceso de reformas del general en jefe Raúl Castro, comenzaron a percibirse los conflictos que prende, por sus discrepancias con el carácter democrático y liberador que debe garantizar el socialismo. Hemos sido parte del coro que ha criticado estas implementaciones verticalistas, con graves sesgos antidemocráticos, y que violan flagrantemente hasta la Constitución, la Ley supuestamente suprema de la República. Hemos dejado patente esta situación varias veces, en ocasiones como el debate alrededor del nuevo Código de Trabajo. 

La preocupación tiene un marco general evidente: se desmonta un sistema económico social, bueno, regular o malo; y se cocina otro. Y este cocinado se lleva a cabo tras bambalinas, por reducidos grupos y comités de supuestos expertos y tecnócratas, burócratas, militares y políticos que no rinden cuentas al pueblo, y cuyo nivel de vida tiene muy poco en común con el ciudadano promedio del país. Así, de vez en cuando, sacan un conejo nuevo del sombrero: aquí tienen, un paquete de Lineamientos; un nuevo Código de Trabajo; una Ley de Inversión Extranjera; un programa de desarrollo económico a largo plazo. A veces, el gobierno convoca un paripé de participación y se aceptan sugerencias, siempre que no alteren la esencia de lo que los autores originales estimaron conveniente. Están a punto de hacernos lo mismo con una Constitución nueva para el país.

¿Y la Constitución vieja, mientras tanto? No le queda otro papel que el de víctima de una violación tras otra, hasta alcanzar el hartazgo de los perpetradores. Y no se detendrán hasta contemplar la visión, ya definitivamente formada, de cómo quieren acomodar a la República para satisfacer sus intereses. De más está decir que ese proceso, ese estudio, no puede ocurrir a la vista del público, no puede reconocer al empoderamiento democrático de la ciudadanía que solo podría estorbar.

¿Qué contendrá  la Conceptualización esa, del modelo económico y social del país, sino los fundamentos mismos del sistema que viviremos y sufriremos en este país? Justamente, esos conceptos vendrán para ser asumidos como un pilar rector, tal vez a través de un documento de trascendencia nacional, con el nombre de Constitución u otro semejante. 

Este no constituye un episodio más, en el que un funcionario degenerado aplique su poder autoritario para medrar a costa de un número de personas. Ahí entrarán los qué y los cómo, las esperanzas, los trabajos, los sufrimientos y las alegrías, los dolores y los amores que en conjunto  deberemos encarar. Esto termina con una Asamblea Constituyente y, vistas las circunstancias, la dichosa Conceptualización va a definir el contenido de la nueva Carta Magna. ¿Cómo puede una estrecha camarilla auto asignarse el papel de conciencia planificadora de todo lo trascendental en la vida futura de la nación? ¿Cómo se le puede escamotear de manera tan artera, derechos tan elementales a un pueblo?

Si una fuerza, dentro de la nación, estima necesario una transformación radical, una renovación y redefinición de los paradigmas de toda la nación, solo tiene un camino responsable para proceder.  Promover un proceso de esa magnitud, solo puede convalidarse con la participación consciente y plena de toda la ciudadanía responsable de una nación. La esencia y la trascendencia de la transformación en ciernes deben ser conocidas y analizadas por cada persona preocupada e interesada en ofrecer su insustituible aporte. Después de aceptada la necesidad de tomar tal camino, cada paso debe obedecer a los estándares democráticos más exigentes. Las discusiones no pueden ser sino públicas, con la participación de todo el pueblo, de manera directa o a través de delegados que representen rigurosamente la voluntad de sus representados. Quien se considere con la capacidad de desempeñar un papel de vanguardia, lo debe demostrar mediante el cumplimiento de valores cívicos, mediante la sensibilidad humana y la obediencia a la voluntad de las personas cuya confianza pretende ganar.

Y lo más irónico de todo, es que las élites gobernantes nuestras han reconocido que no tienen esas condiciones. En artículos de la mismísima prensa oficial, han reconocido la inoperancia de sus estructuras de organización de las masas, llámense sindicatos, organizaciones juveniles, etcétera. Que las mieles del poder y las opacidades burocráticas han favorecido la corrupción a los más altos niveles. Al fidelísimo Ubieta se le fue que en el Partido Comunista no están todas las buenas personas que pudieran, y que muchos de los que están, no son tan buenas personas (sic, que yo lo leí en una entrevista que él dio en La Calle del Medio). Y desde Fidel Castro para abajo, se ha repetido el motto de que “fue un error creer que alguien pudiera saber cómo construir el socialismo”. Vergüenza le debería dar a la fuerza política que se llame, a sí misma, comunista, y se confiese incapaz y sin herramientas de clase para la contienda ideológica. Fíjense en lo que se desprende de estas confesiones: reconocen que no saben dirigirse hacia el socialismo, pero sí hacia Eldorado. Por lo tanto, Eldorado está en otra parte.

Pues esas son las élites que, en el ejercicio de la más descarnada y autoritaria maniobra que han ejecutado nunca, cocinan ahora el dichoso plato de la Conceptualización. Como ya se ha apuntado, es casi igual de desesperante ver el poco interés de gran parte de la población en esos tejemanejes, en esas maniobras de trasfondo. Probablemente, perdida la fe, agotada la capacidad de entrega a una causa futura, muchas personas aspiran únicamente a resolver su problema individual. Probablemente, las experiencias vividas les hayan convencido que su opinión o su participación, no van a tener ninguna repercusión, tal que valga la pena el esfuerzo. Probablemente, no crean más en ese cuento de Eldorado; o les importe un pito el camino hacia este, porque ya se han convencido de seguir su propio camino. Probablemente, esta actitud forme una parte importante, más explícita o más disimulada, en el mapa que siguen las autoridades.

Esas autoridades, supongo, se deben concentrar en el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en el Consejo de Estado, y zonas semejantes. Pues a esas autoridades se les debe plantear, de inmediato, las siguientes exigencias, con la urgencia más perentoria:

1- Explicar detalladamente cómo llegaron a la decisión de definir la llamada Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, qué necesidad apreciaron de realizar este proceso y el orden que siguen en su proceso de reformas.

