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25 de diciembre de 2011

Deportista del año

tags: deporte, deportista del año, encuesta, Cuba, Rogelio Jorge
 
Recientemente concluyó la encuesta de Prensa Latina, relativa a elegir al mejor deportista del año. Bueno, ni Messi, ni Usain Bolt; acá presentamos, en equitación, natación, deportes con pelota, gimnasia, ciclismo… al gran campeón…
¡Rogelio Jorge!

  

22 de diciembre de 2011

Preguntar con la Asamblea

tags: Cuba, Asamblea Nacional del Poder Popular, debate social, transparencia, economía, presupuesto, actualización del modelo económico.
 
En estos días, la Asamblea Nacional del Poder Popular de nuestro país está efectuando el segundo y último de sus breves períodos de sesiones anuales ordinarias. Se conoció, por la prensa, que están tratando "temas económicos y sociales". A mí me gustaría ver que los delegados preguntaran, o inquirieran, o aclararan, o explicaran un par de dudas que me han dado vueltas por la cabeza.
 
Se recordará el reporte triunfal en nuestra prensa sobre cómo el experimento efectuado con el arriendo de las barberías ha resultado en un gran ahorro y mayor recaudación para el Estado. Ha pasado también un buen tiempo desde el fin de la mayoría de las escuelas de estudiantes becados, lo que también ha implicado un considerable ahorro de recursos. Con la extensión de la edad de jubilación, unos cuantos pesos se han dejado de erogar por el presupuesto nacional en el concepto de retiro. Se han recortado ya bastante los alimentos subsidiados del racionamiento (la libreta), cesaron también los subsidios a los materiales de construcción ofrecidos a la población. Se liquidaron muchos premios literarios en metálico, y las editoriales han experimentado grandes tijeretazos en sus presupuestos. El financiamiento de proyectos culturales y comunitarios sufrió lo suyo. El INDER recibe menos recursos también. Se han "reorganizado" servicios médicos y educativos buscando mejor eficiencia –menos gastos– y, finalmente, en todas las ramas de la economía se han despedido unos cuantos miles –o decenas, o cientos de miles, sabrán la Virgen y Marino Murillo la cifra exacta– de empleados del estado que, de un tiempo a esta parte, se consideraron prescindibles.
 
A esto hay que añadir que, gracias a la regularización y extensión del trabajo por cuenta propia, existen hoy centenares de miles de contribuyentes más que en tiempos anteriores.
 
Entonces, lo que quisiera que se expusiera en estas sesiones por los ilustres diputados, es la cuantificación de todos esos recursos que se han ahorrado o aumentado su recaudación. Seguramente sería de gran ayuda comparar el presupuesto de este año y el próximo con aquellos de los años anteriores, y los fines a los que se han dedicado unos y otros dineros, no más para ver de una manera "global" si la "actualización del modelo económico cubano" ha valido la pena.

15 de diciembre de 2011

Qué le pidiera yo a la Conferencia del Partido

Palabras clave: Cuba, Conferencia del Partido, socialismo, ideología, marxismo, debate, sociedad civil.
Estoy pensando últimamente que pequé de ingenuo al esperar determinados procesos en la política nacional que parecen haberse aplazado para mejores tiempos. La razón de mi expectativa descansaba en que el Congreso del Partido hizo mucho énfasis en que se iban a discutir, sobre todo, visiones económicas y que lo político e ideológico se reservaba para la Conferencia a celebrar posteriormente.
 
Hay unos cuantos que pensamos, ya que de ideologías se trata, que la pretensión de pasar de ellas solo esconde el cinismo de los que propugnan las supuestas bondades del libre mercado –aunque reclaman a gritos el salvavidas de los estados, cuando lo que han robado del 99% de los demás ciudadanos del mundo no les parece suficiente para satisfacer sus ambiciones. Entonces, no me avergüenza pensar que alguna me puede servir. Claro, que una ideología civilizada debe cumplir ciertas condiciones. Por ejemplo, las delegaciones cubanas a los eventos cumbre de la Organización de Naciones Unidas, en los últimos años, han enarbolado un principio por el que voto con mis dos brazos, esto es, el de todos los derechos humanos para todos. Entonces, en un momento dado pensé que la Conferencia iba a recoger los temas pendientes del Congreso en este sentido de redefinir el modelo de sociedad que se desea para nuestro pueblo, desde ese punto de vista cívico-social, pero luego de adquirir el folleto respectivo en un estanquillo, estoy un poco menos seguro respecto a mis expectativas.
 
Tal vez se pueda considerar que estoy entrando en un terreno que corresponde únicamente a los militantes del Partido, pero como lo que este decide afecta en la práctica todos los cubanos, nos asiste el derecho a intervenir.
 
Se puede considerar que cuando las principales fuerzas de la Revolución de 1959 se agruparon en un refundado partido comunista, estaban definiendo el  modelo de sociedad que debería funcionar a partir de ese momento con los aportes de las fuerzas más progresistas del momento, lo que debió haber alcanzado su forma más definida con la proclamación de la nueva Constitución en 1976, aunque por ser nuestro país como es, las cosas en la práctica nunca fueron del todo como en la teoría. El caso es que, a estas alturas, obviamente hay que remodelar unas cuantas de esas cosas a partir del reconocimiento de que ya no funcionan "ni para nosotros mismos". Pero de las cosas que más me preocupan, no veo mucho en los lineamientos propuestos para la nueva reunión.
 
Vamos a empezar por los ejemplos simples. Supongamos que yo reconozca que María y Pepe son trabajadores ejemplares, por lo tanto muy dignos y merecedores de integrar lo que se califique como vanguardia, y sean electos para el Partido y demás. Eso no significa que yo considere que el juicio de ellos es superior al mío para decidir si un humilde servidor necesita la autorización de niveles superiores para salir del país por una visita, por trabajo, para emigrar o por las razones que sean. O que ellos sean los que tienen que conceder a las personas, graciosamente o no, la posibilidad de realizar con bienes que supuestamente son suyos, sus derechos de posesión –para colmo, decisiones que deben tomar solo en Congresos de irregular celebración. Amén, de que hasta donde conozco, ni Pepe ni María creen que deban arrogarse tales prerrogativas. Tampoco me parece que sea el dirigente del Partido en una región el facultado para decidir si ciertas actividades económicas por cuenta propia se pueden realizar o no; para colmo, este dirigente no es ni siquiera elegido, ni responde, ante María y ante Pepe. Para interpretar la aplicabilidad de las leyes, considero, deberían trabajar los comités de especialistas en la legislación, inevitablemente sujetos al escrutinio y mandato del único Soberano universalmente admisible, o sea, la ciudadanía. Para cambiar las leyes, ok, eso es más complicado, pero tampoco procede una fuerza, que integra a menos del 10% de la población, determinar ejecutivamente el destino de la nación.
 
Así que voy definiendo una de las cosas que yo esperaba para esta Conferencia, esto es, esa definición del papel que se iba a asumir por el Partido dentro de la sociedad cubana en las nuevas condiciones del siglo XXI, el de las comunicaciones inmediatas, el de la Internet interactiva, la globalización palpitante y ritmos económicos vertiginosos. No es exagerado pensar que estos momentos son tan fundacionales y contemplan tantas transformaciones, como aquellos de los años entre la entrada de los barbudos a La Habana y la proclamación de la Constitución.
 
Entonces, para que el Partido juegue el rol de fuerza revolucionaria y fundacional, y re-fundacional cuando hace falta, tiene que trabajar fuertemente en la ideología, entendida como definiciones de los principios ante los asuntos que se antojan como vitales en las sociedades de hoy. Los derechos humanos, las relaciones sociales y políticas, la interacción del individuo y el Estado, y otros que se nos vayan ocurriendo por un camino, deben abordarse con valentía y profundidad para señalar el camino que se aspira a seguir. Y este camino debe, como colofón inevitable, dejar el paso libre a una sociedad pacífica –que sepa, eso sí, defenderse de cualquier agresión externa– de personas trabajadoras por el bien común a la vez que el individual, ya que para conquistar la libertad mayor y verdadera fueron todos los sacrificios que permitieron el triunfo de la Revolución cubana.
 
Entonces habrá que definir, inevitablemente, los contenidos de esa libertad. Hay que tomar por los cuernos al toro y consensuar, nacional y democráticamente, cómo se van a configurar y profundizar aquellos derechos de los ciudadanos y ciudadanas que empezaron a declararse en las llamadas revoluciones burguesas: de expresión, de movimiento, de asociación, etc. Cómo va el Socialismo a asegurar esos derechos en nuestra sociedad con mucha más efectividad que los regímenes demo-liberales modernos, como se supone que hace un sistema social superior, y qué otras potencialidades humanas podemos y vamos a desarrollar gracias a esta superioridad, que en los sistemas anteriores no pueden todavía concretarse. Como de ideología trataríamos, algo se solapará con el contenido económico del cónclave anterior, y muchos reclamamos mayor espacio para el control de los trabajadores sobre la producción y los asuntos públicos en general, como concreción y mecanismo de todos los derechos imaginables.
 
Y aprovechando que estamos en un proceso de separación de las jurisdicciones respectivas de las actividades del Partido y el Gobierno o el Estado en la actividad económica–uno nunca entiende bien cómo es esto en Cuba– entre lo más importante que puede tratar la Conferencia interesaría, sobremanera, que se replanteara nítidamente la propuesta de los militantes sobre el balance de poder político y administrativo que deberá existir entre las autoridades electas por sufragio universal y las nombradas mediante otros mecanismos. Tanto dentro del Partido como fuera de este, en el país, en la República. Y las garantías conque se contará para que, en la práctica, no falle lo que en teoría se delinee con mucha atención.
 
El Partido habrá de resolver dialécticamente, en algún momento, la contradicción existente en el hecho de que no participa en las elecciones –principio importante, ya que es el único legalmente existente– y, sin embargo, las otras organizaciones de masas de mayor importancia en nuestra atípica sociedad civil (sindicatos, uniones de estudiantes, etc.) que sí participan en la organización de los comicios, poseen entre sus estatutos la condición de acatamiento de las políticas del primero. En general, se supondría que las personas decidan libremente integrar las organizaciones que les ofrezcan diferentes grados de oportunidades y afinidades, antes que imponerles obligaciones adicionales. Todo esto constituiría un excelente tema de análisis que, sospecho, estará ausente de la venidera Conferencia.
 
