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24 de junio de 2014

CONVOCATORIA Pon la Revolución en un Beso

Sábado 28 de junio de 2014: 2da Besada por la Diversidad y la Igualdad

 

#ponlaRevolucionenunbeso

 

Proyecto Arcoíris, colectivo LGBT anticapitalista e independiente, de Cuba, celebrará el Día del Orgullo LGBTI con la “2da Besada por la Diversidad y la Igualdad” este sábado 28 de junio, a las 4 p.m., en la Plaza Vieja de La Habana.

 

Cada 28 de junio, las comunidades LGBTIQ y personas heteroaliadas de todo el mundo conmemoran los Disturbios de Stonewall Inn (New York, 1969), cuando una travesti puertorriqueña se rebeló contra la policía y desató le revuelta.

 

Besarse en el espacio público debería ser derecho de toda persona, pero para muchos ojos constituye escándalo público, si no ocurre entre heterosexuales. Al besarnos todos y todas, por amor o fraternidad, ejercitamos nuestra igualdad ciudadana y ponemos en evidencia los dobles raseros morales que generan la homofobia, el sexismo, las lógicas discriminatorias que marcan las raíces de nuestra cultura y debemos cambiar.

 

Con esta acción pública queremos hacer visible a la comunidad LGBTIQ de Cuba. Besarse en la Plaza Vieja es un acto político. Ven y muestra tu repudio a la homofobia con un beso.

 

Porque Revolución es cambiar todo lo que deba ser cambiado, y defendemos la idea de una sociedad anticapitalista, revolucionaria y democrática. Ven y celebra que la Ley No.116 Código de Trabajo protege por primera vez a las personas homosexuales. Ven y reclama explicación pública por la eliminación de la identidad de género y el estatus frente al VIH en la misma Ley, aunque la Asamblea Nacional lo aprobó.

 

En esta cita no importan el color de la piel, el género, la identidad de género, las creencias religiosas o políticas, la orientación sexual, el origen territorial, la discapacidad ni cualquier otra distinción, sino la fe en la igualdad de todas las formas de amar, formar familia, producir, comprometerse… todas las formas de HACER PATRIA.

 

28 de junio, pon la Revolución en un Beso.

 

Más información en

http://proyectoarcoiris.cubava.cu/2014/06/orgullo-cuba-besada/

http://proyectoarcoiris.wordpress.com/2014/06/24/pon-la-revolucion-en-un-beso/

 

 

19 de junio de 2014

El Código de Trabajo capitalista ya es una realidad en Cuba

Después de una de las trayectorias más irregulares que conozco para una ley de este gobierno ¬–con votación no unánime en el Parlamento incluida–  entró en vigor el nuevo Código de Trabajo en nuestro país. Desde la publicación del Anteproyecto, como recordará el seguidor de nuestro Observatorio Crítico, le abrimos uno de esos fuegos que molestan a los opinadores más moderados, por los innumerables males que apreciamos en su versión original. Los males que, en nuestra opinión, contenía el Anteproyecto, amenazaban con normalizar las situaciones de explotación capitalista, discriminación y despojo de derechos de las personas trabajadoras, problemas crecientes en nuestro país a pesar de las declaraciones del gobierno sobre el supuesto perfeccionamiento de un proyecto socialista.

 

Ahora que fue publicada la versión definitiva en la Gaceta Oficial de la República y, con ello, adquirió carácter legal definitivo, se torna inevitable regresar sobre el tema para exponer las consideraciones que despierta. Al leer la Ley tal como quedó proclamada, ratifiqué mi convicción sobre su carácter mentiroso, inconstitucional y discriminador.

 

Mentiroso, porque proclama acatar principios de legalidad e ideológicos que traiciona en su contenido. La Constitución de este país, agónico papelito del que pocos se acuerdan y nadie acata, prohibe explícitamente la explotación del hombre por el hombre. Este fenómeno se encuentra en el epicentro del juicio marxista sobre el carácter del trabajo, y se presume que en el socialismo desaparece, pues las personas se asocian libremente para desarrollar las fuerzas productivas en armonía e igualdad. Sin embargo, el Código acepta desfachatadamente la actividad de empresarios privados con tantos proletarios como sean capaces de absorber a partir del capital que dispongan. Toquen las campanas, pues, por la Constitución; por el carácter liberador del trabajo y por cualquier resto de asidero que guarde el pensamiento marxista en la política nacional.

