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27 de septiembre de 2012

La otra noche tuve un sueño especial

La otra noche tuve un sueño especial.
 
Andaba yo por un paisaje cualquiera y mis pies se separaban suavemente del suelo. Me elevaba, primero unos centímetros, luego decenas y centenares de metros. En la tierra, bajo mi mirada, se empequeñecían casas, personas, bosquecillos, tal como se aprecia en un avión que despega, o en esas fotos de satélite de alta resolución. Percibía en mí una exultación no exenta de un poco de temor.
 
Desde aquella noche, he permanecido varias jornadas con el recuerdo y la inquietud de aquel sueño. Como mis sueños suelen tener alguna relación con mis vivencias, como sospecho le ocurre a la mayor parte de las personas, me di a la tarea de repasar los acontecimientos de los últimos días para tratar de descubrir qué había causado esta particular visión.
 
Los contados viajes que he tomado, no debían tener relación con la actual situación, puesto que ocurrieron hace bastante tiempo y, en mi sueño, estaba yo bastante al descubierto, sin la sólida pared de un avión por medio. Se lo achaqué por un tiempo a los últimos paseos que hicimos al mar en el verano, a pesar de que no me había alejado tanto hacia lo hondo y, además, el fondo del mar visto desde la superficie es muy distinto. Después de mucho repasar detalles y circunstancias, llegué a los momentos de las últimas veces en que he ido con Rogelito al parque.
 
Resulta que en el parque hay un aparato que no es más que un armazón de hierros entrecruzados, apto para que los niños trepen de manera vertical o desplazándose lateralmente. Los niños de la edad de Rogelito y algo mayores, no suelen dirigirse a ese aparato, o las madres y abuelas –van pocos hombres al parque con sus hijos– los detienen y desvían. Yo, por el contrario, llevo un tiempo animándolo a que lo encare, claro está, conmigo bien cerca.
 
Las primeras veces que Rogelito llegó al armazón, no se animaba a subir más allá de uno o dos escalones, barrotes o como podamos llamarle. Al llegar allí, bajaba. La última vez fue distinto.
 
Ciertamente bajó después de llegar al acostumbrado, segundo escalón. Sin embargo, a diferencia de las veces anteriores, esta vez repitió el intento y subió un nivel adicional. Volvió a bajar. Se le notaba concentrado, con una decisión nueva en su corta vida. Volvió a subir, y llegó hasta el cuarto escalón.
 
A esta peligrosa altura de casi un metro –lo que mide él, hoy día– volvió a practicar la retirada, pero solo para volver a trepar. De esta manera, intento tras intento, iba subiendo cada vez un poquito más. Hasta que llegó a la cima.
 
Para él, era la primera vez que llegaba tan alto, solo. Bien, claro, yo estuve allí en todo momento, a pocos centímetros, listo para aguantarlo, pero cuenta como que él escaló solo. Él suele subir y pararse a veces sobre mis hombros, pero siempre bien agarrado por mí, dentro de la casa y, en última instancia, yo no levanto más que 1.72m hasta mi coronilla. En cambio, ahora llegaba con sus propias fuerzas hasta unos dos metros y medio, al pináculo de aquella cosa y miraba alrededor, a la vez asustado y orgulloso. El suelo se vería, desde allá, más lejos de lo que había estado nunca; el horizonte, expandido hasta el infinito.
 
Cuando di con aquel recuerdo, comprendí de donde salieron las visiones que tuve aquella noche. Yo soñé las emociones de mi hijo.

25 de septiembre de 2012

Observatorio bajo fuego -pero a nosotros nos protege Changó

tags: actualización del modelo económico, anticapitalismo, autonomía, burocracia, capitalismo, censura, crítica, Cuba, debate, democracia, democracia socialista, derecha, derechos ciudadanos, diálogo, Enrique Ubieta, filosofía, información, Isbel Díaz Torres, izquierda, Jorge Ángel Hernández, manipulación, marxismo, periodismo, polémica, reformas
 
En estos días nos han renovado el dudoso honor de convertirnos en blanco de las diatribas feroces de algunas personas descontentas con la labor del Observatorio Crítico (OC). De la animadversión de Enrique Ubieta ya conocíamos, por intercambios anteriores parecidos, y ahora se le une la artillería epistolar de Jorge Ángel Hernández.
 
Jorge Ángel Hernández (JAH), usual animador de la bitácora Oggunguerrero, dispara despiadadamente contra nuestro espacio a través del texto enviado a su colega Ubieta. A este último, lo felicita por "arrostrar valientemente feroces batallas ideológicas, contra enemigos inicuos" (nosotr@s). De tal forma, nos toca el turno de replicar. Como, a decir verdad, la carta de JAH no contiene ningún argumento nuevo, cabe hacer poco más que refrescar nuestras acostumbradas posiciones en el actual contexto.
 
Lo primero que tengo que expresar es la indignación que me producen estos autotitulados Defensores de la Fe y la Verdad Revolucionarias. Esta época debería estar signada, en teoría, por la batalla contra los sujetos que constituyen, según la tajante definición del Presidente Raúl Castro, los principales enemigos del proceso revolucionario, a saber, la mentalidad burocrática, el autoritarismo, el secretismo y demás lacras que desde el Observatorio nos hemos dedicado a fustigar. Se supondría que personas que presumen de tan raigal "revolucionareidad" fueran nuestros estrechos aliados para el fin principal, aún cuando se divergiera en cuestiones de formas y tácticas. En lugar de esto, los adalides de la voz oficial mantienen la misma mentalidad que el Primer Secretario del Partido llamó a cambiar, celebrando cuanta disposición se efectúa desde el poder (con minúscula, como le gusta a Ubieta) gubernamental a todos sus niveles y en todos sus aspectos, como si fuera la última proclamación del Evangelio, y procurando atajar a cuanto infante descarriado procura sacar el piececito de la cuna, que es donde único podría estar "a salvo" bajo la mirada severa del Papá.
 
Antes de enfilar sus cañones contra nosotros con tanta saña, JAH debería meditar en que los Orishas detestan la mentira y la doble moral, por lo que ciertos empeños harían mejor en no invocar su protección. El texto que perpetra no es otra cosa que un muestrario de tergiversaciones, acusaciones y ofensas vacías, falto de otras ideas, que no hace sino concedernos más aún el crédito y la razón. Por lo menos, Ubieta tuvo el mérito de aportar un punto importante al reconocer que "la izquierda revolucionaria todavía no acaba de superar la parálisis teórica en torno a sus errores y desvíos históricos". Nada más que por eso, ya no me cae tan mal. Aunque yo hice la salvedad de que debía referirse a la izquierda tradicional, enquistada en mecanismos autoritarios de dirección y comando, esta confesión pudiera servir de base al debate y consenso requeridos para rectificar errores y retomar empeños con ideas renovadas. Por su parte, JAH no percibe o parece muy contento de permanecer en la tal parálisis.
 
La mejor arma que se le ocurre a JAH para flagelarnos es el considerarnos unos críos incapaces de percibir la compleja realidad, esa misma que él obviamente entiende tan bien. De ahí deriva varias metáforas que nos aplica, pretendiendo descalificar así la mayor parte de nuestros argumentos. Esta imagen, sin embargo, es poco congruente con la realidad: Los miembros del OC son trabajadores responsables de este país, con bien ganado prestigio como profesionales en sus centros de trabajo; miembros del OC han ganado cuatro, de los últimos ocho, concursos Pinos Nuevos, en distintas modalidades de la literatura, el ensayo y la divulgación; han ofrecido conferencias y han fungido satisfactoriamente como panelistas en congresos y otros eventos auspiciados por la Asociación Hermanos Saíz, la Latin American Studies Asociation (LASA), la revista Temas y el Centro Teórico-Cultural Criterios. Naturalmente, esto no debe considerarse tan importante al lado del aspecto humano al que prestamos la mayor prioridad, con toda la humildad y sinceridad que seamos capaces de sostener, de forma tal que nuestro mayor orgullo es participar en los empeños de la nación por construir un futuro más luminoso, a través de la lucha contra las discriminaciones, por la creación de una conciencia ecológica, y del arraigamiento social de los ideales y prácticas más auténticamente socialistas de libertad y democracia por, de, y para las personas trabajadoras.
 