Esta fuerza que está asumiendo la delicada y extraordinaria tarea de constituir la vanguardia de la sociedad cubana, tiene que convencer al resto de que presenta estrategias ventajosas tanto para los propósitos a largo plazo, como para las tareas inminentes. Entre los flagelos inmediatos, la discriminación por distintas causas, la corrupción y los desmanes de una casta burocrática plantean retos de primer orden. Para combatir al primero, hacen falta algo más que declaraciones generales; tienen que aparecer órganos ejecutivos que planeen y ejecuten políticas profilácticas y apliquen sanciones correctivas, vías eficaces de denuncia y protección para las víctimas de sus manifestaciones, y demás medidas de ese tipo en que se pueden ir pensando. Para acorralar al segundo, una vez más adelantamos nuestra exigencia del control de las personas trabajadoras sobre el proceso de producción-distribución de bienes y servicios que ellos personalmente generan. Qué mayor triunfo y gloria para el Partido que liderear a los trabajadores en esta campaña.
 
Para ser realmente exhaustivos no alcanzaría ni con dos Conferencias. Como hipotético delegado, yo le concedería gran importancia al tratamiento de las desigualdades que se ahondan en nuestros escenarios. Sí, porque aquellas diferencias en los niveles de vida de las personas, que no se originan en las diferencias de los esfuerzos y el trabajo personales, es uno de los peores taladros para la moral de los colectivos humanos y minador temible de proyectos socialistas.
 
¿Qué debería decir respecto a la juventud, la filosofía del camino que toma nuestra sociedad? Que es la arcilla fundamental de nuestra obra, respondería el Ché, en la que confiamos y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera. Otra deuda pendiente, pues la juventud a la que se refería el Guerrillero Heroico hoy ostenta más canas que protagonismos que no sean los de ejecutar obedientemente las orientaciones de los "niveles superiores". Sea rebelde pero profunda, animaba de nuevo el Ché, a aquel sector al que hoy se le presentan apenas la fidelidad y la disciplina como valores supremos. Hay bastante que trabajar en la profundización de las doctrinas proletarias, considero, y ningún verdadero revolucionario debe tener nada que temer de su más amplia divulgación, estudio, conocimiento, debate y aplicación, desde los originales de Marx y Engels, hasta las contribuciones de los estudiosos más actuales, sin incitar temores o practicar censuras estalinistas contra textos como los de Trotski o los del mismísimo Ernesto Guevara. Hay que animar también a la negación dialéctica de todo lo que se debe renovar lógicamente en un sistema de pensamiento vigente a lo largo de tanto tiempo, negación que constituye a la vez la más triunfante reafirmación de una doctrina que aclama la superación de todo lo vuelto obsoleto con el desarrollo de las nuevas realidades.
 
Cualquier superestructura ideológica pasa naturalmente por las relaciones de nuestro pueblo con los demás en el mundo. No se concibe otra lógica –es decir, yo no la concibo– que no sea la de facilitar hasta el máximo, que todo simple hijo de vecino de Mayarí, del Cerro, de Trinidad, de Guáimaro y de Consolación de Sur, así como de los demás 160 y tantos municipios de nuestra patria, intercambien fraternalmente y sin cortapisas con el amigo boliviano, el pana venezolano, el hermano mejicano, el indignado ibérico, el latino documentado o no residente en la Yuma, etc. Que haya comunicación total, transferencia de conocimientos científicos y tradicionales, trueque de productos y esfuerzos de cada comunidad sin más intermediarios que los requeridos para tareas del transporte. El contacto pueblo a pueblo, corazón con corazón, alma con alma, sin oportunistas que se arroguen papeles que no se les han concedido desde el lado de abajo. 
 
Ojalá me equivoque pero veo, en los lineamientos para la próxima Conferencia, más repeticiones de viejos propósitos no cumplidos en las últimas décadas, que vías prometedoras para emprender los desafíos que muy superficialmente he mencionado.

3 de diciembre de 2011

Berrearse constructivamente

[tags: Cuba, debate social, cultura, chupi chupi, reguetón, censura, política cultural, trabajo comunitario, educación artística, Rogelio M. Díaz Moreno]
 
Ya va diluyéndose en el olvido temporal una polémica que, por momentos, pareció ardiente. Me refiero a las opiniones apasionadas que se vertieron a raíz de una Mesa Redonda, hará una o dos semanas, en la que se criticó duramente ciertas manifestaciones que pretenden pasar por arte musical, y que resultan en un compendio de todo lo zafio, chabacano y denigrante para mujeres y hombres que se puede encontrar.
 
Comparto muchas de las opiniones que se han vertido con aires de disgusto sobre este tema, aunque no aquellas que llaman a la simple y llana censura; si no tuviera otras razones, bastaría con aquella que señala que el fruto prohibido es el más apetecido, así esté podrido. No servirá de mucho sacar de concurso un video que escaló posiciones siguiendo las reglas establecidas; esto no hará más que multiplicar su divulgación en mil medios alternativos.
 
Ahora, no es mi intención incrementar la diatriba contra el objeto de nuestras iras. Vamos a suponer que ya todos estamos más o menos enterados de por qué ciertas canciones de reguetón o de salsa o de otras modalidades, dan muy mala imagen de sus géneros específicos. Lo que quiero ahora es llamar a la coherencia luego de esta toma de conciencia. Sí, porque la utilidad de algunas reuniones y momentos de descarga contra la cosificación de las personas es limitada, y si se quiere de veras transformar una situación, diría Marx, hay que arremangarse y coger al toro por los cuernos.
 
¿Por qué estos productos han ocupado ciertos espacios tan a sus anchas? Sencillo, porque estaban vacíos, o débilmente cubiertos por el trabajo de las instituciones más "culturosas". El adolescente, y también el adulto y el anciano, no siente suyo y apenas le llegan demasiado las manifestaciones artísticas de mayor elaboración y portadoras de mejores valores, pues vive en un solar donde estas otras instituciones no llegan, o en un barrio marginal donde la actividad recreativa más interesante es la de la pipa de ron, o incluso en un barrio no tan marginal pero igualmente escaso de verdaderas opciones.
 
El chupi-chupi y sus parientes se imponen porque son agresivos en un medio donde apenas encuentran oposición. ¿Se quiere cambiar el panorama? Pásese a la contraofensiva. Lleven a los muchachitos del solar dos violines, un arpa, un piano. Metafóricamente, claro: en la práctica, es seducirlos para que vayan a la casa de la cultura que tiene que quedarles a una o dos cuadras, atendiendo así a veinte solares. La institución los debe tentar, obviamente, también con las artes plásticas; con formas de desarrollo de sus capacidades narrativas orales o escritas; con las artes escénicas, y también (ya estoy delirando) con telescopios para mirar las estrellas de noche. Cualquier persona sensata añadirá aquí que esa arpa no es para sustituir o competir contra la rumba de cajón, sino para acompañarla o complementarla de la manera que otros tíos más listos que yo puedan imaginar. Un inicio de camino pudo haber sido la preparación de muchos instructores de Arte, pero de eso ha dejado de hablarse.
 
Cuando las personas, fundamentalmente los jóvenes, vean que pueden desarrollar su talento, por el placer de hacer algo a lo que le han encontrado el gusto, y que sienten que va mejorando a medida que lo sigue haciendo; que hay fuerzas sociales que les apoyan y estimulan a crecer, van a dejar de pensar -esperamos- que "eso de la cultura" no es lo suyo y se tornarán más refractarios -esperamos también- al producto detestable que se les ofrece como el apropiado para su ambiente, el populista, el chabacano, el que les denigra y les limita. Van a reconocer que tienen talentos y riquezas en los que no creían, y van a ver la miseria espiritual en que los sume la antigua opción. Si los niños son los que aprenden a tocar, a actuar, a pintar, a exponer un experimento científico interesante, los padres y abuelos irán a las funciones, a las exposiciones, a las ferias del conocimiento de sus vástagos, y algo se les va a pegar de este espíritu. Digo yo, que quiero creer en el mejoramiento humano.
 
Ah, pero todo eso es caro, estamos bloqueados por los yanquis, no hay recursos, ya tenemos bastante con la educación universal gratuita... Bueno, yo solo veo que esos que se autocalifican -¿autocríticos, eh?- como los asesinos de la música, como los animales, como las máquinas de hacer dinero, etc., no parecen detenerse ante estas dificultades, y van y ocupan esos espacios de la manera en que lo hacen, y sin resistencia. O se le pone lo que lleva, o seguiremos mucho, mucho tiempo, lamentándonos por el mismo problema.

26 de noviembre de 2011

Bubuscopio

tags: Bubuscopio, Cuba, créditos bancarios, religión, medicina, trabajo por cuenta propia, chupi chupi, debate cultural musical, reguetón
 
Ahora que ya Rogelito está fuera del hospital, ya regresamos a la situación normal en casa, las cotidianeidades y a robarle unos raticos al trabajo para escribir bubuscopios.
 
En uno de estos días en que velé el descanso del nené en el hospital pediátrico del Cerro (finalmente la fiebre que causó su internamiento se reveló pasajera, intrascendente y sin relación con el brote actual de dengue del país) llegaron unos fanáticos de la palabra del Señor. Dieron su arenga en nuestra sala, incluso intentaron ponernos a rezar. Yo intenté pasar desapercibido en mi rincón, pero sus radares me detectaron y me dedicaron un momento personalizado.
 
Ahí no pude contenerme y les expresé que yo, por una parte, respetaba mucho la manifestación de espiritualidad que ellos realizaban pero, por la otra les recomendaba, al regresar a sus hogares y templos, realizar la operación autofocal para interrumpir la cadena de reproducción del vector de la enfermedad, el mosquito aedes aegypti. De esta manera empezó un maravilloso diálogo de sordos. Su réplica consistía en que la fe era protección suficiente, a lo que yo contrapuse que cuando la medicina moderna se unió a la fe en la primera mitad del siglo XX, la esperanza de vida subió de 35 a 70 años. Pero era como hablarle a estatuas con grabadoras. Tengo que decir que no encuentro nada de irrespetuoso en insistir en reconocer los avances de la ciencia en la protección de la salud humana. En última instancia, si el mosquito no pica al devoto de cierta deidad, va a picar a la persona de al lado, a la que también queremos mantener sana. Incluso se puede pensar que si el devoto se cuida por sí mismo del mosquito, su deidad lo puede cuidar mejor de los demás posibles problemas que en la calle no escasean.
 
