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29 de marzo de 2011

Una visión sobre esas cosas espantosas que dicen están pasando en Fukushima (III)

Cada día que pasa desde el terremoto de Japón, las noticias desde ese país mantienen a la humanidad informada conmocionada por la magnitud de la tragedia experimentada por aquellas personas, a la vez que inquieta por los sucesos de la planta atómica accidentada en Fukushima. Continuemos nuestros comentarios de lo acaecido a partir del día 20.

Se recordará que los recuperadores estaban haciendo grandes esfuerzos desde el día mismo del sismo y posterior tsunami, para mantener refrigerados a los reactores y a las piscinas de combustible usados. Las mayores dificultades estaban dadas por la falta de suministro eléctrico estable e incendios y estallidos de gases inflamables que se producían esporádicamente, lo que obligaba a evacuaciones de personal por motivos de seguridad. Como consecuencia, además de reportarse algunos heridos, empezaban a detectarse niveles de radiactividad por las regiones cercanas.
En los días siguientes se vivió aproximadamente una continuación de esta situación. Se continuaron los esfuerzos por enfriar con agua bombeada desde tierra y mar, y se extendieron los monitoreos de la radiactividad por las regiones aledañas, encontrándose niveles superiores a lo permisible en plantíos de vegetales y muestras del agua de mar. Estos hallazgos refuerzan las preocupaciones sobre el estado técnico de alguno de los reactores, posiblemente afectados por las explosiones y el intenso calor del combustible atómico insuficientemente refrigerado. Se trabajaba intensamente por reponer el suministro de energía eléctrica desde el exterior a los sistemas ingenieros de la planta, lo que no era nada sencillo por el panorama de desolación dejado en toda la región por el terremoto y el tsunami.

En los monitoreos periódicos de radiactividad, las dosis detectadas demostraban por momentos tendencias decrecientes. Esto indica que se habrían escapado cantidades limitadas de radioisótopos desde los reactores, que forzosamente irían agotando su actividad a medida que se desintegran. El hecho de que se fueran diluyendo en el medio ambiente también amortigua considerablemente su peligrosidad. Téngase en cuenta que en el entorno natural existen también fuentes radiactivas de baja intensidad. Esto no quiere decir que se deban dejar de tomar todas las medidas que la prudencia aconseje para aumentar la protección pública, como bien saben los japoneses que siguieron en alerta.

Aunque algunos estaban confiados en exceso. Unos obreros de la recuperación ignoraron en un momento dado las alertas de los detectores que portaban de altos niveles de radiactividad en los charcos de agua que atravesaban y, como consecuencia, tuvieron que ser atendidos y tratados por quemaduras por radiación. Las autoridades, compréndase la Agencia de seguridad industrial y nuclear japonesa y los directivos de la compañía, orientaron extremar precauciones y se monitoreó más estrechamente la radiación recibida por el personal en labores. Según estas, unas 20 personas habrian recibido una dosis de 100 milisieverts, lo que es una dosis notable en términos relativos, pero sin consecuencias determinísticas para la salud. Esto de determinístico quiere decir que, con una dosis así, no se corre un riesgo inmediato de sufrir ningún problema, pero a largo plazo, pasados un número de años, aumentan algo las probabilidades de sufrir algún tipo de afectación a la salud. La noticia tranquilizadora era que, en los exámenes conducidos en el centro de salud de Kawamata a los niños de la zona de evacuación, no se encontraron señales de sobreirradiación.

Del 24 al 25 de marzo la radiación depositada en las prefecturas japonesas cercanas a Fukushima continuaba disminuyendo. Los trabajos de técnicos y obreros lograban hacer llegar la electricidad a más y más sistemas ingenieros de la planta y aumentaban el control sobre la misma. En el agua de mar se encontraban eventualmente altos picos de radiación, particularmente de los isótopos Yodo-131 y Cesio-137. Este último es el más peligroso, porque se desintegra más lentamente y por lo tanto dura más tiempo irradiando. En el agua de beber los niveles detectados eran casi siempre dentro de los límites permisibles, y ligeramente por encima de lo recomendable para niños en alguna ocasión aislada. En el suelo y los vegetales también se dieron hallazgos importantes de contaminación radiactiva.