2- Que se revele la composición de las comisiones que han realizado hasta ahora las labores correspondientes con estos procesos. Que dichas comisiones pongan a disposición de todos los interesados, la información recopilada y los análisis realizados sobre ella, así como cualquier otro resultado de ese trabajo alcanzado hasta ahora.

3- Que se respete un proceso de consulta popular, democrático y representativo de toda la ciudadanía con el objetivo, en primer lugar, de si resulta oportuno este proceso –que no es otra cosa que el prólogo para establecer, en una nueva Constitución, los principios y aspiraciones que regirán a nuestra nación–; en segundo lugar, el proceso asambleario de redacción de la Constitución en sí mismo.

Esos serían unos principios básicos, que serían fácil base para un consenso colectivo. Tilín menos que eso, y nada de lo que se produzca allá en las alturas del gobierno podrá resultar convincente y, mucho menos, legítimo. Esos mapas secretos hacia Eldorado no se pueden tolerar en un sistema republicano. Mucho menos, en un estado diz que socialista, a espaldas de la clase trabajadora que se supone que lo construye.

26 de diciembre de 2014

Tazas sin el sabor esperado


-->
Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

En estos tiempos, la población cubana tropieza con un problema que parece causar mucha sorpresa. La anunciada recuperación de la producción agropecuaria, con el aumento contabilizado, no ha provocado una disminución de los precios. Supuestamente, la sacrosanta ley de Oferta y Demanda debía haber obrado en beneficio de las personas de menor poder adquisitivo. Después de cierto tiempo de promoción de las bondades del caldo de mercado, las tazas que nos han servido ¡no tienen el sabor esperado!

Los exégetas oficiales se devanan los sesos y culpan a los intermediarios, los acaparadores, el bloqueo, la sequía y las inundaciones. La oposición culpa al gobierno; los campesinos, a lo que queda de las oficinas del organismo estatal de Acopio y a los altos precios de los insumos y la mano de obra que contratan. Es un problema serio, ciertamente, y exige que se profundize en él. Haría falta abordar este debate con las herramientas metodológicas de la economía política, con Adam Smith y Marx incluidos. Penosamente y como de costumbre, las personas con capacidad de hacer este análisis crítico, profundo y científico, no salen por el periódico. Nos tocará entonces, a los aficionados, reclamar el tratamiento del tema desde el único nivel que permite aquilatar sus verdaderas dimensiones y dejar los idealismos, voluntarismos y demagogias a un lado.

Las reformas del gobierno cubano son resultado de las presiones hacia el mercado que se le aplican desde el exterior y el interior del país. La idea que defienden los reformistas es que los males de nuestra economía tienen como causa que es el Estado y no el mercado quien más rige. Y que, si se invierte la ecuación, entre la Ley de la Oferta y la Demanda, las racionalizaciones económicas, el aumento de la competitividad, etcétera, llegaremos pronto al mejor de los mundos posibles para la mayor cantidad de personas.

Lastimosamente, las eras de machaque cerebral han tenido el efecto de convencer bastante con esas ideas, llamémoslas capitalistas. En nuestro medio primó, durante las últimas décadas, un discurso aparentemente opuesto, supuestamente socialista, pero tan artificial, chato y reñido con las vidas reales de las personas, que ha tenido como principal efecto la reafirmación de la popularidad de las ideas capitalistas.

Pero ni afuera ni adentro, tales ideas capitalistas han podido remediar el desate de crisis, las olas de despidos y recortes y los ataques a los derechos laborales de las personas. Las consecuencias sociales de empobrecimiento, pérdida de empleos, hogares, de proyectos de vida, se acrecientan con la agudización de las contradicciones capitalistas entre las selectas clases élites y la fracción mayoritaria restante de la humanidad. En nuestro caso particular, las consecuencias de las reformas liberales dejan evidencia, hace ya un tiempito, respecto a los problemas no reconocidos de la dicha ideología.

Y la razón es evidente y la manejan los mismos economistas y filósofos del capitalismo; solo que lejos de los comerciales públicos. ¿La iniciativa empresarial capitalista es capaz de aumentar la producción y el abastecimiento con eficiencia bajo los resortes del mercado?, definitivamente sí, pero solo para abastecer a un mercado solvente. La palabra clave es “solvente”. Sin embargo, en este marco, hasta los mecanismos productivos mejor aceitados y productivos declinan también, cuando la demanda de los sectores pudientes disminuye. Pocos negociantes, en una economía de mercado, se dedican a la filantropía y a encargarse de los menesterosos de bajo poder adquisitivo.

Tal perogrullada explica, a mi juicio, la realidad que vemos en el tiempo presente y que veremos en nuestro futuro cercano. Los sectores sociales emergentes y en pleno progreso de Cuba, como la clase corporativa gubernamental, los nuevos empresarios capitalistas pequeños y medianos, etcétera, tienen cierto auge, es verdad. El aumento que veamos de la producción agropecuaria y la que sea, como se le dirige con ideas de mercado, pues tiene como destino ese sector solvente y sus actividades económicas. A las personas trabajadoras de menores ingresos, asalariadas del Estado o de los nuevos capitalistas, no les toca todavía ni una migajita del pastel. Y eso es para no hablar de las personas jubiladas.

Es penoso apreciar, entonces, cómo políticos y periodistas recitan el panfleto liberal de la supuesta prosperidad sobre esas bases. Y más triste todavía ver cómo muchas humildes personas trabajadoras, cándidamente, creen que ahora sí, estas reformas de mercado representan la salida a una vida de agobios y sacrificios. Luego ocurren los tropiezos con la cruda realidad de las tarimas, de los precios inalcanzables de la comida, de la inflación de toda mercancía y servicio de primera, segunda y tercera necesidad.