Cambiando de tema, tengo otra propuesta para el Ministerio de Trabajo y Seguridad social para licencia de trabajadores por cuenta propia: el trabajo de fabricador-instalador de laboratorios escolares de Física, Química, Biología. Así no hay que importarlos desde China u otros lugares con el consiguiente costo en divisas; le damos un trabajo calificado a algunos de los profesionales que se van a mandar a la calle a vender pizzas (oficio muy respetable pero que no requiere tanta inversión en recursos humanos) y aumentamos la recaudación por la ONAT. Por otra parte, nadie acaba de explicar por qué no se reconoce y extiende la licencia a los repasadores de materias escolares, si hace rato que existen, es conocido que atienden a los jóvenes de las familias de funcionarios y dirigentes y es otro oficio calificado, respetable y al que se le podría y debería cobrar impuestos para el fisco. Cultura tributaria, estamos llamados a tener.
 
El nacional después que el extranjero, de nuevo, y sin creerse que se gana algo estando por la libre. Esto viene ahora en la agricultura, cuando ya se le va a poder vender productos agrícolas directamente a los hoteles, sin pasar por acopio. Rectifico, ahora en los hoteles también hay cubanos. Pero en fin, la filosofía se mantiene, porque sigue siendo la empresa con divisas y más foránea que cubana la privilegiada, antes que el preterido mercado del barrio. Además el vendedor no va a poder ser, hasta donde entiendo, cualquier guajirito simple que tenga una mata de mangos, no; hay que pertenecer por lo menos a una organización como cooperativa o granja que el estado pueda controlar.
 
Con los nuevos crédito que, explica la prensa, se van a ofrecer a todo el mundo, va a ser interesante sacar un par de cuentas. Por ejemplo, para comprar materiales de construcción y pagar la mano de obra, como posible objetivo de uno de estos préstamos. Ahora, al nivel actual de precios, un profesional como pudiera ser un médico, con su salario mensual, podrá endeudarse y erigir una modesta vivienda, que podrá pagar al banco en unos 40 años. En eso nos pareceremos a muchos paises, esto es, si se obvia el detalle de que el cubano deberá dedicar íntegramente su sueldo de 20 dolares a pagar el préstamo, renunciando así a alimentarse, vestirse, transportarse –excepto a pie– a sí y a su familia. Hay esperanzas.
 
Por último, hay un interesante brete cultural, desatado por la mala calidad, la vulgaridad y el espíritu machista –entre otros problemas– de cierto tipo de músicas y videos-clips. Algunas personas se han dado cuenta de que no es un problema de un género particular, sí, porque algunos dedos han sido muy rápidos en apuntar al reguetón, pero hay que ver cuánto de lo mismo desbordan la salsa y otros productos –nada más que hay que ver el desfile de traseros femeninos en bikini en el último video que la UJC apadrinó el verano pasado; y otros tíos listos han observado que no se puede tapar el sol con un dedo, y que esas burundangas tienen un mercado no desdeñable, en todos los grupos etáreos y sociales, que las reciben con los brazos abiertos.
 
Yo le doy vueltas al asunto, y me lo analizo en el marco de nuestro verticalista sistema; tenemos entonces un grupo que controla los medios de difusión, que como seres humanos tienen sus debilidades, necesidades y ambiciones, o sea, que para superarse intelectualmente requieren de un esfuerzo, mientras que son tan corruptibles como los pisteros de la gasolina, los tarimeros en los mercados agropecuarios, los gerentes y los compradores de las empresas en el mercado exterior. Veo que este grupo solo es controlado, si acaso, por niveles superiores que no le exigen más que manifestaciones superficiales de fidelidad, antes que una verdadera política de meritocracia basada en la calificación profesional. De no estar ausentes, también ayudarían a evitar estos problemas la presencia de niveles de crítica artística, la evaluación de la labor de promoción cultural por parte de y de acuerdo con valores consensuados con la comunidad informada, atendiendo tal vez a encuestas integrales entre los diferentes grupos de personas, tal vez con paneles de representantes de vecinos, las mujeres –como se ha visto, frecuentemente presentadas como objetos sexuales–, intelectuales –que también son vecinos y mujeres–, etc. Pero como no hay nada de eso, la caldera coge presión y más presión hasta que un chupi-chupi pincha los límites y hay un explote en una Mesa Redonda, escándalo por demás temporal y superficial.
 
Cómo están pasando cosas interesantes por aquí. Vamos a ver qué tal la nueva ley de cooperativas, la deriva del modelo y un montón de acontecimientos "en pleno desarrollo".

15 de noviembre de 2011

Será marxismo, ¿será?

Palabras clave: salario, Cuba, sociedad, marxismo, trabajo por cuenta propia, industria azucarera, demografía, descentralización
 
En estos últimos años, parecen verse algunas señales desde las altas esferas que indican cierta voluntad de rescatar la filosofía marxista, reimpulsar su estudio, celebrar eventos y todo ello. Pues bien, en estos nuevos escenarios por donde nos movemos, ahora que ya es bueno (casi) todo lo que antes era malo –las divisas, vender tu carro o vivienda, ir a un hotel, tener celular y trabajar sin que sea para el Estado–, un humilde servidor que no sabe mucho de filosofía y marxismo se pregunta si no estaremos viendo la aplicación diáfana de los teoremas marxistas más elementales.
 
En la calle 23 del municipio capitalino de Plaza, por ejemplo, y en muchas otras vías importantes o no tanto, florecen los negocitos por cuenta propia, ya sea de venta de mercaderías o de servicios varios. Los establecimientos equivalentes del Estado, por contraste, languidecen. Se me ocurre si no tendrá que ver con aquella parte de El Capital donde se explica que las formas económicas que explotan más eficazmente la fuerza de trabajo son las que vencen en la marcha larga. Lo mismo, pienso, se puede aplicar a la actividad agrícola cuyo principal motor parece ser la entrega de más tierras a campesinos privados, mucho más productivos que los obreros agrícolas de las granjas administradas por el gobierno.
 
En más de 50 años, el mecanismo de acumular sistemas de control y burocracias y llamados a la conciencia y el patriotismo y la disciplina, habrá producido hipertrofiados aparatos de dirección, pero nada capaces de competir hoy con la más elemental célula económica privada. A mi modesto entender, los dirigentes de alto nivel podían encontrar la explicación teórica de este problema en los mismos manuales que orientaban estudiar, pero parece que no la buscaban allí. Ahora la respuesta se ha impuesto con mucho dolor, en la práctica hasta los niveles de merolicos y concentraciones disimuladas de medios de producción pero, sin el reconocimiento teórico consciente de esta realidad y su estudio colectivo para sacarle el mejor provecho, un día de éstos se nos abre la caja de Pandora.
 
Y mientras solo sean cubanos, ya es seria la cosa. Pero cuando son las empresas extranjeras las de mayor empuje en el asentamiento de empresas explotando la fuerza de trabajo cubana, ¡ay mamá!
 
Tengo otro escenario que creo que se explica por la también marxista Ley del Valor. En la industria azucarera, por decenios el Estado recogía el fruto del trabajo de los centrales (el azúcar y sus derivados) y entregaba a cambio a las empresas lo que estimaba conveniente, que se traducía en pagar salarios, efectuar algunas reparaciones, etc. A todas luces, esto no fue suficiente para mantener capitalizadas a las empresas. Los administradores de este ministerio, ¿no conocían la ley marxista, o apretaban firmemente los ojos para no ver la ruina creciente delante de sí?
 
Finalmente, otra pedrada mía en esto del marxismo para que la rebatan los que saben más que yo. Decía Marx que lo menos que podía pagarle el patrón a su fuerza de trabajo era lo mínimo indispensable para la reproducción de esta. Si lo que recibe esta fuerza de trabajo es menos de lo que necesita para alimentarse y adquirir los bienes materiales y espirituales mínimos –y con el desarrollo del mundo, esos bienes mínimos crecen en cantidad y calidad– la fuerza de trabajo sufrirá un detrimento inevitable. ¿Será que hay una relación entre lo magro de nuestro salario, y el envejecimiento y decrecimiento de la población cubana, con sus bajos índices de natalidad y altas tasas de emigración? ¿Serán, tantas de nuestras realidades, comprensibles mediante la aplicación de la teoría marxista?

31 de octubre de 2011

El precio del tique

Palabras clave: Cuba, INDER, Juegos Deportivos Panamericanos, elitismo, masividad, economía, planificación, salud.
 
Este viernes 28 de octubre, una gran cantidad de personas dieron rienda suelta a su alegría, ya fuese desde las instalaciones deportivas de Guadalajara en México, ya fuese desde los asientos de casas y oficinas en Cuba, pues nuestro país por fin alcanzó y superó a Brasil en el segundo lugar del medallero de los corrientes juegos deportivos Panamericanos. Qué alegría, eh, aunque cada vez nos cuesta más trabajo convertirnos en el primer país del continente detrás de los Estados Unidos, y aunque el béisbol, deporte nacional, haya perdido la acostumbrada medalla dorada. Tengo que confesar, sin embargo, que yo no logro alegrarme 100%.
 
A mí no se me ocurren razones para que un país de modestísima economía como el nuestro, compita con la potencia emergente de Brasil en este tipo de resultados. Es decir, sí se me ocurren, pero no harían quedar bien a los directivos que priorizan altas sumas para una actividad no productiva –en nuestras condiciones– como el deporte y que para colmo, en muchas modalidades, funciona bajo esquemas de laboratorio, o sea, sin una masividad real en su práctica. Esos funcionarios priorizan las victorias deportivas internacionales con un afán que, cuando traspasa ciertos límites de la alegría y el deseo de sana emulación, no tienen otro sentido que no sea el de propaganda, llegando a establecer comparaciones entre nuestros atletas y los héroes de la patria que tocan el fondo del ridículo cuando esos atletas se van del país o demuestran de cualquier otra forma que son seres humanos como los demás, con virtudes y defectos.
 
Soy de los que miran con irritación las áreas deportivas deterioradas, que funcionan solo parcialmente y hasta cerradas del todo. Sé que hay pocos recursos económicos, que el bloqueo de los Estados Unidos y todo eso, pero luego veo una delegación de nuestro país de 500 atletas y 200 integrantes de otro tipo en la villa tapatía, y me entra picazón. Me sublevo cuando me cuentan que, a esas áreas deportivas de acá que todavía funcionan, han dejado de asistir muchos pequeñines, porque sus padres no les pueden adquirir los guantes, las zapatillas, entre otros implementos que el Estado proporcionaba gratuitamente hace algunos años, pero que ahora solo están al alcance de las familias con suficientes ingresos como para adquirirlos a altos precios en pesos o en papelitos de colores. Las diferencias sociales que ya nos parecen naturales con la prolongación indefinida del período especial (si se eterniza, ¿es necesario seguir llamándole "especial"?) abarcan también las instalaciones atléticas, y unos fiñes llegarán altus, sitius, fortius, que otros, pero por los recursos económicos de la familia y no por sus condiciones naturales y con el esfuerzo correspondiente.
 
