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19 de mayo de 2015

El modelo es muy capitalista y con grandes desigualdades

Una ola de neo eslavismo baña el discurso oficialista cubano actual. Periodistas e ideólogos del club del Granma glosan al gigante euro asiático, mientras los políticos se ocupan de estrechar relaciones. No resultará ocioso recapitular sobre las consecuencias del nuevo romance del oso y la siguaraya.

 

Primero, por supuesto, las razones materiales, las marxistas. Rusia le condonó a Cuba una deuda externa que costaba un par de provincias de este país, si no más. De la negociación subyacente, trascendieron nimios detalles sobre las condiciones para tan contable concesión –facilidades de inversión, fundamentalmente. Habría que ver qué más se negoció, que sólo saben los grandes mayimbes [1]. En este camino, se profundizan convenios de negocios, créditos, posibilidades de expansiones estratégicas y muchas otras cosas.

 

Después del inicio de la normalización de relaciones entre Cuba y EEUU el pasado 17 de diciembre, el proceso no hace sino acelerarse. Los jerarcas rusos no quieren perder las ventajas alcanzadas, frente a la estampida de competidores que ya comenzó.

 

Desde un punto de vista pragmático, la coyuntura podría ser favorable a nuestro país y nuestro pueblo. Si los mercaderes del mundo compiten por nuestros favores, podemos obtener mejores réditos. Pero el matiz de los acontecimientos también sugiere una estafa y una decepción más para Liborio.

 

Hay quien sostiene que, desde un punto de vista izquierdista, se debe tomar un posicionamiento pro ruso. Los oficialistas adornan este acercamiento con las idealizaciones propias de la era soviética. Pero, por una parte, el socialismo aquel ya dejaba mucho que desear. Por otra parte, de aquello que pudo existir antes, no quedan ni rastros. En Rusia hay una izquierda, sí, y un partido comunista. Están en la oposición.

 

Ya que el compañero Fidel Castro recién mencionó el marxismo – leninismo, tratemos de interpretar la situación rusa hoy desde ese punto de vista. Hoy en día Rusia es una potencia imperialista más, realidad simple y de Pero Grullo. Los millonarios rusos campean con toda desfachatez e invierten el dinero expoliado en su tierra, en lujosas propiedades en Occidente. A cambio, millones de personas se hundieron en la depauperación cerca del Kremlin. Entre Rusia y otras potencias de Occidente se manifiestan las contradicciones inter imperialistas muy bien conocidas por Karl Marx, en forma de pugnas por mercados, recursos y esferas de influencia. En cuanto a la alineación con cualquiera de los dos bandos, el líder de la Revolución de Octubre lo tacharía de traición a la clase obrera, como deja bien claro su artículo sobre la socialdemocracia rusa y la guerra mundial.

 

Invito a observar una caracterización muy seria de las contradicciones del capitalismo en Rusia. El coeficiente Gini constituye una medida de la desigualdad en una sociedad; a más alto valor, más extremas son las diferencias socioeconómicas entre ricos y pobres. El Gini de Rusia es superior al de casi toda Europa; mayor que el de la Unión Europea, más alto que países neoliberales paradigmáticos como Gran Bretaña y España… En una tabla presente en Wikipedia, organizados desde el más igualitario hasta el más desigual, Rusia se encuentra en el lugar 103, de un total de 160 países. El de Estados Unidos es un poco peor, pero eso ya es mucho decir.

 

Resulta indignante, de paso, ver cómo se invoca la memoria de los mártires de la lucha contra el fascismo. Las decenas de millones de soviéticos, de todas las repúblicas que entonces componían la Unión, murieron defendiendo algo muy distinto a lo que existe hoy. Probablemente llamarían traidores a quienes hoy pretenden usurpar su inmortal prestigio.

 

En el hipotético escenario multipolar que tanto gusta a nuestros oficialistas, no existe diferencia de principios entre alinearse con uno u otro estado imperialista. Cualquiera alternativa en ese sentido sería reaccionaria y contrarrevolucionaria. La verdadera opción socialista consiste en unirse a las clases trabajadoras, explotadas, combativas y progresistas de todos esos estados.

