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31 de marzo de 2016

Qué bien se arma el rompecabezas

A propósito de la visita a Cuba del presidente de los Estados Unidos


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La visita del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, a Cuba, ha sido interpretada de las más variadas maneras. En este acercamiento, intento dar una lectura que creo muy necesaria y que ha brillado por su ausencia.

En primer lugar, se debe situar la visita del mandatario en el marco del proceso de normalización de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Como se sabe, los presidentes de ambos países inauguraron, el 17 de diciembre del 2014, un proceso de deshielo del diferendo bilateral. La Casa Blanca ha anunciado varios paquetes de medidas para aliviar parcialmente la política de embargo-bloqueo. A La Habana se le reprocha frecuentemente que no haya respondido con medidas recíprocas aunque esta última no tenía legislado ni practicaba una política semejante de sanciones contra Estados Unidos. Las acciones del gobierno cubano se han movido, sin embargo, por otros planos.
Este Obama tan amistoso con nuestra bandera salió en Granma

La visita de Obama fue todo un espectáculo mediático, con ingredientes desde la política hasta lo cultural, ideológico y deportivo. Muchos participaron conscientemente del montaje, desde el más encumbrado hasta los “ciudadanos de la calle” que mostraban los medios de prensa. En todo lo trasmitido, deberá buscarse entre líneas, entre lo no confesado, lo que falta para comprender la gran imagen.

Para entender lo que falta, es necesario aquilatar una faceta del dichoso embargo-bloqueo que muchos pasan por alto. La tal política, técnicamente, ha sido anti capitalista; ha funcionado como un obstáculo a la expansión del capitalismo.

En la época de la Unión Soviética y cuando aquí se decía que la inversión extranjera y el dólar eran malos, dicha faceta no se hacía sentir. Con la caída del campo socialista, muchas cosas habían de cambiar. Por ejemplo, los capitalistas europeos y chinos empezaron a comprar los espacios que La Habana, de pronto, estaba ansiosa por vender.

Con la sucesión de crisis económicas de las últimas décadas, más y más capitalistas estadounidenses empezaron a fijarse en un mercado a las puertas de su casa. Once millones de habitantes, mano de obra calificada, recursos naturales no desdeñables y una posición geográfica envidiable eran valores que invitaban a la naturaleza inherente del capital de expandirse. Pragmáticamente, hasta personajes como Donald Trump y Jorge Mas Santos, quieren invertir en Cuba. Súbitamente, las diferencias ideológicas subrayadas por el bloqueo, empezaron a resultar obstáculos en el camino de un buen negocio.

La existencia de un régimen unipartidista no le quitará el sueño a los potenciales hombres de negocios estadounidenses. La experiencia de las relaciones con China mostraba que incluso esto podía constituir una ventaja. Es más fácil el control social y la gobernabilidad, y por lo tanto las ganancias son más seguras, cuando una población recuerda poco de sus tradiciones de insubordinaciones cívicas y luchas democráticas.

En Washington, los mayores oponentes al bloqueo tenían mucho que ganar, como los exportadores agrícolas. Los grupos de cabildeo, como Cuban-Americans for Engagement (CAFE), explotaban hábilmente estos sentimientos, en su labor de demostrar todo lo que cada orilla “se estaba perdiendo”.
Al sur del estrecho de la Florida, por lo menos una parte de los capitalistas extranjeros dejaron de ser “malos” en cuanto se acabó el apoyo soviético. Las reformas avanzaban a trompicones, con lazos y retrocesos, pero el impulso general es indetenible, hacia la liberalización. Concedían derechos de arrendamiento por un centenar de años; acceso a recursos naturales; décadas de exenciones de impuestos, derechos de explotación de una fuerza de trabajo con derechos laborales limitados. Todas estas salsas, ofrecidas de buen grado y en cualquier divisa; solo los de la tierra de los dólares estaban impedidos de venir al banquete ¡por su propio gobierno!

Ciertamente, no se cambia fácilmente una política de 50 años, que ha dado beneficios materiales y electorales a muchos sujetos en los Estados Unidos. La actual administración de Washington necesita trabajar “sin prisa, pero sin pausa”. Su selección de pasos tiene una coherencia total con las lógicas del mercado capitalista. Y se acompaña fácilmente del discurso de defensa del cambio, la modernidad y el empoderamiento democrático del pueblo cubano.