Los productos y servicios en potencia que no encuentren un comprador de bolsillos bien plantados, se pudren en el campo o se dejan de ofertar, simplemente, porque así funciona el mercado. A los productores y comercializadores no les convienen precios menores, porque incurren en las temibles pérdidas que los exterminan en ese escenario que constituye el mercado. Como mínimo, disminuyen sus ganancias y, en un medio que fomenta el egoísmo, ese es también un camino hacia la salida. Los jmismísimos funcionarios estatales han reconocido que rechazan cargamentos de productos agropecuarios en los mercados, porque no encuentrarían demanda a menos que disminuyeran los precios actuales.

Las manifestaciones simples de este fenómeno crecen, se desarrollan, se complejizan como un tumor en cooperación con otros problemas de corrupción. Ocurre en cualquier sistema de relaciones sociales basado en la explotación –ya sea la económica, de la fuerza laboral de la clase proletaria, ya sea del poder político. Las élites apoderadas aprovechan su preponderancia, establecen alianzas y redes de poder. Infiltran y dominan los mecanismos comerciales y administrativos, y cooptan el proceso de producción y distribución. En otro proceso que se abre paso también por acá, fomentan y dirigen el consumo según sus intereses con las campañas de publicidad, ignorantes de ideales de vidas sanas, ecológicas y solidarias.

Esa situación no se remedia con remedios como los que reclaman los desesperados, de imposición de topes de precios y semejantes. Bastantes veces se han ensayado ya, con funestos resultados de desabastecimientos por un lado y crecimientos del mercado subterráneo por el otro. Las soluciones habría que buscarlas por vías auténticamente revolucionarias, de empoderamiento democrático de los trabajadores y comunidades en el todo el proceso de producción y distribución. Pero esto no les conviene ni a políticos ni a negociantes inescrupulosos, así que solo puede ser tarea e iniciativa del mismo pueblo trabajador.

En resumen, este es el caldo que tantas personas anhelaban por acá. Después de tantos años procesando estudios y filosofías, resulta escandaloso que hayan tan pocos que manifiesten comprensión de la receta.

23 de diciembre de 2014

El conflicto entre gobiernos se alivia. El conflicto entre sistemas se agudiza

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

Sin duda, la noticia de este año 2015 en Cuba será el entendimiento anunciado por los presidentes de este país y Estados Unidos el pasado 17 de diciembre. La trascendencia de los discursos de Raúl Castro Ruz y Barack Obama obliga a todas las personas revolucionarias a realizar el análisis más cuidadoso sobre los sucesos ocurridos.

Los acontecimientos mencionados son complejos, con muchas facetas y aspectos contradictorios, con posibles consecuencias positivas y negativas, y resultan imposibles de analizar exhaustivamente en pocas líneas. Lo peor que se podría hacer es ceder a un triunfalismo superficial y proceder ciegamente hacia un futuro con muchas incertidumbres y pocas certezas. Sirva nuestra intervención, también, para estimular la participación y los análisis relacionados, por parte de todas las personas pensantes, preocupadas, con sinceras intenciones.

En primer lugar, abordemos el hecho del canje de prisioneros. Por elementales razones humanitarias, no puede sino sentirse alegría por el fin de las duras condenas que sufrieron los seres humanos directamente involucrados, sufrimiento que se extendió obviamente a sus familiares; y ahora se torna alivio y, deseamos, pueda llegar a recuperarse como felicidad.

La liberación de los agentes cubanos y estadounidenses ocurrió, como era más probable, mediante negociaciones realizadas tras bambalinas por los respectivos gobiernos, facilitadas por intermediarios como Canadá y el Vaticano. Por más desagradable que esto parezca, la liberación de los tres agentes cubanos solo fue posible porque los servicios de seguridad de La Habana disponían de los dos agentes de interés para los de Washington, y unos se emplearon como moneda de cambio por los otros.

Qué estériles parecen, bajo la actual perspectiva, aquellas campañas y movilizaciones masivas realizadas en cada municipio y ciudad cubana, a partir de los años 2002, 2003 y más allá, que se convocaban en nombre de presionar para la liberación de los encarcelados. Asumamos, para pensar bien del género humano, que la mayoría de las personas que se involucraron, así como en aquellas otras numerosas, inacabables, aparatosas campañas de solidaridad internacionales, lo hacían de buena fe, y agradezcamos sus buenas intenciones. Si algún grupo de personas empleó un tema tan dolorosamente humano para medrar a costa de los recursos puestos en juego y perseguir intereses individuales, tendrán un gravísimo momento de rendición ante sus conciencias, si es que les queda algo de estas.

 Lo expresado anteriormente no niega la necesidad y la utilidad de la lucha de masas y la solidaridad internacionalista entre movimientos progresistas y fuerzas de trabajadores de todo el mundo. Lo que sí se cuestiona es la conducción de esas políticas como si fueran maniobras sobre un tablero de ajedrez, donde dos o más oponentes manejan discrecionalmente a los pueblos como peones y los sacrifican a su conveniencia.

Los conflictos y enfrentamientos contra las fuerzas imperialistas del mundo requerirán, durante muchos años, de la coordinación de las masas de personas trabajadoras de todas las naciones. Sin embargo, este movimiento no puede enajenarse bajo mecanismos alternativos de dominación y monopolios del liderazgo, la información y la gestión del poder. Solamente se podrá avanzar hacia la derrota de la dominación imperialista, si se acatan rigurosamente los principios mismos de la emancipación a la que se aspira a llegar. La coordinación entre los pueblos trabajadores, capaces de movilizarse mutua y solidariamente en esferas de interés recíproco, requiere medios de comunicación directos, horizontales, democráticos y transparentes.

Esto nos conduce directamente hacia la segunda parte de lo que se anunció ese 17 de diciembre. Si bien el discurso del presidente cubano ofreció mucha menos información, en la intervención de su par estadounidense sí se anunció la mayor reforma de la política de la superpotencia imperialista, relacionada con nuestro pueblo. Ahora bien, reforma no significa absolutamente un cambio revolucionario, ni siquiera una evolución para mejorar.