 

Cuando me ensalzan mucho el estado ruso, entonces, me erizo. ¿Ese es el rumbo que va a seguir nuestro sistema? El mismo Fidel confesó, hace un tiempo, que había cometido un error al creer antes que se podía saber cómo construir el socialismo, y la dirigencia político ideológica lo ha respaldado. ¿Será que ahora creen que ya saben, y que lo que nos van a imponer es un nuevo calco de Moscú, versión McPutin?

 

[Mayimbe] Cubanismo, para referir a un jefe importante.

12 de mayo de 2015

La izquierda y el multipartidismo en Cuba. Una mirada clasista (I)

Dentro de las recetas que le recomiendan a este pueblo para progresar, las relativas a la democracia ocupan lugares privilegiados, por razones que todos conocemos. El ingrediente del multipartidismo se presenta en la mayoría de dichas recetas.
 
Como fuerza interesada en el desarrollo de nuestra nación, al Observatorio Crítico le caben muchas meditaciones sobre este tema. Me interesa hurgar desde mi perspectiva personal, situada en el espacio que considero de izquierda revolucionaria, con mis pininos de marxismo hechos por cuenta propia.
 
Cualquier opinión desde acá está fuertemente matizada por el hecho de partir de un país que, gústenos o no, mantiene un régimen unipartidista. La implantación del multipartidismo es sugerida por muchas personas como un avance imprescindible. Pero este es un paso muy serio que no se debe dar sin considerar antes todas las repercusiones.
 
Para empezar, vale la pena recordar que los partidos políticos modernos son instituciones características del desarrollo de las sociedades políticas capitalistas. Cuando se nos propone el multipartidismo, se da por sobreentendido que el concepto de partido responderá al arquetipo más extendido en el mundo, el aquellas sociedades. En las mismas, caracterizadas por la existencia y división de clases, dichos partidos canalizan las contradicciones internas de las clases burguesas. De tal modo, los grupos en pugna pueden enfrentarse por el control de espacios de poder dentro de los gobiernos. O sea, justar por secciones del pastel y sin que llegue la sangre al río.
 
Un rol no menos importante de los partidos políticos en estos casos, consiste en inhibir el avance de las fuerzas revolucionarias. Es difícil organizar una maquinaria al nivel de la que montan los grandes capitales, con semejantes capacidades de gestión, propaganda, movilización, cuando los interesados son una caterva de gente muerta de hambre. La burguesía puede desplegar capacidades abrumadoras para anular su avance, apoyada en su posesión de los grandes medios de difusión, de promoción del consumo, de creación de estados de opinión y de distracción social. En los casos extremos de algunas potencias imperialistas, situaciones políticas internas simplemente desagradables han sido olvidadas gracias al expediente de la creación artificial de algún demonio extranjero, y la invasión y destrucción del desdichado oscuro rincón del mundo en que este se refugiaba.
 
Supongamos ahora que una masa desposeída logra algún avance en este sentido, de organizar su propio Leviatán, a la par de los otros que navegan por esas aguas. La naturaleza de ese tipo de instituciones y su entorno, permiten fácilmente que el rumbo tuerza, por razones de negociaciones, por la adopción de políticas semejantes a las de los contrarios, y por pura y simple corrupción del liderazgo, cooptado por las clases dominantes que vigilan a los que consideran sus rebaños. Ha pasado innumerables veces. En los peores casos, tras una negativa a doblegarse, han sido liquidados por puros y simples golpes militares (¡no voy a enumerar otra vez la relación de Arbenz, Allende, Aristide, etc., pero ustedes saben!).
 
La evolución política de los Estados capitalistas demuestra fehacientemente que, a pesar de las aparentes divisiones, todos los partidos burgueses responden al final a los intereses de una sola clase. Y que ponen los intereses de la misma por encima de todo –como era de esperar. Por tal razón, casi nunca importan los apellidos de tales partidos, porque las medidas de gobierno se acomodan de una u otra forma a las necesidades del capital. A la larga, convergen en el perfeccionamiento de la explotación y la concentración de riquezas, con sus diferencias de matices entre los distintos países,  las alteraciones determinadas por las luchas de las masas revolucionarias y la capacidad de hacer recaer hacia terceros países las peores consecuencias de los conflictos sociales.
 