Con toda su sapiencia, JAH todavía no es capaz de explicar –ni lo será, mientras siga empecinado en enterrarse en las obsoletas pero lacerantes trincheras del neoestalinismo– cómo es que en cada rincón de la sociedad cubana estallan esos problemas que deberían estar resueltos hace más de cuarenta años. Desde esa limitada perspectiva no se puede comprender por qué muchos chicos, si bien van a una escuela gratis por el día, juegan descalzos en calles llenas de huecos por la tarde; no se entiende cómo han proliferado los ancianos que encuentran su sostén en lo que recogen de los latones de basura; no se le encuentra una explicación lógica a los problemas crónicos de viviendas, a la escasez de comida, a la falta de transporte, todo ello en un país donde la prensa ventea el éxito de un modelo –el mismo que recién nos enteramos que "nadie sabe cómo construir"–; ni se puede hallar una forma de atraer a las jóvenes generaciones que ponen en la emigración sus mejores esperanzas, mientras el país envejece aceleradamente.
 
Recomiendo a JAH la lectura de la "Carta Abierta del Servicio de Cirugía del Hospital Calixto García al compañero Raúl Castro", para que aprecie el deterioro de esa otra conquista blasonada que es la Salud Pública, y el precio personal del sacrificio que deben hacer las personas que sostienen en sus hombros, desde la base, la pesada carga que ello significa, sin una recompensa o remuneración personal realista. ¿Leyó JAH, por cierto, lo que pensaba el Ché sobre el estímulo moral al trabajador que no puede mantener decentemente a su familia con el fruto de su trabajo? Que me perdone JAH, pero yo no creo en esas protestas que me hace de pobreza e igualdad suya y de su colega con los seres más humildes del pueblo, cuando Santiago Alba Rico cuenta, en el tabloide que dirige Ubieta, cómo este invita a sus amigos extranjeros a pasear en su automóvil a Viñales (¿o fue a Soroa? da igual); o se refiere igualmente en público a tanto viaje que hace por el mundo, sin temor al parecer a congestionar las vías aéreas.
 
En esta desgastante defensa, todavía tenemos que hacer notar cómo hemos retado repetidamente a JAH y sus semejantes a responder a las urgencias más apremiantes del momento y la sociedad actuales, sin recibir nunca respuesta. Enarbolando su incondicionalidad como la suprema virtud, aquellos no encuentran contradicción alguna entre el discurso ofrecido de socialismo e independencia, y la política seguida de recortes sociales, despidos, cesiones de derechos nacionales a capitalistas no estadounidenses (y no a los mismos estadounidenses, por razones que tienen que ver con el bloqueo, no por cuestiones de principios, como se le ha escapado a varios funcionarios).
 
Nosotros podemos reconocer que la necesidad obliga a tomar medidas dolorosas, pero esa misma contradicción debe constituir ipso facto el campo más acuciante para el intelectual comprometido, que debe profundizar en causales y consecuencias, en variantes e implementaciones, y no olvidar nunca que no es alguien por encima o superior a "la plebe", sino una persona más, con alguna educación que lo favorece en ese aspecto. Y que esto último lo obliga más aún, si cabe, a cerrar filas con los menos favorecidos, con las familias a las que les retiran los subsidios sin subirles el salario; con los despedidos después de trabajar veinte o treinta años en el mismo centro y no saben ahora qué hacer; con los azucareros a los que les cerraron el central; con los ciudadanos carentes de acceso a los medios informáticos –80% de la población cubana, según la Oficina Nacional de Estadísticas– ; con aquellos a los que les alejan a varios kilómetros las escuelas y el policlínico por las racionalizaciones de turno –y que los que le tocan, no son los de buenas condiciones–; con los que no tienen auto y gasolina para pasear por Pinar del Río. El compromiso del OC estará perennemente con estos sectores a contrapelo de las falsedades de JAH, de quien cabe pensar que se uniría, sin chistar, a los mismos intereses proanexionistas de los que ahora nos acusa, en el momento en que así se lo indiquen los "niveles superiores".
 
Y todo esto, sin olvidar los "espurios mecanismos seudorrepublicanos" (como los considera JAH) de libertades ciudadanas de expresión, asociación, movimiento, sobre los que Cuba afirmó en Ginebra, al unirse al Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos en el 2008, que la Revolución triunfante en 1959 los había recuperado para el pueblo y que nuestra Constitución los acoge y protege en su articulado.
 
Enfrentar estos problemas significaría encarar verdaderos desafíos, y enemistarse posiblemente con autócratas adictos a las mieles del poder, mucho más amenazadores que los descamisados del OC. En comparación con aquellos, los compañeros del OC no tenemos otro respaldo que nuestra personal honradez y vivimos la precariedad material de cada cubano, aunada a la posibilidad de perder nuestros trabajos debido a la incomodidad de nuestras expresiones. Sin embargo, en el enfrentamiento con nosotros es donde JAH encuentra una actitud de gallardía y coraje digna de celebrar. De tal suerte, nuestros adversarios encuentran el mayor provecho en intentar agotarnos con estas estériles acusaciones y dejan escapar cada oportunidad de proponer sus visiones de consenso social, de libertades, derechos y democracias en el socialismo; a no ser para negar lo que hasta los niños deben saber, esto es: que el sistema socialista, para justificar su superioridad sobre el régimen anterior, debe recoger todas las conquistas alcanzadas en aquel por las luchas de las clases progresistas –dígase la clase obrera, los movimientos campesinos, los feministas– y elevarlas a un plano superior, completándolas en vez de rechazarlas de plano, como hace JAH cuando las tacha de "ilocuciones", "semántica vacía", y "esquemas de opinión de la ya experimentada guerra cultural".
 
Con estos propagandistas, bien lejanos del paradigma de periodista revolucionario que ha reclamado inútilmente Raúl Castro en varias ocasiones, mañana podrían anunciar el fin de  gratuidades en salud y educación (ya el Granma está preparando el terreno, al hablar de lo mucho que "le cuestan" al sacrificado Estado cubano) y JAH y compañía acordarían de inmediato que es una medida ejemplar y socialista. Le pueden vender otro par de provincias a Brasil para que instale maquilas y haciendas soyeras –¡reconociendo abiertamente que se aprovechan las ventajas de nuestra infraremunerada fuerza laboral! – y lo mismo. Y nosotr@s –el OC– podremos protestar nuestro desacuerdo para ser tachad@s, por ellos, de apátridas y antisocialistas.
 
Que te perdonen, JAH, los orishas, que saben que la mentira puede correr mucho tiempo, pero la verdad la alcanza en un día.

24 de septiembre de 2012

Listo para descarga el primer número de Ahí te va

Pues si, Ahí te va, el boletín digital de Proyecto Arcoíris acaba de nacer luego de un largo tiempo de gestación, y ahí tiene el enlace de descarga: Hacer click
 
 
De más esta decir que este es un boletín de edición voluntaria y distribución gratuita, dedicado a la información sobre las luchas contra la discriminación por sexo, orientación sexual o identidad de género en Cuba y el extranjero. Los textos, comentarios, mensajes, promociones, y demás materiales expresan el criterio de quien lo firma.
 
Ahí te va se realiza y comparte bajo el amparo de la Constitución de la República de Cuba:
Artículo 42: La discriminación por motivo de raza, color de la piel, sexo, origen nacional, creencias religiosas y cualquier otra lesiva a la dignidad humana está proscrita y es sancionada por la ley.
Artículo 53: Se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista.
Dirija sus opiniones o propuestas siempre a proyectoarcoiriscuba@gmail.com, pero recuerde que somos un colectivo LGBT y anticapitalista, no queremos promociones sobre terapias de conversión, ¿OK? Por lo demás, le invitamos a replicar esta noticia en todos los espacios a su alcance.
 
En este primer número reunimos los materiales relativos a las acciones que realizó el grupo en junio y septiembre, así como dos textos de reflexión sobre problemas generales de la población LGBT: el deporte y la vejez. Gracias por su atención y... ¡lea!
 
