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31 de octubre de 2011

El precio del tique

Palabras clave: Cuba, INDER, Juegos Deportivos Panamericanos, elitismo, masividad, economía, planificación, salud.
 
Este viernes 28 de octubre, una gran cantidad de personas dieron rienda suelta a su alegría, ya fuese desde las instalaciones deportivas de Guadalajara en México, ya fuese desde los asientos de casas y oficinas en Cuba, pues nuestro país por fin alcanzó y superó a Brasil en el segundo lugar del medallero de los corrientes juegos deportivos Panamericanos. Qué alegría, eh, aunque cada vez nos cuesta más trabajo convertirnos en el primer país del continente detrás de los Estados Unidos, y aunque el béisbol, deporte nacional, haya perdido la acostumbrada medalla dorada. Tengo que confesar, sin embargo, que yo no logro alegrarme 100%.
 
A mí no se me ocurren razones para que un país de modestísima economía como el nuestro, compita con la potencia emergente de Brasil en este tipo de resultados. Es decir, sí se me ocurren, pero no harían quedar bien a los directivos que priorizan altas sumas para una actividad no productiva –en nuestras condiciones– como el deporte y que para colmo, en muchas modalidades, funciona bajo esquemas de laboratorio, o sea, sin una masividad real en su práctica. Esos funcionarios priorizan las victorias deportivas internacionales con un afán que, cuando traspasa ciertos límites de la alegría y el deseo de sana emulación, no tienen otro sentido que no sea el de propaganda, llegando a establecer comparaciones entre nuestros atletas y los héroes de la patria que tocan el fondo del ridículo cuando esos atletas se van del país o demuestran de cualquier otra forma que son seres humanos como los demás, con virtudes y defectos.
 
Soy de los que miran con irritación las áreas deportivas deterioradas, que funcionan solo parcialmente y hasta cerradas del todo. Sé que hay pocos recursos económicos, que el bloqueo de los Estados Unidos y todo eso, pero luego veo una delegación de nuestro país de 500 atletas y 200 integrantes de otro tipo en la villa tapatía, y me entra picazón. Me sublevo cuando me cuentan que, a esas áreas deportivas de acá que todavía funcionan, han dejado de asistir muchos pequeñines, porque sus padres no les pueden adquirir los guantes, las zapatillas, entre otros implementos que el Estado proporcionaba gratuitamente hace algunos años, pero que ahora solo están al alcance de las familias con suficientes ingresos como para adquirirlos a altos precios en pesos o en papelitos de colores. Las diferencias sociales que ya nos parecen naturales con la prolongación indefinida del período especial (si se eterniza, ¿es necesario seguir llamándole "especial"?) abarcan también las instalaciones atléticas, y unos fiñes llegarán altus, sitius, fortius, que otros, pero por los recursos económicos de la familia y no por sus condiciones naturales y con el esfuerzo correspondiente.
 
Mi padre me diría, que es utópico o insostenible que el Estado mantenga toda esa subvención de las actividades deportivas. Pero yo preferiría, entonces, que el presupuesto invertido en enviar un esgrimista a un torneo a ultramar, entrenado y equipado con todos sus sofisticados implementos, se dedicara a subvencionar esos guantes de boxeo o béisbol, esos bates, esas pelotas de baloncesto, todos esos accesorios baratos de deportes mucho más populares, mucho más humildes, mucho más proletarios. Me alegró oír, no lo niego, el canto de nuestro gallo fino frente al nadador brasileño campeón mundial, pero pongo en la balanza unas medallas contra los miles de compatriotas que ya no tienen la oportunidad de tomar un dinámico chapuzón en la olvidada piscina gigante de Alamar. Tal vez nuestro equipo de hockey haya lucido bien pero me pregunto si, por financiar la participación en ese evento, se abandonó el terrenito de pelota del Escambray donde ya no se va a descubrir al próximo Antonio Muñoz. Y si nos vamos a poner trágicos, entonces estoy seguro de  que, si se le explica a uno de nuestros campeones del tae-kwon-do cómo, con el dinero que costó su sofisticado peto electrónico, se podía haber adquirido en Europa o Canadá un suero más potente contra el tumor de … (vamos a no entrar en detalles), bueno, ese deportista se iba a quitar él mismo su medalla del cuello, muerto de vergüenza.

