El viernes pasado nuestros excelsos medios de prensa por fin se dignaron a
comentar algunos de los puntos tocados en la reunión del Consejo de
Ministros cubano, celebrado el fin de semana anterior. Resulta que en ese
encuentro se concretó la tan esperada autorización para que las personas en
Cuba puedan ejercer las potestades que tienen los de cualquier otro país,
sobre la vivienda o el automóvil que se consideren legalmente de su
propiedad, esto es, venderlos, regalarlos o cualquier otra acción semejante.
En nuestro reino de lo real maravilloso, eso no era posible por razones que
antes los políticos y periodistas defendían con mucho ardor, pero que ahora
están en discreta aunque franca retirada. En fin, un cambio de política que
era a la vez bien esperado y altamente reclamado; marca otro hito en estas
transformaciones que está conduciendo el nuevo Presidente en la política
cubana. Como explicaron, había más de 180 documentos distintos con fuerza
legal que reglamentaban, regulaban y prohibían lo que se podía o no hacer
con la casa de uno. Cuando supe de la cifra, lo que me asombró es que
todavía pudiéramos llevar en el bolsillo las llaves de nuestras puertas en
vez de tener que dejarlas tal vez en lo del presidente del CDR.
El sistema de divulgación de noticias no juzgó que valiera la pena
apresurarse a dar la consabida nueva, a pesar de interesantes implicaciones.
Por ejemplo, si mi hermana hubiera sido libre para donarme o venderme la
vivienda de que ella era titular y donde yo convivía, el gobierno no me
habría puesto de patitas en la calle, sin contemplaciones, al momento de
confirmarse su emigración definitiva hará unos 5 años. Yo particularmente me
quedé con la inquietud de si se habrían establecido algunas consideraciones
para el caso de las viviendas que entren en el nuevo mercado y donde
radiquen algunos menores de edad u otras personas dependientes. Una cosa sí
es cierta: en el sistema del Instituto de la Vivienda, hay muchos corazones
entristecidos ante el fin de los lucrativos y omnipresentes sobornos que
implicaba la navegación de los endebles mortales por el letal laberinto
burocrático ante cualquier necesidad relacionada con ese tema. Otro punto de
interés resulta la posibilidad de que algunos cubanos pudientes de pronto
adquieran vehículos recién importados, si no por compra directa en las
concesionarias establecidas en La Habana, hasta hoy solo para extranjeros,
sí utilizando a estos mismos extranjeros como intermediarios. No hace mucho,
tronaron a un Ministro del Transporte por unas medidas mucho menos
radicales.
Con todo esto, considero que la perla del collar ofrecido este viernes
fueron de nuevo los detalles indeterminados sobre cierto plan de economía
sobre el que dicen que nuestra República está montada hasta el 2016. El
discurso que rodea este plan dispone una interesante jerarquía, a saber: los
que son dignos de confianza y se les expone (por ejemplo, los participantes
en esa reunión) y los que no lo somos tanto, y lo que nos toca es marchar en
apoyo de las medidas que vayan cayendo sobre nuestras cabezas -medidas que,
para lo que nos dejan saber, pueden ser despedirnos de nuestros trabajos,
quitarnos el sustento mínimo que ofrece la distribución normada (libreta),
ampliar la entrada y facultades del capital extranjero en Cuba, cerrar
centrales azucareros y otras empresas que se consideren insostenibles, etc.
Lo otro divertido para mí de ese viernes fue el encuentro "#twitthab", al
que asistí básicamente como curioso y por tener amistades en el mundo este
de las nuevas tecnologías que me embullaron, porque mi conexión a la
intranet nacional no me deja acceso a lugares exóticos como las redes
sociales. Entonces, me había enterado que algunos tweeteros habían
considerado buena idea reunirse y confraternizar un rato el día de la
celebración del inicio del verano, 1ro de julio, con Noche de Libros
incluida; por su propia y libre voluntad, y con sus propios y básicos
recursos de pesos no convertibles. Fíjense qué tan lejos puede ir una cosa
tan simple. Algunos usuarios cubanos de esas redes sociales tienen su
"pique" con las autoridades, y también se enteraron de la convocatoria, y
anunciaron con bombo y platillo una asistencia que le daría al encuentro una
connotación de las que le gusta mucho reseñar a la prensa extranjera. A
continuación, al inocente que lanzó la idea de #twitthab, bienintencionados
consejeros le explicaron la conveniencia de mudar su convocatoria de su
lugar original, la esquina de 23 y 12, al Pabellón Cuba, donde habrían
creadas "mejores condiciones". Esta propuesta de mudanza fue mal acogida por
la mayoría de los involucrados, que nos mantuvimos firmes en las condiciones
originales de la convocatoria. Representantes de la prensa internacional
corrieron un poco ese día entre las dos sedes, para mayor diversión de los
participantes, que de 23 y 12 partimos hacia el restaurante Carmelo y el
parque aledaño al teatro Amadeo Roldán -donde se nos reunieron los
cismáticos del Pabellón-, para satisfacer con toda la naturalidad del mundo
los triviales pero divertidos objetivos de conocernos otro tin, jaranear,
vernos las caras físicamente y tomar de paso una cervecita, un refresco,
bocaditos, cantar acompañados por guitarra y otras actividades igualmente
dignas de mención.
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