Contenidos de Ahí te va n. 1
CUBANOS SE SUMAN A LAS MARCHAS POR EL ORGULLO GAY, Redacción Anodis
LA REVOLUCIÓN ES UNA LUCHA CONTRA TODAS LAS DISCRIMINACIONES, Yasmín S. Portales Machado
BESAR EN CUBA: UNA ACCIÓN POLÍTICA, Isbel Díaz Torres
MEMORIA DE LA BESADA HABANA 2012, Luis Rondón Paz
40 X 40. BESADA SEXODIVERSA EN LA HABANA, Negra Cubana
LO QUE LES QUITA EL AIRE ES QUE SALGAMOS A LA CALLE, Yasmín S. Portales Machado
NUMERITOS OFICIALES, Isbel Díaz Torres
¿LOS GAYS NECESITAN UNAS OLIMPÍADAS PROPIAS?, Isbel Díaz Torres
CUBA: POR UN CENSO DONDE TODAS LAS UNIONES CUENTEN, Mariana Valdés
CENSO 2012 EN CUBA: QUEREMOS QUE NOS CUENTEN PARA PODER CONTAR, Francisco Rodríguez Cruz
CENSO 2012: CUBA EN UNA FOTO DESENFOCADA, Maykel González Vivero
CIUDADANO CERO, Norge Espinosa Mendoza
LAS PAREJAS EN CUBA "DEBEN SER...", Isbel Díaz Torres
LO DE BURGUÉS Y TRIBAL DEL CENSO 2012 EN CUBA, Luis Rondón Paz
LO QUE LE DIJE A UNA PERIODISTA EL 12 DE SEPTIEMBRE, Yasmín S. Portales Machado
CENSO HOMOFÓBICO CUBA 2012: CENESEX DECLARA QUE NO HARÁ DECLARACIÓN, Negra Cubana
CENSO CUBA 2012: LO RARO DE LA DISCRIMINACIÓN, Maykel González Vivero
HOY ES CUANDO, MAÑANA PUEDE SER DEMASIADO TARDE, Luis Rondón Paz
SI PAQUITO, TE MINTIERON, Negra Cubana
AUSENTE SIN AVISO, Federico Sierra

22 de septiembre de 2012

Llénense las palabras con un contenido concreto (II)

tags Enrique Ubieta, Isbel Díaz Torres, actualización del modelo económico, Cuba, diálogo, debate, democracia, democracia socialista, derecha, anticapitalismo,autonomía, burocracia, capitalismo, censura, crítica, derechos ciudadanos, filosofía, iglesia católica, información, izquierda, manipulación, marxismo, Papa, periodismo, reformas, verticalidad
 
En la página web de un centro hospitalario cubano se divulgaba recientemente un material informativo, en el que se presentaba el mecanismo denominado Control Interno como "un instrumento de gestión que maximiza la iniciativa de los colectivos obreros". La persona que deseaba profundizar en el tema, encontraba enseguida cuáles eran los métodos que podían seguir los obreros para "maximizar su iniciativa", según el citado documento, a saber: Realizar lo correspondiente al contenido de trabajo de su contrato y mantener una conducta integral y positiva. La manera de ejercer esta responsabilidad que se le ofrece al trabajador consiste, en breve, en cumplir con el trabajo asignado y rendir cuentas fidedignamente.
 
Leyendo el tal texto, me vinieron a la mente las muchas ocasiones en que numerosos dirigentes juveniles han proclamado que la Revolución le ha dado a los jóvenes cubanos los derechos y privilegios más apetecibles, díganse, los de sacrificarse toda la vida, trabajar y luchar abnegadamente en pos de ciertos ideales que estos dirigentes conocen muy bien.
 
Obviamente, deben existir criterios divergentes en cuanto a cómo podrían mejor los obreros ejercer la iniciativa, y cómo preferirían los jóvenes balancear aquellos derechos con otros, digamos, más pedestres.
 
A raíz del nuevo dardo que nos ha disparado el compañero Enrique Ubieta, yo me volvía a convencer de que, para extraer algo útil de un debate, es necesario que protagonistas y espectadores aprecien significados establecidos y compartidos en los conceptos que se usan por cada parte. Que de poco vale que cada cual se desgaste afirmando que tiene la democracia, la libertad, la vida, el camino y la luz, si no se parte de una tradición y una cultura que llene semánticamente cada vocablo, y además se indica claramente por los adversarios que se está abrazando una u otra alternativa.
 
En esta entrega voy a argumentar la importancia que considero que se le debe prestar a este aspecto.
 
De entre los mantras que repite Ubieta, obsesivamente, voy a empezar por los de la soberanía y la independencia. Aquel asume que como el gobierno actual garantiza, para Cuba, estas cualidades, ya se ofrecen las máximas garantías alcanzables para un sistema de justicia y felicidad para sus habitantes, por lo que oponerse al tal gobierno sería una actitud muy fea.
 
La soberanía, sin dudas, es un don invaluable. Le permite a las poblaciones de cada nación resolver sus asuntos internos sin interferencias de vecinos codiciosos, y aceptar el acercamiento de estos últimos solo bajo condiciones de mutuo acuerdo y beneficio que no comprometen sino, por el contrario, refuerzan las soberanías mutuas. Ahora vamos a contemplar que, de todas maneras, aparecerán debilidades si se mantiene el supuesto de Ubieta en una formulación demasiado simple.
 
¿Alguien se acuerda del gobierno de los Khmer Rojo, en Cambodia? Un gobierno bastante soberano, hasta donde conocemos. Sin ninguna interferencia externa, cometió en los años '70 un genocidio espantoso contra todo aquello que oliera a civilización occidental, masacrando millones de personas. A tal extremo llegó, que cuando el ejército de la República socialista de Vietnam entró en el país y ocupó la capital, derrocando al tal gobierno, desde ninguno de los bandos de la entonces Guerra Fría se escucharon demasiados lamentos. En Europa, el dictador español Franco, luego de la derrota de sus aliados fascistas, sobrevivió varias décadas por sí solo, sin que la autonomía le sirviera de consuelo a las víctimas de su régimen. Se pueden encontrar otros ejemplos de gobiernos que han cometido, soberanamente, grandes monstruosidades. Vemos entonces, en primer lugar, que la soberanía es un requisito necesario, pero no suficiente.
 
En segundo lugar, cabe cuestionarse en qué se basan la soberanía y la independencia de que pregona Ubieta. Cuando se derrumba la Unión Soviética, se apreciaron en nuestro terruño de la peor manera posible, las consecuencias de ser dependientes de sujetos externos, de una manera tan conocida que no vale la pena ahondar en ello. En estos momentos, dado que de los convenios con un país –Venezuela– dependen la mayor parte de los ingresos económicos de nuestro país y la entrada segura y estable de combustible en condiciones tolerables para nuestra maltratada economía, cabe preguntarse dónde está la independencia. Podrían añadirse a estas preocupaciones, hechos como el peso de las remesas entre las fuentes de divisas de Cuba; que los capitalistas industriales de Brasil están manejando el establecimiento de nuestro próximo mayor puerto comercial y zona franca económica en el municipio del Mariel, y sus monopolios agrícolas cubren las tierras que fueron cañaverales nuestros, con sus haciendas para el monocultivo de soya (¡malvada transgénica!, añadiría mi hermano Isbel); que, una vez más, los Estados Unidos son el mayor abastecedor de alimentos para el mercado cubano, y eso con bloqueo y todo; y otros matices que ensombrecen un poco los supuestos rampantes de Ubieta de soberanía e independencia.
 
Ubieta repite tantas veces que debe creérselo, que el gobierno que defiende es genuinamente socialista y, en él, hay democracia y hay libertad, y que esto solo se puede lograr gracias al severo veto sobre toda otra posibilidad de manifestación de posturas diferentes. De acuerdo con esa idea, todas esas posturas no son sino desvíos malignos para perdernos y que se deben combatir severamente. Sin embargo, cuando desde posiciones con origen en el Vaticano se deja entrever que estamos caducos y perdidos en el llano, Ubieta mira hacia otro lado. Cuando se manda a despedir más de un millón de trabajadores, no lo vemos buscando soluciones para los despedidos. Cuando se promueve la contratación privada de trabajo asalariado, no propone medidas a favor de los que se convertirán en la nueva clase explotada. Cuando se le pasa la mocha a los presupuestos sociales, no promueve alternativas para compartir y suavizar el trancazo. El problema que me atosiga se destaca así con mayor intensidad: cómo definir con claridad qué son entonces la libertad y el socialismo, qué cree Ubieta que es la democracia, qué papel juega la ciudadanía, cuál es el rol de la política, de la soberanía, de la independencia, de la libertad y la igualdad de las que tanto se afana.
 
