Secciones

Secciones

Reglas para comentar

1) Los comentarios ofensivos serán borrados
2) Los comentarios deben tener alguna relación con el tema del post
3) Se agradecerá el aporte de argumentos con referencias para que podamos ampliar el debate

23 de agosto de 2013

Polémicas y organismos observados críticamente

En dias pasados, compañeros del Observatorio Crítico hemos vuelto sobre el tema de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM). La polémica sobre estas aplicaciones de la ciencia a la industria agropecuaria tiene mucha vida por delante, y chapoleteando en las páginas de la revista Nature me encontré unos materiales que me parecieron de interés para comentar aquí.
 
El primer artículo que encontré habla de una variedad de arroz, el MucoRice-ARP1. Los investigadores se las arreglaron para que en el cereal, aparezca un anticuerpo eficaz para combatir una familia de virus que provoca las muy comunes enfermedades diarreicas en países tropicales del tercer mundo. Con este alimento, refiere Michelle Dobrovolny, se pueden complementar las insuficientes campañas de vacunación y salvar montones de vidas, a un precio relativamente bajo y, por lo tanto, accesible en los países pobres.
 
Los autores de este estudio –y sus patrocinadores– reconocen que no se han efectuado todavía pruebas en personas, pues todos los resultados se obtuvieron sobre los consabidos ratones de laboratorio. Obviamente, esperan que su trabajo se traduzca en un aporte bienvenido para las poblaciones y, es de esperar, sus bolsillos.
 
Ciertamente, se pudiera armar una presentación convincente respecto a que esta variedad de arroz ofrece más ventajas que desventajas respecto a la salud de los que lo consumirán. Aún así, otros recelos que expresan los adversarios de los OGM no son rebatidos, al menos en el artículo que leí. No queda claro si esta semilla podrá ser reproducida por los propios agricultores, o si tendrán que encadenarse a los suministros centralizados de empresas trasnacionales, sin otros intereses que no sean los puramente mercantiles. Tampoco se ofrece, en el breve marco del artículo de Nature, una evaluación de la posible repercusión de la presencia de esta variedad, sobre la disponibilidad o variabilidad de otras y distintas especies al alcance de los campesinos. Como de costumbre, al lado de las promesas y conquistas reales que entrega a la sociedad, la ciencia deja algunas deudas pendientes en su relación más integral y humana.
 
Este material me condujo por otro par de vínculos más, relacionados con el mismo tema. Uno de ellos relacionaba el artículo de Daniel Cressey, referido a los reveses de la compañía Monsanto frente a las agencias regulatorias europeas. Al parecer, los adversarios de las OGMs han ganado terreno, en el bloqueo de los procesos de aprobación de sus Némesis por parte de las autoridades competentes del llamado Viejo Continente. La Autoridad para la Seguridad de Alimentos en Europa ha dado luz verde a apenas un puñado de OGMs, a pesar de muchos años de cabildeo por Monsanto y sus similares. Este segundo artículo tenía una onda más comercial y diplomática que científica.
 
El último texto de mi recorrido fue el firmado por Natasha Gilbert. La autora pretende extender una mirada inquisitiva sobre el asunto, examinar verdades, falsedades y aspectos todavía incógnitos que se evidencian en múltiples casos de OGMs. Estima que es difícil determinar hasta dónde se procede con rigor científico y dónde comienza el dogma y la especulación, tanto en el banco de los propulsores como en el de los adversarios de estas aplicaciones. Los primeros afirman las presuntas ganancias en concepto de productividad y por el ahorro de miles de toneladas de pesticidas no aplicadas, y los últimos también evocan consideraciones ambientales, sociales y económicas.
 
Los datos de las investigaciones, considera Gilbert, son frecuentemente inconclusos y hasta contradictorios. El artículo de Nature se enfoca en tres puntos álgidos en las discusiones contemporáneas: la potenciación de malezas resistentes a los pesticidas; el impacto en los niveles de suicidios de los agricultores en la India, y la dispersión de genes de los OGMs hacia los cultivos tradicionales en el campo mejicano.
 
