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10 de octubre de 2010

Esta gran reforma laboral que está un poco loca

Todavía quedan muchas cosas de esta gran reforma laboral que están un poco locas.

Para empezar, nadie se vuelve plomero, electricista, albañil o sembrador de boniato en un mes. Además, hay una lista de los impuestos por ahí, con contribuciones a la seguridad social, sobre ingresos, etc., que también impresiona. O sea, los impuestos son necesarios, pero habrá oficios en los que el gravamen total anda como por el 60% de los ingresos. Parece un poco fuerte.

Esto de los impuestos se supone que cubra la jubilación de la persona, o sea, el trabajador por cuenta propia (tcp) tendrá su retiro cubierto por el estado, al parecer. También parece que cubrirá la jubilación de los empleados por otros tcp´s. ¿Tendrá que esperar el tcp, para jubilarse por cuenta propia, a los mismos 65 años de edad (60, las mujeres) que debe esperar si trabaja para el estado? La jubilación se calcula sobre un porciento de los ingresos del trabajador. Si ese porciento, en el caso de un tcp muy exitoso, equivale a algunos miles de pesos CUP, o incluso CUC (la jubilación promedio en Cuba no llega a 200 CUP), ¿el estado lo cubrirá?

Por cierto, los aportes a la seguridad social que ha hecho un trabajador que ha laborado por 20 años o más, y ahora racionalicen, ¿a dónde van a parar?

En esto de la racionalización de la plantilla, parece inevitable que más de un administrador lo va a coger como oportunidad dorada para deshacerse de personas a las que no desea, aplicándoles la espada del “no idóneo”. Y, a su vez, traer a sus cúmbilas. Habrán conflictos, algunos señalan con preocupación plausible, incluso de índole racial y machista. Y todavía, dentro de los centros de trabajo estatales, hay organizaciones del Partido, órganos de justicia, a los que se puede apelar con probabilidades de algún tipo, pero, ¿y el TCP que contrate a otros? ¿Quién le exigirá que no deje fuera a un negro, a una persona de edad mayor, a una mujer, a un joven, o que le quiera pagar menos a estas personas para explotarlas más? En esto de que un TCP pueda contratar a otros hay cantidad de cosas obscuras. Si no es pequeño capitalismo, se le parece mucho. Por ejemplo, ¿legalizarán el caso de los dueños de varios bicitaxis, que se los tienen alquilados a otras personas a cambio de una cantidad fija diaria? Una paladar, ¿no es una pyme? ¿Y si se extiende una cadena de cualquiera de estos tipos de negocios? Cuando el dueño de una de estas licencias decida que le sobra personal ¿quién protegerá a éstos de despidos arbitrarios, desestabilizantes quizá del ingreso familiar? Por todas estas cosas es que uno prefiere una cooperativa, una institución mucho más socialista.

Siguiendo con esto, la tcp que trabaje contratada para otro tcp, que entre en el espinoso asunto de tener un hijo, ¿quién asume la protección social de la maternidad? ¿estará protegida su plaza con el tcp, de la misma manera que está protegida si trabaja con el estado, para cuando vuelva a estar en condiciones de trabajar? ¿no tendrá complicaciones para solicitar una plaza en los círculos infantiles? (para ingresar un niño hoy en un círculo, hace falta una serie de papeles que se gestionan en el centro de trabajo).

Ahora la parte donde dirán que la tengo cogida con el deporte. Pero me parece poco sensato que si eliminamos plazas en el sector donde se supone se producen mercancías o servicios –incluyendo algunos hasta hoy sagrados como la salud–, se siga subvencionando los centros de alto rendimiento de hockey, patinaje, ciclismo, remo y cualesquiera otros deportes de escaso arraigo, con grandísimas erogaciones en mantenimiento de instalaciones, pago de entrenadores, personal de servicio, las mensualidades a los deportistas de esas modalidades (por el concepto que se desee etiquetar) más los carísimos implementos deportivos modernos y los viajes a competencias foráneas.

En fin, que queda mucha tela por dónde cortar.

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