  • Los exportadores agrícolas estadounidenses fueron de los primeros en recibir el permiso. Incluso, antes de Obama.
  • Las compañías aéreas querían expandirse. Pues se autorizan los viajes de ciudadanos para “el contacto pueblo a pueblo”, y se otorgan las licencias para un montón de vuelos.
  • Otras compañías de transporte y de turismo quieren participar. Pues ahí tienen permisos para los ferries, para cerrar contratos de administración de hoteles y poco a poco vendrán más.
  • Ojo, todo esto es más difícil de realizar si el uso del dólar tiene prohibiciones desde el norte y gravámenes desde el sur. Pues se quita la penalidad del norte; automáticamente se quitó el gravamen del sur.
  • La infraestructura cubana, mientras tanto, deja mucho que desear, como en el campo de las telecomunicaciones. Pues ahí están Google y demás, que pronto recibieron las licencias correspondientes. La Habana prestó un poco de resistencia, inicialmente. El monopolio de Etecsa deja grandes ganancias, y está lo del control de la información. Finalmente, comprendieron que había que sacrificar alguna pieza, en pro del flujo de capital anhelado.
  • El caso del deporte habla elocuentemente. La organización de las Grandes Ligas desechó también cierta cláusula incómoda para deportistas antillanos. Ipso-facto, las autoridades del INDER cubano anuncian la total apertura de ese mercado, cerrado anteriormente con aquella retórica de “pelota esclava, atleta mercancía”, etc.
No se trata, entonces, de una paranoia ultraizquierdista. No hay una conspiración oculta. Es, simplemente, el desmontaje de una política anti-capitalista, por los capitalistas a los que afectaba. Si hay un caballo de Troya, es de transparente cristal, y se saludan entusiastas desde adentro y desde afuera de la bestia. Pues en la ciudad, la alcaldía hace todo lo posible para ayudarle a entrar. Manteniendo las formas: el discurso de la dignidad, la soberanía y todo lo demás.

Ahora, los capitalistas estadounidenses, que ya tienen luz verde aquí, están en camino de recibirla totalmente también de allá. Vía libre para explotar nuestros recursos, nuestra fuerza de trabajo, poner aquí sus maquilas, etcétera. Para que la agricultura estadounidense barra con la nuestra; para Chevron y cía determinen si hacer fracking en aquellos de nuestros pozos que no haya ocupado antes Sherrit; para que millonarios cubano-americanos, como Alfonso Fanjul, reincorporen nuestros centrales azucareros a su emporio, tristemente célebre en el resto del Caribe y Centroamérica.

Las relaciones del pueblo cubano con cualquier otro del mundo se benefician de la amistad. Ello debe ser celebrado, y fomentado resueltamente. Naturalmente, también tenemos que relacionarnos con un mundo exterior, capitalista, para los negocios. La única solución socialista es que los caminos de esos negocios, que entren o salgan de nuestro patio, permanezcan custodiados por el poder democrático y soberano de la ciudadanía. Y al mismo tiempo, recordar y fomentar la –prácticamente olvidada– solidaridad de nuestro pueblo trabajador, con las clases trabajadoras de esos pueblos, con sus proletarios, sus campesinos (con los obreros agrícolas, los braceros; con los hacendados, la relación es de negocios). Estas son mi contribución y mis ideas en este asunto.

23 de marzo de 2016

El regreso del cubanito viajantín (I parte)


No tan rápido como uno desea estas cosas, pero por fin los planetas volvieron a adoptar la alineación necesaria para que cierto criollito volviera a oler ciertos aires, lejanos del terruño natal. Y volví a vivir momentos poco frecuentes, simpáticos tanto como estresantes, de los que tal vez valdría la pena rememorar alguno que otro.

No vamos a entrar en todos los detalles, ni los previos al viaje ni otros propios del viaje mismo. Por una parte, sería abusar demasiado del gentil lector o lectora, proclives a aburrirse. Por otro lado, cuando uno tiene intenciones de repetir la experiencia, ciertas discreciones son sabias.
 
La razón de esta excursión al mundo exterior consistió en aprender, de la mano de la empresa suministradora, el manejo de complejos programas para planificar tratamientos de radioterapia y radiocirugía, en proceso de instalación en mi hospital. El entrenamiento tendría lugar en la localidad de Crawley, localidad al sur de Londres, en la vieja Inglaterra. Por la relación con la capital británica, viene siendo algo así como San José de las Lajas respecto a La Habana; salvando una distancia de unos cuantos millones de libras esterlinas.

Según la advertencia de Wikipedia, nos esperaría una temperatura promedio de 2 a 3 grados Celsius, máximas de 7 u 8, mínimas de 3 o 4 bajo cero. Esta vez el criollito no andaría solo, pues contaría con la distinguida compañía de un colega, otro físico del hospital Hermanos Ameijeiras, y una doctora del propio Instituto de Oncología. Atrás dejamos a un atolondrado neurocirujano, que estaba planificado para viajar con nosotros, pero sufrió un desdichado percance el mismo día anterior a la salida que le frustró su viaje. Y como el criollito es este servidor, voy a dejar la bobería esa de hablar en tercera persona.