Los políticos y filósofos locales tienen un hueso duro para procesar, y no se produjeron rápidamente proyecciones definidas, acabadas, de estas personas, sobre lo ocurrido. Sin embargo, la cuidadosa selección que siempre se efectúa en las secciones de comentarios de los medios masivos cubanos, naturalmente oficialistas, ofrece las primeras pistas que, tristemente, refuerzan las prevenciones que sentimos.

Aparentemente, deberíamos sentir que hemos logrado una gran victoria al reconocer, el presidente estadounidense, el fracaso de la política encarnada en el embargo/bloqueo. El anuncio de Obama incluyó, como es sabido, el inicio de una nueva gestión que alivia considerablemente las restricciones comerciales y financieras impuestas a nuestra nación y prepara el restablecimiento de plenas relaciones diplomáticas. Los comentarios que el Granma y Juventud Rebelde publican al pie de las noticias, rezuman generalmente felicidad y alabanzas hacia el líder norteamericano, de quien se llega a decir “Ahora sí se merece el Nóbel de la Paz”.

Nada más alejado de la realidad. El enfrentamiento entre los gobiernos parece, ciertamente, que se aliviará considerablemente. Potencialmente, nuestra necesitada sociedad podría encontrar, en el nuevo futuro, oportunidades para las mejoras económicas. Sin embargo, los peligros que emanan de la nueva política estadounidense son aún más letales, en lo que se refiere al avance y predominio del sistema capitalista neoliberal que invade y aplasta los últimos reductos alternativos en nuestro país.

Como ya hemos establecido en miríada de materiales anteriores, no se trata de que consideremos al Estado cubano como un modelo de socialismo, en ninguna de sus etapas posteriores a 1959. En todo caso, se habría construido una especie de capitalismo de Estado. Sin embargo, este ofrecía –potencialmente– algunas bases para el desarrollo de ideas y sentimientos en dirección a una sociedad de trabajadores; bases que no se desarrollaron, pero que señalaban una clara dirección de rechazo a los sistemas de explotación y de las más profundas desigualdades y demás lacras características del capitalismo. Asimismo, las situaciones de miseria y exclusión, típicas del tercer mundo latinoamericano, habían sido reducidas considerablemente por políticas sociales de apoyo, si bien a costa de atropelladas y opacas redistribuciones de las riquezas producidas por el pueblo.

Esta situación ha sufrido un cambio drástico en el último decenio. El programa de reformas del gobierno cubano desmonta, silenciosamente, todas las bases anteriores, so pretexto de establecer un sistema que llaman próspero, sustentable y, todavía, socialista. La apertura al capitalismo extranjero y local; las facilidades ofrecidas a la empresa privada, al mercado, etcétera, se combinan con severos recortes al gasto social y los subsidios a la población necesitada.

¿Será casualidad que estos sean los momentos que la dirección del principal poder capitalista del mundo escoge para “normalizar” las relaciones? ¿No existirá ningún paralelo entre esta situación y aquella otra, en la que los Estados Unidos apoyaron con gran felicidad el proceso de la Perestroika realizado en la extinta Unión Soviética?

Al analizar críticamente el discurso del presidente Obama, no queda duda alguna de la respuesta afirmativa a las interrogativas anteriores. Al presidente se le han unido varios políticos de peso en aquel país, como los senadores Hillary Clinton  y Rand Paul, para explicar que el propósito verdadero de la política estadounidense sigue siendo el de un “cambio de régimen” en Cuba. Para esto tenían que cambiar la actitud anterior, obcecada, por otra más flexible, que les reporte más ventajas, a la hora de inducir los cambios que ellos aspiran que se hagan acá. Y lo han expresado con la mayor claridad posible, como para que no quepa confusión. El objetivo de la “nueva” política estadounidense es el mismo, dígase el establecimiento de un sistema liberal acá, con su supuesta democracia multipartidista y la más amplia libertad para la empresa privada y el capitalismo. Es un cambio de táctica, no de estrategia. El presidente Obama no se hace, por esto, más merecedor del premio Nobel; en todo caso, se gana un premio Sun Tzu, por saber conducir la guerra con mucha más astucia que sus predecesores.

Un compañero se preguntaba, ¿qué habrá tenido que ofrecer Cuba a cambio de estas “concesiones” estadounidenses? Nada nuevo, se puede responder: nada más que lo que ya se ha puesto sobre la mesa. Un Código Laboral perfectamente ajustado a las necesidades de las burguesías capitalistas internacionales contemporáneas; una Ley de Inversión Extranjera de lo más apetitosa; zonas francas como la que se constituye en el puerto de Mariel; entre otras, estas han sido las principales concesiones del gobierno cubano para “ganarse” el cambio de política, en nuestra humilde pero rotunda opinión.

Es un cambio que ilustra también los celos de la clase de negocios de Washington, ante los avances de las burguesías brasileñas, canadienses y europeas en el mercado cubano, que debería ser de ellos por un problema de “Destino Manifiesto”. Los empresarios estadounidenses agrícolas, turísticos, entre otros, estaban alarmados por el progreso de la competencia; molestos, al constatar que las leyes de su propio país les amarran las manos y cabildearon exitosamente para empezar a librarse de dichas ataduras.

En definitiva, que el cambio de Obama es la permuta de unos medios por otros, para alcanzar el mismo fin. Es un cambio que ocurre también en una circunstancia determinada, que se propone reforzar y estimular el avance de las reformas capitalistas del gobierno en La Habana; recuperar el terreno perdido ante sus competidores y, de paso, darse un lavado de imagen ante otros países críticos de la postura anterior, especialmente en Latinoamérica.