Para el 27 de marzo ya se bombeaba mayormente agua fresca dentro de reactores y piscinas de combustible, en vez del agua de mar usada en los primeros días. Esto indica mejor dominio de la situación. La presión y temperatura dentro de los reactores permanecía controlada y en ligero descenso a niveles más seguros También progresaba la restauración de los sistemas eléctricos. La contaminación radiactiva descendía en todos los frentes, aunque se mantenía la recomendación de evitar beber el agua superficial en siete localidades. Se recordará que varios países dictaron medidas contra la importación de alimentos y vegetales de origen japonés por temores relacionados con la contaminación.

El día siguiente, 28, una poderosa réplica sísmica en las cercanías de la electronuclear de Onagawa aceleró los corazones de muchas personas, pero el temblor de 6,5 grados en la escala de Richter no afectó los sistemas de la central. Se pudo modelar con mayor precisión la dirección de las corrientes de contaminación más significativas vía marina.

Este día, en una comunicación del director general del OIEA, éste destacó la importancia de mantener la comunicación clara, abierta y precisa en una crisis de esta naturaleza. Enfatizó la estreches en que trabajaron la Agencia japonesa y la mundial en el enfrentamiento al problema, así como agradeció la asistencia de otros organismos. En el marco de la conmoción, conminó a empezar a pensar en el futuro, en el fortalecimiento de los mecanismos de seguridad para el uso de la energía atómica, incorporando las lecciones aprendidas en Fukushima.

Poco después, ese día, se detectaron trazas de plutonio en el suelo cerca de la planta, pero no estaba claro si provenía de la planta o su origen venía de antes –en los suelos de todo el mundo existen naturalmente pequeñas cantidades de este elemento, más lo que se depositó como resultado de las pruebas de armas nucleares– y las cantidades encontradas no eran mayores de lo normal.

Al día de hoy, 29 de marzo, los niveles de radiación en todas las formas de monitoreo indicaban una sostenida reducción hasta límites cada vez más reducidos. Los dos obreros que sufrieron las quemaduras por radiación en la planta, habían sido dados de alta del hospital. El laboreo de los incansables y afanados trabajadores japoneses mete en cintura poco a poco a la descarrilada planta, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer. En nuestro próximo post, trataremos de hacer un resumen y recoger nuestras reflexiones relacionadas con todo esto.

Continuará...

Para poner en perspectiva todo lo que está sobre el tapete en el tema de la energía nuclear, incluyendo las recientes causas de apasionamiento alrededor de los sucesos de Fukushima, es preciso manejar la información desde todas sus facetas.

28 de marzo de 2011

Una visión sobre esas cosas espantosas que dicen están pasando en Fukushima (II)

Pues bien, continuamos viendo qué más pasó en Fukushima, donde el terremoto del pasado 11 de marzo y el tsunami subsiguiente provocaron uno de los incidentes más graves en la historia de la energía nuclear. Unas cuantas cosas impactantes han pasado en estos días y es conveniente estar familiarizado con los hechos más representativos.

A la altura del día 12, muchos residentes y personas de todo el mundo no se habían podido recuperar del shock inicial, pero de todas maneras urgía atender la situación de la central electronuclear. Varios organismos internacionales estaban ofreciendo y concretando ayuda de diversas maneras, entre ellos el Organismo Internacional de la Energía Atómica. Dentro del reactor 1, el afectado más de cerca por la explosión del día anterior, empezó a bombearse agua de mar mezclada con boro, que es un elemento capaz de inhibir las reacciones del combustible nuclear. Se confirmaron además 4 trabajadores lesionados por esta explosión. Dos productos radiactivos resultado de las reacciones atómicas típicas en estos reactores, Cesio-137 y Yodo-131, , empezaron a encontrarse en las cercanías de la planta, obviamente con ciertos aumentos de la radiactividad local. La evacuación de personas en los alrededores ya alcanzaba a decenas de miles.

El accidente había sido calificado inicialmente como de nivel 4 en una escala donde el máximo, 7, había ocurrido solo una vez, en el fatídico Chernobil. El accidente de la Isla de las Tres Millas, en los Estados Unidos, había alcanzado la categoría 5. Después se vería que los japoneses estaban siendo un poco optimistas. En el reactor 3 hubo necesidad de liberar un poco de vapor de manera similar a la del reactor 1, y se le inyectó agua y agua de mar. En este edificio se empezó a acumular hidrógeno, que es un gas altamente combustible. Aunque se trató de disiparlo a la atmósfera, no se pudo evitar una explosión el día 14, con el coste de seis trabajadores heridos.

Una medida de precaución que se recomienda en estos casos es la ingestión de yodo por parte de la población en riesgo. De esta manera, los órganos del cuerpo propensos a acumular esta sustancia, lo hacen con una de origen confiable y no con la que pudiera haberse liberado del lugar del siniestro que emite radiactividad. Los japoneses, por tanto, empezaron la distribución masiva de este fármaco.