El azaroso itinerario comenzó con una lección (más) para personas como yo, empecinadas en mantener un infructuoso ateísmo, en este país nuestro tan real y fascinantemente maravilloso. Previamente al viaje, nuestro clima llevaba no menos de dos meses de malos tiempos, frentes fríos, lluvias interminables, y hasta penetraciones del mar, sin un solo día del maravilloso sol del que nos enorgullecemos por acá –al menos en las propagandas para el turismo. Pues bien, ¿se acuerdan que el papa católico, Francisco, y el ortodoxo, Kiril, decidieron tener una reunioncita acá en La Habana, el día 12 de febrero, justo en el aeropuerto José Martí? Las oficinas correspondientes coordinaron con quienes había menester, los santos Isidro, Cirilo, Metodio y Bárbara o Changó, y tal cita histórica y religiosa, que coincidió con el día de nuestra partida, contó con una preciosa mañanita despejada, soleada y con una suave brisa; tiempo que no se había visto acá, en ningún día transcurrido hasta entonces durante este año de 2016.

Por la planificación del viaje, haríamos una primera escala, de una noche, en Panamá. Inmediatamente después del despegue, pareció que los pilotos de nuestro avión no tenían una idea muy precisa de hacia dónde dirigirse. La nave tomó primero, muy decididamente, rumbo directo al triángulo de las Bermudas. Luego, aparentemente, recapacitaron y, tal vez para ganar alguna referencia sólida, empezamos a volar a lo largo de la Autopista Nacional, también conocida como Las 8 Vías; pero mucho más arriba. Yo tengo mis razones para visitar Santa Clara, pero no creía que fuera el momento. Casi llegando al kilómetro 259 [1], más 10 de altura, por fin nuestra águila tomó rumbo sur.

En el momento oportuno, el capitán de la nave anunció que llegaríamos pronto. Casi enseguida sentimos el cosquilleo ese en los estómagos que refleja la rápida pérdida de altura. La protección meteorológica divina no se extendía, evidentemente, hasta nuestro primer objetivo. En esos momentos, entre nosotros y la superficie se extendía una cerrada capa de nubosidad. Había elementos para sentirse nervioso. ¡El istmo es tan estrecho! No se veía nada, nadita. ¿Y si, al atravesar las capas de nubes, descubríamos que nos habíamos pasado, o no habíamos llegado todavía?

Afortunadamente, en tierra firme nuestra tripulación se orientaba mejor que en las islas. Después de atravesar la nubosidad, todo apareció justo donde debía estar. Panamá y su capital, y su canal, y el bulto de barcos haciendo su cola para pasar. Uno de esos barcos avanzaba a toda máquina y se le veían todas las intenciones de colarse.

Aterrizamos. El aeropuerto aquel de Panamá tiene su magnitud y sus vueltas. Algunas de las barreras, de esas de postes unidos por cintas, se ponían laberínticas. Ea, creo que ya pasamos por aquí; o hasta del tipo banda de Mobius –ea, creo que ya pasamos por aquí ¡pero ahora estamos de cabeza! Al fin, entre el azar y seguir a los que parecían más conocedores, recorrimos aquello y no nos perdimos.

Algún trabajo costó trabajo convencer a la funcionaria de migración que nos dejara entrar, pues solo sabíamos que una persona de la empresa nos debía esperar fuera, pero solo teníamos un nombre, sin un teléfono ni una dirección. Al final, entre cartas de recomendación y seguridades de la dichosa empresa –aunque sin direcciones panameñas–; pasaportes oficiales cubanos y visas del Reino Unido, convincentemente estampadas; más un concienzudo interrogatorio, nos dejó pasar.

En tan breve escala vimos, como era de esperar, apenas unos fragmentos fugaces del país, por más que nuestros cordiales anfitriones se afanaron por darnos los paseos más interesantes en el corto tiempo disponible. Recorrimos el casco viejo de Panamá, que se da un aire al de La Habana. Sentimos ese calor tan parecido al de Santiago de Cuba. Nos convencimos de que las calles allá son tan abigarradas como las de Camagüey. Un cubano allá tiene condiciones para sentirse como en su país. Tanto la doctora como yo hicimos funcionar nuestras queridas cámaras fotográficas a derecha e izquierda. Guardamos, por tanto, las impresiones de edificios patrimoniales, iglesias, las ventas de los artesanos, los vistosos rascacielos… En el inevitable canal, me llamaron la atención las graciosas locomotoras que arrastran los navíos. Como los barcos casi no caben, y las locomotoras no siempre se ponen de acuerdo, les dan tirones y los hacen chocar contra un lado, luego contra el otro, y los pobres deben llegar, al otro océano, todos magullados. Del tráfico enloquecido y los taxistas temerarios hasta la locura. Y del hostal Casa Margarita, donde nos dieran una atención tan amable, como para que me queden ganas de hablar bien de ellos en cualquier parte que venga a cuento.

18 de marzo de 2016

Cubava... va a censurarte



La plataforma Reflejos es una de esas maniobras del gobierno cubano, para ofrecerle a la ciudadanía local un sucedáneo de Internet. Se proclama como un espacio con el objetivo de agrupar y visibilizar los blogs de cibernautas cubanos, para su mejor promoción y resalte en el ciberespacio.