El estadista Obama, “sabio y valiente”, como ha llegado a nombrarlo Raúl Castro, mantiene en el resto del mundo la misma política injerencista, agresiva y militarista con la que se imponen los intereses de las clases capitalistas de los Estados Unidos al resto del planeta. Continúa con la promoción de acuerdos “de libre comercio” que asestan tremendos golpes a los derechos laborales y a la protección de los ecosistemas naturales. Mantiene el apoyo a las fracciones violentas que se le subordinan, en los países que le interesa desestabilizar, como Venezuela, Honduras, Ecuador, Bolivia, etcétera. Defiende gobiernos dictatoriales y cruentos, con registros muy malos en materias de democracia y derechos humanos, pero que le facilitan el acceso a fuentes y recursos estratégicos. Las “buenas intenciones” que puede guardar para Cuba, no son diferentes de las que pueden albergar Alfonso Fanjul y Carlos Saladrigas, entre otros exitosos representantes de la oligarquía de origen cubano en La Florida, quienes también están exultantes por el anuncio del 17 pasado, según reportes de medios como El País.

Si se trata de pensar en que, a pesar de todo lo anterior, sí pudieran aparecer oportunidades extraordinariamente valiosas para el desarrollo de las familias y las sociedades cubana y estadounidense, hay que preguntarse para quiénes se reservarán las mejoras. Farrés (Havana Times) desmenuza implacable las variadas nuevas y demuestra que, en cada caso, los más beneficiados serán aquellos ciudadanos estadounidenses con un mínimo de recursos que vengan de turistas a Cuba; aquellos con un máximo para figurar como empresarios que vengan a hacer negocios; la cúpula de funcionarios gubernamentales y administrativos cubanos al frente de las empresas de aquí, que recogerán migajas del pastel, y la nueva clase de empresarios privados locales, en estrecha conexión con los funcionarios anteriores.

Para que la clase trabajadora cubana, la de aquellas personas que se ganan el pan con el esfuerzo propio, se vea verdaderamente beneficiada en cualquier escenario, son imperativos cambios profundos, revolucionarios, pero aquí mismo, no en otra parte. La clase trabajadora tiene que reconquistar el derecho a representarse a sí mismas con organizaciones auténticas, libres y democráticas, lejanas del triste papel que hasta el oficialismo le reconoce hoy a la pro gubernamental central sindical. Los medios fundamentales de producción, de propiedad social, deben ser gestionados democrática y horizontalmente por esa clase obrera; que decidirá soberanamente sobre cada cuestión de economía política. Economía Política, un solo cuerpo, que solamente los interesados en una supuesta desideologización que facilite el avance del capitalismo pueden declarar como polos separados: un cuerpo que contiene todas las cuestiones desde la repartición de los frutos del trabajo hasta la relación con los capitales extranjeros; la protección de los propios derechos de la misma clase trabajadora –como ningún otro sujeto externo lo hará jamás–; la eliminación de las distintas discriminaciones, y el cuidado del medio ambiente donde vive.

En estas condiciones, claramente, los beneficios de una relación amistosa con Estados Unidos y cualquier otra nación alcanzarán al pueblo cubano. Estas condiciones no vendrán gracias a los cambios anunciados por el presidente Obama. Nos tocará ponerlos, a los que nos consideremos revolucionarios.

19 de diciembre de 2014

Congresos de cangrejos y campañas de elefantes

Hace poco gocé con una participación, si bien un tanto accidentada, en el congreso Oncología 2014, celebrado en el Palacio de las Convenciones de esta capital. El evento científico dedicado a la lucha contra el cáncer es uno de los más importantes de nuestro país. Algunas vivencias que experimenté merecerían tal vez contarse como modestas curiosidades.

Los ejemplos pueden hasta tener poco que ver con el Congreso propiamente dicho. Como el día cuando me impacté, al pasar por el lado de un salón con el cartel “Conversaciones de Paz de Colombia”. En los periódicos está que el gobierno de Bogotá y la guerrilla intercambian en La Habana, pero leerlo y chocar con ello producen impresiones diferentes.

En otra ocasión pasé por el lado de una gran mesa con tazas de café, claramente para una reunión paralela de otro tipo. Me hice el cándido y pregunté si era para los delegados como yo. Provoqué cierta confusión entre los camareros y, entretanto, escuché el vozarrón de Marino Murillo a través de la puerta a nuestro lado.

Según el cartel que en esta figuraba, los aleccionados por nuestro Zar de las Reformas eran los presidentes provinciales del Poder Popular. De nuestro lado, un compañero de guayabera que estaba a cargo, reaccionó con mucho tacto y orientó que se me ofreciera una de las tazas, con café y bombón incluidos. Los tomé, expresé cortésmente mi agradecimiento y seguí mi rumbo.

Pero debería comentar sobre lo relacionado con mi evento propiamente dicho. Por cierto, que conocí algunos tecnólogos de la salud, descontentos porque los dejaron fuera por no ser médicos o enfermeros u otra categoría con más derechos. Eso despertó mis manías subversivas y he empezado a sugerirles que hagan una asociación gremial, con la idea de representarse y defenderse mejor para el futuro.

El Congreso tuvo sus momentos más provechosos y otros simplemente ridículos. El más notorio de estos últimos que yo aprecié, fue una afirmación de un funcionario del ministerio de salud pública cubano. En su aburrida intervención de la clausura, llevó la demagogia al extremo de afirmar que los hábitos de vida del pueblo cubano mejoraban o se hacían más sanos. En realidad, hasta el periódico Granma y sus semejantes reconocen actualmente que, por desgracia, el hábito de fumar y la mala alimentación ganan espacios en la población nuestra.

Sobre esto del hábito de fumar tuve otra experiencia. Esta fue durante la presentación de las investigaciones de unas doctoras amigas sobre el cáncer de garganta. A contrapelo de lo que pueda sostener mi amigo Erasmo, el cigarrillo y el tabaco son un serio factor del problema. En cerca de un millar de casos incluidos en la estadística, casi el 90 por ciento eran fumadores.