 

Inconstitucional, como acabamos de ver, puesto que colisiona de frente con la Carta Magna, y de hecho la arroja por la borda.

 

Discriminador, en varios sentidos, y peor que en varios países del Occidente capitalista. Después de todo, con suficiente desarrollo socio económico, las sociedades pueden guardar las apariencias de muchas maneras, y permitir mejores mecanismos de protección para la clase trabajadora. En cambio, nuestro Código “socialista”, permite que el empresario privado despida a su empleado por simple capricho. Es cierto que proscribe formalmente las discriminaciones por un amplio rango de razones, pero no llega a establecer maneras de volver efectiva esta prohibición, al menos en la esfera privada donde predominará el uso y el abuso del inciso de “fin de la relación laboral” por la simple razón de “iniciativa de una de las partes”. Por esta razón, y otras relacionadas con la maternidad, las mujeres sufrirán inevitablemente de condiciones laborales peores en la esfera cuyo crecimiento más estimula actualmente el gobierno.

 

Por cierto, que en esto de las discriminaciones quedan algunos huecos para nada banales. Ya el bloguero Francisco Rodríguez (Paquito el de Cuba) puso el grito en el cielo, y dijo cosas muy feas de los que cocinaron el pastel. Parece que los legisladores creyeron que con mencionar la protección para las distintas orientaciones sexuales estaba todo resuelto, pero Paquito apunta que el término “Identidad de Género” quedó ausente, lo que deja desprotegidos a un número de personas. Como en todo caso que implique derechos humanos, no importa si son muchos o pocos: los derechos de estas personas quedaron vulnerables y a todas las demás personas conscientes le corresponde manifestarse en solidaridad.

 

Una vez más, no pretendo negar la posible necesidad de la economía privada. Pero este documento hubiera sido mucho más consecuente con los principios socialistas que supuestamente sostenemos en Cuba, si toma una posición crítica respecto a su función, si se condicionan sus derechos al cumplimiento de funciones sociales explícitas, entre las que no pueden dejar de figurar derechos de las personas trabajadoras un poco más sólidos que siete miserables días de vacaciones al año. Lo legislado es del máximo gusto para una burguesía criolla, en pleno auge.

 

Se puede sacar mucho más jugo del análisis de este documento. A mí me preocupaba también, por ejemplo, la situación de riesgo de los trabajadores del sector estatal de quedar declarados “no idóneos” y, por lo tanto, despedibles, sin muchas garantías. El Código y su Reglamento complementario establecen los mecanismos para este proceso y, según lo que entendí, dependerá sobre todo de la ética de las personas involucradas. Por supuesto, que el sector estatal no avanza hacia un carácter más socialista con las escuálidas cláusulas que mencionan cierto carácter participativo,  bien magro, de los trabajadores en su administración. Los días festivos y feriados considerados, discriminan a los practicantes de religiones distintas de la cristiana (otra violación de la Constitución, por cierto). La capacidad de agruparse libre y espontáneamente en organizaciones de tipo sindical, para los trabajadores, viene lastrada por la obligatoriedad de seguir unos determinados principios “unitarios” que, por supuesto, servirán para reprimir a todo el que pretenda hacer algo fuera de la única central sindical existente que es reconocida por el gobierno y se le subordina vergonzosamente. Por último, y préstese la mayor atención, se manifiesta una ignorancia escandalosa respecto a las esfera de los trabajos no remunerados, como el doméstico y el voluntariado, así como a las especiales características del trabajo de los asociados en las cooperativas, de los que apenas se hace mención. De los asalariados que contrata una cooperativa se habla más que de los propios socios de la cooperativa, nótese. Y varias observaciones más que el lector podrá hacer por sí mismo, y que ya nos darán mucho que hacer y de qué hablar.