26 de octubre de 2011

Adios tiñosas, no las extrañaremos

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno
 
Tags: armas nucleares, desarme, paz
 
Ahora que Wikipedia se me ha convertido prácticamente en mi principal  fuente de noticias frescas -dadas nuestras pérdidas de otras conectividades y la disponibilidad de esta en la Intranet cubana- la reviso con mucha frecuencia y en estos días me topé con una notica que quise usar para alegrarme el día. Con permiso imaginario de los sostenedores del sitio, vamos a hacernos eco.
 
Resulta que los estadounidenses desarmaron este mes, la última bomba tipo Mk/B53, la más grande del arsenal nuclear del que disponían. Este artefacto era todo lo peor y lo más malo, lo más infame que  pueden producir las malas intenciones y todo lo que la ciencia no debe perseguir; todo envuelto en una carcaza metálica. No quisiera darle el  inmerecido honor de una mayor descripción técnica, aunque el  interesado la pudiera rastrear por ahí. Lo que me interesa a mí es registrar el hecho de la extinción, al menos, de una fea tiñosa de la especie que la  mayoría de las personas no va a extrañar.
 
Los estadounidenses desarrollaron este artilugio letal entre los años 50 y 60 del pasado siglo XX, en el medio de esa suicida conducta de Guerra Fría que sostuvieron contra la desaparecida Unión Soviética. Construyeron varios centenares. En mediciones en polígonos, le calcularon una equivalencia aproximada de 9 millones de toneladas de explosivo convencional a cada una (9 megatones). Desde hace bastantes años que no estaban en servicio activo, pero no fue hasta este octubre del 2011 que se desmanteló la última unidad del último lote de 50 que los estadounidenses conservaban. Un susto de muerte se pega, todavía hoy, cualquiera que se entere de que una vez -el 19 de septiembre de 1980- reventó, en un silo de Arkansas, el combustible de un misil Titán allí almacenado, que portaba una de estos cacharros que por suerte no explotó ahí mismo.
 
Naturalmente, que hay unos cuantos miles de ojivas nucleares más regadas por el mundo, en manos de al menos otros nueve países. No obstante, el hecho es que quedan muchas menos que, por ejemplo, hace 15 años. Y hace 15 años quedaban menos que hace 30, en una tendencia lenta pero continua, a disminuir. Este caso específico de la B53 pudiera verse como un paso más, paradigmático por sus características, en ese camino de librar al planeta de una indeseable plaga. Satisfacción y estímulo a la vez para seguir trabajando (como siempre, no me gusta la palabra luchando) para que los esfuerzos de las personas de todos los países, se dirijan a construir mejores condiciones para la hacer florecer la vida y no para segarla.

22 de octubre de 2011

Bubuscopio

Tags: Cuba, beisbol, Industriales, Leonardo Padura, El hombre que amaba los perros, burocracia, compraventa autos, movimiento obrero, ajuste de plantillas
 
En una estrategia revolucionadora, el equipo de béisbol cubano Industriales suma, a los tradicionales entrenadores de bateo y pitcheo, un entrenador cultural del más alto nivel. En entrevista concedida al periodista Rafael Grillo, el famoso y multipremiado escritor Leonardo Padura reveló que fue invitado por el mismísimo Lázaro Vargas, flamante mentor del equipo azul de la capital, a acompañar a los peloteros a lo largo del venidero clásico cubano, la Serie nacional. Mucha suerte les deseamos desde el corazón de un fanático.
 