Los días siguientes verían la sucesión de esfuerzos por inyectar agua en los reactores con combustible y mantener niveles adecuados del refrigerante. Altos directivos de la Agencia nuclear japonesa y de la compañía ofrecían al público la información disponible con las recomendaciones adecuadas, aunque a los últimos la prensa y demás sectores sociales empezaron a presionarlos, ante la posibilidad de que hubieran ocurrido negligencias en la explotación de la planta. En el resto del mundo se producía un esfuerzo comunicativo similar a los más altos niveles. El día 15 trajo una complicación adicional.

No solo los reactores en funcionamiento se cubren con agua. El combustible nuclear utilizado y considerado como agotado se guarda en piscinas que también deben ocuparse de refrescarlo, pues todavía contienen mucha energía en reacciones que emiten cantidades considerables de calor y radiactividad. Se detectaron llamas alrededor de las piscinas del reactor número 4, con radiación emitida directamente a la atmósfera. Las explosiones de hidrógeno continuaban en uno u otro reactor, tal vez causando este incendio, que fue controlado en un par de horas. Los niveles de radiactividad se elevaron en la planta a niveles serios durante este período, y fue bajando paulatinamente, pero se evacuó a todo el personal no imprescindible. Todos los reactores se reportaban, oficialmente, como estables, apagados y fríos, y se continuaba rociando agua desde helicópteros, con cañones, desde el mar y, en general, como fuera que se pudiera.

Ahora bien, las réplicas al terremoto continuaban en otras zonas de Japón, algunas con tanta fuerza como 6 grados en la escala de Richter. Las plantas nucleares más cercanas a los nuevos epicentros resistían sin novedad. Entre fuegos, explosiones y dificultades con la refrigeración del agua, las piscinas del combustible utilizado en Fukushima en sus varios reactores se calentaban peligrosamente. Las complicaciones de todo tipo hicieron subir la calificación del accidente hasta el quinto nivel de la escala, ya similar al de la Isla de las Tres Millas. Llegado el día 20, seguían operando con generadores eléctricos de emergencia ante las dificultades del suministro de electricidad desde el exterior. Empezó a detectarse radiactividad por encima de lo normal en zonas alejadas decenas de kilómetros, en el agua, en la leche de las vacas, y en algunos vegetales de cultivo, la mayoría de las veces por niveles inferiores a los máximos permisibles establecidos por las autoridades como seguros, pero algunos traspasando estos límites.

Las unidades 1, 2 y 3 eran las que estaban en peores condiciones en este momento, y se creyó que los núcleos de sus reactores pueden haber sufrido algún tipo de daño. Las piscinas seguían preocupando a los recuperadores.

Continuará...

25 de marzo de 2011

Una visión sobre esas cosas espantosas que dicen están pasando en Fukushima

Varios conocidos, preocupados, nos recomiendan no salir en estos días a la calle sin necesidad, dejarnos lloviznar encima e, incluso, dejar de comer ciertos vegetales. Estas serían precauciones a tomar por consideración al accidente nuclear ocurrido en Fukushima, Japón, a raíz del terremoto ocurrido en el país del sol naciente, seguido del espeluznante tsunami cuyas imágenes impactarán durante largo tiempo.

En realidad, la magnitud del fenómeno y sus posibles repercusiones justifican que todos nos preocupemos por tener un nivel de información sobre el tema. Ahora, corre un gran torrente de versiones, informaciones, opiniones, recomendaciones y críticas de toda laya por los distintos medios, la prensa, Internet, con frecuencia intermediados por periodistas no especializados u otras personas con determinadas posturas respecto al tema que los alejan de una posición de imparcialidad. Consideré sería útil discutir los hechos ocurridos de manera comprensible, sin ser demasiado simplista y añadiendo algunas consideraciones de mi parte. Añado que muchos colegas físicos míos tendrían toda la disposición a dar estas explicaciones, e incluso con mejor nivel, a todos los interesados, aunque es posible que pocos de ellos mantengan blogs.