 

El proceso de aprobación de la ley da pie para otro artículo, más largo todavía. Baste reiterar lo mismo que criticó Paquito al respecto, lo del carácter secreto de las deliberaciones finales, el escamoteo de un asunto público de tanta trascendencia entre las manos de unos funcionarios electos de manera arbitraria y violadores de los principios democráticos de transparencia, devoción al servicio del pueblo soberano y de respeto de los derechos de todas las personas, para no hablar de su afición con las doctrinas capitalistas en boga.

 

Esta reforma, finalmente, viene a unirse a las que tanto han elogiado los amiguitos que se ha buscado recientemente el gobierno cubano, entre los países y empresarios capitalistas del resto del mundo.

12 de junio de 2014

La cobertura internacional como termómetro de la derechización en lo interno

La cobertura de los temas internacionales refleja la involución, el corrimiento inexorable hacia la derecha, que experimenta la política del gobierno cubano. En estos días, la agencia informativa oficial cubana, Prensa Latina (PL), realiza una cobertura sobre la huelga actual del sector de la minería en Sudáfrica que revela esta realidad con la mayor elocuencia.

 

El sector minero en Sudáfrica es uno de los más importantes de la economía de esa nación, y tiene un peso mundial considerable por sus yacimientos de oro, diamantes, platino y otros minerales de alto valor. Las compañías mineras capitalistas realizan enormes negocios con el fruto de la explotación de tales recursos… y de los trabajadores mineros que laboran allí.

 

Por otra parte, las duras condiciones de trabajo y la conciencia de clase desarrollada en los grandes polos minero- industriales han posibilitado el desarrollo de un potente movimiento sindical que defiende los intereses de los afiliados con energía. Numerosas huelgas se han convocado, con éxito variable, que han llegado a estremecer el país y provocado tanto algunas concesiones de los patrones como olas represivas.  La más trágica de estas culminó en la masacre de Marikana en el año 2012, cuando las fuerzas armadas asesinaron a sangre fría a decenas de manifestantes y huelguistas, en el episodio más sangriento visto en ese país en más de cuarenta años, con Apartheid incluido.

 

Recientemente, una convocatoria del sindicato Asociación de Mineros y Obreros de la Construcción, AMCU, ha logrado movilizar nuevamente decenas de miles de obreros en huelga por reivindicaciones salariales. Los trabajadores reclaman un salario mínimo de 12500 rands, equivalentes a unos 1400 dólares. Fuerzas de izquierda de la nación sudafricana, como el Movimiento Socialista Democrático (DSM) consideran que la reivindicación de los mineros es perfectamente factible, dadas las ganancias fabulosas de las compañías mineras [véase www.socialistsouthafrica.co.za]. Los patrones, como es de esperar, no quieren dar su brazo a torcer y ofrecen concesiones menores. La huelga perdura ya varios meses, sin acuerdo entre las partes.

 

La cobertura sobre el asunto que da PL, fuente de los demás medios cubanos al respecto, es elocuente respecto a la mentalidad que prevalece hoy en la élite del Estado cubano. El periodista Jorge V. Jaime declara, sin pelos en la lengua, “La huelga de AMCU en el sector del platino debe ser terminada por el bien de todos los sudafricanos”.

Da dolor y rabia que la agencia PL cometa una traición tan bárbara a los ideales de revolución y lucha por los oprimidos, por los que echaron vida y alma sus fundadores, entre ellos, Ernesto “Ché” Guevara y Jorge Ricardo Masetti. La cobertura actual del conflicto en Sudáfrica prácticamente se coloca del lado de los patrones. De los explotadores, a ver si se entiende bien. Sugiere que los trabajadores en huelga son díscolos, indisciplinados, que aspiran a demasiado. Que los pobrecitos dueños hacen todo lo que pueden por complacerlos, pero los muy ingratos mineros piden cosas imposibles, seguramente “motivados por extranjeros malvados”, como sugieren también miembros del gobierno de Sudáfrica.