Mi padre me diría, que es utópico o insostenible que el Estado mantenga toda esa subvención de las actividades deportivas. Pero yo preferiría, entonces, que el presupuesto invertido en enviar un esgrimista a un torneo a ultramar, entrenado y equipado con todos sus sofisticados implementos, se dedicara a subvencionar esos guantes de boxeo o béisbol, esos bates, esas pelotas de baloncesto, todos esos accesorios baratos de deportes mucho más populares, mucho más humildes, mucho más proletarios. Me alegró oír, no lo niego, el canto de nuestro gallo fino frente al nadador brasileño campeón mundial, pero pongo en la balanza unas medallas contra los miles de compatriotas que ya no tienen la oportunidad de tomar un dinámico chapuzón en la olvidada piscina gigante de Alamar. Tal vez nuestro equipo de hockey haya lucido bien pero me pregunto si, por financiar la participación en ese evento, se abandonó el terrenito de pelota del Escambray donde ya no se va a descubrir al próximo Antonio Muñoz. Y si nos vamos a poner trágicos, entonces estoy seguro de  que, si se le explica a uno de nuestros campeones del tae-kwon-do cómo, con el dinero que costó su sofisticado peto electrónico, se podía haber adquirido en Europa o Canadá un suero más potente contra el tumor de … (vamos a no entrar en detalles), bueno, ese deportista se iba a quitar él mismo su medalla del cuello, muerto de vergüenza.

26 de octubre de 2011

Adios tiñosas, no las extrañaremos

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno
 
Tags: armas nucleares, desarme, paz
 
Ahora que Wikipedia se me ha convertido prácticamente en mi principal  fuente de noticias frescas -dadas nuestras pérdidas de otras conectividades y la disponibilidad de esta en la Intranet cubana- la reviso con mucha frecuencia y en estos días me topé con una notica que quise usar para alegrarme el día. Con permiso imaginario de los sostenedores del sitio, vamos a hacernos eco.
 
Resulta que los estadounidenses desarmaron este mes, la última bomba tipo Mk/B53, la más grande del arsenal nuclear del que disponían. Este artefacto era todo lo peor y lo más malo, lo más infame que  pueden producir las malas intenciones y todo lo que la ciencia no debe perseguir; todo envuelto en una carcaza metálica. No quisiera darle el  inmerecido honor de una mayor descripción técnica, aunque el  interesado la pudiera rastrear por ahí. Lo que me interesa a mí es registrar el hecho de la extinción, al menos, de una fea tiñosa de la especie que la  mayoría de las personas no va a extrañar.
 
Los estadounidenses desarrollaron este artilugio letal entre los años 50 y 60 del pasado siglo XX, en el medio de esa suicida conducta de Guerra Fría que sostuvieron contra la desaparecida Unión Soviética. Construyeron varios centenares. En mediciones en polígonos, le calcularon una equivalencia aproximada de 9 millones de toneladas de explosivo convencional a cada una (9 megatones). Desde hace bastantes años que no estaban en servicio activo, pero no fue hasta este octubre del 2011 que se desmanteló la última unidad del último lote de 50 que los estadounidenses conservaban. Un susto de muerte se pega, todavía hoy, cualquiera que se entere de que una vez -el 19 de septiembre de 1980- reventó, en un silo de Arkansas, el combustible de un misil Titán allí almacenado, que portaba una de estos cacharros que por suerte no explotó ahí mismo.
 
Naturalmente, que hay unos cuantos miles de ojivas nucleares más regadas por el mundo, en manos de al menos otros nueve países. No obstante, el hecho es que quedan muchas menos que, por ejemplo, hace 15 años. Y hace 15 años quedaban menos que hace 30, en una tendencia lenta pero continua, a disminuir. Este caso específico de la B53 pudiera verse como un paso más, paradigmático por sus características, en ese camino de librar al planeta de una indeseable plaga. Satisfacción y estímulo a la vez para seguir trabajando (como siempre, no me gusta la palabra luchando) para que los esfuerzos de las personas de todos los países, se dirijan a construir mejores condiciones para la hacer florecer la vida y no para segarla.

22 de octubre de 2011

Bubuscopio

Tags: Cuba, beisbol, Industriales, Leonardo Padura, El hombre que amaba los perros, burocracia, compraventa autos, movimiento obrero, ajuste de plantillas
 
En una estrategia revolucionadora, el equipo de béisbol cubano Industriales suma, a los tradicionales entrenadores de bateo y pitcheo, un entrenador cultural del más alto nivel. En entrevista concedida al periodista Rafael Grillo, el famoso y multipremiado escritor Leonardo Padura reveló que fue invitado por el mismísimo Lázaro Vargas, flamante mentor del equipo azul de la capital, a acompañar a los peloteros a lo largo del venidero clásico cubano, la Serie nacional. Mucha suerte les deseamos desde el corazón de un fanático.
 
Otro chisme, este más feo, reveló también Padura. Resulta que la editorial española Tusquets, detentadora de los derechos de autor por El hombre que amaba los perros, autorizó la impresión de hasta 4 mil ejemplares de la más reciente novela del cubano en su país. Como el Ministerio de Cultura aprobó la inversión para la edición, todos nos quedaremos preguntándonos por qué no se tienen noticias sino de la aparición de no más que un par de centenares  de volúmenes, vistos fugazmente en la pasada Feria del Libro de la Habana. Alguna pista puede encontrarse en la trama del libro, que contiene una durísima denuncia de las condiciones de implementación de políticas estalinistas draconianas en la desaparecida Unión Soviética y, en menor medida pero no menos ciertamente, en nuestro país.
 
Con esa situación contrasta la actitud del ministro de Cultura, Abel Prieto, en el recién concluido congreso de los trabajadores del sector. A mis artistas no me los toca nadie, es la frase con que podemos resumir su estancia –que, obviamente, fue un poco más elaborada, pero igual dio idea de que los protagonistas del arte en servicio del pueblo siguen contando con la más alta consideración, aún en el proceso actual de medidas de austeridad, recortes, reducción de plantillas, etc.
 
Con este tema se viven cada fenómeno que son para reír y llorar. Una fábrica de zapatos en Matanzas da pérdidas, entre otras cosas, porque no tiene completa la plantilla de trabajadores. Esto es, entre los que hacen zapatos, porque en los cargos de administración, dirección, servicios, etc., no falta nadie. Todos los caciques están ahí, pero los indios están rebencudos, no quieren ir para allá, dice el Granma.
 
Tal vez se hayan ido a cultivar tabaco o a trabajar para el turismo. Estas son labores cuyo desempeño autoriza a adquirir un automóvil nuevo. Los ministros y funcionarios explican que fueron las directivas del último congreso del Partido, las que están siguiendo para determinar qué cubanos son importantes y pueden comprar un carro nuevo, como los artistas, los diplomáticos, los contratados en el extranjero que no sean médicos; y cuáles no, y entre estos últimos se encuentran los simples obreros y la mayoría de los campesinos. Lo más triste del caso, es que esas directivas son del Partido de los obreros y los campesinos. Lo que hay que ver.

20 de octubre de 2011

Singularidad del 10 de octubre y una perspectiva racial

[category Política, Racialidad]
[tags: afrodescendencia, Cuba, racismo, historia, ciudadanía, educación, Rogelio M. Díaz Moreno, discriminación, esclavitud, racialidad]
 
Dentro de nada, la comidilla en este país va a ser la planificada Conferencia del Partido, pero antes de pensar en ello quiero detenerme, tal vez repetir, un par de puntos sobre otro tema de mucho interés.
 
La celebración del 10 de octubre parece no estar muy de moda, apenas nos acordamos que es feriado. Pareciera que otros asuntos son más urgentes, lo suficiente como para no dejar descansar un minuto a nuestros medios de comunicación en los últimos 10 años o más. Pero yo quiero tomar la fecha como semilla de esta intromisión mía.
 
Todo el mundo recuerda cómo en la escuela le enseñaron que Carlos Manuel de Céspedes, con justicia nombrado Padre de la Patria, se alzó en armas ese día, y convocó a sus esclavos para reconocerles su derecho a la libertad, e invitarlos a unirse a la gesta mambisa. También se cuenta que todos los esclavos –que, a partir del momento de su liberación ya no lo eran– se unieron a la fuerza de Céspedes.
 
Lo que no se encuentra con mucha facilidad es un nombre cualquiera de esta masa anónima de hombres y mujeres negros, que escogieron el camino peligroso y difícil, el camino de enfrentar las balas y bayonetas y cañones españoles, el de las duras marchas a pie y pernoctar en el monte, calados por la lluvia, azotados por el sol, arrastrando el hambre y las  heridas, en lugar de dedicarse a vivir por su cuenta hasta que pasara la tormenta. Estos seres humanos habrían seguramente establecido relaciones entre sí, con las limitaciones conocidas y descritas por historiadores como Moreno Fraginals, pero relaciones de algún tipo, fraternales, familiares si bien precarias; tendrían sin duda individuos bien definidos como líderes, a los que sin duda miraron en esa hora definitoria, y estos líderes encarnaron entonces la decisión que luego todos se encargarían de sellar con su sangre en los campos de batalla que tenían por delante.
 
Sin el aporte de esta gente habría sido, imagino, mucho más endeble la tropa inicial de Céspedes. Tal vez ni siquiera hubieran podido intentar el ataque a Yara, que no terminó nada bien pero dio paso a otra página de gloria, la de la inmortal proclama de que con 12 hombres se puede volver a empezar la lucha por la libertad. ¿Alguno de esos 12 sería de los ex-esclavos? De los que se reagruparon posteriormente para el ataque a la villa de Bayamo, este sí exitoso, ¿cuántos negros anónimos, de los liberados el 10 de octubre, habrían compuesto la tropa? ¿Cuántos, cuáles, sobrevivieron los 10 años de guerra, en cuántas acciones participaron, con qué grados terminaron? ¿A ningún historiador le ha parecido valioso realizar esa investigación? La gran mayoría de los nombres ilustres de mambises fueron de blancos, que fueron los que sus contemporáneos de la clase dominante juzgaron más conveniente inmortalizar: para mí, falta una estatua al mambí desconocido cubano en cada ciudad, y muchas de esas estatuas tomando negros como modelo, hasta que se corrija también esa injusticia.
 