Se recordará que la navegación por Internet en Cuba tiene muchas restricciones. Un grupo minoritario de la población tiene pleno acceso; un grupo algo mayor tiene acceso solamente a intranet, los sitios de instituciones del estado cubano (los .cu) y la mayoría no tiene ningún acceso, excepto pagando precios escandalosos (5 días de salario mínimo por una hora de conexión).

Dentro de ese espacio de los sitios .cu, las autoridades de las telecomunicaciones crearon entonces Reflejos, un tipo de servidor con el domino cubava.cu. Esta debía funcionar como plataforma de bitácoras, personales o colectivas. La alegación era que se hacía sin propósitos de censurar o controlar a la ciudadanía bloguera, sino para favorecer su visibilidad en el ciberespacio mundial. Idea que, en principio, no parece mala. Y tenía la ventaja de que era accesible, ya que no a la mayoría del pueblo, por lo menos al grupo menos reducido de “intra-nautas”

Entonces, a partir de la primavera del 2015, cualquier conexión nacional permitió abrir un blog en ese espacio. La felicidad parecía muy grande, los pobres solemos desconfiar de esas cosas, pero valía la pena probar. Numerosas bitácoras se abrieron, de los más disímiles temas, desde cultura, sociales, deportivos, tecnológicos, lúdicos y, finalmente, sobre asuntos cívicos y políticos.

Como colectivo, el Observatorio Crítico (OC) situó un reflejo de su blog en Cubava, bajo la dirección luchatuyucataino.cubava.cu. Yo, personalmente, puse una versión de mi espacio personal, Bubusopía –ambos originalmente, y todavía también, en wordpress. Los materiales que aparecían en el sitio internacional, los replicábamos en el interno, para ponerlos al alcance de los posibles interesados.
El sitio del OC tuvo un crecimiento muy decente en aceptación, lo que se evidenciaba en las estadísticas de visitantes y suscripciones. Bubusopía, como espacio individual al fin y al cabo, se actualizaba menos frecuentemente y con menor variedad, así que tenía menos impacto.

El intercambio con mayores públicos enriqueció nuestra visión, potenció nuestras energías e influencias, durante un tiempo. Experimentamos vivencias de interés, adquirimos nuevos amigos, despertamos debates interesantes en la red y pusimos a pensar a más de una persona por ahí. Por un buen tiempo, contamos con otro trampolín para promover nuestros ideales, nuestro espíritu de rebeldía, nuestro compromiso con las causas de la libertad, el socialismo democrático, el enfrentamiento a los autoritarismos y capitalismos de cualquier origen.

Como era de esperar, rápidamente atrajimos miradas aviesas. Lo primero fue que se nos pegó, como una lapa, un “cibersargento” de lo más pintoresco, un tal Istvan. La “tarea” de estos sujetos  consiste en intervenir en los sitios “conflictivos”, intentar distorsionar los debates, desprestigiar a los autores y hacerles perder tiempo y energía en discusiones fútiles. A veces teníamos que censurarle algún comentario particularmente ofensivo, pero la mayoría de sus intervenciones eran tan estalinistas, que eran ideales para redondear nuestras denuncias.

A la larga, las limitaciones de un espacio abierto por el Estado burocrático y autoritario cubano tenían que manifestarse. La censura comenzó a golpear a todos aquellos que se “pasaban de la raya”. El primero que vimos afectado fue el espacio La Jugada, con cuyo editor establecimos cordiales relaciones. La Jugada fue golpeada por varios cierres temporales y no sabemos si sobrevivirá al actual.

El sitio del OC también sufrió de la censura, tal como expondremos ahora. La dirección de Reflejos encontró ofensivos algunos de nuestros materiales y primero nos suspendió una semana, luego un mes, y al tercer strike, definitivamente. Bubusopía fue suspendida fulminantemente, de una sola vez.

¿En qué consisten los pecados que causan la ira divina y el relámpago de los dioses? La Jugada tenía una onda socialdemócrata, que reivindicaba las necesidades de los menos favorecidos por las reformas actuales del gobierno, y abogaba por la facilitación de los emprendimientos a la economía privada. Más prisa, pero con más protección social, digamos. La yuca del taíno se comportó duramente con un recuento de pasados pecados del gobierno y del partido oficial cubanos. Luego (segundo strike) publicó una crónica en defensa de los derechos de las personas homosexuales y, finalmente, publicó otro comentario crítico del gobierno venezolano chavista, a raíz de la gran derrota sufrida en las últimas elecciones.

O sea, que Cubava censura, no solamente por criticar al gobierno cubano, sino también por oponerse a la discriminación contra los homosexuales y hasta por criticar a gobiernos extranjeros que le caigan bien al nuestro.