A Ubieta le sorprende encontrar en el espacio del Observatorio Crítico posiciones que asigna a la derecha contrarrevolucionaria, alrededor de estos conceptos de libertad y democracia. Sería conveniente recordar que el gobierno cubano firmó un pacto mundial bastante famoso –allá afuera– el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos. En el 2008, se aceptó por parte de nuestras autoridades que los ciudadanos poseen determinados derechos, inalienables, que integran y refuerzan los conceptos de libertad y democracia. Hay quien diría que se demoraron bastante pues ya Fidel Castro, desde antes de ser enjuiciado en 1953 y pronunciar el alegato La Historia me absolverá, había reivindicado el derecho de los patriotas a recuperar las libertades arrebatadas al pueblo cubano por el dictador Fulgencio Batista con su golpe de Estado, el año anterior. Sin embargo, a estas alturas aún no se ha ratificado internamente, aquello que se proclamó en ocasión de refrendar en Ginebra el dichoso pacto: que había sido la Revolución la que permitió al pueblo cubano disfrutar los derechos de libre expresión, asociación, movimiento y otros recogidos en sus artículos; que en la Constitución del país están recogidos estos principios y que las políticas y programas del Estado son los garantes de su ejercicio y protección.
 
Si esta es la posición genuina del gobierno cubano, sería en verdad un hito de progreso y ejemplo de todo lo que el socialismo puede lograr, y que el capitalismo solo puede fingir. Pero resulta que levantar esas banderas termina por convertirse, merced a los malabares verbales de la burocracia autoritarista tan cara a Ubieta, un acto contrarrevolucionario y anticubano. ¡Contrarrevolucionario, reclamar aquello por lo que se condujo la lucha revolucionaria! ¡Anticubano, defender que en la patria cristalicen los ideales de Martí y de los mártires del Moncada que lo recogieron como autor intelectual! En verdad es como para confundir a cualquiera. ¿Cómo y cuándo permitió el gobierno cubano que estos ideales se convirtieran, según sus exegetas, en el discurso de los otros, de los malos, de la derecha contrarrevolucionaria?
 
Pues nada, todavía hay que, antes de seguir con la discusión, definir qué entendemos por libertad, por igualdad, a ver si encontramos en esta discusión con Ubieta algún otro sentido aparte del berrinche agresivo de un ser irracional y verborreico.
 
A mí me complace sobremanera el concepto martiano de que la libertad es el derecho que todos tenemos a ser honrados, y a pensar y hablar sin hipocresía. Mientras más contemplo esa definición, más completa y hermosa la encuentro. Para tener la persona el derecho a ser honrada, es preciso que ninguna fuerza externa amenace sus capacidades de construirse una vida decorosa con su esfuerzo legítimo. La libertad le permite vivir, trabajar, expresarse según su conciencia, sin temor a censores ni a disgustos con dirigentes afectos a las mieles del poder, que le serrucharán el piso si lo perciben como amenaza. La libertad le permite alabar aquello que encuentra digno sin que se sospeche adulación interesada, así como trabajar para rectificar aquello defectuoso –con la crítica como un instrumento más de rectificación – sin que se le recriminen dobleces. ¿Cómo, entonces, es la mejor manera de medir, de saber si hay libertad? Una manera insuperable fue lanzada por una revolucionaria y comunista que dio su vida por el socialismo, Rosa Luxemburgo: hay libertad cuando hay libertad para el que piensa diferente, para el que disiente, para el adversario. Esto lo podríamos fundir: hay libertad, cuando el que disiente de la posición que tiene el poder –grande o chiquito– tiene los mismos derechos que el oficialista, es respetado en la misma medida, se le trata con igual justicia, lo que le permite ser igualmente honrado.
 
Ubieta dice encontrar, en el espacio del Observatorio Crítico, posiciones que asigna a la derecha contrarrevolucionaria alrededor de estos conceptos de libertad y democracia. Estos pasajes demuestran, según él, que el Observatorio es un nido del oportunismo y de la reacción derechista camuflageada de falsa izquierda. Le parece comparable nuestra posición con las que debilitaron y precipitaron invasiones militares estadounidenses en otras partes del mundo, como fuera Granada.  Para nosotros, la posición de Ubieta es simplemente idéntica a la de los incondicionales estalinistas que infligieron al socialismo las dos peores traiciones de la historia cuando, por una parte, lo sentenciaron a una lenta pero inevitable derrota por la alienación entre el pueblo y el gobierno en la Unión Soviética y, por otra, provocaron en el resto del mundo la asociación ideológica –tan grata al imperialismo– de los proyectos socialistas con sus deformaciones del llamado "socialismo real". Pues otra persona podría irritarse si encuentra que el gobierno revolucionario no ha satisfecho y luego sobrepasado estos aspectos de libertad y democracia que llaman tanto la atención, de una manera tan absoluta que haya dejado atrás por varios años luz a los más adelantados delirios de las corrientes liberales o socialdemócratas, las que habrían perdido entonces todo sentido y posibilidad de hacerse notar.
 
Si en nuestras páginas aparecen ciertos nombres y eventos que Ubieta quisiera sepultar, se debe a la vergonzosa circunstancia de que no fueron rebasados, como hubiera debido ser. Sin que esto quiera decir que compartimos programas u otros objetivos, puede que reconozcamos –en ciertos contextos particulares que no es éticamente correcto tergiversar– que existen, por la razón anterior y por la no menos irrebatible razón de que forman parte de este país, al igual que cualquier otra.
 
Del siguiente concepto estaremos tratando, sin habernos despegado del anterior. La igualdad de todos los ciudadanos, el valor idéntico de cada uno ante la ley, establecen la imposibilidad de discriminaciones sin causa legal por medio. Si no existe quebrantamiento de la legalidad, ¿cómo puede justificarse que ciertos discursos puedan campear y otros deban ser reprimidos? Cuando la situación sea distinta, cuando haya ruptura de la legalidad, ya la cosa cambia; pero para ello existen los mecanismos del sistema de justicia que no se deben pretender remedar o rectificar con maniobras para-estatales. Reconocer la igualdad de todas las personas y sus ideas, mientras no hayan sido demostradas culpables de otras cuestiones, implica el respeto a su libertad. El respeto a su libertad, implica reconocer su igualdad y, por tanto, la pertinencia de sus criterios en el espacio público.
 
Y la libertad e igualdad, qué duda cabe, son condicionantes imprescindibles de la democracia socialista. No puede haber igualdad entre el 1% que es dueño de las finanzas del mundo, y las poblaciones que sufren los peores azotes de las crisis económicas y, dado que la libertad de estas últimas es muy cuestionable, no es difícil contemplar la imposibilidad de la democracia en las sociedades donde prima el sistema capitalista de explotación. De tales circunstancias evidentes extraemos la necesidad de nuestra posición de izquierda anticapitalista. Ahora, para construir una alternativa mejor, la que anhelamos y por la que trabajamos, nos parece igualmente disparatado asignarle a los trabajadores, como derechos últimos, las "iniciativas" de autodisciplinarse y autoreportarse para que los regañen cuando se portan mal; o pretender convertir a ciudadanos en soldados incondicionales –porque una República, como también dijo Martí, no se dirige como un campamento. De ahí que la libertad para participar en la construcción de un proyecto común que haga florecer otros derechos y libertades; la igualdad de todas las voces en el ágora, y democracia socialista a la hora de administrar todo el jelengue, consten entre nuestros más caros principios como movimiento de izquierda.
 
Con estas boberías mías que escribo como parte del debate, espero haber plantado una semilla de inquietud en cualquiera que tropiece, en lo adelante, con escritos donde se invoquen estos conceptos tan importantes, y que no deben ser tratados a la ligera.

19 de septiembre de 2012

Carta abierta a La Joven Cuba

Tags: alternativo, apoliticismo, blog, carta, censura, contrarrevolución, cotidianidad, crítica, Cuba, debate social, democracia socialista, derechos ciudadanos, diálogo, Iván López Monreal, Osmani Sánchez, Rafael Hernandez, Rogelio M. Díaz Moreno, socialismo, totalitarismo
 
Como muchos conocen, el intelectual cubano y director de la revista Temas, Rafael Hernández elaboró hace algún tiempo Carta a un joven que se va. Este despertó nuevamente el interés por el género epistolar en nuestro archipiélago, sobre todo por la respuesta surgida poco después, Carta de un joven que se fue. Yo estaba resistiendo la tentación, se los juro, hasta que leí en el reaparecido espacio La Joven Cuba, la respuesta de Osmani Sánchez, La carta perfecta.
 
Le escribí, pues, a los compañeros de LJC. Les envié mi propia carta por correo electrónico, de lo más orondo. No me respondieron. Volví a escribirles. Sin disponer de un acceso a Internet regular, no puedo asegurar que me hayan o no publicado en su sitio, solo puedo decir que no me han respondido.
 
En fin, que aquí está mi Carta.
 
