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6 de febrero de 2010

Homeopatía, falacia pública (I parte)

El pasado 20 de enero pasó por nuestra casa la preocupada y ajetreada enfermera del consultorio del médico de la familia, para hacernos llegar una Nota informativa a la población, con una convocatoria de parte del Viceministerio de Asistencia Médica y Social. La convocatoria es para hacer que la población mayor de 1 año asista a los Consultorios o Policlínicos, donde se les administraría el llamado “complejo homeopático NoDEGRIP”.

Se describe todo el proceso de administración del compuesto: cantidad de gotas disueltas en cierta cantidad de agua, número y ritmo de dosis a administrar y se efectúan recomendaciones sobre cómo prepararse antes y después de recibir el agregado, pasos que deben seguirse, según el documento, rigurosamente.

El NoDEGRIP, según la Nota, puede ofrecer ventajas como la estimulación de la respuesta inmune para la prevención de enfermedades infecciosas del sistema respiratorio; se presenta como un producto eficaz y seguro y sobre el cual no se han recogido contraindicaciones.

En la segunda página del documento que gentilmente me entregó la enfermera, con la indicación de circularlo por la cuadra con auxilio de los mecanismos del CDR, hay una ampliación de esta nota por parte del Centro Nacional de Medicina Natural y Tradicional. En esta se realiza una somera exposición de los “principios” de la homeopatía, dígase sobre todo el “principio de la semejanza”, con el cual se estimularían presuntamente reacciones defensivas del organismo. Se señala su baratura como una ventaja y se afirma que ha sido empleada con buenos resultados en el tratamiento de patologías en el mundo. A partir de estos considerandos, se deciden desarrollar una serie de acciones que se relacionan a continuación, como son aplicar el NoDEGRIP a toda la población cubana, organizando el proceso a través de las estructuras del MINSAP y el Gobierno en distintas instancias, que además vigilarán la aparición de reacciones adversas. En último lugar, se esboza una propuesta de evaluación del impacto del dichoso compuesto.

Veamos, después de una somera exposición de ciertos conocimientos y principios científicos básicos, cómo se puede recibir esta situación. Se puede adelantar que pocas veces las autoridades cubanas, casi siempre ejemplares en lo concerniente a la protección de la salud del pueblo cubano, han tomado una decisión tan poco atinada.

Para los no enterados, la homeopatía es un sistema creado por el médico alemán Samuel Hanehman (1755-1843), quien basó este sistema en dos “leyes” reveladas por él mismo. Por la “Ley de los Similares”, se explicaría que las sustancias que causaran síntomas similares a los de cierta enfermedad, tendrían cierto valor medicinal contra este mal; la “Ley de los Infinitesimales” establecería que mientras más veces se diluyera un medicamento, mayor sería su potencia curativa, merced a la liberación de los poderes inmateriales y espirituales del compuesto.

Por increíble que parezca, en el siglo XXI todavía resulta necesario denunciar el raquitismo de un sistema que se base en tales principios. Ante todo, la “ley de los similares” no es más que una extensión en lenguaje pseudocientífico de los principios filosóficos monistas, que justificaron muchas prácticas de civilizaciones primitivas, tales como comer el corazón de un león para adquirir su valor, el polvo de cuerno de rinoceronte para ganar encantos sexuales, etc. La “ley de los infinitesimales” conduce a aberraciones físicas y químicas evidentes a simple vista para el observador imparcial, pues tras suficientes etapas de dilución, por ejemplo en agua, quedarían en cada frasco de “medicamento” menos moléculas del compuesto activo inicial que las sales minerales comunes presentes en el agua, si es que queda alguna.

Podríamos construir un par de ejemplos muy sencillos para ilustrar estos absurdos. Supóngase que un vaso de cocimiento de cierta hierba produzca dolor de cabeza: según los homeópatas, este vaso diluido en una pipa de agua sería un remedio seguro contra el dengue, la neuropatía, la epilepsia y otras enfermedades que afectan esa parte del cuerpo; dado que el mango en cantidades excesivas afloja la barriga, una lasquita disuelta en el embalse Zaza curaría el cólera, la disentería y todo cuanto produzca enfermedades diarreicas.

En la época de Hanehman, no se puede negar, la homeopatía tenía sus ventajas. En aquellos días los médicos aplicaban a las personas sanguijuelas, purgas, vomitivos y variopintos mejunjes, nada aconsejables por los estándares actuales. Desde ese punto de vista, era preferible que le dieran a uno una agüita hervida en espera de que el organismo, por sus propios mecanismos homeostáticos, recuperara el equilibrio y sanara por sí solo. Pero hoy en día, la inocuidad de un compuesto ya no es suficiente para convertirlo en un remedio recomendable.

2 comentarios:

100 % Gusan@ dijo...

Lamentable Rogelio. Muy lamentable.

Era preferible no poner ninguna vacuna, o ponerle solo a los grupos de riesgos: ancianos, personas con déficit nutricional, niños asmáticos, etc.

Era preferible no poner nada y hacer una buena campaña mediática (en Cuba todo el mundo está expuesto a los medios) que potenciara la importancia del aseo frecuente y de evitar aglomeraciones para romper las cadenas de contagio.

Da pena, porque aquí ya dieron gratis a tutti le mundi la vacuna contra el AH1N1. Y aún cuando la dieron gratis, no han dejado de machacarte hasta en las paradas de guaguas la importancia del aseo.

De hecho, he aprendido algo nuevo: a no tocar las puertas con la mano, ahora las empujo con el codo y evito recoger virus con mis manos.

No voy a pedir que distribuyan gel alcoholado en las escuelas. Ni siquiera que pongan a la venta el Lysol en spray que acaba con el 99 % de los gérmenes. Un jabón en cada baño ya es mucho pedir.

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Todavía me estoy riendo con la cáscara de mango disuelta en Zaza para curar las cagaleras...

Oye, lo de las sanguijuelas he visto que lo están retomando.

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Saludos a Auril y Yazmin

100 % Gusan@ dijo...

Ah, Rogelio, y gracias por la historia de la homeopatía. Al menos yo no la conocía.

Ahora, parece más cercana a la brujería que otra cosa.

Y por supuesto, la pregunta que siempre me hago: ¿Cuánto cuesta ese relajito homeopático? ¿Estaba en el presupuesto que se aprobó el año pasado? ¿Quién va a proveer el medicamento diluído? ¿Se cotizó en otros vendedores a ver si salía más barato?