Me detengo a pensar que esos negros dieron mucho más que una lección de valentía al seguir el levantamiento. Se recordará que el cimarronaje era una práctica extendida entre los esclavos hartos de su yugo; que ya habían ocurrido en el país sublevaciones de dotaciones enteras de esclavos; en fin, que no era como si necesitaran al "blanco salvador" para que les otorgara dadivoso el don más preciado de la libertad. Entonces, el valor singular de estas acciones del 10 de octubre de 1868, lo que eleva su valor aún más sobre el hecho de retar de manera definitiva a la dominación colonial, fue el valor de unidad consciente de todos los participantes, que se asumieron mutuamente como cubanos, como ciudadanos del mismo país, y por lo tanto con igual derecho de luchar por la libertad de la nación que debían integrar en igualdad. Con toda justicia, los sucesos del 10 de octubre  –y todos sus participantes–  merecen toda nuestra reverencia, bastante más de la que aprecio que se le otorga.
 
Ahora, empato esto con unos comentarios de corre corre sobre las ideas que se comentan actualmente para combatir los problemas de racismo. Esteban Morales y otras personas preocupadas establecen debates sobre posibilidades de acciones afirmativas. Lo que más discordias parece causar es el método de compensar las desventajas sociales históricamente acumuladas de las personas negras y mestizas. Es innegable que la desventaja social fue impuesta sobre ellos por una sociedad racista y discriminadora, y dejar las cosas como están implica que unos grupos siguen sufriendo sus consecuencias y otros –aunque no hayan participado en la implementación de esta injusticia del pasado–  se aprovechen hoy de las ventajas obtenidas, con lo que se hacen cómplices de la indignidad. Urge entonces trabajar para remediar el mal.
 
Mi modesta propuesta anda por una tangente. Para esquivar el espinoso asunto de cuotas raciales en posibilidades de estudio y trabajo y puestos socialmente destacados, sugiero notar el hecho de que las localidades cubanas no son homogéneas, y existe una correlación bien clara en las comunidades más humildes, con mayor grado de marginalidad y desventaja, donde reside una proporción de personas de raza negra mucho mayor de lo que nacionalmente indican los índices demográficos cubanos. Entonces, se le puede entrar al asunto de la raza a través del de la comunidad. Tengo en mente barrios de mi infancia, Juanelo y el Reparto Central en San Miguel del Padrón, y sus escuelas, Menelao Mora y Pepe Prieto. Cualquiera puede hacer mucho más larga esta brevísima lista, con barrios de Regla, Guanabacoa, Marianao, y de otras ciudades y provincias del país. Nadie puede poner peros a una inversión de esfuerzos y recursos fundamentalmente dirigidos a la infancia de esos barrios, que convierta sus escuelas en palacios que deslumbren a los infantes y provoquen el respeto de los padres. Escuelas que sean también verdaderos centros comunitarios, Templos en la mejor acepción de la palabra, dentro de los cuales sea natural la convicción de que es posible y deseable salir de la marginalidad, esforzarse por construir(se) un espacio mejor, en colaboración con los demás seres humanos, y que cuenten con todos los recursos materiales, pero especialmente los humanos, con los mejores pedagogos, trabajadores e investigadores sociales, que deben contar con todas las condiciones de trabajo, incluyendo una remuneración a la altura de la importancia de la labor que harán. Después de todo, dolorosamente, lo que no se invierta en esta empresa, se requiere después en recursos policiales y represivos del delito. Estos centros también pueden convertirse en vórtices del apoyo de las fuerzas ciudadanas y de la sociedad civil, interesados en participar del reto ético que se plantea.
 
Con la preparación y ánimos para construir nuevos horizontes, y con las posibilidades que se abren en la sociedad con las corrientes de descentralización, los jóvenes que se relacionen con estos centros podrían tomar los caminos académicos más ranqueados, como las prestigiosas escuelas de Ciencias Exactas o carreras universitarias que hasta hoy recogen fundamentalmente a los estratos aventajados de la sociedad, mayoritariamente blancos, de barrios buenos, de padres integrados; o establecer caminos más autónomos mediante sus propios esfuerzos y con compañeros, familiares y amigos que convoquen a su alrededor.
 
Para no dejar nada afuera, en estos centros se pueden concentrar los esfuerzos para reivindicar la contribución de los negros esclavos anónimos al alzamiento de Céspedes, a las campañas mambises y todas las demás que le siguieron por la libertad en Cuba y en las gestas de solidaridad que por todo el mundo ha tenido la Revolución cubana. Y para devolverle a toda la nación cubana, empezando por el sector que más lo necesita, muchas razones para enorgullecerse de su historia, su legado, que le fueran sustraídos maliciosamente con maniobras racistas, iniciadas en el pasado, pero que conviven en el presente.

10 de octubre de 2011

Mirar desde la sospecha este 13 de octubre en la UNEAC

 
En Cuba MIRADAS A LA RELACIÓN ENTRE FEMINISMO Y LITERATURA

El habitual espacio de debate Mirar desde la Sospecha, coordinado por el Programa Género y Cultura del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, propone este octubre acercarse al tema Feminismo y literatura. Alianzas y desencuentros, con un panel integrado por las investigadoras literarias Luisa Campuzano y Zaida Capote Cruz y moderado por la periodista Helen Hernández Hormilla. La ocasión servirá además para homenajear los 15 años de publicado el panorama de narrativa femenina "Estatuas de Sal", compilado por Mirta Yáñez y Marilyn Bobes en 1996.

El movimiento feminista ha tenido en la literatura uno de sus principales registros, si tenemos en cuenta que fue la palabra escrita el primer espacio desde el cual las mujeres reclamaron sus derechos y lucharon por su emancipación. En Cuba, fueron también las escritoras protagonistas de los debates en torno a la equidad entre los géneros. Una tradición que se remonta al siglo XIX con figuras como Gertrudis Gómez de Avellaneda recoge múltiples ejemplos de autoras comprometidas con reivindicar la capacidad creadora de las mujeres y su pleno derecho a tener iguales oportunidades que los varones.

Actualmente, el panorama literario reviste mayor número de firmas femeninas, se aprecia un crecimiento de la crítica literaria con perspectiva de género, proliferan antologías de mujeres y se realizan
coloquios dedicados al tema. Sin embargo, gran parte de las autoras y ciertos sectores de la crítica niegan la relación de sus obras con el feminismo, mientras las mujeres siguen siendo minoría en los jurados, premios literarios e instituciones culturales.

Al respecto estará debatiéndose el próximo jueves 13 de octubre a las 3:30 pm en la Sala Guillén de la UNEAC, sita en 17 esq. D. en el Vedado.

Por otra parte, se recordará la impronta de Estatuas de Sal (Unión, 1996), un texto fundamental para el reconocimiento de la tradición de escritura femenina en la Isla, al que han seguido varias antologías dedicadas a la narrativa escrita por mujeres. En este sentido, se distinguirá el activismo de la narradora, poeta y ensayista Mirta Yáñez en pos de reconocer la obra de las autoras cubanas. También estará a la venta su novela Sangra por la herida (UNIÓN, 2011), que acaba de obtener el cuarto Premio la Crítica Literaria para la escritora.

Mirar desde la sospecha es un espacio de debate organizado por el Programa de Género y Cultura del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR) - coordinado por la académica Danae C. Diéguez y las periodistas Helen Hernández Hormilla y Lirians Gordillo Piña-, auspiciado por la UNEAC y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) y que cuenta con la colaboración de la Consejería Cultural de la Embajada de España.

Sus sesiones están siendo registradas en video con el fin conformar una multimedia.

El camino difícil

Palabras clave: Cuba, unidad, ideología, socialismo, participación, democracia
 
El otro día me referí al error de perseguir la unidad entre las posibles fuerzas progresistas mediante el uso de métodos estalinistas. Con esto no quise decir que la unidad no sea un recurso de un valor excepcional, o que no constituya un poderoso paradigma al que se debe aspirar. Si bien es cierto que sacrificar la democracia y las libertades, en la aspiración de alcanzar una solidez monolítica, es un soberano disparate, esto no hace sino destacar la importancia y necesidad de emprender otro camino que conduzca a la verdadera integración de los elementos revolucionarios, solo que este otro camino es mucho más difícil.
 
Si para muestra basta un botón, me voy a quedar con el ejemplo único de la Alemania de los años 1920 y 1930, cuando la desunión entre socialistas y comunistas permitió el ascenso al poder de las hordas nazis, con las trágicas consecuencias que ello trajo para casi todo el mundo. La lógica coordinación de esfuerzos entre los dos partidos proletarios se vio bloqueada por el estalinismo, tendencia mortalmente totalitaria y dominante entre las filas de los comunistas de aquella época.
 
En los párrafos que escribo a la carrera a lo mejor falta un análisis filosófico o antropológico más profundo, y me disculparán los que no encuentren profundidades eruditas. Tal vez apenas llegue a la posibilidad de notar que si A es mayor que B, y B mayor que C, A debe ser mayor que C, pero guardo cierta esperanza de que eso ya constituya un bloquecito para apuntalar consideraciones de otras personas, estimular un poco el pensamiento, empezando por el mío propio, y además las críticas me ayudan mucho a contemplarme desde otros puntos de vista.
 
Entonces, la unidad la veo como uno de los medios que permiten alcanzar fines. Obviamente no puede ser un fin en sí, no al nivel de bienestar material o espiritual, o de calidad de vida, o de medio ambiente, o de justicia social, que para un humilde servidor deberían ser los propósitos últimos de las sociedades no establecidas para la satisfacción del egoísmo de sectores particulares. Es un medio complicado, eso lo sabemos, importante y poderoso; toda un arma de dos filos.
 
Con la confusión lógica de ver el meollo muy de cerca, y con todas las interpretaciones interesadas de la historia que presentan los bandos en conflicto, me pareció que a partir de la década de 1970, en nombre de la unidad, se cometieron en Cuba graves errores que constriñeron mucho el desarrollo de las personas, del pensamiento y del país en general. Sin que la década anterior, marcada por conflictos mucho más calientes de la lucha de clases, hubiera estado exenta de problemas, se podría destacar que hubo polémicas entre intelectuales revolucionarios; que hubo revista Pensamiento Crítico; que del discurso de Fidel Castro "Palabras a los intelectuales" se deducían unos espacios de libertad mucho mayores que los que tiempos más tarde se establecerían (incluso un guiño explícito al sueño anarquista de extinción del Estado); que en otra intervención casi tan famosa como aquella, el mismo orador increpó a los que pretendieron escamotear el contenido religioso del ideario del líder estudiantil José Antonio Echeverría, entre otros momentos cuyo significado, lamentablemente, no perduró más.
 