 

Al día siguiente de la nota de Jorge V. Jaime, otro despacho de PL recoge un recuento de las pérdidas originadas por las acciones de protesta de los mineros. Ojo: el recuento de las pérdidas de los dolidos capitalistas. Se le achaca a esta huelga el deterioro de la economía sudafricana de los últimos meses. Y se suelta, con la mayor desfachatez, la escalofriante nota: “Las protestas ciudadanas están poniendo a prueba los recursos tácticos y logísticos de las unidades de seguridad”. Para que se entienda bien: represión y equipos antimotines, como en cualquiera de esas escenas que nos solían presentar como la prueba de lo malo del capitalismo. Pero, en este caso, en uno de los países que se quieren presentar como modelo. En vez de invocar a la solidaridad con los explotados del mundo, de condenar la represión y la explotación, toca cambiar de bandos; toca ocultar estas facetas del capitalismo que nos esperan para que nadie se vaya a alarmar antes de tiempo, antes de sufrir los nuevos Marikanas, Tiannamen, etcétera.

 

Da dolor y rabia la traición a la clase trabajadora, y la entrega en manos de cualquier capitalismo que luzca amistoso; pero no sorprende. El gobierno cubano percibe al de Sudáfrica como un aliado, desde el fin del régimen del Apartheid al que nuestros compatriotas contribuyeron directamente, con el sacrificio de muchas vidas en los campos de la guerra de Angola. El gobierno actual de Sudáfrica se debe, no obstante, a los grandes intereses capitalistas, como los de las compañías Anglo American Platinum Ltd. (AMS), Impala Platinum Holdings Ltd. (IMP) y Lonmin Plc, que son la otra parte del conflicto en la presente huelga. El Apartheid terminó, para gran dicha de Sudáfrica y de la humanidad, pero el capitalismo y la explotación más profunda posible que estos capitalistas son capaces de implementar no se han salido del panorama. Así, lo que queda para el pueblo trabajador son las migajas que se le conceden para asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo, con algunas políticas sociales que no resulten demasiado onerosas para el gran capital.

 

Por el lado de acá, el gobierno cubano está embarcado en su proceso de transformaciones para convertir la sociedad cubana en un sistema “normal” de mercado. Donde las personas trabajadoras estén debidamente disciplinadas y sometidas a la organización de un sistema corporativo, compuesto tanto por el Estado como por el capitalismo privado extranjero y nacional. Sí, también por el nacional, por el que han abogado, ya desde hace algún tiempo, los intelectuales oficialistas. Las columnas de Luis Toledo Sande, de Guillermo Rodríguez Rivera, del mítico Silvio Rodríguez y hasta de Esteban Morales, sirven de avanzada a los propósitos de abrir las puertas a la burguesía nacional; a la declarada, pues la disimulada hace mucho tiempo que campea. La central sindical, dominada por el gobierno, se dedica a inculcar en los afiliados los ideales de obediencia y disciplina que requiere este propósito.

 

Entonces, de qué nos vamos a sorprender que las voces oficiales del gobierno tomen el lado de la clase explotadora contra la clase explotada, en Sudáfrica, en China, o donde sea, siempre que el otro gobierno involucrado le resulte simpático a nuestro Consejo de Estado. Así se explica, por poner algún ejemplo más, que la reforma de Petróleos Mexicanos, por el presidente Enrique Peña Nieto, no haya despertado ninguna preocupación en PL ni en cualquier otro periódico de acá, a pesar del peligro de privatización que se acerca a la histórica compañía. O que se trate con tanta felicidad a otras figuras, antiguamente de filas de izquierdas y revolucionarias, que desde varios gobiernos latinoamericanos aceptan al capitalismo con total tranquilidad, gestionando apenas algunas maniobras redistributivas que les permite una bonanza económica temporal. Veamos, como otro ejemplo, que no tiene sentido para nuestra prensa, ponerse del lado de las masas indignadas de Brasil, tornadas a la protesta y la manifestación, pues contrastan su pobreza con el derroche y la corrupción generadas a partir del Mundial de Fútbol. Pero es que los empresarios brasileños son la esperanza de inversiones más grandes en el Mariel y otros lugares de Cuba. Se escoge al de arriba, se le va al que, desde el punto de vista más reaccionario, se estima será el ganador.