Ojo, porque esto no implica que yo rechaze de plano, en esos países, todos los mecanismos de lucha política cívica, propios de las sociedades capitalistas. La coordinación de los esfuerzos colectivos requiere de formas familiares para las personas. Estas les deben permitir también avanzar en los fines deseados, sin generar violaciones de la paz social peores que los males que se proponen remediar. Simplemente, quería ilustrar que las dificultades que debe afrontar un partido de la clase trabajadora son extraordinarias, y las tácticas empleadas no deben subordinarse nunca a la lógica de las relaciones entre los poderes burgueses. Una combinación dialéctica de luchas parlamentarias y acciones revolucionarias se ha considerado por muchos como necesaria en estos casos.
Continuará...

6 de mayo de 2015

El capitalismo viene ya hasta de Japón, y se anuncia con toda franqueza

Hay un muro a un kilómetro. Hay un muro a quinientos metros. Hay un muro a doscientos metros. Hay un muro a cien metros. No sigas corriendo, tarado, vas a chocar con el muro. Ups, chocaste.

 

¿Cuántas señales hacen falta para calibrar el rumbo que sigue el gobierno cubano, y convencernos de que es el del capitalismo? Encima, están a plena luz del día. Vean esta nota reciente de Cubacontemporánea, reproducida sin tapujos por toda la prensa principal oficialista, sobre el apoyo japonés "con el objetivo de respaldar el esfuerzo de Cuba por las reformas" (sic).

 

Otros sitios como Cubasí y Cubadebate se saltaron la parte de "reformas" y solo mencionaron el apoyo al proceso de "actualización", que se sabe que es más del gusto de los políticos acá. Pero todavía no pueden dar una explicación coherente a por qué los "buenos capitalistas" japoneses vienen para regalarle, al gobierno de acá, ni se sabe cuántos millones en asistencia financiera, no reembolsable. ¿Acaso para ayudarnos a perfeccionar el socialismo? ¿A nadie en su sano juicio le pasa por la mente otra idea ? El Estado japonés quiere que el gobierno cubano y el sector privado establezcan un "Comité mixto" para fortalecer las relaciones bilaterales, añade otra nota.

 

El canciller del país del Sol Naciente vino en persona con el disfraz de Papá Noel. Lo acompañaban una numerosa comitiva de hombres de negocios, que intercambiaron intensamente con los que cortan aquí los bacalaos de la minería, industria, energía y el puerto de El Mariel. Hay un verdadero potencial a desarrollar entre ambos estados, decía el canciller del lado de acá, como si delirara y pensara en una relación entre dos socios más o menos parecidos.

 

Esta es la más reciente de las incursiones de los capitalistas foráneos, incrementadas exponencialmente a partir del inicio de la normalización de relaciones con Estados Unidos. Vale la pena recapacitar un poco sobre cada uno de estos socios, para no creerse un "cuento chino". A ver qué intereses pueden tener estos señores burgueses.

 

Las empresas japonesas, además de plantas industriales de muchísima eficiencia y automatización en su propio país, tienen montones de maquilas regadas por todo el Asia. Sus corporaciones de automóviles, electrónica, etcétera, explotan millones de personas allente los mares. El mercado de consumo en nuestra empobrecida isla difícilmente despierte sus apetencias. Ahora, la posibilidad de explotar barato una masa proletaria altamente calificada seguro sí les llama la atención.

 

No se aprecian otros planes, por lo tanto, que el de profundizar el proceso de inversiones de capitalistas extranjeros en nuestro país, para la explotación de nuestra fuerza de trabajo. Como el Estado cubano conducirá todo el proceso por la parte cubana, seguirá ausente una contrapartida organizada de nuestra clase trabajadora, capaz de obtener garantías, salarios dignos y derechos laborales y ecológicos. Los créditos y asistencias manarán generosamente desde Tokyo, para recordar a La Habana cuáles intereses debe defender.

 

La planta productiva de nuestro país, el proceso de producción y reproducción material y económico en general, seguirá profundizando el carácter capitalista. Fíjense cuántos interesados hay ya involucrados. Y cuántas señales no nos han dado ya.