La ciencia avanza, vean ustedes, si bien no como quisiéramos todos. Y sin compartir euforias ni falsos triunfalismos, sí hay algunos avances en estos campos que dan un poquito de ánimo. Es un hecho que los pacientes que contraen cáncer, resisten un poquito más hoy en día, incluso algunos se curan, o por lo menos sufren un poco menos que en el pasado. El doctor Agustín Lage ofreció intervenciones magistrales con algunas de estas informaciones. Aparecen incluso paradojas como ésta: aumenta el número de pacientes que sobreviven al primer cáncer, varios años libres o con muy poco desarrollo de la enfermedad, y en eso se les aparece un segundo cáncer.

Se expusieron los resultados de otra investigación en la que tuve cierta participación. Los enfermos de metástasis cerebrales empiezan a beneficiarse de recursos que se implementan y ofrecen sobrevidas más largas y menos sufridas. Fríamente, podrá parecer poca la ganancia de dos o tres años, pero se conocen pocas personas que renunciarían a ella.

Un lío muy grande en este campo es el de los recursos. Como se informó esas sesiones, el intervalo de tiempo que demoran nuestros pacientes, desde conocer el diagnóstico hasta recibir el tratamiento, puede prolongarse hasta extremos mortales. Las sesiones fueron públicas y con muchos extranjeros, así que no revelo ningún secreto.

Es un problema elemental, simplemente es falta de recursos en el país. Las autoridades cubanas le echarán la culpa al bloqueo. Es verdad que influye mucho; lo asumo con la conciencia de lo que ello significa. Pero también hay otros factores.

En paralelo con las actividades del Congreso, una delegación cubana participaron en los Juegos Deportivos Centroamericanos. La integraron centenares de deportistas, cerca del millar si se suma todo el personal colateral. Muy bonito, eh, poder decir que quedamos primeros en el medallero general. Pero el dineral y los recursos gastados en ese fútil gesto político contrastan con las necesidades por cubrir en la lucha contra el cáncer. Hay deportes de poca o nula popularidad y sumamente onerosos como el ciclismo, la arquería y otros allá en Veracruz. Acá están los pacientes carentes de la droga o el equipo para tratarse. Las victorias allá resultan tan costosas como las del rey Pirro, con sus batallas con elefantes contra los romanos. Por eso, me parece a mí, hay que librarse de las monarquías. Es la moraleja final.

12 de diciembre de 2014

Fracking en Cuba sí, fracking no

Primera parte: Por Olegario Leuman

Qué buena que es esta cosa del fracking.

Los problemas económicos que agobian nuestra economía, como bien lo ha apuntado el colega Erasmo Calzadilla, tienen como raíz la falta de energía. Cuba, históricamente, ha manifestado la carencia de grandes yacimientos de combustibles fósiles. De disponer de recursos energéticos abundantes, la economía nacional hubiera podido tomar un rumbo de crecimiento exponencial y sostenible, e impulsar el aumento del bienestar material y social.

La situación resulta crítica, pero permite avizorar una solución radical. Continuamente se generan avances en las técnicas extractivas. El ejemplo paradigmático está en los Estados Unidos, donde la metodología del gas de esquisto y el fracking han revitalizado viejos yacimientos. Los EEUU, que por el declive del petróleo convencional pasó de exportador al mayor importador de crudo, hoy tiene perspectivas reales de volver a convertirse en país exportador.

En Cuba se explotan algunos yacimientos de crudo, sobre todo en la franja norte entre Matanzas y La Habana. Estos pozos, nunca muy grandes, envejecen aceleradamente y disminuyen su producción. En un proceso parecido al descrito anteriormente, podrían aplicarse estas técnicas modernas y regenerarlos, explotándo plenamente un potencial hasta ahora inaccesible. Los consorcios canadienses, brasileños y europeos, con estas tecnologías, serían aliados confiables en esta empresa que con nuestras propias fuerzas, obviamente, no podemos emprender.

El vuelco generable podría traer la prosperidad y el crecimiento que tan necesarios le son a nuestra economía. Cuba cuenta con el capital humano de alta calificación necesario y un clima de estabilidad muy apetecido. Las ventajas de la situación geográfica son evidentes, de aparecer esta fuente de energía tan cerca de los grandes polos consumidores de Europa y Norteamérica. De tener las condiciones, debe ponérsele todas las fuerzas a este empeño, por el bienestar y la prosperidad de todos.

Segunda Parte

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

Si yo atrapo a este Olegario, le aprieto su oleoso cuello hasta que lo estrangule. ¿A quién se le ocurren barbaridades como esta del fracking en Cuba?

Elaborar una sarta de afirmaciones aparentemente convincentes en pro de profundizar el comportamiento consumista e irresponsable es demasiado fácil. Sin embargo, hay que tener en cuenta esta capacidad, para permanecer alertas ante peligros reales y problemas que nos aplastan hoy y se multiplicarán mañana.

El desastre ecológico al que nos abocamos por el abuso del consumo de los combustibles fósiles, sin políticas ecológicas o de desarrollo sostenible, es algo ya estudiado y demostrado científicamente. Se podría guardar alguna esperanza en el hecho de que constituyen un recurso finito; de hecho, el petróleo convencional ya alcanzó su pico según no pocas fuentes. Claro, que los monopolios energéticos e industriales tienen otras perspectivas. De ahí que invirtan tanto en I+D y alcancen ciertos desarrollos tecnológicos que hubiera sido mejor analizar un poco más, desde los puntos de vista científicos, ambientales y sociales, antes de aplicarlos.

Como se ha expuesto en decenas de foros internacionales, el fracking es una tecnología extremadamente peligrosa, sobre todo por sus consecuencias ambientales. La inyección de agua mezclada en las capas profundas de la tierra, ciertamente, aumenta la producción, pero al precio de aumentar la contaminación de las fuentes de agua potable. Además de constituir, obviamente, un nuevo y fuerte consumidor uso de un recurso limitado como es el agua. Encima, hay bastantes señales de la generación de movimientos sísmicos, por los cambios de presión y movimientos dentro de la corteza que se generan.