 

Aquí mismo, las voces oficiales del gobierno también están del lado del de arriba –lo que no es de extrañar, puesto que le pertenecen. Por eso, el discurso imperante ha enfriado tanto el tono de revolución, a la que Silvio propone quitarle la “r”; se repiten impúdicamente las tesis de que es necesario un crecimiento –¡bajo reglas características del capitalismo!–; alcanzar una “economía sustentable”, para luego distribuir “un alguito” entre las personas desposeídas, entre el proletariado, a las clases trabajadoras que posibilitan los lujos y derroches de los privilegiados y privilegiadas.

 

De regreso a Sudáfrica, el discurso más revolucionario en el conflicto minero puede ser, perfectamente, el del DSM. No solo consideran factiblemente la reivindicación de los 12500 rands, sino que han propuesto un programa mucho más ambicioso: nacionalización de los recursos mineros de la nación y su autogestión por parte de los trabajadores, organizados democráticamente. Ahí sí se considera un programa realmente revolucionario, empoderador de quienes producen las riquezas y que revierte la injusticia de que sean otros los que se apropian de esas riquezas. Pero el corrupto y pro capitalista gobierno del ANC no va nunca a comulgar con un programa así, y no digamos ya los empresarios de las minas.

De igual manera, la voz oficialista acá va a ignorar siempre que el real avance del socialismo implica el control de los medios de producción, y de las riquezas que con ellos se producen, por quienes sudan la piel o las neuronas en sus puestos de trabajo, quienes generan a diario los bienes y servicios que requiere la sociedad. Arruinado el proyecto de autoritarismo estatal centralizado, la élite se gira hacia el capitalismo y la ideología que lo sostiene opera el consiguiente giro. Por lo tanto, pasa de moda criticar el pensamiento económico liberal; se adopta su discurso de desarrollo en base al capital privado.

 

Las personas trabajadoras, sin haber estado nunca realmente en el centro del meollo, son más reducidas en el nuevo sistema a su papel de, bueno, del clásico proletario que debe agradecer si encuentra dónde dejarse explotar y no formar líos. Las huelgas y ese tipo de manifestaciones de protesta de los trabajadores, en las últimas décadas, han sido “contrarrevolucionarias”, y perseguidas a la manera especial del nuestro mal llamado socialismo. Dentro de poco, serán calificadas como en la época del capitalismo antes de 1959, como malas para la economía, para el país; se demonizará y reprimirá a los que protestan, a la manera del capitalismo “normal”. Se repetirá que la clase obrera –atomizada y confundida para que no desarrolle autoconciencia– no debe pedir más que lo que se le concede por parte del capitalista cubano de mañana. Tal y como dice PL que debe ser en Sudáfrica.

 

3 de junio de 2014

Los pasteles secretos de este verano

Este domingo 1ro de junio debe haber entrado en vigencia en nuestro país el nuevo Código de Trabajo. Así rezaba, si mi memoria no me falla, cierta nota periodística que, principalmente, anunciaba el carácter feriado del día conocido por los cristianos como Viernes Santo. Escandalosamente, el texto definitivo del dichoso Código se mantiene en un nivel de secreto nacional.

 

Se recordará que el proyecto legislativo se discutió en todo el país, en un proceso con sus notas positivas y negativas que, en su momento, analizamos bastante en el Observatorio Crítico y con muchos otros compañeros igualmente preocupados. En el Parlamento Cubano, el proyecto atravesó un proceso de modificaciones, cuyo resultado no conocemos porque no fue divulgado más allá del estrecho círculo de una cúpula políticamente confiable. Sin embargo, aún después de ser aprobado en una inédita votación que no fue por unanimidad, todavía debía ser objeto de su revisión por una “Comisión de Estilo”. Estilo, he llegado a suponer, de un servicio secreto, de película de intriga y misterio, por lo visto hasta hoy o, más bien, por lo no visto.

 

Ahora, fíjense en la perla publicada la semana pasada por la prensa nacional. El Consejo de Ministros se reunió y analizó los detalles del desarrollo económico futuro de nuestro país hasta el año 2020, más o menos. Bueno, se podría preguntar, ¿tendrán la amabilidad de compartir los detalles con las personas trabajadoras, responsables de construir ese futuro? ¿Con los jubilados y estudiantes que lo van a experimentar en sus costillas? ¿Con los electores que se supone que validan al gobierno con sus votos de vez en cuando, y que tal vez les gustaría conocer cuáles son los planes de los políticos que asumen la representación del pueblo?