Estimados Osmani, Tatu, Harold
 
Contemplo con satisfacción que ustedes, el grupo del Blog "La Joven Cuba", regresa después de un tiempo de inactividad y una despedida que diera pábulo a más de una preocupación. La presencia de las voces de ustedes en la blogosfera nos dotó de un espacio de interés y promotor del debate y el pensamiento. Me dirijo así a ustedes convencido de que el colectivo LJC que conocí, discrepancias momentáneas aparte sostuvo un valor, inteligencia y patriotismo dignos del nombre que enarbolan. Si no creyera que vale la pena defender la posibilidad de todos de hacer honor a tales empeños, no me habría molestado en dirigirles la presente.
 
Dicho esto, me tomo el atrevimiento de escribirles para participar en las iniciativas de diálogo y discusión respetuosa sobre nuestra realidad que, pienso, convienen tanto al bien de la patria. Necesariamente voy a referirme al material que colgaron, "La carta perfecta".
 
Como ustedes saben bien, el tema es generado a partir de la misiva escrita por Rafael Hernández (RH) a un personaje a la vez ficticio pero muy real, un joven que emigra. Esto provoca la publicación de una carta-respuesta de una persona que refiere ser Ivan López Monreal  (ILM) un joven emigrado y, cosa que no conocía hasta que lo leí en el sitio de ustedes, otra respuesta de una persona que refiere ser una joven que no se ha ido, Diosnara Ortega González.
 
Si me lo permiten, voy a exponer en este espacio una visión discrepante con la que ha presentado Osmani Sánchez. Me disculpan la extensión. Si en ocasiones confundo la posición personal de Osmani con la de otros miembros de LJC sabrán disculparme y dejar de lado ese detalle irrelevante.
 
En primer lugar, despejemos los asuntos de menor importancia. Resulta que se duda de la identidad de ILM. A mi entender, este asunto es de ínfima repercusión. El mismo RH no dirigió su carta a ninguna persona en específico, lo hizo a un joven genérico. Son muchas las razones que podría tener una persona para usar un seudónimo como respuesta. Entre ellas, el conocimiento de que el gobierno cubano usa procederes discrecionales para conceder a los emigrados el derecho de regresar o no a su país. En todo caso, los argumentos del remitente pueden encontrar eco en el pensamiento de una nutrida masa de personas que concuerdan con la descripción: joven, cubano, emigrado –como encuentran una contrapartida natural en la carta de Diosnara, la cual me quitó de la boca varios pensamientos expresados por ella sobre el nivel de frustración que nos puede llegar a abrumar a los que aquí estamos, y que permanece oculto en tanto no nos hemos convertido en una estadística más de la emigración.
 
Prueba de que la identidad del mensajero es de menor importancia que el contenido del mensaje, es la repercusión que dicha respuesta ha tenido en el país. Una gran cantidad de personas –que no conoce al tal Iván– la comenta y se la pasa de mano en mano, correos electrónicos y memorias USB mediante. El hecho de que los haya movido a ustedes a contestar habla por sí mismo. Puedo comentarles que escuché declarar al Doctor en Ciencias Miguel Ángel Roca, Profesor Titular de la Facultad de Filosofía de la Universidad de La Habana y especialista en temas de comunicación, que la misiva de marras le había causado honda impresión. En una exposición realizada recientemente, la calificó de demostración, tanto del respeto que se debe rendir a la inteligencia de los jóvenes, como de la urgencia de cambiar las políticas que están causando la pérdida del patrimonio que tiene nuestra nación, que es su pueblo y su juventud.
 
Dejando de lado este tema de la identidad, a ustedes parece molestarles que ILM realiza un "compendio" de razones que les sabe a montaje. Bueno, se puede señalar que RH también hace un compendio de otras razones que merecen respuesta seria y argumentada. No me parece justo reprocharle, al replicante, tomar al primer ponente lo suficientemente en serio como para tratar de dar una respuesta a la misma altura. Por otra parte, ¿sobra algo en la carta del verdadero o falso Iván?
 
Si me preguntan a mí, yo creo que estas cartas del intercambio RH-ILM debieran ser apenas las primeras de una conversación sumamente importante. Conversación de la cual todos sacaríamos gran provecho, si tuviéramos el ánimo de participar con respeto, humildad y profundidad. Paso a explicarme.
 
Aprecio en el escrito de RH el enorme esfuerzo de intentar alejarse de "el teque", el lenguaje consignista y banal que provoca la enajenación de cualquier persona inteligente, más allá de su edad o posturas políticas. La dificultad del empeño se acrecienta por cuanto este discurso está impregnado hasta el tuétano de nuestros huesos, y ha corrompido avasalladoramente las posibilidades de tratar temas de relevancia especial sin teñir, con su tedio, las proposiciones que se intenten formular. Que conste que igual dificultad se presenta para defender o atacar al gobierno y su gestión. Otro punto a agradecer es la claridad de los objetivos de RH: tal vez su interpelado del momento ya está en marcha irreversible, pero otros pueden repensar destinos. Y este mismo que parte, puede llegar a sopesar la importancia de permanecer ligado a la patria y un eventual regreso. Finalmente creo que el mensaje más abarcador de RH es el que sigue: si ustedes (los jóvenes) se van, pierden las oportunidades que puedan tener de cambiar las cosas que los oprimen y que eclipsan otra serie de cosas que tendrían un chance de relucir mejor si se desbrozara el marabú social.
 
Y contemplo en la respuesta de ILM el mismo sentimiento que nos duele a muchos, idos y quedados, de que ya se ha perdido la esperanza de los jóvenes de cambiar esas realidades opresoras, esos factores de desencanto y amargura.
 
Me resultan entonces discordantes muchos de los argumentos con que trata de responder Osmani a las críticas de ILM. Cuando este último destaca realidades deplorables del país, el primero encuentra como mejor defensa decir que en otras naciones es igual o peor. Como si la Revolución, con todos los sacrificios que conllevó, no se hubiera hecho para librar a este país, este y no otro, de esos mismos males y problemas. ¿Si el sacrificio exigido no tiene una satisfacción superior a la alcanzable en otro lugar, entonces para qué valió o valdrá? ¿Qué sentido tiene decir que Silvio Rodríguez vive satisfecho aquí, y pasar por alto todas las llamadas a atender a los que no ganamos, con nuestro trabajo durante un año, ni lo que valen las cuerdas de sus guitarras?
 
Osmani inventa un nuevo término, "involucionario", tal vez para distanciarse del vocablo "contrarrevolucionario". No pienso que este último pueda parecerle extemporáneo a alguien informado como seguramente es este autor, no obstante elucubra uno diferente. En todo caso, sirven a lo mismo: descalificar y rebajar el mensaje de quien así es etiquetado. Pero tal estrategia es pueril y contraproducente.
 
Anticubano y contrarrevolucionario es quien perjudica conscientemente al país por motivos egoístas, quien estorba sus necesidades y esfuerzos por construirse un mañana mejor. No hay por qué sentir rubor de llamar contrarrevolucionario a alguien que realiza un sabotaje económico o planta una bomba asesina; no tiene por qué temblar la voz para llamar contrarrevolucionario y anticubano, a alguien que manipula y distorsiona realidades delicadas de las personas para crear odios y rencores e impedir las posibilidades de reconciliación y amor entre todos los cubanos honestos, donde quiera que estén. Es anticubano obstaculizar el propósito del cubano de Sarasota de venir a ver a su tía a Campo Florido, como lo es enredarle la pita al residente de Campo Florido que quiere ir a Rio de Janeiro porque aprendió portugués y quiere probar suerte. Es contrarrevolucionario interponerse ante el ánimo de cualquier persona de contribuir en envíos humanitarios a Cuba, como lo es exprimir un impuesto prohibitivo del que recibe cualquier paquete de ayuda. No debe sentirse pena, sino un orgullo glorioso, por denunciar a los contrarrevolucionarios y antipatriotas donde quiera que estén; por combatir aquí o allá a aquellos que roban los recursos del pueblo cubano y acaparan con sus maniobras corruptas los frutos del trabajo de millones de personas para disfrutar de las mieles del poder; por exponer a los politiqueros que se recubren del discurso altisonante, consignista y vacuo que rinde tan pingües beneficios, ya sea en Miami o en La Habana, mientras la nación sufre el detrimento de su más importante patrimonio, su pueblo y su juventud.
 
