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12 de marzo de 2010

Para optimizar al elefante deportista

El otro día estaba yo haciendo cualquier cosa por la casa, cuando oigo que un locutor anuncia con mucho orgullo que el equipo de quiquimbol acuático cubano de alguna de las categorías iba a participar en un torneo metapanamericano. Y como estaba yo de malas pulgas, naturalmente me pregunté para qué gastar dinero en ir a pasar penas.

Tomando esto como pie, desarrollaré esta idea que venía acariciando hace días. Ahora está muy en boga hablar de ahorro y de la necesidad de usar eficazmente los recursos. En realidad, con la concepción de ahorro de la que están hablando no se resuelven los problemas de falta de resultados de la economía nacional; si acaso se ralentiza todavía más el desenvolvimiento económico y social, pero sigamos esa rima y hagamos el ejercicio teórico de aplicársela a una esfera que bastantes recursos consume, la deportiva. En particular, hagámonos la pregunta aquí en Bubusopía, durante este presente y en el futuro cercano en el que es de prever la economía siga haciéndonos apretarnos los cinturones ¿a qué equipos y deportes vale verdaderamente la pena pagarles bagajes sofisticados y entrenamientos y competencias en ultramar?

Y me asiste, para meter la cuchareta en este asunto, la razón evidentísima de que el presupuesto del Estado sale del trabajo, bueno, del trabajo de los trabajadores, y por lo tanto tenemos todo el derecho del mundo a opinar.

Pues en primer lugar, naturalmente el béisbol. Es el deporte y el pasatiempo nacional y el que mejor sabemos practicar. No importa que no ganemos primeros lugares en ningún torneo, siempre quedamos entre los 2-3 primeros y ganamos muchos más juegos de los que perdemos. Al equipo de béisbol vale la pena seguirlo malcriando. Eso sí, se podría ahorrar un poco en el personal paradeportista acompañante.

Acotación: El equipo de béisbol masculino. Sí, porque estoy del todo de acuerdo con que se efectúe la liga femenina de béisbol, pero está muy inmadura como para sufragarle viajes que no traerán a casa ningún lauro de importancia ni despiertan ningún interés sensible en la afición.

En segundo lugar, los equipos de voleibol de ambos sexos. Con sus altibajos, es otro deporte donde se obtienen generalmente buenos resultados y es muy seguido por los cubanos.

Y creo que ahí se acaban los deportes colectivos. El baloncesto –ambos sexos– tiene popularidad e historia no está al nivel que estaba antes, y la jugada está muy apretada como para gastar un dinero que se puede dedicar, por ejemplo, a inversiones que se han tenido que posponer para los hospitales, insumos deficitarios en los mismos, alimentos... Y ni hablar de otros deportes como fútbol, hockey, polo acuático, softbol y demás.

De los deportes individuales, ya lo dice el nombre: mandar a atletas individuales que se lo ganen, y no en cualquier deporte. Podemos tener –por ejemplo– un prospecto campeón en monopatitlón, pero de su medalla de oro, pasados dos días, no se acordará nadie. Así que, pongamos, individualidades en deportes que de verdad despierten interés y tengan tradición, como el boxeo –pero sólo los que tengan posibilidades de medalla, el fogueo tendrá que esperar a mejores tiempos; en el atletismo, un criterio similar; del judo, las chicas más aventajadas de Veitía; algún luchador como Mijaín González y algún ajedrecista escapado como Lenier Domínguez. Si algún otro atleta fuera de estas categorías tiene el chance de ir a una competencia ganando dinero, de manera tal que se sufrague el viaje, pues que vaya, que para eso son profesionales, pero si no, que no me gaste mis pesitos. E igual, que vaya el número mínimo de personas en la delegación: el o los deportistas, y el o los entrenadores imprescindibles. Y punto.

Entonces, aquí solo se pretende apuntar a una discusión de qué deportes vale la pena realmente apoyar en tiempo de crisis. En otras palabras, para cuáles actividades atléticas darle al elefante las pacas de heno que cosechamos; no entrar a discutir por que hay poco heno o quién se queda con más: hablemos de la optimización del elefante deportista.