En resumen, que no se puede decir a la ligera que usted va a aplicar tal o más cual recurso novedoso. Hay que tener en cuenta todos los inconvenientes que se pueden presentar, que con frecuencia los tiene que pagar aquel que no recoge los beneficios. Imagínense que la Sherrit viene y aplica el fracking, alegremente, en Boca de Jaruco. Recupera petróleo por valor de 30 o 40 millones de dólares, o 500 millones. Luego, un terremotico sacude a La Habana, la Vieja del Casco Histórico y la casi igual de vieja fuera del Casco. ¿Valdrá la pena? Seguro la Sherrit dice que sí y nuestros eméritos economistas la secundan.

El mundo llora por la conversión de su matriz energética a un perfil más ecológico. Conseguir esto sin causar el desastre y las hambrunas, probablemente exija combinarse con estrategias de decrecimiento de aquellas sociedades hiper ricas, de super consumo, además del rescate de las naciones más atrasadas. Creo que podemos aspirar a ello sin recurrir a tácticas tan peligrosas como estas que juegan irresponsablemente con la naturaleza o la destruyen despreocupadamente.

Y eso de los beneficios para todos de estas empresas grandotas, ya no convence tampoco. Los capitales crecen y se le multiplican a los inversionistas, pero al proletariado le queda muy poco. Por ejemplo, díganme cómo le va ahora a la población que sostuvo históricamente la producción azucarera de este país. Las fábricas de azúcar, cerradas o en régimen reducido, los recursos de suelos y aguas agotados o contaminados, y los pueblos y bateyes en la más decrépita decadencia. Y eso, sin estar haber sido administrados en cincuenta años por nigún empresario capitalista extranjero. Encima de eso, el petróleo ha manifestado consecuencias nefastas para muchas sociedades extractivistas del tercer mundo, por una serie de dependencias y deformaciones que genera en esas sociedades, desde el punto de vista económico y político.

Lo más preocupante es la facilidad con que las palabras de mi alter-ego se pueden volver realidad. Porque, ciertamente, no veo una verdadera, sólida garantía de que vaya a surgir ninguna oposición a montarse en ese carro, si llega a nuestra parada. Cada iniciativa desarrollista, de ese tipo inconsciente, mecanicista, ha sido acogida aquí más tarde o más temprano, sin reconocimiento, reflexión ni debate, mucho menos toma de decisiones colectivas en base a los criterios más integrales, con elementos económicos, sociales y ecológicos. Conste que yo no soy de los que lo niegan todo y se oponen, de plano; pienso que algunas cosas pueden ser más ventajosas que otras, y  vale la pena analizar los pro y los contra. Pero la costumbre es que nuestro gobierno termina por hacer lo que le da la gana a un grupo pequeño, con intereses sui géneris. ¿Recuerdan la polémica sobre los agrocombustibles? Primero se levantaron ciertas prevenciones, sobre todo porque a Fidel Castro, personalmente, no le gustaban. Retirado este, el avance de las plantaciones de esta naturaleza sale hoy hasta por el periódico Granma. ¿Ha habido alguna vez debate sobre los cultivos genéticamente modificados? Alguno ha habido, pero no ha afectado la postura de las autoridades sobre emplearlos todo lo posible.

¿Qué podemos saber hoy, el pueblo de Cuba no envuelto en el asunto, sobre los planes de la corporación CUPET? ¿Qué control podemos ejercer, como supuestos dueños de la empresa estatal socialista cubana del petróleo, sobre sus acciones, relaciones, inversiones a largo plazo, etcétera? ¿Qué garantías podríamos tener de que no se nos va a pasar gato por liebre, si en un futuro perfectamente posible, nos tratan de vender las “bondades” del fracking

3 de diciembre de 2014

Naves de la OTAN bienvenidas en La Habana

En días pasados, activistas y blogueros cubanos afines al gobierno han estado muy activos en el campo del antimperialismo. De cierto antimperialismo, quiero decir, porque el militarismo y el expansionismo ruso, con invasión de vecinos incluida, no les molesta tanto. En específico, el blanco de sus mayores invectivas lo constituye el reino de Noruega, cuya embajada les ha dado mucha tela por donde cortar.

No deja de ser cierto que los diplomáticos de aquel país tienen una curiosa e intensa actividad acá en La Habana. De esta forma, les han llovido las acusaciones por constituir una nación miembro de la OTAN, por ingerencistas, por tener una cabeza coronada y subvertir a nuestra inocente juventud.

Hay que pensar que estos antimperialistas nuestros se quedan un poco cortos.

No hace mucho se celebró la Feria Internacional de La Habana, el evento comercial que tiene sede en ExpoCuba. Fue cosa notable ver, cómo a las naciones europeas, varias miembros de la OTAN, se le tendió alfombra de gala. Recuerdo cómo el periódico oficial Granma relataba la celebración del día dedicado Portugal, el de España, miembros del mismo pacto militar que Noruega, aunque un poco más meridionales.

Claro, se trataba de atraer el capital de estas naciones. Porque los burgueses de Madrid y Lisboa, a diferencia de los de Oslo, son buenos y solo guardan para nuestro pueblo, amores y dulces intenciones. Al menos, yo no conocí ninguna diatriba de los blogueros oficialistas en contra.

Poco después visitó nuestro país el canciller de España. Igualmente fue recibido con toda la amabilidad gubernamental posible. Hasta se dio el gusto de ofrecer una charla académica sobre el proceso español de transicion, desde la dictadura de Franco hasta el sistema que tienen ahora que llaman democracia. Si fuera yo el que despotrica tanto contra los noruegos, no hubiera pasado por alto que ese sistema es actualmente objeto de gran polémica, por quienes le señalan un número de falacias políticas y sociales.

Por si fuera poco, ahora tenemos en las aguas de nuestra hospitalaria bahía habanera, una nave de guerra del Reino Unido británico, la fragata HMS Argyll. Por su nacionalidad, adivinen a qué alianza pertenece el mentado navío, que ha participado de alguna que otra campaña bélica allá por el Golfo Arábigo-Pérsico. Por cierto, que las visitas de estas naves inglesas parecen volverse algo común, por las veces que se han repetido en los últimos años.