Lo primero a notar es que todo empezó a raíz de que la nación asiática fuera azotada por un terremoto fuerza 9, en primer lugar, y luego por un tsunami que arrasó con todo lo que encontró a su paso, varios kilómetros tierra adentro. Eclesiásticamente hablando, es como si Dios hubiera dado una patada en la tierra, primero, y después salpicó. Si estamos hablando de 10 o 20 mil muertos a estas alturas, en lugar de medio millón, es porque en Japón las cosas se construyen como debe ser. Compárese con el terremoto del 2009 en Haití, 100 veces menos intenso, a pesar de lo cual costó las vidas de 200 mil personas y un desastre de infraestructura que hoy en día todavía perdura en su mayor parte. Es importante poner las cosas en su contexto, antes de sacar conclusiones propias relacionadas con otros contextos donde existen otras condiciones. Para las explicaciones que estaré ofreciendo, me basaré en el estrecho seguimiento hecho por el Organismo Internacional de la Energía Atómica, que se puede consultar en la primera plana de su página web.

Entonces, se puede afirmar que si en Fukushima, en lugar de la planta atómica, hubiera existido cualquier otra cosa -por ejemplo, un molino de quimbombó- este seguramente se hubiera caído primero con el sacudón, y luego hubiera sido arrasado por el maremoto, sepultando a cuantos infelices hubiera encontrado por el camino. De la central nuclear, se puede afirmar que resistió bravamente el primer embate sísmico. Las cosas empezaron a ponerse malas después del paso de un torrente de mar enloquecido que no solamente hizo estragos en las instalaciones de la planta atómica, sino que arrasó con toda la infraestructura regional.

Esto ocurrió el día 11 de marzo. La Agencia de Seguridad Industrial y Nuclear de Japón se puso en el nivel más alto de alerta en cuanto se supo del temblor. Otras plantas nucleares de la región, Onagawa, Fukushima-Daini y Tokai, se apagaron automáticamente sin mayores afectaciones, aunque en la primera se reportó al principio un incendio.

A las 5 de la tarde de ese día se había ordenado la evacuación de las personas residentes en un radio de 3 km alrededor de la planta de Fukushima Daichi, que es la que nos ocupa, así como la orientación de permanecer bajo techo a los residentes hasta 10 km en las cercanías.

Aunque los reactores de Fukushima que estaban en funcionamiento (tres de seis) se apagaron, necesitaban un nivel de refrigeración, que en casos de accidente debía ser provisto por motores eléctricos. La red eléctrica regional, naturalmente, estaba colapsada y no podía suministrar la energía requerida. Los generadores diesel presentes en la instalación para suplir esta carencia habían sido seriamente afectados por el tsunami y tampoco podían satisfacer la urgente necesidad de energía para refrigerar los reactores. No obstante, rápidamente arribaron grupos electrógenos móviles para apoyar las labores de emergencia.

Dentro de los reactores del tipo de los de Fukushima, circula agua que se convierte en vapor y traslada esta energía a la turbina generadora de electricidad. Con el reactor apagado, el agua líquida circula y cubre el combustible nuclear para mantenerlo fresquito. Horas después del terremoto, dentro del reactor 1 empezó a elevarse la presión, indicando evaporación de esta agua a niveles peligrosos, y los controladores de la planta decidieron liberar un poco de vapor, filtrando la radiactividad en la medida de lo posible, para evitar un mal mayor –la explosión descontrolada de las tuberías. De hecho, en las instalaciones externas al reactor se produjo una de esas explosiones que ocurren por distintas causas en las plantas industriales de esta magnitud que sufren un golpe de tanta fuerza –combustión de gases o líquidos o cosas que se caen; esta explosión no produjo afectaciones al núcleo del reactor, pero sí asustó a mucha gente.

Continuará....

5 de marzo de 2011

Militares cubanos y capitalistas brasileños establecen una empresa para la producción de soya en Cuba

La ampliación de la noticia, con música de Liuba María Hevia:

Por una línea de soya pasa el trencito samba-pi pi
y muy contento recorre, su verde ferrocarril
Pi pi pi pi pi, pita feliz
desde Brasilia hasta Manatí.
Pi pi pi pi pi, pita feliz
desde Brasilia hasta Manatí.


Un día pasó un cubiche y de un mordisco mordió el carril
Se llevó el saco de soya, más gordo que había allí
Pi pi pi pi pi, lo carga así
Antes había azúcar aquí.
Pi pi pi pi pi, lo carga así
Antes había azúcar aquí.


Cuando lo vio el general, muy enojado le dijo así
Devuelva, señor cubiche, el grano que falta aquí
Pi pi pi pi pi, no es para ti
Se exporta a Ottawa, Tokyo y París.
Pi pi pi pi pi, no es para ti
Se exporta a Ottawa, Tokyo y París.