Otro chisme, este más feo, reveló también Padura. Resulta que la editorial española Tusquets, detentadora de los derechos de autor por El hombre que amaba los perros, autorizó la impresión de hasta 4 mil ejemplares de la más reciente novela del cubano en su país. Como el Ministerio de Cultura aprobó la inversión para la edición, todos nos quedaremos preguntándonos por qué no se tienen noticias sino de la aparición de no más que un par de centenares  de volúmenes, vistos fugazmente en la pasada Feria del Libro de la Habana. Alguna pista puede encontrarse en la trama del libro, que contiene una durísima denuncia de las condiciones de implementación de políticas estalinistas draconianas en la desaparecida Unión Soviética y, en menor medida pero no menos ciertamente, en nuestro país.
 
Con esa situación contrasta la actitud del ministro de Cultura, Abel Prieto, en el recién concluido congreso de los trabajadores del sector. A mis artistas no me los toca nadie, es la frase con que podemos resumir su estancia –que, obviamente, fue un poco más elaborada, pero igual dio idea de que los protagonistas del arte en servicio del pueblo siguen contando con la más alta consideración, aún en el proceso actual de medidas de austeridad, recortes, reducción de plantillas, etc.
 
Con este tema se viven cada fenómeno que son para reír y llorar. Una fábrica de zapatos en Matanzas da pérdidas, entre otras cosas, porque no tiene completa la plantilla de trabajadores. Esto es, entre los que hacen zapatos, porque en los cargos de administración, dirección, servicios, etc., no falta nadie. Todos los caciques están ahí, pero los indios están rebencudos, no quieren ir para allá, dice el Granma.
 
Tal vez se hayan ido a cultivar tabaco o a trabajar para el turismo. Estas son labores cuyo desempeño autoriza a adquirir un automóvil nuevo. Los ministros y funcionarios explican que fueron las directivas del último congreso del Partido, las que están siguiendo para determinar qué cubanos son importantes y pueden comprar un carro nuevo, como los artistas, los diplomáticos, los contratados en el extranjero que no sean médicos; y cuáles no, y entre estos últimos se encuentran los simples obreros y la mayoría de los campesinos. Lo más triste del caso, es que esas directivas son del Partido de los obreros y los campesinos. Lo que hay que ver.

20 de octubre de 2011

Singularidad del 10 de octubre y una perspectiva racial

[category Política, Racialidad]
[tags: afrodescendencia, Cuba, racismo, historia, ciudadanía, educación, Rogelio M. Díaz Moreno, discriminación, esclavitud, racialidad]
 
Dentro de nada, la comidilla en este país va a ser la planificada Conferencia del Partido, pero antes de pensar en ello quiero detenerme, tal vez repetir, un par de puntos sobre otro tema de mucho interés.
 
La celebración del 10 de octubre parece no estar muy de moda, apenas nos acordamos que es feriado. Pareciera que otros asuntos son más urgentes, lo suficiente como para no dejar descansar un minuto a nuestros medios de comunicación en los últimos 10 años o más. Pero yo quiero tomar la fecha como semilla de esta intromisión mía.
 
Todo el mundo recuerda cómo en la escuela le enseñaron que Carlos Manuel de Céspedes, con justicia nombrado Padre de la Patria, se alzó en armas ese día, y convocó a sus esclavos para reconocerles su derecho a la libertad, e invitarlos a unirse a la gesta mambisa. También se cuenta que todos los esclavos –que, a partir del momento de su liberación ya no lo eran– se unieron a la fuerza de Céspedes.
 
Lo que no se encuentra con mucha facilidad es un nombre cualquiera de esta masa anónima de hombres y mujeres negros, que escogieron el camino peligroso y difícil, el camino de enfrentar las balas y bayonetas y cañones españoles, el de las duras marchas a pie y pernoctar en el monte, calados por la lluvia, azotados por el sol, arrastrando el hambre y las  heridas, en lugar de dedicarse a vivir por su cuenta hasta que pasara la tormenta. Estos seres humanos habrían seguramente establecido relaciones entre sí, con las limitaciones conocidas y descritas por historiadores como Moreno Fraginals, pero relaciones de algún tipo, fraternales, familiares si bien precarias; tendrían sin duda individuos bien definidos como líderes, a los que sin duda miraron en esa hora definitoria, y estos líderes encarnaron entonces la decisión que luego todos se encargarían de sellar con su sangre en los campos de batalla que tenían por delante.
 