Osmani no puede desconocer que a mediados de los años ´60, Ernesto Guevara –al que RH cita mucho– dijo "confiamos en la juventud y la preparamos a la juventud para recibir de nuestras manos la bandera". A los que eran jóvenes en los ´60, que ya peinan canas y tienen nietos. Pero la dirección del país, en lo adelante, descartó muchos criterios de fondo del Che, para manipular una imagen superficial, como comprende bien RH cuando reflexiona "lo que sabes del pensador político del socialismo es apenas unas frases sacadas de contexto en vallas y muros despintados, y ciertos lugares comunes, como el tema del ´hombre nuevo´ y los ´estímulos morales versus materiales´ ¿Por qué será que nunca te hicieron leer en clase ´El socialismo y el hombre en Cuba´? El Che no creía en la infalibilidad del gobierno o de lo que él llamaba la vanguardia." Voluntaria o involuntariamente, Osmani se pone del lado de la inmovilista, burocrática, secretista y vieja Cuba que solo le asigna, al joven, el papel de soldado disciplinado mientras se titula, a sí misma, dirección esclarecida, ilustrada, eterna.
 
 No mejoran mis perspectivas con saber que unos dirigentes intermedios pueden hacerlo mejor que otros en sus regiones respectivas, porque no tengo una manera de renovar al cuadro nombrado desde niveles superiores y puesto ahí sobre mí. ¿Qué me recomienda? ¿Rezar para que el emperador nombre un administrador honesto para mi provincia? ¿Y los problemas que afectan a toda la nación?
 
En este rejuego de la participación, las comunicaciones juegan un papel que, como bien sabe Osmani, es estratégico. De ahí que no me baste que me cuenten, anecdóticamente, que se dan muchas interpelaciones por los jóvenes a los dirigentes parecidas a la de Eliécer Ávila a Ricardo Alarcón. Quiero verlas, por mí mismo, quiero que se publiquen, quiero que se publiquen también las respuestas de los dirigentes, quiero que los periodistas presionen sobre aquellas respuestas que quedaron incompletas o no ofrecieron más que ridículo, y que divulguen el resultado. ¿Ya le respondieron a LJC que pasó con el cable de fibra óptica? ¿Ya Francisco González, alias Paquito el de Cuba, pudo averiguar cómo se diseñó el censo, y lo pudo explicar por la televisión? ¿Porque el gobierno cubano maneje con transparencia el tema del nuevo Código de Familia, va a desembarcar la 82 división del US Army en El Morrillo?
 
Y sobre todo, quiero que esos dirigentes y sus instituciones comprendan que se deben al servicio del pueblo, como rezan los artículos 68 y 69 de la Constitución de la República de Cuba. A su servicio, a respetar y cumplir su voluntad y no a dirigirlo y ofenderlo cuando el pueblo no responde a su satisfacción; a protegerlo y no a castigarlo mediante la pérdida de bienes o el bloqueo al ejercicio de sus derechos, cuando ejerce su inalienable libertad de expresión de la insatisfacción o abandona el país.
 
Si no se es capaz de conmoverse, de identificarse con el trasfondo de las desafortunadas realidades que retratan las palabras de ILM, sean propias o prestadas, no tiene sentido seguir intercambiando. Pero mi apuesta es que sí, que los habitantes de este sufrido archipiélago –residan en donde residan– tienen bastantes fuerzas más, mucha humanidad y solidaridad que pueden verter en el crisol vertiginoso del encuentro de todos los ciudadanos de Cuba, cara a cara, para plantearse los ideales de una vida más luminosa. Y para luego trabajar en pos de esos ideales, mientras permanezcan convencidos de que el esfuerzo vale la pena.
 
Para mí, ambos interlocutores se acercan en ese punto: RH porque quiere que el otro no parta para trabajar en pos de ello; ILM porque manifiesta su convicción, al final de su misiva, de que si le fuera posible vencer a tales molinos de viento como los que maltrataron su vida, regresaría a galope tendido. Si hubiera que criticarle  algo a RH, sería que no se atrevió a señalar que el camino de retorno que le pide a este joven, está preñado de dificultades y peligros para nada despreciables. Que de tan relegado al pasado, ya pocos lo contemplan como una vía verosímil y realista para emprender. Si hubiera que recomendarle algo a todos los Ivanes que podrían suscribir su carta, a todos sus lectores en Cuba y también, por supuesto, a los compañeros de LJC, es  que no alejen por sí mismos esta posibilidad de encuentro.
 
Con saludos cordiales
 
Rogelio M. Díaz Moreno

16 de septiembre de 2012

Llénense las palabras con un contenido concreto (I)

Tags: actualización del modelo económico, anticapitalismo,autonomía, burocracia, capitalismo, censura, crítica, Cuba, diálogo, debate, democracia, democracia socialista, derecha, derechos ciudadanos, Enrique Ubieta, filosofía, iglesia católica, información, izquierda, manipulación, marxismo, Papa, periodismo, reformas, Rogelio M. Díaz Moreno, verticalidad
 
"Yo tengo la democracia, háganme caso". "No, aquel es un farsante, yo tengo la democracia, síganme a mí". Mientras el estéril peloteo prosigue, la mayoría de las personas encuentran que lo más 'útil que pueden hacer es concentrarse en sus propios asuntos y enajenarse del intercambio retórico.
 
El periodista y bloguero Enrique Ubieta nos ha regalado con otra de sus filípicas, con las que pretende establecer que ciertas libertades, derechos y criterios solo se defienden felizmente desde el punto de vista que estamos acostumbrados a verlo defender. Según él, puede demostrarse que todas las otras voces que entran a la discusión y portan una posición que disiente de la suya, no son sino componentes de la alevosa conspiración del imperialismo mundial para derrocar el proyecto revolucionario que habría sido construido en Cuba por las fuerzas victoriosas el 1ro de enero de 1959.
 
La lectura del material "La añorada contaminación de la crítica revolucionaria. Algunas reflexiones" me despierta agudas discrepancias, un par de coincidencias –muy curiosas, podrá apreciarse– y me confirma una personal preocupación. Cuando uno las conversaciones callejeras en las que participo o escucho, con el diluvio de escritos, manifiestos, declaraciones, que cruzan los espacios mediáticos físicos o virtuales de nuestro entorno, llego a la conclusión de que se ha producido un proceso de dilución y vaciamiento de contenidos de un buen número de conceptos o términos generalmente asociados a la vida política de las sociedades modernas, llámense democracia, izquierda, liberalismo, etcétera. Esta opinión se me refuerza con el texto de Ubieta. Me he sentido impelido, entonces, a divagar alrededor de algunos puntos del susodicho material, tanto en defensa de algunas voces de las que él critica, como para resaltar la importancia de revertir este último proceso al que hago referencia.
 
Yo no voy a discutir el hecho –recalco, es sencillo comprobar que es un hecho– de que las administraciones gubernamentales estadounidenses han trabajado eventualmente para establecer, reforzar o recuperar la preponderancia sobre los asuntos propios de nuestro país. Esto ha sido así históricamente, en primer lugar por los beneficios económicos que la explotación de sus recursos le ofrecen a sus inversionistas y, en segundo lugar, para mostrar al resto del mundo cómo se castiga a las ovejitas que se escapan del redil. Esta es una de las pocas ideas claras que se pueden extraer del texto que se pueden argumentar con facilidad, como tampoco se puede negar que los métodos actuales de intervención del gobierno estadounidense apuntan más hacia la infiltración ideológica blanda que hacia las acciones de fuerza directa de antaño. En los documentos públicos que reflejan las directrices de aquel gobierno hacia nuestra isla, constan las sumas asignadas para apoyar voces que propaguen mensajes debilitadores de este otro gobierno del lado de acá. A partir de este punto, casi todo lo que me queda por elucubrar parte del asombro y la repulsa hacia la manipulación que efectúa nuestro reflexionador actual, respecto al movimiento de pensamiento y debate que está intentando abrirse paso y ofrecer algún aporte para los importantes momentos actuales de nuestro país.
 
Ubieta regresa, una vez más, sobre su característica posición de negar toda posibilidad de posicionamiento revolucionario y crítico sincero, fuera de los estrechos márgenes del apoyo incondicional al gobierno. La única postura crítica revolucionaria admisible para él, es aquella que se levante dentro del campamento dirigido por la "dirección histórica". Quien pretenda enarbolar convicciones revolucionarias y socialistas desde cualquier otro espacio, sería un pelele, alguien que se alió con la derecha y le hace el juego al imperialismo.
 