En la primera discusión, se halla culpable a los OGMs, y explican el proceso de la siguiente manera. Aquellas variedades modificadas –por Monsanto– para volverse inmune al herbicida Glifosato –de Monsanto– han sido cultivadas con excesiva liberalidad a lo largo de muchos años. Luego, los agricultores han descuidado la combinación de distintos herbicidas, descansando únicamente en el que les limpiaba su cultivo con más eficacia. De tanto verse expuestas a un único agente, las malas hierbas acabaron por desarrollar resistencia, gracias a los sencillos mecanismos evolutivos que proveen los procesos de selección natural. Se puede argumentar que la responsabilidad no es directamente de los OGMs, y Monsanto cuestiona varios aspectos en los estudios, pero el caso es que el problema existe. El sistema de agricultura implementado no promueve la rotación de diferentes cultivos o métodos; acomoda –o, desde otro punto de vista, envuelve– al agricultor en una estructura centrada en el mercado y, por la carencia del enfoque integral, holístico, o como le quieran llamar, vuelve vulnerable el sistema a los imprevistos al estilo de Parque Jurásico: La vida siempre encuentra una salida no controlable por las personas. Las alternativas que ofrecen Monsanto y sus similares consisten en aplicar más herbicida –con lo que se pierde la ventaja adquirida respecto a los cultivos no OGM–, y esperar a que se desarrollen OGMs resistentes a varios herbicidas distintos.
 
La segunda discusión, bastante dramática, tiene su antecedente en la declaración de la activista feminista y ambiental india, Vandana Shiva, que achaca a la comercialización de semillas de OGM una cantidad de muertes por suicidio equiparable con el genocidio. Sin embargo, los datos estadísticos no parecen respaldar la afirmación de Shiva, según este artículo de Nature. Los factores de depauperación económica y demás que acosan a los campesinos no se habrían visto significativamente agravado por la introducción del algodón transgénico de la variedad Bt, que creció exponencialmente a partir del año 2003. La tasa de suicidios ya era dramáticamente alta antes de ello, y siguió prácticamente igual de alta, después. Los propulsores de los OGMs contraatacan, de hecho, señalando que la generalización del Bt ha elevado el rendimiento y las ganancias en la mayor parte del campo indio.
 
Y la tercera discusión generó todo un escándalo, cuando investigadores revelaron que habrían encontrado genes de un maiz GM en cultivos supuestamente libres de ellos, en sembrados del estado mejicano de Oaxaca. Aquí pesa hasta el factor simbólico de considerarse, a Méjico, la cuna del maíz. El estudio correspondiente, publicado en su momento también en Nature (Nature 414, 541-543 (29 November 2001)), fue cuestionado fuertemente y se le hallaron algunas carencias de rigor metodológico o científico, lo que fue reconocido por la revista, aunque no se llegó a decir que estuviera totalmente equivocado. Lo cierto es que distintos investigadores han encontrado diferentes resultados en diferentes lugares y, dicen, hay que esperar por más evidencia.
 
Algunos investigadores insisten en que, si fuese cierto que estos genes se propagan naturalmente hacia otras plantas, lo que harán será extenderles los efectos beneficiosos que deben portar. Sin embargo, muchas personas tendrían razones para sentirse indignadas contra quienes les ponen en una situación que no buscaron. Además, estos presuntos beneficios no van a dejar de estar acompañados por las demás facetas que, no sin razón, preocupan a los adversarios de los OGMs.
 
El texto de Natasha Gilbert concluye con las siguientes consideraciones: las historias preparadas, a favor o en contra de los OGMs, fallan en captar la imagen integral, que siempre tendrá muchos matices, sesgos y será innegablemente confusa. No es la bala de plata que resolverá todos los problemas de la agricultura del mundo subdesarrollado o el desarrollado, tampoco es la villanía personificada. La verdad reside en algún lugar intermedio.

21 de agosto de 2013

Otra diatriba sobre mi Círculo Social

Será que se me ha vuelto alguna clase de hábito. Todos los años, a esta altura del verano, voy varias veces al club Otto Parellada, donde Rogelito y yo disfrutamos de baños en el litoral habanero. Y luego, malagradecido que soy, escribo algunas maledicencias. Las de este año, espero, aportan alguna que otra novedad y proposiciones para tener en cuenta. Espero, también, que sea la última. La esperanza, que no se pierda.
 