Sin el aporte de esta gente habría sido, imagino, mucho más endeble la tropa inicial de Céspedes. Tal vez ni siquiera hubieran podido intentar el ataque a Yara, que no terminó nada bien pero dio paso a otra página de gloria, la de la inmortal proclama de que con 12 hombres se puede volver a empezar la lucha por la libertad. ¿Alguno de esos 12 sería de los ex-esclavos? De los que se reagruparon posteriormente para el ataque a la villa de Bayamo, este sí exitoso, ¿cuántos negros anónimos, de los liberados el 10 de octubre, habrían compuesto la tropa? ¿Cuántos, cuáles, sobrevivieron los 10 años de guerra, en cuántas acciones participaron, con qué grados terminaron? ¿A ningún historiador le ha parecido valioso realizar esa investigación? La gran mayoría de los nombres ilustres de mambises fueron de blancos, que fueron los que sus contemporáneos de la clase dominante juzgaron más conveniente inmortalizar: para mí, falta una estatua al mambí desconocido cubano en cada ciudad, y muchas de esas estatuas tomando negros como modelo, hasta que se corrija también esa injusticia.
 
Me detengo a pensar que esos negros dieron mucho más que una lección de valentía al seguir el levantamiento. Se recordará que el cimarronaje era una práctica extendida entre los esclavos hartos de su yugo; que ya habían ocurrido en el país sublevaciones de dotaciones enteras de esclavos; en fin, que no era como si necesitaran al "blanco salvador" para que les otorgara dadivoso el don más preciado de la libertad. Entonces, el valor singular de estas acciones del 10 de octubre de 1868, lo que eleva su valor aún más sobre el hecho de retar de manera definitiva a la dominación colonial, fue el valor de unidad consciente de todos los participantes, que se asumieron mutuamente como cubanos, como ciudadanos del mismo país, y por lo tanto con igual derecho de luchar por la libertad de la nación que debían integrar en igualdad. Con toda justicia, los sucesos del 10 de octubre  –y todos sus participantes–  merecen toda nuestra reverencia, bastante más de la que aprecio que se le otorga.
 
Ahora, empato esto con unos comentarios de corre corre sobre las ideas que se comentan actualmente para combatir los problemas de racismo. Esteban Morales y otras personas preocupadas establecen debates sobre posibilidades de acciones afirmativas. Lo que más discordias parece causar es el método de compensar las desventajas sociales históricamente acumuladas de las personas negras y mestizas. Es innegable que la desventaja social fue impuesta sobre ellos por una sociedad racista y discriminadora, y dejar las cosas como están implica que unos grupos siguen sufriendo sus consecuencias y otros –aunque no hayan participado en la implementación de esta injusticia del pasado–  se aprovechen hoy de las ventajas obtenidas, con lo que se hacen cómplices de la indignidad. Urge entonces trabajar para remediar el mal.
 