 

De acuerdo a un artículo de Esteban Morales, reproducido por nuestro blog, Marino Murillo habría confirmado que se encontraba en proceso de redacción una Ley de inversiones general. Un número de personas no despreciable ha expresado que los cubanos acaudalados deberían poder convertirse en capitalistas, como en el mundo moderno y “normal” de hoy en día. Algunos intelectuales oficialistas de cierta notoriedad, por ejemplo, consideran que es hora de dejar atrás cierta etapa de “necedades juveniles”. Pienso yo, además de repudiar ardientemente tal posibilidad, que una reforma de un calibre como ese debiera ser conocida por el pueblo. Las empresas cooperativas, como ejemplo de mi entender, sí deberían tener mucha más capacidad en ese sentido. De ser cierta la información de Morales, ¿no sería digna de alguna Mesa Redonda? Digo yo, tanto para los que se alegren de esta integración de Cuba al capitalismo mundial como para los que insistimos, tozudamente, en cultivar otras alternativas más solidarias y justas.

 

Y quiero hacer un acápite especial en esta relación con un tema en el que me concentré hace un tiempo. En la sesión de verano de 2012 del Parlamento cubano, el presidente Raúl Castro soltó como de pasada, que el compañero Jaime Crombet se iba a dedicar, con su apoyo, a atender a la comisión encargada de proponer, ya fuera una nueva Constitución para nuestro país, o modificaciones a la vigente. De eso van a cumplirse dos años. Recientemente, el bloguero Iroel Sánchez dio a entender que la nueva Carta Magna podría haberse cocinado ya para el fin del segundo mandato del presidente actual.

 

Las palabras de Raúl Castro sobre el trabajo y la comisión para cambiar la constitución son públicas. Pero esa fue la última vez que se informó de algo concreto. ¿Cómo es posible segregar, enajenar, a la ciudadanía de este país, tal que permanezca sin la menor idea del proyecto de país que cocina un equipo secreto? Es obvio que la Constitución ha sido superada por los acontecimientos, y que la mitad de las reformas de Raúl Castro –actualizaciones, las llama el gobierno– la violan con entusiasmo pero, por eso mismo, el proceso de reescritura de la Ley de Leyes clama por la necesidad de democracia y la transparencia de su metodología. Si nos remontamos a la Constitución de 1940 y su etapa de discusión, podemos apreciar un proceso que, con todas sus deficiencias, fue trasmitido en vivo, por radio, que era el medio más masivo en aquella época.

 

Se pueden mencionar otra docena de asuntos trascendentales que andan bien guardados de las miradas indiscretas de la plebe. Me pasan por la cabeza el tan postergado nuevo Código de Familia, presa de la homofobia de la burocracia gubernamental. Las reluctancias mostradas en el asunto de una ley de cine, de una ley de prensa… que esperan por una calenda criolla para su discusión democrática y definición entre todos los interesados. Si se está considerando alguna actualización de la ley de asociaciones. O para manifestaciones públicas. Los procedimientos del INDER para su política de gestión de los recursos, o, sea, de cómo mueven peloteros y otros deportistas por adentro y por afuera del país. Cómo nos cobra Brasil las inversiones del Mariel. Cómo Rusia, la condonación de la deuda de la era soviética. Y veinte asuntos más que cada interesado puede añadir de su cosecha particular.

 

Entre unas y otras, se avanza, se vive, se muere, se emigra, se prospera o se decae en este país, en el que se nos mantiene cuidadosamente en la ignorancia de los principales pasteles que nos caerán en la mesa. Quién sabe si alimenticios, totalmente envenenados, o en algún punto intermedio. El estricto dominio de sus secretos forma parte esencial del poder del cocinero, que no podría hacer su voluntad con tanta impunidad si tuviera que responder a los convidados de piedra, como parece que nos consideran.