En todo caso, me interesaría superlativamente conocer sobre las dificultades y posibilidades de que una unidad de personas libres estuviera a favor de los movimientos progresistas y no de la derecha conservadora, como más de una vez pareciera estar.
 
Se cae de la mata que para que la unidad esté a favor de estas fuerzas, hay que ejercitar la humildad, como invita persuasivamente Paulo Freyre. Nadie debe creerse poseedor de la verdad absoluta sino, cuando más, alguien que puede aportar un poquito de buena voluntad a un empeño común. Debe reconocerse en los demás la capacidad de enriquecer ese proyecto común con sus ideas, sus fuerzas, sus contradicciones, en igualdad de derechos y deberes.
 
Ya tengo una pista de por qué es tan difícil.
 
Obviamente, deben conocerse a fondo las características, ventajas y desventajas de la posición particular con la que más afinidad se alcance, si más profundamente ecológica, o si más libertaria, o si con pautas espirituales, o marxistas, o las que fueren. Si se conoce un poquito de las demás posturas, o no se conoce nada en absoluto, no se debe rellenar los espacios vacíos con prejuicios ajenos u opiniones preconcebidas con ligereza: es mucho mejor aplicar la sabiduría de escuchar a sus propulsores sobre algo de lo que ellos deben saber más.
 
Al final, se supone que cada matiz ideológico dentro de la corriente izquierdista, debe compartir fines últimos semejantes – para este servidor, la construcción solidaria del bienestar colectivo. Por lo tanto, cada tendencia debe ser capaz de demostrar que su iniciativa, por cualquier camino que se pretenda, acerca más de lo que aleja ese fin. Así que, si esta capacidad se cumple, cada una de las tendencias autónomas debe estar feliz de cooperar con las demás en adelantar por esos caminos. Un día la corriente marxista puede tener una sugerencia más afín con la situación particular de ese momento y lugar; otro día pueden ser los libertarios; probablemente se evidencie con frecuencia la necesidad de atacar lacras discriminatorios de la sociedad en construcción; en otro momento puede que todo el mundo tenga que pararse frente a preocupaciones de carácter ecológico y no dar otro paso hasta que no se resuelvan ciertos problemas, y así sucesivamente. Nadie se debería irritar por ello, ya que nadie posee la verdad absoluta, y se ejercitará la capacidad de encontrar el valor de lo que cada colega pueda aportar.
 
Los grupos que no sean capaces de practicar esta dialéctica no estarán demostrando sabiduría. Con ellos no se podrá construir una unidad legítima, sino apenas un régimen de "ordeno y mando", que ineluctablemente degenera en un totalitarismo que confunde fin y medios, y termina legitimando la nueva aristocracia de los que saben cómo dirigir mejor a "las masas".
 
Obviamente, cada corriente debe tener plena libertad para defender su criterio y exponer, respetuosamente, qué ventajas le ve por sobre las otras posturas. Y para investigar, en la historia y la sociedad, el efecto de cada causa. Así progresa la ciencia y sirve de mejor fundamento al arte de la ciudadanía. Cuando el nivel de sabiduría crezca un poquito más, sabrán integrar los mejores elementos de cada grupo dentro de sus propias proyecciones, y reconocer la ganancia neta que con ello se conseguirá. Igualmente obvio es que, en última instancia, algún agente tendrá que jugar el papel de árbitro para decidir, entre las distintas corrientes o ideas lanzadas al ruedo, cuál deberá prevalecer por el momento. Si algún filósofo no ha pensado todavía que este papel de árbitro solo pueden hacerlo, a través del ejercicio democrático, las personas informadas de un pueblo consciente, entonces le conmino a que siga pensando.

25 de septiembre de 2011

El camino fácil

Tags: Cuba, unidad, debate social, socialismo
 
Entre los libros que he estado leyendo estos días, hay uno donde Fernando Martínez Heredia (El ejercicio de pensar) bosqueja las transformaciones en la política del país en el cambio de década de los 60 hacia los 70, marcados por el fracaso de la zafra de los 10 millones, el consiguiente estrechamiento de los lazos de Cuba con el CAME y la inevitable deriva y costo político que correspondió a estas transformaciones.
 
La década de los 60, para quienes la vivieron y nos hablan de ello, fue una etapa que conoció los episodios más agudos de la lucha de clases en nuestro país en el tránsito desde el capitalismo anterior hacia el actual sistema – con desembarco mercenario por Girón, Crisis de Octubre y Lucha contra Bandidos incluida– así como también un rico intercambio de ideas y debates y polémicas sobre el tipo de sociedad que se podía construir. Eran los tiempos de "contra la revolución nada y dentro de la revolución todo". Se recordarán las discusiones entre Carlos Rafael Rodríguez y el Ché, y también se suelen citar los trabajos en la revista –justamente donde trabajaba FMH– Pensamiento Crítico. El Ché, que era cualquier cosa menos libertario, mas que admitir, promovía no obstante que se plantearan y defendieran, siempre entre revolucionarios, las opiniones y discrepancias de cada cual, o al menos eso cuenta gente como R. Fernández Retamar, Aurelio Alonso, etc. Y si una implementación con ventaja en un momento dado, chocaba con malos resultados, se esperaba tener el coraje para cambiarla en cuanto sucumbiera ante el peso de la crítica, por otra corriente que también se inspirara en los ideales de un pueblo trabajando en colectivo por su bienestar.
 
Ah, qué tiempos aquellos.
 
Paradójicamente cuando pasaron esos tiempos más agudos de la lucha de clases, o sea cuando entramos a los ´70, entonces, en nombre de la unidad ante el peligro de la agresión del enemigo, como cuenta Martínez Heredia, se escogió el camino fácil y se desestimuló este rico debate de la década anterior. No, mal dicho, no se desestimuló, se reprimió simple y llanamente. Que lo digan los intelectuales parametrados, los estudiantes, maestros y demás profesionales separados de sus centros de trabajo o estudio y mandados a Guamuta por tener opiniones o posturas o actitudes o gustos o tendencias un poco diferentes de la ortodoxia declarada doctrina sagrada y moral. Eso describe Martínez Heredia en un libro de ensayo de corte histórico social; en otro de narrativa que también estoy leyendo –gracias al préstamo de un amigo–, la novela de Leonardo Padura El hombre que amaba los perros, también hay un personaje que vive la segunda etapa y recibe su mala dosis de ostracismo. En todo caso se percibe que la doctrina en sí no era nada profunda y se podía sintetizar bastante bien con un mandamiento "harás sin chistar todo lo que, y nada más que lo que, ordenen desde arriba, que por cierto es perfecto".
 
Entonces, en tiempos en que casi no habíamos salido de la guerra civil, parece que había más espacio para el debate y la crítica que cuando tuvimos la paz consolidada. Como dijimos, se cerró este espacio en nombre de la unidad ante el peligro de agresión. El daño al país fue irreparable, porque la visión económica y social unilateral impuesta a la cañona profundizó varios males típicos de nuestra economía, como la monoproducción y el descuido ambiental; nos incrustó otros característicos de las economías planificadas centralizadamente como la baja productividad, las plantillas infladas, el burocratismo y el desestímulo al trabajador. Pero sobre todo, asestó tremendísimo golpe a la formación espiritual de las personas que debían construir, junto con las condiciones materiales de su futuro, una conciencia imbuida de la liberación, responsabilidad y la plenitud que se supone que se aspira a través de una revolución socialista. La persona que se creó no podía estar más lejos del hombre nuevo; acomodándose (si de arriba) al uso del poder para fines personales o (si de abajo) a un sistema de distribución que, como quiera que se anunciara, terminaba funcionando "de cada cual según su inocencia, a cada cual según su obediencia".
 
Y, al menos, ¿sirvió este empeño para favorecer la unidad ante el peligro de agresión? Muchas personas no lo vemos así. El carácter estalinista, lejos de fortalecer la verdadera unidad, le abrió las puertas a la enajenación, al enraizamiento de la doble moral y el oportunismo, como ya había sucedido en la URSS y era previsible que sucediera acá.
 
Treinta, cuarenta años después de aquella ofensiva en nombre de la unidad ante el peligro de agresión, parecen haberse convertido en leyendas mitológicas de los abuelitos, inalcanzables e irrepetibles, los electrizantes empeños de la nación que se unió para erradicar el analfabetismo del país, que acudió masivamente a conformar batallones de milicianos, que acudía a los mismos trabajos voluntarios a los que asistían los ministros del gobierno… Hoy ya no se reconocen el trabajador que pide botella (solidaridad para transportarse) y el funcionario que va dentro del vehículo que no lo recoge. Hoy se dividen mikis y repas también por el hecho de que generalmente los primeros tienen más capacidad adquisitiva para pavonearse con las mejores prendas, en los establecimientos turísticos y recreativos más caros y con los últimos artilugios de la tecnología. Hoy la mayoría del estudiantado no se identifica con las consignas vociferadas por la dirección de la Federación Estudiantil Universitaria, según reconoce la más reciente ex-presidenta de la FEU en entrevista publicada en Alma Mater. Hoy un buen sector de la población no tiene otro sueño que el de dejar atrás el país de la unidad, y desde los sucesos del Mariel aprovechan cualquier oportunidad para ello, desde deportistas, trabajadores manuales, intelectuales (el Ministro de Educación Superior reconoce que en las universidades solo quedan los profesores más viejos y los recién graduados, en entrevista publicada en el Granma y Juventud Rebelde), hasta vagos habituales, que el éxodo de todos ellos compone el segundo factor en importancia en el decrecimiento de la población cubana, después de la baja natalidad (dice la Oficina Nacional de Estadísticas en sus Anuarios). Hoy un buen sector de burócratas vive de parasitar a Liborio aprovechando su autoridad desde todos los sectores que se han puesto bajo su control (dijo Marino Murillo, por lo menos de los sectores de Vivienda y de Acopio, en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular el pasado verano). Y con sus malhabidos ingresos alimentan en sus hijos las mezquindades de los nuevos ricos. Aunque estos no hacen sino imitar ejemplos de más arriba, dígase de los recientemente purgados Ministerio de la Industria Básica, presidencia del Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba, o las cabezas de los desaparecidos organismos de la llamada Batalla de Ideas, y otros donde también brillaban por su ausencia un verdadero sentimiento de unidad con el pueblo que hubiera consistido en servirlo con honradez y probidad.
 