Bubusopía, por su parte, flageló la falta de transparencia de nuestra política, gobierno y partido, que diseñan el modelo de país a espaldas de su pueblo. También demandó, desde un punto de vista marxista, que el Partido Comunista debe definir, en ocasión de su próximo VII Congreso, la naturaleza y carácter clasista que piense mantener.

Por cierto, un comentarista de otro sitio, cuyo nombre no podemos recordar, nos comunicó que tuvo semejante suerte. A él lo tumbaron definitivamente desde el primer golpe. Había criticado al monopolio cubano de las telecomunicaciones, ETECSA.

Estas experiencias no agotan el prontuario de censuras de Cubava. El Colectivo Arcoiris, de manera parecida al OC, tenía su blog en una plataforma internacional y abrió un similar en Cubava. Arcoiris es un grupo dedicado a la defensa de las personas LGBTI. Cuando criticaron demasiado las carencias del gobierno en este sentido, fueron expulsados. A diferencia de los casos anteriores, los miembros de Arcoiris armaron más revuelo, se defendieron con mayor fuerza mediática y su lugar fue repuesto tras duras denuncias en medios internacionales.

Finalmente, el bloguero Ruslan Olivares también sufrió, mucho más recientemente, por su bitácora “El Colimador”. Olivares denunció el disgusto sufrido cuando recibió ciertas comunicaciones de la administración de Cubava, en el sentido de que “aflojara la mano”, en sus materiales. Y eso que Olivares tiene mucha más afinidad por la onda oficialista que nosotros...

Nota autocrítica: y no acabamos de articular, como blogueros pero sobre todo como ciudadanos, políticas comunes, solidarias, para avanzar en los empeños que pareciera que debieran unirnos más, en esto de defender y promover nuestros derechos. O estamos demasiado exhaustos para intensificar nuestro activismo, o yo no sé...

Así se desarrolla el experimento de informatización de la sociedad cubana por parte del Estado cubano. Esto es más congruente que cualquier balbuceo del liderazgo cubano, con la reluctancia  a acelerar la penetración de las redes informáticas. Incluso el rechazo, cuando tales infraestructuras son ofrecidas de manera gratuita, evidentemente como una inversión a riesgo, por parte de corporaciones mercantiles extranjeras como Google.

En fin, una muestra más de los mecanismos de un Estado que trata de llegar a la modernidad, sin cejar en el intento de controlar el pensamiento y su expresión. En todo caso, las voces libertarias continuarán elevándose desde todos los rincones, reivindicando su valía y pertinencia, y encontrando los caminos para comunicarse con el resto del pueblo. Es más, que voy a abrir otro blog en Cubava. Funcionará mientras no me lo censuren, creo que lo voy a llamar el Samizdat.

14 de marzo de 2016

De año en año, más tazas de capitalismo


A finales del 2015, un periodista de Juventud Rebelde proclamó que el año anterior habría revelado una ligera disminución de los precios a los productos del mercado cubano. Los asiduos de Havana Times compartirían el estupor generado, por toda la evidencia existencial en contra.

En general, muchos sitios mediáticos, con mayor o menor apertura según el origen, discuten sobre el galopante costo de la vida en nuestras calles. La preocupación llegó a tales extremos, que la última sesión del Parlamento cubano se manifestó por tomar medidas de emergencia. Justo por esos días, los medios oficiales pretendían alegrarnos con la noticia de un crecimiento del Producto Interno Bruto nacional de un 4%.

Se recordará la reiterada promesa gubernamental de que el crecimiento de la producción traería aparejada la disminución de los precios. No pocos hemos criticado tales ideas, por su completa falta de objetividad.

Personalmente, encuentro deprimente la mayoría de las intervenciones sobre el tema en los medios, así como de la actitud de los diputados parlamentarios. Y es por razones sencillas, porque se le da vueltas a un asunto sin la disposición de reconocer su verdadera naturaleza; se desprecia la necesidad de documentarse y estudiar el tema que, por demás, no es tan complicado. Es el capitalismo, Cándido.

Sin la capacidad de los grandes expertos de la economía política, acá hemos apuntado en materiales anteriores un par de verdades elementales sobre esta situación. Aquellos que se precian de marxistas deberían conocerlas muy bien, y se han confirmado hasta la saciedad. Mientras tales realidades no se reconozcan, de nada valdrán las enardecidas arengas de los políticos; los golpes en el pecho de los dirigentes; los llamados a la conciencia de las personas trabajadoras sin ningún poder para cambiar la situación.

No cuestiono la cifra de crecimiento ofrecida por las autoridades. Una economía que basa su funcionamiento en resortes del mercado liberal, bajo ciertas condiciones externas positivas, puede crecer en términos macroeconómicos. Y eso es lo que hemos tenido aquí. Materias primas de importación abaratadas, arreglos financieros y crediticios favorables, más una considerable suavización de las condiciones del embargo/bloqueo norteamericano: en el caso del turismo, reflejado en un aumento del 30% de visitantes. Súmesele una política interna de desregulación, y ya tiene un caldo de cultivo excelente para el crecimiento… capitalista.