Ahora, esperaría uno, los furibundos anti – Otanistas deben haber planeado por lo menos una manifestación, allá frente al muelle donde parqueó la HMS Argyll hasta el próximo jueves. Seguro van con las manos pintadas de rojo o algo así, para protestar por las criminales acciones agresivas del Reino Unido en Afganistán, Iraq, Siria, Libia y otros lugares del mundo. También para recriminar la actitud de Londres de ignorar los reclamos de descolonización de las islas Malvinas, territorio argentino ocupado. Motivos de preocupación se pueden encontrar de sobra; hasta en el hecho de que a la descuidada tripulación de ese buque se le fue la mano y dispararon un torpedo real por equivocación, mientras estaban de entrenamientos en su base de Davenport. Ese chisme lo encontré en Wikipedia, donde también se refiere que desaprobaron las del Almirantazgo británico llamadas Flag Office Sea Trainning en el 2007. Toda una joyita, la que tenemos entre manos.

Lo más probable, a pesar de todo, es que los blogueros oficialistas dejen pasar, nuevamente, la ocasión de expresar un antimperialismo coherente. Tristemente, ciertos antimperialismos son solo disfraces epidérmicos y oportunistas, para complacer al dispensador de favores y amo del pensamiento oficial.

2 de diciembre de 2014

El Titán era de bronce, y era negro


Ya son dos veces la que he oído esta inconsistencia en los medios masivos de divulgación de nuestro país. La primera vez fue por la radio, en un espacio de corte educativo infantil. La segunda, en un breve programa de la televisión.

Las dos veces se referían al mayor general Antonio Maceo y Grajales, y a su título de Titán de Bronce. Quien conozca solamente un tilín de historia de Cuba, ya sabrá algo de la relevancia histórica de esta figura. Pocos cubanos reciben un reconocimiento tan profundo y genuino como este, protagonista de las mayores épicas de las luchas anticoloniales cubanas. En los programas de marras, explicaban que el epíteto de Titán de Bronce se lo había ganado por su heroicidad, sus campañas militares, y nada más.

Pero una parte importante de la trascendencia del hijo de Marcos Maceo y Mariana Grajales, del carisma que lo acompaña, es su origen. Antonio provenía de una familia negra, de la región oriental. No podemos olvidar que la primera guerra de independencia fue iniciada y dirigida, fundamentalmente, por personas de cierto rango, hacendados, abogados, etcétera… mayormente blancos. Fue muy respetable el sacrificio que hicieron todos, sin dudas, incluso aquellos que se alzaron sin convencerse primero de liberar sus propios esclavos. Pero no caben dudas de que, en este medio, para que un hombre como Maceo descollara, tenía que tratarse de un ser excepcional. Y, naturalmente, se ganaría una popularidad sin par entre los mambises “de a pie” que se trasmitiría naturalmente a todo el pueblo cubano digno.

El sobrenombre de “Titán de Bronce” se lo ganó con cada jornada heroica, de inspiración para sus hombres y pasmo de sus enemigos. El título se hizo popular por reflejar el carácter inquebrantable, magno, de sus acciones y su vida. Pero también por el color natural de la aleación referida, usada en muchas estatuas, y oscura como la piel de hombres como el propio Maceo y sus hermanos. Negra, también, como la piel de muchos otros héroes gloriosos de origen igualmente humilde, como Guillermo Moncada y Quintín Banderas, y otros tal vez menos conocidos.

Si Antonio Maceo hubiera sido un héroe blanco, su sobrenombre se hubiera quedado solo en la parte de Titán. No se hubiera añadido “de Plata”, o “de Alabastro”, ni nada parecido. Como el de Ignacio Agramante fue, simplemente, El Mayor; Máximo Gómez, el Generalísimo; José Martí, el Maestro o el Apóstol. Todos ellos figuras excelsas, admirables, y admiradas. Pero que al ser blancos, sus sobrenombres como héroes, no incluyeron algo que era dado como cosa natural.

En el caso de Maceo tenía que ser distinto por su condición en una sociedad donde la esclavitud enquistó el mal de la discriminación. Por supuesto, el racismo pertinaz no ha podido resistir la necesidad de arañar un poco una imagen tan contundente de un hombre negro. De tal forma, se narra que, en cierto momento, algunos falsos eruditos buscaron blanquear la persona de Maceo, porque no podía ser que un negro, bueno, ustedes ya saben. De todas maneras, más de un libro de historia anda por ahí con imágenes del Titán de Bronce bastante pasadas por lejía. Se puede hasta pensar que, si Mariana Grajales hubiera sido blanca, ya la habrían proclamado Madre de la Patria. Porque conste, que ninguna otra mujer ha merecido más el título.

Así que, en mi humilde pero rotunda opinión, es necesario no desconocer este elemento trascendental de la cultura y el sentimiento populares. Es verdad que en la sociedad a la que aspiramos, la ciudadanía de Cuba y la integridad del carácter serán lo único importante, desaparecida las artificiales diferenciaciones entre negro, blanco, mestizo. Aún así, deben respetarse hoy los sentimientos de orgullo y satisfacción que despierta un héroe de esa talla, también por el motivo del color de su piel; el motivo de orgullo e inspiración que significa entre los normalmente excluidos, los relegados, los discriminados de siempre. Incluso si se supera algún día para siempre el flagelo del racismo, las personas y las luchas que contribuyeron en su momento histórico con tal fin, merecerán eternamente nuestro respeto.

Así que quisiera enviar mi exhortación, para los que preparan los guiones de los medios masivos de divulgación. Y consiste en un llamado al respeto por los valores históricos, culturales y sociales, que no se deben tratar a la ligera. La próxima vez que vayan a explicar por qué a Maceo le llamamos “Titán de Bronce”, tengan esto más en cuenta.