Ahora no se sabe si estos daños son irreparables, o cuándo y cómo va la historia a asentar responsabilidades, pero lo que sí me gustaría es que todos los que se siguen desgañitando, reclamando obediencia incondicional en nombre de la unidad y el peligro de agresión, estuvieran conscientes del daño que causa seguir este camino facilista, así como los que los obedecen y creen que de verdad hacen bien. Recuerden que en los ´60, la contrarrevolución tiraba bombas cada semana, el peligro de agresión de los yanquis también estaba ahí, y demostramos que todo eso se podía vencer sin dejar de discutir y construir una sociedad mejor.

21 de septiembre de 2011

Cuba: Yo no soy racista, pero.

Por Sara Más

En Cuba casi nadie admite públicamente que es racista, pero los prejuicios y comportamientos discriminatorios respecto al color de la piel siguen vigentes en la sociedad actual, indican especialistas, investigadores y la práctica cotidiana.

Gran parte de esos criterios excluyentes se expresan a diario: abundan en las bromas y proverbios populares, en acciones que desestiman el valor de las llamadas personas "de color", se esconden en las desventajas y desigualdades que aún perviven.

Así lo evidenció el intercambio sobre "Ciencia, racialidad y sociedad" que el pasado miércoles 7 de septiembre tuvo lugar en la capital cubana, en el habitual espacio "Letra con Vida", que conduce la doctora Alina Pérez Martínez, para reflexionar y dialogar sobre la cultura de la salud en el Centro Cultural Dulce María Loynaz.
"Cuando la gente no puede expresar un sentimiento inferiorizante hacia otra persona, acude a la broma, al chiste o la sentencia popular", aseguró Zuleika Romay, directora del Instituto Cubano del Libro y estudiosa de la comunicación, "que sirve para expresar, pero también apara ocultar lo que pensamos", dijo.

Explicó que, cuando en una sociedad hay un tema que se vuelve espinoso o tabú, la comunicación interpersonal busca vías para expresar esas tensiones que la sociedad porta y no se pueden manifestar de otra manera.

Así emergen enunciados peyorativos como: "Los negros, cuando no la hacen a la entrada, la hacen a la salida", "Es negro, pero muy decente", "Los negros de amigos, no de maridos", "Hay blancos peores que los negros" o, directamente, la muy reiterada frase "¡Tenía que ser negro!", entre algunos ejemplos.

"Nuestra tradición popular está llena de sentencias populares que jerarquizan racialmente a las personas. De esa manera se canalizan sus representaciones y actitudes hacia el otro, lo que además les permite decir, si alguien protesta: 'No chico, era jugando' ", abundó Romay.

Para el filólogo y master en Antropología Rodrigo Espina, "el de la raza y el color de la piel es un esquema que tiene muchas implicaciones de carácter social".

Tras entrevistar a 117 personas extranjeras clasificadas como blancas, procedentes fundamentalmente de Europa, América del Norte, Centroamérica y América del Sur, entre 1997 y 2003, Espina comprobó que todas admitieron la existencia de marginalidad en sus países y que, de acuerdo con cada caso, esta era "más o menos coloreada".

"No tiene ninguna implicación el color de la piel, sino la posición que les tocó ocupar a cada cual en la estructura socioclasista, por muchas razones sociológicas, históricas, económicas y políticas", dijo el también investigador del Centro de Estudios Culturales Juan Marinello.

Bajo el precepto de que el racismo expresa un ejercicio del poder, Espina asegura que pervive también porque "hemos sido educados en esa forma de pensar, en una sociedad donde la posición donde está el negro se sigue viendo como natural".

Lo más común es encontrar que las personas se declaren abiertas, desprejuiciadas y permisivas, pero…siempre hay una objeción que devela reticencias discriminatorias y racistas. Es lo que algunos han llamado "racismo del pero", aplicable también a cubanos y cubanos, según Espina, y que se resume en una frase tan repetida como: "yo no soy racista, pero…los negros no me gustan".

Los orígenes de tales criterios se pierden en una larga historia de dominio y diferencias de clases que se remonta a más de cinco siglos atrás, cuando los indígenas, primeros pobladores de la isla, y luego la población africana traída como fuerza de trabajo, fueron sometidos por los conquistadores españoles.

Una mezcla de indios, españoles, africanos y en menor medida asiáticos, mesorientales y otros europeos fue conformando la nación cubana, su población e identidad, en un proceso que el etnólogo Fernando Ortiz llamó "gran ajiaco cubano".

Tan diversa y compleja composición multirracial convivió en la época colonial con el racismo, sustento ideológico del régimen esclavista impuesto por los blancos de origen hispano a los negros africanos y sus descendientes, y se extendió en la práctica segregacionista de la República.

Pero ese sistema y sus prácticas discriminatorias han dejado huellas que no se borran por decreto ni con la voluntad política expresada, después de 1959, de eliminar todo tipo de discriminación, ya sea por motivo de raza, color, sexo u origen nacional.

"Tiene que ver con una historia muy antigua, pero que se escribe todos los días", sostuvo Romay. "Tenemos la herencia y también nuestros propios aportes diarios a la racialización de las relaciones con otras personas".
En la base del problema Romay ubica el hecho de que, pese a todo lo que se ha hecho para cambiarla, "la sociedad cubana sigue siendo clasista y racializada".

A nivel popular se reconocen numerosas clasificaciones basadas en el color de la piel, el tipo de cabello y el color de los ojos, que pueden ir desde el negro-azul y de color teléfono, hasta el blanco lechoso y el albino, pasando por el moro, el indio o el mulato color cartucho o el más blanconazo.

Junto a esas marcas, a los grupos les han atribuido históricamente determinadas características. A los blancos, por ejemplo, se les identifica con valores y conductas positivas, mejores normas de convivencia, mayor responsabilidad, interés de superación, estabilidad familiar y organización en la vida.

A las personas negras, en cambio, el estereotipo les reprocha las más diversas actitudes delictivas, comportamientos excéntricos, bulliciosos y alteradores del orden, al tiempo que les reconoce fortaleza física y aptitudes para la construcción, la música, el baile y los deportes.

"Hemos heredado, culturalmente, toda esa manía clasificatoria para diferenciarnos racialmente unos de otros, incluso dentro del mismo grupo racial. Y de esta percepción racializada del otro participamos los cubanos de todos los colores", profundizó Romay.

Como herencia cultural, además, es un proceso difícil de cambiar y que, ideológicamente, tiene una relativa autonomía, advierte la investigadora.

"Hay gente que se cree revolucionaria y es racista, quien se cree educado y es racista, porque las representaciones que hacen de los demás, en términos raciales, tienen un nivel de compatibilidad muy alto y pueden coexistir incluso con pensamientos realmente opuestos,", explicó.

El tema es realmente complicado, según Romay, "no solo por lo que heredamos y no somos capaces de transformar", sino por "lo que reproducimos en nuestra vida cotidiana". A ello suma los factores de crisis, desigualdades y la imposición de cánones blanquizantes que van alimentando prejuicios y estereotipos.
Las condicionantes históricas, económicas y sociales del racismo se expresan también en cuestiones concretas. Estudios locales de diversas instituciones cubanas entre 1995 y 2003 evidencian, como tendencia, una posición desventajosa para las personas mestizas y de piel negra, desde el punto de vista económico, social y cultural, precisó el antropólogo Rodrigo Espina.

Entre otros resultados, se evidenció que más del 50 por ciento de las personas residentes en ciudadelas y solares eran negras y mestizas, también con una presencia mayoritaria en grupos de obreros del sector no emergente o tradicional, con una alta proporción de profesionales técnicos. "Sí hay profesionales negros, pero están en sectores tradicionales", subrayó el investigador.

En el sector emergente, en cambio, se encontró mayor representación de negros y mestizos entre obreros y trabajadores de servicio indirectos en el turismo, sector donde estos apenas alcanzaban el cinco por ciento entre dirigentes, profesionales y técnicos.

Las remesas, que en mucho contribuyen a solventar necesidades de la familia, llegan 2,5 veces más a los blancos que a los negros y 2,2 que a los mestizos, en tanto la mayor movilidad ocupacional, entendida como posibilidad de ascender y mejorar, corresponde a personas blancas.

Estas últimas, además, reciben 1,6 veces más propinas que las negras y 1,4 más que las mestizas, además de que consumían 3,7 veces menos productos normados por la libreta de abastecimiento que las negras y 2,1 menos que las mestizas.

La tendencia general apreciada en las indagaciones fue la de declararse de acuerdo con la elección de pareja que hacen los hijos para el matrimonio, sobre todo la del varón; pero lo cierto es que hay una dinámica hacia la intrarracialidad en los matrimonios constituidos, de todas las edades, añadió Espina. No obstante, en familias mestizas y mixtas se aprecia una mayor movilidad hacia los matrimonios interraciales.

En las aulas universitarias predominan las mujeres blancas, con padre o madre de nivel universitario o dirigente, e igualmente abundan sujetos de piel blanca en escuelas vocacionales de ciencias exactas y en los cursos universitarios diurnos, por la vía de exámenes de ingreso.

El reconocimiento de desigualdades ha tenido también una implicación muy grande en otros campos relacionados, como la salud, consideró la doctora Patricia Varona.

Enfermedades crónicas que enferman y matan a la población cubana (cardiovasculares, cáncer, cerebrovasculares) son más frecuentes en la población negra, y los factores de riesgo que las condicionan son el tabaquismo y la ingestión de bebidas alcohólicas, igualmente más comunes en ese grupo.

Hasta 2008 la mortalidad general en el país era de aproximadamente 8 por cada mil nacidos vivos; en la población negra era de 10 por cada mil.

"El patrón de la mujer cubana que bebe o fuma, y que bebe y fuma a la vez, es negra y soltera", citó Varona. La especialista reiteró a SEMlac la importancia de hacer este tipo de estudios para poder acometer intervenciones diferenciadas, a partir de la impronta de las desigualdades en la salud de determinados grupos.

"La desigualdad, la polarización de los ingresos y sobre todo de los consumos, va generando el caldo de cultivo para todo eso", consideró Zuleika Romay, partidaria de cambiar las condiciones de existencia de las personas para poder revertir muchos de estos problemas.