Por su naturaleza intrínseca, el beneficio de este tipo de crecimiento no puede llegar a las capas de personas trabajadoras, que componen la mayoría de la población. Este es el primer punto sobre el que hemos llamado la atención.
Ha crecido la producción, y ha crecido la oferta. Han crecido, porque las políticas implementadas han permitido el desenlace de ciertas trabas, previamente existentes. Pero estas mismas políticas han condicionado el tipo de crecimiento de tal oferta, de modo tal que se produce para acompañar el crecimiento de la demanda solvente. En Cuba ha entrado más dinero, y florece una capa afortunada que puede pagar precios más altos, que dispara el nivel de vida.

Échese un vistazo, por ejemplo, por este barrio de Miramar. Los nuevos ricos han llenado ya todos los espacios vacantes con el crecimiento de sus mansiones. Ha florecido un buen número de restaurantes, donde una comida cuesta mi salario mensual –que es el doble del promedio del país. Esos restaurantes no son para mí, pero tienen su clientela.

Las mercancías y servicios ofrecidos por el Estado tampoco favorecen la disminución de los precios. Un funcionario de Etecsa –monopolio estatal cubano de las telecomunicaciones– le explicó a un periodista que muchos clientes, especialmente jóvenes, les solicitan equipos de altas prestaciones, de los que cuestan ocho o diez salarios. Y yo les paso por al lado, a estas personas, en las zonas públicas de navegación. Con todas las deficiencias del servicio, pagan, por un rato del mismo, de dos a tres días de mi salario. Otros productos básicos mantienen unos impuestos de circulación y al valor agregado, leoninos, dentro del mismo espacio estatal, antes de ofrecerse al consumidor final.

Hay más dinero en circulación, por las remesas, la inversión extranjera, el turismo, los nuevos empresarios privados… Dentro del mismo Estado hay más recursos, sin mejores mecanismos de control, o sea, que también hay más para robarle. No se trata de que haya más justicia, sino más solvencia.

Para ser objetivos y no ignorar alguna parte buena, en el sector salud se hizo un ajuste de salarios, aunque ya la inflación se lo ha comido en su mayor parte. Y también me constan otras inversiones para elevar el nivel de atención, con todo y las deficiencias internas que se presentan. Pero todavía están lejos de satisfacer todas las necesidades, y la mayoría de las personas no visita todos los días los hospitales. Y como reporta otro cronista de HT, paralelamente se aplican medidas para recortar actividades, gastos y salarios.

Entonces, en el espacio de la economía privada, la ley de la oferta y la demanda simplemente viene a establecer el equilibrio a través de los precios. Llueven las quejas sobre la retención de mercancías, la especulación, la coordinación monopólica entre empresarios para optimizar ganancias a costa de los clientes. Son todos mecanismos propios, naturales, para nada ajenos, al mercado y a las dichosas oferta y demanda. Es necesario despojarnos de toda candidez. Sencillamente, así se explica en todo el rango de las teorías objetivas de la economía política. En el capitalismo, no se juega “al suave”.

En estas condiciones, alegar que “Cuba es un país socialista, no puede funcionar así” constituye otra cándida abstracción. Lo que determina el funcionamiento de un sistema socio económico son sus fuerzas productivas y sus relaciones de producción, no palabras teóricas. “El Estado tiene que intervenir, regular precios, multar las infracciones”, son retrocesos a medidas requeteprobadamente ineficaces. La insatisfacción popular volvió a alcanzar niveles de efervescencia, y los políticos volvieron a la actitud demagógica de pretender defender al consumidor del demonio que ellos mismos alimentan con las reformas actuales.

¿Qué consecuencias se reportaron, tras el último intento de regular los precios del agro? Desabastecimiento, la felicidad del mercado negro. Si hay algo que funciona peor que el mercado “libre”, es la intervención de un ente burocrático y funcionarios (inspectores y sus escalas jerárquicas) corruptibles.

En resumen, el crecimiento, se ve. Pero no es para todos, ni siquiera para la mayoría. El nuevo juego ha establecido nuevas reglas, y los ganadores se lo llevan todo. Lo más doloroso será el crecimiento de la desigualdad, de la pauperización de las mayorías trabajadoras sin accesos a las nuevas fuentes de enriquecimiento.

11 de marzo de 2016

El Congreso misterioso


Con la celebración, en el próximo mes de abril, del séptimo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), el país se aboca a lo que supuestamente constituye una ocasión de definiciones trascendentales. De esas que pueden definir las vidas y circunstancias, esperanzas y frustraciones de las generaciones actuales. De tal suerte, la participación colectiva general parecería un obligado requisito, si se aspira a representar un mínimo de transparencia y democracia por parte de una fuerza que sostiene la necesidad y el derecho a dirigir al resto de la sociedad cubana.

