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26 de octubre de 2011

Adios tiñosas, no las extrañaremos

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno
 
Tags: armas nucleares, desarme, paz
 
Ahora que Wikipedia se me ha convertido prácticamente en mi principal  fuente de noticias frescas -dadas nuestras pérdidas de otras conectividades y la disponibilidad de esta en la Intranet cubana- la reviso con mucha frecuencia y en estos días me topé con una notica que quise usar para alegrarme el día. Con permiso imaginario de los sostenedores del sitio, vamos a hacernos eco.
 
Resulta que los estadounidenses desarmaron este mes, la última bomba tipo Mk/B53, la más grande del arsenal nuclear del que disponían. Este artefacto era todo lo peor y lo más malo, lo más infame que  pueden producir las malas intenciones y todo lo que la ciencia no debe perseguir; todo envuelto en una carcaza metálica. No quisiera darle el  inmerecido honor de una mayor descripción técnica, aunque el  interesado la pudiera rastrear por ahí. Lo que me interesa a mí es registrar el hecho de la extinción, al menos, de una fea tiñosa de la especie que la  mayoría de las personas no va a extrañar.
 
Los estadounidenses desarrollaron este artilugio letal entre los años 50 y 60 del pasado siglo XX, en el medio de esa suicida conducta de Guerra Fría que sostuvieron contra la desaparecida Unión Soviética. Construyeron varios centenares. En mediciones en polígonos, le calcularon una equivalencia aproximada de 9 millones de toneladas de explosivo convencional a cada una (9 megatones). Desde hace bastantes años que no estaban en servicio activo, pero no fue hasta este octubre del 2011 que se desmanteló la última unidad del último lote de 50 que los estadounidenses conservaban. Un susto de muerte se pega, todavía hoy, cualquiera que se entere de que una vez -el 19 de septiembre de 1980- reventó, en un silo de Arkansas, el combustible de un misil Titán allí almacenado, que portaba una de estos cacharros que por suerte no explotó ahí mismo.
 
Naturalmente, que hay unos cuantos miles de ojivas nucleares más regadas por el mundo, en manos de al menos otros nueve países. No obstante, el hecho es que quedan muchas menos que, por ejemplo, hace 15 años. Y hace 15 años quedaban menos que hace 30, en una tendencia lenta pero continua, a disminuir. Este caso específico de la B53 pudiera verse como un paso más, paradigmático por sus características, en ese camino de librar al planeta de una indeseable plaga. Satisfacción y estímulo a la vez para seguir trabajando (como siempre, no me gusta la palabra luchando) para que los esfuerzos de las personas de todos los países, se dirijan a construir mejores condiciones para la hacer florecer la vida y no para segarla.

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