La directora del Instituto Cubano del Libro abogó, además, por la recuperación de algunos mecanismos de coerción social debilitados con la crisis de los últimos años, lo que ha llevado a que actitudes prejuiciadas y racistas tengan menos censura social, y que poco a poco se vayan naturalizando.

Seguir abriendo espacios de debate para articular este y otros temas afines, como la discriminación de género y la sexual; socializarlos en los medios de comunicación; introducir estos asuntos en el sistema de educación y suministrar herramientas de análisis desde edades tempranas, fueron varias de la propuestas emanadas del encuentro.

"Creo que hay un racismo antiguo y otro reciente", afirmó el investigador y crítico literario Roberto Zurbano, quien defendió la tesis de abrir espacios de debate del tema a todos los niveles, para poder dictar políticas al respecto; propuso usar más los diagnósticos que se han hecho y elaborar normas jurídicas para que la gente tenga, legalmente, cómo ejercer sus derechos.

Tomado de Centro Cultural Dulce María Loynaz

11 de septiembre de 2011

Karl Marx tenía razón

Tags: Karl Marx, John Gray, capitalismo, revolución, clase media, lucha de clases, crisis económica
 
Por John Gray
 
Como efecto secundario de la crisis financiera, más y más gente está dándose cuenta de que Karl Marx estaba en lo cierto.
 
El gran filósofo alemán del siglo XIX, economista y revolucionario, pensaba que el capitalismo era radicalmente inestable.
 
Tenía incorporada la tendencia de producir auges y colapsos cada vez más grandes y profundos y, a largo plazo, estaba destinado a destruirse a sí mismo.
 
A Marx le complacía esa característica: estaba seguro de que habría una revolución popular, la cual engendraría un sistema comunista que sería más productivo y mucho más humano.
 
Marx erró en lo que se refiere al comunismo. Pero su percepción de la revolución del capitalismo fue proféticamente acertada.
 
No fue sólo sobre el hecho de que en ese sistema la inestabilidad era endémica, aunque en ese respecto fue más perspicaz que la mayoría de los economistas de su época y de la actualidad.
 
A un nivel más profundo, Marx entendió cómo el capitalismo destruye su propia base social: la forma de vida de la clase media.
 
La terminología marxista de burgueses y proletariado suena arcaica.
 
Pero cuando argumentó que el capitalismo hundiría a la clase media en algo parecido a la existencia precaria de los angustiados trabajadores de su época, Marx anticipó un cambio en la manera en la que vivimos que apenas ahora estamos teniendo que afrontar.
 
Destrucción creativa
 
A pesar de que se equivocó, Marx pronosticó lo que iba a suceder.
 
Para Marx, el capitalismo era la teoría económica más revolucionaria de la historia, y no hay duda que difiere radicalmente de los sistemas previos.
 
Las culturas de los cazadores-recolectores persistieron con su forma de vida por miles de años, las esclavistas por casi el mismo tiempo y las feudales por muchos siglos. En contraste, el capitalismo transforma todo lo que toca.
 
No son sólo las marcas las que cambian constantemente. Compañías e industrias se crean y se destruyen en una corriente incesante de innovación, mientras que las relaciones humanas se disuelven y reinventan en formas novedosas.
 
El capitalismo ha sido descrito como un proceso de destrucción creativa, y nadie puede negar que ha sido prodigiosamente productivo.
 
Prácticamente todos los que viven en países como el Reino Unido hoy en día reciben ingresos reales más altos de los que habrían recibido si el capitalismo no hubiera existido nunca.
 
El problema es que entre las cosas que se han destruido en el proceso está la forma de vida de la que, en el pasado, había dependido el capitalismo.
 
La promesa...
 
Los defensores del capitalismo argumentan que le ofrece a todos los beneficios que en la época de Marx sólo tenían los burgueses, la clase media asentada que poseía capital y tenía un nivel razonable de seguridad y libertad durante su vida.
 
El negocio de los mercados es volátil, y ahora estamos sintiendo las consecuencias.
 
En el capitalismo del siglo XIX, la mayoría de la gente no tenía nada. Vivían de vender su labor y cuando los mercados se debilitaban, enfrentaban dificultades.
 
Pero a medida que el capitalismo evolucionó -dicen sus defensores-, un número mayor de personas se beneficiaron.
 
Carreras satisfactorias dejaron de ser la prerrogativa de unos pocos. La gente dejó de tener dificultades todos los meses por vivir de un salario inseguro. Las personas estaban protegidas por sus ahorros, la casa que poseían y una pensión decente, así que podían planear sus vidas sin temor.
 
Con la expansión de la democracia y la riqueza, nadie se iba a quedar sin una vida burguesa. Todos podían ser clase media.
 
La realidad
 
De hecho, en el Reino Unido, Estados Unidos y muchos otros países desarrollados, durante los últimos 20 a 30 años ha ocurrido lo opuesto.
 
No existe la seguridad laboral, muchas de las profesiones y oficios del pasado desaparecieron y carreras que duran toda la vida no son mucho más que un recuerdo.
 
Si la gente posee alguna riqueza, está en sus casas, pero los precios de la propiedad raíz no siempre aumentan. Cuando el crédito es restringido, como ahora, pueden quedarse estancados por años. Una menguante minoría puede seguir contando con una pensión con la cual vivir cómodamente y pocos cuentan con ahorros significativos.
 
Más y más gente vive al día, con muy poca idea sobre qué traerá el futuro.
 
La clase media solía pensar que sus vidas se desenvolverían en una progresión ordenada, pero ya no es posible considerar a la vida como una sucesión de niveles en los que cada escalón está más arriba que el anterior.
 
En el proceso de creación destructiva, la escalera desapareció y para cada vez más personas, ser de clase media ya no es siquiera una aspiración.
 
Ganancia negativa
 
A medida que el capitalismo ha ido avanzado, ha llevado a la mayoría de la gente a una nueva versión de la precaria existencia del proletariado del que hablaba Marx.
 
Los salarios son más altos y, en algunos lugares, en cierto grado hay un colchón contra los sacudones gracias a lo que queda del Estado de bienestar.
 
Pero tenemos poco control efectivo sobre el curso de nuestras vidas y las medidas tomadas para lidiar con la crisis financiera han profundizado la incertidumbre en la que tenemos que vivir.
 
Tasas de interés del 0% conjugadas con el alza de precios implica que uno recibe beneficios negativos por su dinero y produce la erosión del capital.
 
La situación para muchos jóvenes es aún peor. Para poder adquirir las habilidades indispensables para conseguir empleo, hay que endeudarse. Y como en cierto momento hay que volverse a entrenar, hay que ahorrar, pero si uno empieza endeudado, eso es lo último que podrá hacer.
 
Cualquiera que sea la edad, la perspectiva de la mayoría de la gente hoy en día es una vida entera de inseguridad.
 
Quienes se arriesgan
 
Al mismo tiempo que ha despojado a la gente de la seguridad de la vida burguesa, el capitalismo volvió obsoleto al tipo de persona que disfrutaba de la vida burguesa.
 
En los '80s se habló mucho de los valores victorianos, y los promotores del mercado libre solían asegurar que éste reviviría las virtudes del pasado.
 
Pero el hecho es que el mercado libre socava las virtudes que mantienen el estilo de vida burgués.
 
Cuando los ahorros se están desvaneciendo, ser cauteloso puede llevar a la ruina. Es la persona que pide grandes prestamos y que no le tiene miedo a declararse en bancarrota la que sobrevive y prospera.
 
Cuando el mercado laboral es volátil, no son aquellos que cumplen cabalmente con las obligaciones de su trabajo quienes tienen éxito, sino los que siempre están listos a intentar algo nuevo que aparenta ser más prometedor.
 
En una sociedad que está siendo transformada continuamente por las fuerzas del mercado, los valores tradicionales son disfuncionales y quien quiera vivir de acuerdo a ellos está en riesgo de terminar en la caneca de la basura.
 
Se desvaneció en el aire
 
Examinando un futuro en el que el mercado permea todas las esquinas de la vida, Marx escribió en el Manifiesto Comunista: "todo lo que es sólido se desvanece en el aire". Para alguien que vivió en la Inglaterra victoriana temprana -el Manifiesto fue publicado en 1848- era una observación asombrosamente visionaria.
 
En esa época, nada parecía más sólido que la sociedad en cuyos márgenes vivía Marx.
 
Un siglo y medio más tarde, vivimos en el mundo que él anticipó, en el cual la vida de todos es experimental y provisional, y la ruina súbita puede llegar en cualquier momento.
 
Unos pequeño puñado de gente ha acumulado vastas riquezas pero incluso eso tiene una cualidad de evanescente, casi fantasmal.
 
En los tiempos victorianos, los verdaderamente ricos podían darse el lujo de relajarse, si eran conservadores a la hora de invertir su dinero. Cuando los héroes de las novelas de Dickens finalmente reciben su herencia, no vuelven a hacer nada jamás.
 
Hoy en día, no existe un remanso de seguridad. Los giros del mercado son tales que nadie puede saber qué mantendrá su valor, ni siquiera dentro de unos pocos años.
 
No fue el mayordomo
 
Este estado de alteración perpetua es la revolución permanente del capitalismo y yo pienso que nos acompañará en cualquier futuro imaginable realísticamente.
 
Estamos apenas a mitad de camino de una crisis financiera que pondrá muchas cosas de cabeza.
 
Monedas y gobiernos probablemente caerán, junto con partes del sistema financiero que creíamos seguro.
 
No se ha lidiado con los riesgos que amenazaban con congelar a la economía mundial hace apenas tres años. Lo único que se ha hecho es obligar a los Estados a asumirlos.
 
No importa qué digan los políticos sobre la necesidad de frenar el déficit, deudas de la magnitud de las que se han incurrido no pueden ser pagadas. Es casi seguro que lo que harán es manejarlas recurriendo a la inflación, un proceso que está abocado a ser muy doloroso y empobrecedor para muchos.
 
El resultado sólo puede ser más agitación política, a una escala aún mayor.
 
Pero no será el final del mundo, ni siquiera del capitalismo. Pase lo que pase, vamos a seguir teniendo que aprender a vivir con la energía errática que el mercado emanó.
 
El capitalismo llevó a una revolución pero no la que Marx esperaba. El exaltado pensador alemán odiaba la vida burguesa y pensó en el comunismo para destruirla.
 
Tal como predijo, el mundo burgués ha sido destruido.
 
Pero no fue el comunismo el que cometió el acto.
 
Fue el capitalismo el que mató a la burguesía.