Cualquiera puede afirmar lo que desee sobre las libertades de criterio y expresión social y cultural dentro del campo oficial –por llamarlo de alguna manera que no tiene que considerarse ofensiva a priori, puede haber muchas circunstancias en que el oficialismo sea una postura honesta. No obstante, los que hemos permanecido al tanto del debate público en estos lares hemos podido apreciar realidades muy diferentes. Pregúntele, quien no esté está seguro, a Fernando Martínez Heredia, Aurelio Alonso y al resto del colectivo de la desaparecida revista Pensamiento Crítico; al colectivo del igualmente disuelto Centro de Estudios de América, y a tantos y tantos profesionales y revolucionarios que expresaran sus preocupaciones por los errores practicados en las políticas educacionales, económicas, de la agricultura y la industria azucarera, que fueran obligados a callar so pena de sanciones laborales y sociales.
 
Recientemente, un intelectual del calibre de Esteban Morales tuvo que dar una intensa batalla para reivindicar sus derechos intelectuales más básicos. Otros compañeros, menos célebres y con menor impacto que el elocuente orador de numerosas Mesas Redondas, no han tenido tanta suerte y han sufrido las consecuencias de sacar la patica del armario. Estos han recibido presiones, amenazas, ocasionalmente concretadas, de expulsión de centros universitarios o de trabajo; atemperamiento forzado o cierre fulminante de las bitácoras personales o blogs en Internet; y la difamación de sus personas en público por declaraciones festinadas de ex–agentes de la seguridad. En este ultimo caso se volvió a demostrar ciertas ventajas para un grupo de personas famosas –con un prestigio muy bien ganado, ciertamente– que recibieron un desagravio, insuficiente pero al menos expresado; a diferencia de lo dedicado a otras personas menos conocidas e igualmente insultadas. Con estos antecedentes, no sé cómo pueda sostenerse la pretensión de la libertad de expresión y crítica dentro del campo oficialista.
 
La penalización de cada intento de ponderación objetiva desde dentro del sistema no es mías que otra arista del fenómeno que Ubieta describe cuando plantea, literalmente, que "la izquierda revolucionaria todavía no acaba de superar la parálisis teórica en torno a sus errores y desvíos históricos". Nuestra última coincidencia con el autor parte de esta tesis, si bien especifico en mi criterio que la que está paralizada, en teoría y práctica, no es toda la izquierda revolucionaria, sino son apenas aquellos sectores plegados al yugo de la incondicionalidad y obediencia servil con las estructuras monopólicas con las que el aparato estatal sofoca toda la vitalidad de la sociedad. En condiciones de asalariados del pensamiento oficial, sometidos a su estricto control de premios y castigos según se elogie o cuestione a un patrón nada sutil, poco podrán hacer estos sectores para trascender sus limitaciones. De aquí que, de acuerdo con otras opiniones con la que hemos comprometido nuestras vidas, los espacios más prometedores para los ideales revolucionarios, de izquierda, socialistas, los reinventan aquellos que comparten empeños con las mayores dosis de autonomía, los que piensan y actúan con la mayor independencia respecto del aparato burocrático estatal.
 
La independencia de estos últimos grupos es la que les permite observar y denunciar sin tapujos el avance de los elementos liberales y capitalistas que se introducen, en los mecanismos de la sociedad cubana contemporánea, de manos de los adalides de las reformas que adelanta el gobierno. No hace falta siquiera hurgar en secretos escondidos para encontrar motivos de preocupación en este sentido, puesto que se divulgan y defienden abiertamente por los periodistas y voceros oficiales a medida que se instauran las sucesivas "actualizaciones" en las distintas esferas de la economía y la sociedad. De tal forma, por una parte se exhiben a la vista publica el favorecimiento a la pequeña y mediana empresa capitalista, explotadora de mano de obra asalariada con derechos poco definidos e irrisoriamente camuflageada bajo el eufemismo de trabajo por cuenta propia; por otra parte, se despliegan todas las medidas concebibles para atraer capitalistas extranjeros –brasileños, canadienses, chinos, rusos– para que inviertan en marinas, zonas francas, consorcios de maquilas industriales o agrícolas y otros.
 
Se puede argumentar plausiblemente la necesidad desesperada que tiene la nación de aplicar medidas como estas, para reactivar la economía y de crear fuentes masivas de empleo. En todo caso, no se pueden ignorar festinadamente las contrapartidas porque, dicho de una manera obviamente elemental, "las personas piensan, mayormente, como viven". También se puede argumentar la necesidad de utilizar más racionalmente los presupuestos destinados a fines sociales como salud, educación, subsidios y prestaciones sociales, etc., pero para ello se usan –de nuevo, a plena luz del día– el mismo lenguaje y dinámicas idénticas a las que se le reprochan al español Mariano Rajoy, los neocon estadounidenses y otros de su género. De tal suerte, se acumula una presión brutal sobre las personas que las empuja inexorablemente hacia la dirección de concentrarse en resolver sus problemas y vidas en proyectos individualistas, al son característico de las sociedades donde predominan los modos más desfachatados de la explotación del hombre por el hombre. Y para coronar todo esto, el aparato estatal ejecuta el acercamiento más carnal de que es capaz con las instituciones de la Iglesia Católica, pero no hacia aquellas ramas progresistas de la teoría de la liberación o de educación y organización popular, sino con aquellas estructuras del más rancio conservadurismo vaticano. A estas últimas fuerzas se les permite proclamar abiertamente la supuesta caducidad del marxismo y defender, a través de sus publicaciones y su discurso, la necesidad de implementación de los mecanismos liberales tradicionales; para no hablar de la ofensiva contra los derechos sexuales y reproductivos de las personas, entre otros que habían ganado terreno hasta hace poco. Esto no constituye, por mi parte, un llamado a que se bloqueen ahora determinados canales de expresión espiritual o de pensamiento. Lo que sí quiero es manifestar mi rechazo a la doble moral del aparato farisaico que, por mucho menos que lo anterior, condena a otras personas con cualesquiera epítetos consideren lo bastante peyorativos. Con defensores como estos, la revolución y el socialismo no van a necesitar enterradores.
 
Las medidas que impliquen retrocesos en ideales sociales, y cuya necesidad puede surgir de una necesidad perentoria, pueden encararse sin embargo de una manera más constructiva y genuinamente socialista. Para ello se requeriría entonces dejar de lado el júbilo carnavalesco y el carácter vertical y totalitarista de gobierno, e involucrar a la clase trabajadora en su formulación, gestión y el manejo de las consecuencias socioeconómicas e ideológicas que inevitablemente traen. ¿Quiere Ubieta que la izquierda oficialista supere el marasmo y estancamiento en que la sitúa? Que se aplique creativamente a trabajar sobre estos apremiantes conflictos.
 
Ubieta machaca y remachaca que todo aquel pensamiento que se desvíe del caucecito estrecho de su entendimiento no podrá enarbolar con legitimidad ciertos estandartes sobre los que pretende el monopolio. No obstante, ala hora de definir cuál es la izquierda verdaderamente revolucionaria, cuál es el ideal de sociedad al que se aspira, qué papel se le da a la democracia en ella, no bastará con empinar símbolos heráldicos pintados en un paño o invocados en un discurso. Se requerirá, eso sí, despejar todas las dudas acerca de cómo se conciben cada uno de esos conceptos; demostrar con transparencia cuál es la clase social con la que uno se funde, se integra y a la que se pretende empoderar, en la igualdad más auténtica de las posibilidades de todos sus integrantes, para trabajar en pos de ideales colectivos. Creo que hasta aquí tenemos bastante muela para la primera parte de este post, así que voy a continuar en la próxima aventura.

13 de septiembre de 2012

No era el momento ni el lugar adecuado

Hace unos minutos terminó la asamblea de nominación de candidatos de la circunscripción electoral a la que pertenezco. La ceremonia correspondió a la etapa en la que los vecinos proponen, en sus barrios, a personas que consideren aptas para desempeñar la alta responsabilidad de representar sus intereses en las Asambleas Municipales del Poder Popular. Los candidatos que resulten elegidos al final, integran además la cantera para escoger candidatos para las asambleas provinciales y el Parlamento nacional.
 
Aunque hasta ahora el papel de los delegados municipales y provinciales no haya parecido nada del otro mundo, si los proyectos de descentralización administrativa que se manejan en el país toman cuerpo, las asambleas regionales pueden llegar a adquirir una importancia capital. En todo caso, uno cree conveniente conocer de los detalles de estas votaciones. Así que, como muchos electores, hice uso de mi derecho y acudí al lugar a donde fuimos convocados los residentes de mi circunscripción para el ejercicio de la selección de candidatos.
 