Mi modesta propuesta anda por una tangente. Para esquivar el espinoso asunto de cuotas raciales en posibilidades de estudio y trabajo y puestos socialmente destacados, sugiero notar el hecho de que las localidades cubanas no son homogéneas, y existe una correlación bien clara en las comunidades más humildes, con mayor grado de marginalidad y desventaja, donde reside una proporción de personas de raza negra mucho mayor de lo que nacionalmente indican los índices demográficos cubanos. Entonces, se le puede entrar al asunto de la raza a través del de la comunidad. Tengo en mente barrios de mi infancia, Juanelo y el Reparto Central en San Miguel del Padrón, y sus escuelas, Menelao Mora y Pepe Prieto. Cualquiera puede hacer mucho más larga esta brevísima lista, con barrios de Regla, Guanabacoa, Marianao, y de otras ciudades y provincias del país. Nadie puede poner peros a una inversión de esfuerzos y recursos fundamentalmente dirigidos a la infancia de esos barrios, que convierta sus escuelas en palacios que deslumbren a los infantes y provoquen el respeto de los padres. Escuelas que sean también verdaderos centros comunitarios, Templos en la mejor acepción de la palabra, dentro de los cuales sea natural la convicción de que es posible y deseable salir de la marginalidad, esforzarse por construir(se) un espacio mejor, en colaboración con los demás seres humanos, y que cuenten con todos los recursos materiales, pero especialmente los humanos, con los mejores pedagogos, trabajadores e investigadores sociales, que deben contar con todas las condiciones de trabajo, incluyendo una remuneración a la altura de la importancia de la labor que harán. Después de todo, dolorosamente, lo que no se invierta en esta empresa, se requiere después en recursos policiales y represivos del delito. Estos centros también pueden convertirse en vórtices del apoyo de las fuerzas ciudadanas y de la sociedad civil, interesados en participar del reto ético que se plantea.
 
Con la preparación y ánimos para construir nuevos horizontes, y con las posibilidades que se abren en la sociedad con las corrientes de descentralización, los jóvenes que se relacionen con estos centros podrían tomar los caminos académicos más ranqueados, como las prestigiosas escuelas de Ciencias Exactas o carreras universitarias que hasta hoy recogen fundamentalmente a los estratos aventajados de la sociedad, mayoritariamente blancos, de barrios buenos, de padres integrados; o establecer caminos más autónomos mediante sus propios esfuerzos y con compañeros, familiares y amigos que convoquen a su alrededor.
 
Para no dejar nada afuera, en estos centros se pueden concentrar los esfuerzos para reivindicar la contribución de los negros esclavos anónimos al alzamiento de Céspedes, a las campañas mambises y todas las demás que le siguieron por la libertad en Cuba y en las gestas de solidaridad que por todo el mundo ha tenido la Revolución cubana. Y para devolverle a toda la nación cubana, empezando por el sector que más lo necesita, muchas razones para enorgullecerse de su historia, su legado, que le fueran sustraídos maliciosamente con maniobras racistas, iniciadas en el pasado, pero que conviven en el presente.

10 de octubre de 2011

Mirar desde la sospecha este 13 de octubre en la UNEAC

 
En Cuba MIRADAS A LA RELACIÓN ENTRE FEMINISMO Y LITERATURA

El habitual espacio de debate Mirar desde la Sospecha, coordinado por el Programa Género y Cultura del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, propone este octubre acercarse al tema Feminismo y literatura. Alianzas y desencuentros, con un panel integrado por las investigadoras literarias Luisa Campuzano y Zaida Capote Cruz y moderado por la periodista Helen Hernández Hormilla. La ocasión servirá además para homenajear los 15 años de publicado el panorama de narrativa femenina "Estatuas de Sal", compilado por Mirta Yáñez y Marilyn Bobes en 1996.

El movimiento feminista ha tenido en la literatura uno de sus principales registros, si tenemos en cuenta que fue la palabra escrita el primer espacio desde el cual las mujeres reclamaron sus derechos y lucharon por su emancipación. En Cuba, fueron también las escritoras protagonistas de los debates en torno a la equidad entre los géneros. Una tradición que se remonta al siglo XIX con figuras como Gertrudis Gómez de Avellaneda recoge múltiples ejemplos de autoras comprometidas con reivindicar la capacidad creadora de las mujeres y su pleno derecho a tener iguales oportunidades que los varones.

Actualmente, el panorama literario reviste mayor número de firmas femeninas, se aprecia un crecimiento de la crítica literaria con perspectiva de género, proliferan antologías de mujeres y se realizan
coloquios dedicados al tema. Sin embargo, gran parte de las autoras y ciertos sectores de la crítica niegan la relación de sus obras con el feminismo, mientras las mujeres siguen siendo minoría en los jurados, premios literarios e instituciones culturales.