Como es del conocimiento público, este club o Círculo Social es el que "le toca" a los trabajadores del sector de la salud. Podemos asociarnos a éste, tras una sencilla gestión burocrática con foto carnet incluida –como es mi caso. Teóricamente, somos entonces dueños del mismo. Tan dueños como lo es, de forma igualmente teórica, todo el pueblo de Cuba de sus empresas, minas, hoteles, etcétera.
 
Así que no resulta para nada paradójico arribar en estos meses de julio y agosto –únicos en que los "dueños" podemos entrar casi libremente a nuestro círculo– y atravesar, con disciplina, un cordón de celosos guardias de seguridad, armados con porras. Están ahí, al parecer, para defender el lugar ¿contra sus dueños?
 
El otro día, dentro ya de la instalación, compramos unos pastelitos a una vendedora que logró colarse. Quiero decir, que logró entrar una jaba de los dulces sin que los guardias se percataran. A mí me gustaría decirle, a los guardias, que no tengo ningún problema con dejar entrar a mi propiedad, un puñado de honestos comerciantes particulares para que mejoren las ofertas del lugar. No creo que me vayan a escuchar.
 
En general, son limitados los servicios a los que tenemos derecho sus "dueños", si no nos cae del cielo la posibilidad de acceder a algunos otros, en la forma de ciertas invitaciones. Con ellas se puede entrar, por ejemplo, a la piscina y al restaurant. Este domingo, me encontré allá a una doctora de mi hospital, que logró conseguir algunas de las repartidas esta semana.
 
Me quedé pensativo. Si nosotros somos dueños del lugar, ¿quién es la persona que nos puede ofrecer estas invitaciones? ¿Será alguna clase de superdueño? El secretario de la CTC del hospital no es, ese es un simple acatador de orientaciones superiores. ¿Será el secretario que encabeza la rama sindical en el ramo de la salud, a nivel nacional? ¿Será el mismísimo Ulises Guilarte, flamante ex – cuadro del PCC, apuntado por el Dedo Divino como "líder" de la CTC?
 
Y aquí está, finalmente, mi propuesta. Al tono de los tiempos que se viven, en los que el Estado suelta las unidades de servicios y permite formar, en ellas, cooperativas con sus propios trabajadores. Propongo, pues, que se permita a los trabajadores del Otto Parellada que formen una cooperativa, y que administren el lugar como mejor les parezca. Pienso que así se arreglen muchas de las insatisfacciones que ya he plasmado en anteriores ocasiones. Yo renuncio, gustoso, a la parte que me corresponde como dueño de ese lugar, si con ello contribuyo a la formación de la tal cooperativa.
 
Lamentablemente, yo mismo me doy cuenta, mi disposición cuenta para muy poco. Entregar mi potestad de dueño a ese colectivo de trabajadores, es una de las potestades de dueño que no poseo. Supongo que eso solo lo pueden disponer –con o contra mi voluntad– el zar de las reformas económicas cubanas, Marino Murillo, o el presidente Raúl Castro.
 
¿Serán ellos los superdueños?

10 de agosto de 2013

Solavaya con este Código

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno
 
Me tomó un tiempo, pero al fin terminé de hacer mis anotaciones sobre el Anteproyecto de Código del Trabajo que nos van a encajar en la cabeza a los cubanos. Mis impresiones se resumen con una palabra ¡solavaya!
 
El Anteproyecto, tal como está redactado, es inconstitucional, discrimina y miente. Pero para realizar una afirmación como esta, hay que estar en condiciones de demostrarlo.
 
Su primerísimo artículo reza: "El derecho de trabajo [...] se aplica de conformidad con  los fundamentos políticos, sociales y económicos regulados en la Constitución de la  República. El derecho de trabajo está integrado por el presente Código y la legislación complementaria". Sin embargo, el proyecto de marras entra en contradicción abierta con la Constitución cubana actual en, como mínimo, dos puntos. El artículo 14 de la Constitución –al que le queda poco, pero todavía está ahí– proscribe, de nuestro país, la relación de explotación del hombre por el hombre. Mientras, el Anteproyecto acepta como natural el ejercicio de actividades económicas de capitalistas privados locales. Esto puede parecer bueno para algunos y malo para otros. En todo caso, no es coherente una ley determinada que viola la Constitución y, al mismo, diga conformarse a ella.
 