El conductor de la reunión realizó la introducción esperada, con el destaque adecuado a la importancia del acto electoral, la invocación a los principios de la democracia socialista y demás. A continuación se invitó a los presentes a adelantar sus proposiciones. Un compañero realizó la suya, que al final fue la única. El proponente elogió a su selección como al típico hombre revolucionario, de los que dan el paso al frente por La Patria, etcétera, y a mí me picó la curiosidad porque no conocía al propuesto.
 
Hay que tener en cuenta que esta persona puede llegar a ser el representante de los intereses de mi barrio. Se supone que valdría la pena conocerlo, no solo en cuanto a lo que ha hecho, sino también saber cómo piensa y lo que cree que se deba hacer en el futuro. Así que pedí la palabra para felicitar al compañero y tratar de que nos expusiera algunas de sus opiniones sobre…
 
En realidad no importa mucho sobre qué. Cuando el conductor de la asamblea de nominación vio por dónde yo iba, me cortó la palabra y me explicó que este no es el momento, ni el lugar adecuado para intercambiar con el candidato. Que para eso, me pareció entender, habrá tiempo. Al final el compañero fue electo por mayoría de votos y yo me quedé por ahora sin satisfacer mis dudas.
 
Algunos compañeros han expresado sus criterios de que el presente proceso eleccionario puede ser un buen momento para expresar su indignación y los anhelos de cambio, en función del avance del socialismo cubano hacia una real democratización y empoderamiento de la clase trabajadora. Yo mismo he reiterado mi insatisfacción con la legislatura saliente respecto a su incapacidad de aprobar una ley de cooperativas, una reforma migratoria, un código de familia, entre otros instrumentos que cimenten mejor los derechos de libertad, realización individual y colectiva, solidaridad, etc., que se aspira a consagrar en cualquier sistema legítimamente revolucionario y socialista. El poder solo tiene legitimidad –y a esto nadie en su sano juicio se le ocurre oponerse explícitamente–, cuando emana de la voluntad del pueblo. Yo no voy a perder la voluntad de hacer uso de los derechos que me reconocen la constitución y la legislación de este país, de conocer a candidatos nuevos que cumplan mejor su trabajo.

8 de septiembre de 2012

Mi Círculo Social

tags: Cuba, derechos, desigualdad, discriminación, entretenimiento, Estatismo,  historia, institucionalidad,  maltrato, propiedad, público, socialismo
 
A raíz de una actividad por el día de los niños, me interesé por el círculo social que, como trabajador del sector de la Salud, tengo derecho a asistir.
 
Debe partirse de los años ´50 del pasado siglo, cuando existían en este país clubes que tenían instalaciones para el baño en el litoral del barrio habanero de Miramar y otras actividades recreativas. A los cubanos nos enseñan en las escuelas que estos eran centros privados y símbolos de la exclusión de la mayoría menos favorecida de la sociedad. Y que gracias a la Revolución, que los nacionalizó desde los primeros tiempos, hoy todo el pueblo los puede disfrutar.
 
Algunas personas mayores te matizan un poco esta imagen. No solo existían los clubes de ricachones exclusivos donde para ingresar, además del dinero, había que lucir de raza blanca. También se podía encontrar clubes propiedad de determinados sindicatos, y los trabajadores del ramo respectivo podían ser socios. El caso es que todos fueron nacionalizados por el gobierno establecido después de 1959. Ahora estos círculos trabajan asignados a los distintos sindicatos que se agrupan bajo la sombrilla de la central oficialista del trabajo.
 
El círculo social obrero (CSO) Otto Parellada viene a ser el correspondiente a los trabajadores de la salud. Es este club el que nos toca y al que podemos ir. No al que está a su izquierda, que creo está asignado a una rama de la industria; menos aún al de su derecha, dedicado a los miembros de las fuerzas armadas y sus trabajadores civiles.
 
Zambullirse en el mar es una de las mejores y más sencillas opciones recreativas en Cuba. A nosotros, las playas de Santa María nos quedan a 3 horas en autobús, y los pedazos libres de litoral cercanos a nuestra casa son de un "diente de perro" incomodísimo. El CSO Parellada nos queda bien cerca. Su pedazo de litoral, sin llegar a ser playa, es mucho más cómodo que el diente de perro, pues el fondo rocoso es mucho menos áspero y lo tachonan algunos parchecitos arenosos. Al agua se llega por franjas escalonadas de hormigón, con algunos sectores derruidos por la fuerza del oleaje, a lo largo de muchos años. Dos espigones se internan una treintena de metros en el mar, brindan cierto amortiguamiento a la marejada y ofrecen otros accesos al agua. A algunos metros de esta se extienden unas áreas de arena con sombrillitas y existen los esperados puntos de ofertas gastronómicas básicas. Además de la playa, hay unas canchas de pelota vasca, una de voleibol de playa y se pueden alquilar otros juegos de mesa. Para los sábados por la noche, es posible reservar una mesa en un gran salón, que cuenta con un consumo de platos ligeros y un poco de bebida y se puede bailar un rato.
 
La pasamos bien el primer día, así que me embullé. Pasé el pedacito de burocracia requerido para asociarme a "mi" club, y empezamos a ir de vez en cuando. Habremos ido siete u ocho veces en este verano en total. Ahora, veamos qué malagradecido soy, que voy a empezar a quejarme.
 
Ahora que acabó oficialmente la temporada vacacional, ya no puedo acceder más al CSO. Hasta el mes de julio del próximo año, los trabajadores que somos los socios y "dueños" de este club, ya no podemos presentarnos a la puerta, mostrar el carnet y entrar libremente. Esa posibilidad solo se nos abre en los meses de julio y agosto. El resto del año, solo se reserva para actividades organizadas y asignadas centralmente por mecanismos relacionados con la administración burocrática de los asuntos de este país. Si soy tan insensato que quiero ir a la playa en esos meses de abril, mayo y junio en los que hace tanto frío en Cuba y cae nieve, tendré que dispararme tres horas de autobús hasta Santa María o el diente de perro de la calle 70.
 
Pues sí, como vemos, mi "propiedad" solo es mía durante julio y agosto… y no todos los días. Cómo puedo ser tan cruel, que aspire a que los empleados de "mi" club trabajen todos los días de esos dos meses, para mí, sin descanso. Si se nos antoja en familia, si Rogelito me lo exige, darnos un baño de mar un lunes durante esos meses: al diente de perro de 70 o las tres horas de autobús.
 
Entonces, de martes a domingo en julio y agosto, el CSO nacionalizado "para mí", está a mi servicio…  en cierto horario no muy extenso. Abren a las 9 am, cierran a las 4pm, ni un minuto más. En mi carácter de "dueño", me corresponden para el baño de mar en el CSO las horas del día de mayor fuerza de la irradiación solar que en nuestro clima. Como se sabe, tal intensidad sobrepasa un poquito lo recomendable para la buena salud. A los que nos apetece el baño cuando el sol es un poco menos violento… ya saben lo que nos toca.
 
Un par de lindos detalles más para aquilatar bien el privilegio que tengo al ser "dueño" de este CSO. Cuando dije presentarme a la entrada, no me refería a la puerta principal. A los trabajadores comunes del sistema de salud nos toca el portón lateral de servicios. Y una vez dentro, lo que primero se encuentra uno, es otra evidencia de que el club tiene una segunda categoría de "dueños", pero más elevada que la mía. Allí existen también un par de piscinas aisladas con una cerca muy seria y una puerta donde severos guardias permiten entrar a los dueños "de primera" y nos mantienen alejados a los dueños "de segunda". Los trabajadores del CSO son corteses y lo tratan a uno amablemente, pero cumplen ciertos reglamentos estrictos. El acceso a la piscina es por mecanismos de reservación que se escapan de las posibilidades del trabajador simple. El secretario sindical del centro donde uno trabaja podría pugilatearle a uno tal vez esos accesos, pero tendría que atravesar varios calvarios burocráticos que parecen establecidos para convencernos, a los dueños "de segunda", de que nos alejemos de ahí.
 
 
Imagen: Piscina con cercas
 
En otra situación, tales evidencias de tu estado de  inferioridad bastarían posiblemente para convencerte de que no eres bienvenido y te vayas. Pero ya hemos contemplado que las alternativas no son buenas. Aún excluido de la parte VIP de "mi" club, aún en horarios restringidos durante los días y meses del año en que se dignan dejarnos entrar por la puerta de los criados, no nos dejamos amilanar y disfrutamos del amplio, azul y libre mar.
 
 
Imagen: Baño en el mar del CSO