Al respecto estará debatiéndose el próximo jueves 13 de octubre a las 3:30 pm en la Sala Guillén de la UNEAC, sita en 17 esq. D. en el Vedado.

Por otra parte, se recordará la impronta de Estatuas de Sal (Unión, 1996), un texto fundamental para el reconocimiento de la tradición de escritura femenina en la Isla, al que han seguido varias antologías dedicadas a la narrativa escrita por mujeres. En este sentido, se distinguirá el activismo de la narradora, poeta y ensayista Mirta Yáñez en pos de reconocer la obra de las autoras cubanas. También estará a la venta su novela Sangra por la herida (UNIÓN, 2011), que acaba de obtener el cuarto Premio la Crítica Literaria para la escritora.

Mirar desde la sospecha es un espacio de debate organizado por el Programa de Género y Cultura del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR) - coordinado por la académica Danae C. Diéguez y las periodistas Helen Hernández Hormilla y Lirians Gordillo Piña-, auspiciado por la UNEAC y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) y que cuenta con la colaboración de la Consejería Cultural de la Embajada de España.

Sus sesiones están siendo registradas en video con el fin conformar una multimedia.

El camino difícil

Palabras clave: Cuba, unidad, ideología, socialismo, participación, democracia
 
El otro día me referí al error de perseguir la unidad entre las posibles fuerzas progresistas mediante el uso de métodos estalinistas. Con esto no quise decir que la unidad no sea un recurso de un valor excepcional, o que no constituya un poderoso paradigma al que se debe aspirar. Si bien es cierto que sacrificar la democracia y las libertades, en la aspiración de alcanzar una solidez monolítica, es un soberano disparate, esto no hace sino destacar la importancia y necesidad de emprender otro camino que conduzca a la verdadera integración de los elementos revolucionarios, solo que este otro camino es mucho más difícil.
 
Si para muestra basta un botón, me voy a quedar con el ejemplo único de la Alemania de los años 1920 y 1930, cuando la desunión entre socialistas y comunistas permitió el ascenso al poder de las hordas nazis, con las trágicas consecuencias que ello trajo para casi todo el mundo. La lógica coordinación de esfuerzos entre los dos partidos proletarios se vio bloqueada por el estalinismo, tendencia mortalmente totalitaria y dominante entre las filas de los comunistas de aquella época.
 
En los párrafos que escribo a la carrera a lo mejor falta un análisis filosófico o antropológico más profundo, y me disculparán los que no encuentren profundidades eruditas. Tal vez apenas llegue a la posibilidad de notar que si A es mayor que B, y B mayor que C, A debe ser mayor que C, pero guardo cierta esperanza de que eso ya constituya un bloquecito para apuntalar consideraciones de otras personas, estimular un poco el pensamiento, empezando por el mío propio, y además las críticas me ayudan mucho a contemplarme desde otros puntos de vista.
 
Entonces, la unidad la veo como uno de los medios que permiten alcanzar fines. Obviamente no puede ser un fin en sí, no al nivel de bienestar material o espiritual, o de calidad de vida, o de medio ambiente, o de justicia social, que para un humilde servidor deberían ser los propósitos últimos de las sociedades no establecidas para la satisfacción del egoísmo de sectores particulares. Es un medio complicado, eso lo sabemos, importante y poderoso; toda un arma de dos filos.
 
Con la confusión lógica de ver el meollo muy de cerca, y con todas las interpretaciones interesadas de la historia que presentan los bandos en conflicto, me pareció que a partir de la década de 1970, en nombre de la unidad, se cometieron en Cuba graves errores que constriñeron mucho el desarrollo de las personas, del pensamiento y del país en general. Sin que la década anterior, marcada por conflictos mucho más calientes de la lucha de clases, hubiera estado exenta de problemas, se podría destacar que hubo polémicas entre intelectuales revolucionarios; que hubo revista Pensamiento Crítico; que del discurso de Fidel Castro "Palabras a los intelectuales" se deducían unos espacios de libertad mucho mayores que los que tiempos más tarde se establecerían (incluso un guiño explícito al sueño anarquista de extinción del Estado); que en otra intervención casi tan famosa como aquella, el mismo orador increpó a los que pretendieron escamotear el contenido religioso del ideario del líder estudiantil José Antonio Echeverría, entre otros momentos cuyo significado, lamentablemente, no perduró más.
 