En segundo lugar, en los acápites dedicados a los días feriados o festivos, se declaran los días 25 de enero y Viernes Santo entre los que no vamos al trabajo. A mí me cuadra cualquier dia de pachanga, aunque no dejo de notar que estos parten de una religión particular, la cristiana. Y no tengo nada en contra de esta, pero el artículo 8 de la Carta Magna proclama que las instituciones religiosas están separadas del Estado. Y que las distintas creencias y religiones gozan de igual consideración.
 
O sea, que el Anteproyecto viola el carácter laico del Estado y discrimina entre las religiones, puesto que una goza de dos días feriados y las restantes, ninguno. Por ejemplo, las personas practicantes de los cultos afrocubanos podrían reclamar, para feriado, el 17 de diciembre, en el que se honra a la divinidad de Babalú Ayé. Ah, pero no; parece que, para lograr un dia festivo, hay que tener un Papa que venga de visita.
 
Luego, el Anteproyecto no respeta la Constitución, aunque proclame que sí lo hace. Y una de las formas en que la viola, consiste en una discriminación entre personas por sus diferentes creencias religiosas. Tal y como expresamos al principio: es inconstitucional, discrimina y miente.
 
El mayor cinismo del anteproyecto, por otra parte, puede ser aquella que proclama el reconocimiento y respeto a las tradiciones históricas de organización sindical en nuestro país. Sin ser yo el más calificado, algo he conocido de los muchos movimientos sindicales de corte anarquista o libertario, y sus grandes aportes a la causa de los trabajadores en nuestro país. Y de cómo la oficialista CTC desplazó y anuló toda posible competencia, en connivencia con el aparato autoritario estatal. A cuántos militantes del sindicalismo libertario se les faltará el respeto, entonces, con tal desfachatez; y cuántos trabajadores extraterrestres se creerán la promesa de aceptar gremios que no cuenten con la orientación y el tutelaje estricto y centralizado.
 
Ahora, quiero regresar sobre el tema de la asimilación de la nueva empresa privada con sus empleados asalariados. Insisto, no deseo demonizar una realidad que, obviamente, es una necesidad histórica y económica. Ahora, sí encuentro preocupantes una serie de posibilidades en el futuro. Recuérdese que con este código se podría tener mucho que ver en los próximos diez, veinte años. Para esos tiempos, nos tememos muchos, la economía capitalista va a estar aún más sólidamente enraizada en nuestro país de lo que ya está. Las empresas privadas habrán crecido y se habrán consolidado. Los arquitectos de las reformas económicas, con su afán de "desatar las fuerzas productivas" favorecen sin tapujos las posibilidades de progresión de aquellas, con el incremento de riqueza y poder correspondiente para sus dueños.
 
Pues bien, percibo la redacción del Código de forma tal, que la mayor parte de las obligaciones del empleador, respecto a los empleados, parecen aplicarse a la economía pública o estatal. No me parece muy explícito que el empleador alternativo, el capitalista privado, tenga que ofrecer semejantes derechos a sus propios proletarios. Para el momento presente, puede que esto no impresione mucho, dados los salarios ínfimos que paga el Estado –peor que eso, poco puede haber. Pero para el futuro, con uno o dos millones de asalariados en la ya no tan nueva economía privada, el dichoso código puede convertirse en la envidia de los mayores explotadores que hayan existido.
 
Se regulan para la empresa pública, insisto, muchos requisitos de derechos laborales, sin explicitarse su pertinencia para el terreno privado. Para aquella, se asienta el contrato colectivo mientras que, en la privada, la contratación es personal. Y si algún proletario de esta última esfera se les pone díscolo a los patrones, pues aquellos contarán con el inciso b del artículo 67: ¡fin de la relación laboral, por iniciativa de una de las partes! Sin que quede ¡ninguna! obligación pendiente. La difamada Walmart pasa más trabajo para despedir su personal que el que van a tener los nuevos patrones explotadores cubanos.
 
Tal es el engendro que tenemos entre manos. Y la central sindical cubana –quiero decir, su dirigencia– lo promueve con todo el entusiasmo de que es capaz.
Imagen: Trabajadores acatan la convocatoria de los niveles superiores y votan unánimemente a favor del Anteproyecto de Código del Trabajo.