Sin embargo, el proceso del cónclave avanza envuelto en una nube de incertidumbres, que pareciera diseñada en busca de la indiferencia pública.
Recapitulemos. El máximo órgano de poder del PCC, el susodicho congreso, tuvo un irregularísimo período de ausencia entre su 5ta y su 6ta edición. Esta última, celebrada a inicios de la actual década, validó los conocidos “Lineamientos”, a manera de Hoja de Ruta del programa de reformas del gobierno presente. Si bien los Lineamientos fueron concebidos lejos del escrutinio público, en un momento dado, previo al 6to congreso, se dieron a conocer para su discusión y aceptación general. La discusión de los Lineamientos estuvo lejos de ser democrática ni transparente, pero los fenómenos recientes hacen extrañar aquellos momentos.

En estos meses, pareciera estar vigente una campaña bien diseñada para mantener la atención pública apartada del próximo gran cónclave. Esta ha tenido la facilidad de apoyarse en la mayor preocupación de la población, que es la inflación galopante de los productos agropecuarios. Cuando este debate decae un poco, oportunamente viene de visita un Papa, o el mismísimo President de los Estados Unidos; o se aviva la discusión acerca del sistema deportivo nacional –especialmente el béisbol– y sus relaciones con el mundo profesional extranjero –sobre todo con las Grandes Ligas.

En tal contexto, el periódico Granma informa que el sector agropecuario marca el origen predominante entre los delegados al próximo congreso. Esto permite reflejar la realidad del país, afirma el órgano oficial del Partido. Sin embargo, se conoce que más del 70% de la población cubana nació o reside en las ciudades. El sector económico predominante en la nación es el de los servicios. Como se sabe que los puntos donde se eligen a los delegados y delegadas son designados “desde arriba”, la composición de los congresistas huele más todavía a manipulación.

El documento que parece clave para el próximo, 7mo Congreso, podría ser el de la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista. Como otras veces, este documento de la Conceptualización fue concebido tras bambalinas, y por comisiones secretas. Y dije, “parece”, y “podría”, porque no he encontrado ninguna información oficial que ofrezca constancia de que sea, verdaderamente, el plato fuerte del Congreso. Ningún ciudadano “de a pie” de este país, ha tenido acceso a esos planes.

Cuando los Lineamientos del 6to congreso, la población cubana en general tuvo por lo menos, un atisbo previo a las recetas con que se luego se nos habría de cocinar. En esta ocasión, no ya a la población, sino hasta a la mismísima militancia del PCC en general se le ha escamoteado la posibilidad de analizar el tal documento. Según otra nota del Granma, los delegados electos al 7mo Congreso, más los diputados al parlamento cubano, más otros dirigentes y cuadros selectos, empezarán a reunirse este mes para discutir los documentos “que serán puestos a la consideración y aprobación” de la mentada reunión, sin entrar en detalles de cuáles son los citados documentos. Luego, abunda el diario, los encargados de las versiones originales de los documentos “objetos de análisis” tomarán notas y presentarán versiones más acabadas, hasta el momento de la conocida aprobación por unanimidad. A estas alturas, el proceso previo al Congreso número 6 parece un modelo de democracia.

Prácticamente ninguna voz se ha alzado, desde el seno del oficialismo, para denunciar tal atropello. A nuestro conocimiento, tan solo el periodista Francisco Rodríguez Cruz, Paquito el de Cuba, ha dado una muestra ejemplar de honestidad y valentía, al rechazar tal manipulación, dentro del marco de su militancia.

Lo que se deduce y confirma de este nivel de secretismo, una vez más, es el pánico de las autoridades nacionales a la transparencia, y su falta de voluntad democrática. Obviamente, están conscientes del deleznable papel que juegan, al bloquearle al pueblo cubano el ejercicio de su poder soberano. La información es parte esencial del poder. De tal suerte, no quieren arriesgarse a que las nuevas estrategias políticas que se plantean, puedan ser analizadas con suficiente antelación, para su crítica y denuncia de ser necesario, ante la opinión pública.

Sin arriesgar demasiado, resulta fácil intuir que los programas en cuestión deben ser la continuación de las políticas en curso. Que, además, reflejan las contradicciones de facciones en pugna. Por una parte, abogarán por la profundización de las reformas económicas y, por otra, persistirán en la defensa de los intereses de la élite, apoderada del Estado y escudada en éste.

