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2 de agosto de 2010

Respeto no, homofobia

Ciudad de La Habana, 31 de julio de 2010
 
A la dirección del periódico 5 de septiembre: 

Con dolor y asombro leí la columna "Homofobia no, respeto", del compañero Jesús Mena Aragon, publicada en la sección Opinión de este periódico (LA URL está fuera de servicio desde el domingo 1 de agosto). 

El autor despliega una serie argumentos homófobos, así como inexactitudes y falsedades históricas que avergüenzan a las personas que defendemos la Revolución tanto, o más, de lo que ofenden a las que estamos involucradas en la lucha contra la homofobia, el patriarcado y el racismo en todos los ámbitos de la vida. 

Desde las primeras líneas se puede reconocer la actitud atrincherada y reaccionaria de Jesús Mena Aragon cuando califica la propaganda contra la homofobia en nuestros medios de comunicación masiva de “abrumadora”, un “bombardeo”, una “conferencia magistral”, elemento que identifica con tazas alarmantes de discriminación. 

Más adelante Mena miente –y flaco favor hace la mentira al socialismo– al afirmar que en la Cuba revolucionaria no proliferan los odios, cuando es de todos sabido que las UMAP y la parametración existieron, fueron la expresión de un machismo secular que contaminó nuestro proyecto social por varios años y cuyas heridas todavía no sanan del todo. 

Por último, Mena intenta definir a las personas no heterosexuales como ajenas al tejido de la sociedad cubana. Una familia por él imaginada como absolutamente heterosexual y ajena a la diversidad es ofendida desde las pantallas con una subtrama de la telenovela de turno. Los equipos médicos que prestan ayuda solidaria en el extranjero son la expresión más acabada de nuestro ideal social, y, ¡claro!, en esos equipos todas las personas son heterosexuales.

En fin, todo el artículo es un resumen magistral de los gastados argumentos de quienes no tienen el valor de reconocer públicamente su temor a lo diferente, de quienes no quieren ver que las personas no heterosexuales salimos de las mismas familias cubanas e integramos la misma fuerza laboral que construye la riqueza del país día a día. No puede haber peros a la apertura de “más espacios para la lucha contra la homofobia, transfobia y otras fobias”, porque el objetivo final de Cuba debe ser “el culto a la dignidad plena del hombre”, y a mujer, añado yo, no el displicente perdón de la mayoría a la diferencia. No basta con que en Cuba no se condene a muerte por los actos homosexuales, luchamos porque a orientación sexual y la identidad de género dejen de ser causa de señalamiento, que dejen de valorarse sus derechos y necesidades como elementos de un lujo extraño, porque hay en el país “preocupaciones más urgentes en qué ocuparnos”. No hay en el soci
 alismo posible mientras algunos afirmen que la lucha contra la discriminación es superflua. 

Jesús Mena Aragon emula muy bien a quienes en la década del sesenta del siglo XX afirmaron que con conceder igualdad legal a las personas no blancas bastaba, que hacer campaña contra la discriminación racial solo incomodaba a la familia. Cicuenta años después nuestro partido hubo de reconocer que las diferencias raciales si marcan a la población porque no se atacaron los prejuicios de raíz. Hoy no caeremos en la misma tentación. Se reconozca o no la igualdad de derechos entre las familias homoparentales y heteroparentales en el nuevo Código de la Familia las personas no heterosexuales seguirán en las telenovelas, las noticias, en las calles, porque somos parte del tejido de la nación y tenemos derecho a andar por ella sin avergonzarnos de lo que somos. 

Un último detalle. En claro ejercicio de censura y violación de las reglas del debate social al que invita la plataforma del 5 de septiembre los comentarios sobre este texto no han sido publicados si no apoyaban al columnista. Eso, además de engaño a quienes navegan, es una falta de ética imperdonable. 

Por todas estas razones reclamo la amonestación del compañero Jesús Mena Aragon y de quienes en el equipo editorial autorizaron la publicación de tan irrespetuoso y contrarrevolucionario texto. Y uso el adjetivo a conciencia, pues considero que la prensa revolucionaria no puede hacerle el juego a expresiones de solapada homofobia típicas de la más reaccionaria ideología patriarcal. Si quienes integran la redacción de su medio no lo notan, quienes leemos se lo tenemos que señalar.

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