En todo caso, me interesaría superlativamente conocer sobre las dificultades y posibilidades de que una unidad de personas libres estuviera a favor de los movimientos progresistas y no de la derecha conservadora, como más de una vez pareciera estar.
 
Se cae de la mata que para que la unidad esté a favor de estas fuerzas, hay que ejercitar la humildad, como invita persuasivamente Paulo Freyre. Nadie debe creerse poseedor de la verdad absoluta sino, cuando más, alguien que puede aportar un poquito de buena voluntad a un empeño común. Debe reconocerse en los demás la capacidad de enriquecer ese proyecto común con sus ideas, sus fuerzas, sus contradicciones, en igualdad de derechos y deberes.
 
Ya tengo una pista de por qué es tan difícil.
 
Obviamente, deben conocerse a fondo las características, ventajas y desventajas de la posición particular con la que más afinidad se alcance, si más profundamente ecológica, o si más libertaria, o si con pautas espirituales, o marxistas, o las que fueren. Si se conoce un poquito de las demás posturas, o no se conoce nada en absoluto, no se debe rellenar los espacios vacíos con prejuicios ajenos u opiniones preconcebidas con ligereza: es mucho mejor aplicar la sabiduría de escuchar a sus propulsores sobre algo de lo que ellos deben saber más.
 
Al final, se supone que cada matiz ideológico dentro de la corriente izquierdista, debe compartir fines últimos semejantes – para este servidor, la construcción solidaria del bienestar colectivo. Por lo tanto, cada tendencia debe ser capaz de demostrar que su iniciativa, por cualquier camino que se pretenda, acerca más de lo que aleja ese fin. Así que, si esta capacidad se cumple, cada una de las tendencias autónomas debe estar feliz de cooperar con las demás en adelantar por esos caminos. Un día la corriente marxista puede tener una sugerencia más afín con la situación particular de ese momento y lugar; otro día pueden ser los libertarios; probablemente se evidencie con frecuencia la necesidad de atacar lacras discriminatorios de la sociedad en construcción; en otro momento puede que todo el mundo tenga que pararse frente a preocupaciones de carácter ecológico y no dar otro paso hasta que no se resuelvan ciertos problemas, y así sucesivamente. Nadie se debería irritar por ello, ya que nadie posee la verdad absoluta, y se ejercitará la capacidad de encontrar el valor de lo que cada colega pueda aportar.
 
Los grupos que no sean capaces de practicar esta dialéctica no estarán demostrando sabiduría. Con ellos no se podrá construir una unidad legítima, sino apenas un régimen de "ordeno y mando", que ineluctablemente degenera en un totalitarismo que confunde fin y medios, y termina legitimando la nueva aristocracia de los que saben cómo dirigir mejor a "las masas".
 
Obviamente, cada corriente debe tener plena libertad para defender su criterio y exponer, respetuosamente, qué ventajas le ve por sobre las otras posturas. Y para investigar, en la historia y la sociedad, el efecto de cada causa. Así progresa la ciencia y sirve de mejor fundamento al arte de la ciudadanía. Cuando el nivel de sabiduría crezca un poquito más, sabrán integrar los mejores elementos de cada grupo dentro de sus propias proyecciones, y reconocer la ganancia neta que con ello se conseguirá. Igualmente obvio es que, en última instancia, algún agente tendrá que jugar el papel de árbitro para decidir, entre las distintas corrientes o ideas lanzadas al ruedo, cuál deberá prevalecer por el momento. Si algún filósofo no ha pensado todavía que este papel de árbitro solo pueden hacerlo, a través del ejercicio democrático, las personas informadas de un pueblo consciente, entonces le conmino a que siga pensando.