Al final, queda la esperanza de que ni la más secretista o maquiavélica de las maniobras garantizará para siempre el predominio de los intereses retrógrados en las esferas de poder. La voz de las personas, ansiosas de ejercer sus derechos y libertades, se expresa con fuerza creciente en cada espacio a su alcance. La crítica y las demandas sociales no necesitan esperar por la publicación de un documento espurio más o menos, para continuar su trabajo en pro de una nación más participativa, más democrática y, para los que defendemos tales ideales, más socialista. Próximamente, la mayoría de los delegados del 7mo congreso jueguen su triste papel de figurantes de la minoría que los convocó, y las (no tan) nuevas conceptualizaciones de marras se harán públicas. Luego, la continuidad de los sufrimientos, esperanzas, sentimientos y voluntad de todo el pueblo determinará, como siempre, el devenir futuro.

8 de marzo de 2016

Definiciones perentorias ante el VII Congreso



Ya estamos a las puertas del año 2016, con la perspectiva de la celebración del VII Congreso de “el inmortal” (el Partido Comunista Cubano, PCC, para los que no están al tanto de la terminología). Hasta ahora, lo que más se ha destacado en el proceso asambleario que recorre las provincias, es la preocupación de la alta dirigencia por la producción de boniato y esas cosas. Y yo tengo atravesado entre ceja y ceja, que sería esencial que los militantes de esa organización no dejaran la oportunidad de aclarar un par de puntos programáticos.

Me parece que la benemérita institución debería, con carácter prioritario, aclarar su carácter clasista. Me explico. Supuestamente, hasta hace poco en Cuba todos éramos trabajadores, ya fuera de la ciudad o del campo, manuales o intelectuales, proletarios o campesinos. Pero llegaron los tiempos de las actualizaciones, y ahora florece la clase “emprendedora”, la economía abiertamente privada, con sus empresarios, desde los más pequeños hasta los no tan pequeños.
Y yo me pregunto lo siguiente. Supongamos un nuevo capitalista de estos, con su negocio, sus proletarios empleados, con todo el paquete, que quisiera, pidiera, su ingreso al PCC. También puede tratarse de alguien que ya era militante, y que ocurre que se vuelve dueño de un negocio de estos, dígase un restaurant, una hacienda que explota braceros, lo que sea.

Supongamos que sea una persona respetuosa de las leyes actuales. Que paga sus impuestos regularmente; socialmente aceptado en su comunidad; haga la guardia del CDR; que ayude a los viejitos a cruzar la calle; aporte para la pintura de pintar la escuela, y que sea hasta buena gente, vaya. Yo me pregunto, cuál será la respuesta del núcleo del Partido correspondiente. Cuál será la política al respecto de tal miembro de una clase antagónica al proletariado, que pida su ingreso al Partido que se consideraba, hasta cierto punto, del proletariado.

Quisiera saber, de paso, de qué lado se pondrá el Partido en los casos de conflictos laborales entre trabajadores y patrones en ese sector de la economía privada. Si quienes trabajan en uno de esos negocios deciden, digamos, de hacer una huelga contra quien los explota, qué lado podrá contar con la solidaridad partidista.

También quisiera saber cómo se enfocaría el principio del internacionalismo proletario, si se diera un caso como el siguiente ejemplo. Supongamos que a los trabajadores de la cadena hotelera Meliá, en España,  se les llena la cachimba de guizazos y van a la huelga por mejoras laborales. Y piden ayuda a sus hermanos de clase cubanos, del mismo ramo, en nombre de ese internacionalismo, como en los buenos tiempos de las Internacionales.

Este tipo de definiciones me parecen, justo ahora, más importantes para el Partido, que seguir con los intentos de dirigir el cultivo del boniato como en los últimos 40 años. Yo pienso que es mejor que las cuestiones de la producción se les dejen a quienes trabajan. Que será mejor que el Partido se concentre, en cambio, en definir los asuntos ideológicos, de la administración del poder, de la participación y demás. Que termine de clarificar si se consideran capaces de dirigir la construcción de un proyecto socialista o si se mantienen en la postura de que nadie sabe cómo construir tal cosa. Luego, las personas trabajadoras tendrán elementos concretos reales, mejor información, para juzgar si vale la pena prestar su apoyo a esta fuerza.

Se me antoja que conozco de antemano la respuesta. Después de todo, la aplastante mayoría del Parlamento cubano validó el infame Código de Trabajo neoliberal, vigente aquí hoy. Y los miembros del Parlamento que votaron a favor de tal engendro, eran total o casi totalmente, militantes del PCC.  De todas maneras, no es lo mismo que uno se lo imagine, a que el Congreso, como máximo órgano de poder de tal institución –bueno, en teoría– defina tales posturas.

Es verdad que reconocer oficial y explícitamente tal cuestión puede resultar un poquito dificultoso. Porque equivaldría a reconocer que no constituyen un partido proletario, comunista en el sentido marxista; ni siquiera socialdemócrata. Si acaso, una organización social-cristiana o algo parecido.

En fin, que se supone que éste es el tipo de definiciones importantes para los Partidos, en tiempos como éstos, de “actualizaciones”. Para poder confiar en que se sabe quién habla, y a nombre de qué ideología.