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5 de junio de 2011

Urgente, imprescindible, o de porqué el Congreso no podía quedarse sólo "en lo económico"

Para sacudirme un viejo fantasma, voy a empezar con lo que pretendo sea la última vez, por un largo tiempo, que hago mis comentarios sobre lo que más me impresionó de los famosos Lineamientos. En general, veo que en la versión definitiva sigue vigente la idea de que "primero hacemos que esto funcione y sea rentable, aunque haya que pagar un alto costo social. No cambiaremos la filosoía del control estatalista. Luego se verá cómo arreglar lo de que la gente está pasando las de Caín". De artículos particulares, destacaré la modificación del ítem 16, que ahora le da una oportunidad, teóricamente, a los trabajadores de los centros que vayan a cerrarse por irremediablemente ineficientes, de tomar la situación en sus manos, pero hay que ver si se cumple de la mejor manera. En los centrales azucareros hoy cerrados tiene el Gobierno la oportunidad de oro para demostrar su compromiso. Otro par de apartados manifiestan por fin la autorización del Partido, de dejar que Cuco y Fefa le vendan su casa o carro a Mari y a Pepito; otro parrafito resulta tan sorprendente como para prometer -vagamente- que los ciudadanos y ciudadanas del Archipiélago podrían salir "de turistas". Este último me recuerda mi insistencia en preguntar el origen social y personal de los redactores originales y los delegados discutidores/modificadores de la Agenda partidiaria. No me imagino a un trabajador o trabajadora de los que ganan 16 CUC mensuales, preocupada además por un posible despido en la racionalización de plantillas que se viene, planificando un viaje de placer por París o por la Muralla China -más bien, eso sí, pensando en si podría conseguir un trabajo en el extranjero con una calificación que tal vez el país no necesite por el momento.
 
Y ahora quiero entrar en el fondo de un asunto que debiera reconocerse trascendente. Tal vez en la venidera Asamblea/convención partidista se resuelva, pero ya se perdió una oportunidad de oro, y el tiempo sigue pasando. A muchos no nos gustó que el Congreso se proclamara como solo "dedicado a temas económicos", máxime cuando la consigna para abordar esos temas estaba tan monótonamente consagrada al sentido de disminir la responsabilidad social para el Estado en todas sus manifestaciones, toda la concentración drigida a la eficiencia, a la ganancia, al presupuesto. ¿Y las personas? En el futuro se verá. Ah, bueno.
 
No sé si habrá mucha gente por ahí como yo, pensando en que unas cosas tienen que ver con otras. Si se está buscando movilizar las aletargadas fuerzas nacionales para reformar (o "actualizar") el modelo económico de manera urgente y salvar la Revolución so pena de hundirnos en el abismo (eso dijo el compañero Raúl en el Congreso), entonces al planteamiento economicista que quedó plasmado le veo más de un peligro. El primero: que las personas crean que este tipo de filosofía (vamos a repetirla: "solo vamos a tratar temas económicos") es posible, y que se está planteando sinceramente. ¿Cuál es el problema? Para empezar, la Oficina Nacional de Estadísticas publicó no hace mucho que la población de este país sigue disminuyendo, y en ello mucho tiene que ver la emigración, particularmente de personas jóvenes, en edad reproductiva.Y los que se quedan, tampoco ven buenas razones para traer más de un bebito a este lugar. En ese contexto, si nos quedamos en una filosofía que se reduzca al economicismo, al cada cual que resuelva su problema y cargue su maletín, las perspectivas no serán buenas. Muchos serguirán cargando su maletín, sí, hacia los pasillos del aeropuerto. Si el Estado, el Partido, el Gobierno, o los tres, priorizan la práctica de "lo mío primero", ¡ay mamacita! Las personas que ya están bastante propensas a actuar así, van a profundizar en la convicción de que solo es válido la lucha individualista por resolver el problema personal, la circunstancia inmediata y material, ya sea emigrando o emprendiendo empeños exclusivamente egoístas, compartimentados, enajenados. ¿Qué capacidad movilizativa tiene un proyecto que parte de una premisa tan atomizadora?
 
Un segundo problema aparece por las personas que saben que "solo la economía" es una falacia, tan desnuda como el Rey de las ropas de tela mágica ante un somerísimo análisis marxista -son muchas estas personas, no por gusto este país ha hecho una gran obra educacional. No existe una economía desligada de las condiciones políticas de la sociedad en que se asienta. Todas las soluciones a los problemas que tratan de abordar en los Lineamientos, tienen un ineludible componente político e ideológico, como en cualquier país del mundo. La ineficiencia de la planta industrial o agrícola, la administración de la fuerza laboral y el desempleo, el manejo de los presupuestos de las actividades sociales como la educación, la salud, el deporte; todo tiene un carácter intrínsecamente político. Cada medida "económica" para atacar los problemas mediante la implementación de nuevas soluciones, responde a una concepción política que puede ser marxista, liberal, keynesiana, anarco-sindicalista, fondo-monetarista, cepalista, etc., etc. De estas tendencias, la neoliberal fondo-monetarista es la que más suele proclamar que no responde a ninguna ideología o política. Sabemos cuán falsa es esta pretención, y lo efectiva que ha resultado en cuanto a potencial desmovilizador de las energías y capacidades regenerativas de los pueblos (aunque de vez en cuando recuperan la memoria y tenemos estas jornadas de gloria como son las manifestaciones y el movimiento 15-M en España). ¿Qué capacidad movilizativa tiene un proyecto que parte de una premisa tan poco verídica?
 
El tercer problema es que los que están poniendo en práctica estas políticas, se crean ellos mismos que, efectivamente, lo que están haciendo es solo "económico". Por una parte, por allí se pueden ir todos los subsidios sociales como la agonizante libreta de abastecimientos, los subsidios a los medicamentos, al material escolar, a las actividades deportivas (ya hoy solo pueden practicar beisbol los niños cuyos padres puedan comprarles guantes, uniformes, pelotas...), y la población afectada, que se las arregle como pueda. Por otra parte, si se va a atender "solo" lo económico, entonces está claro que no hace falta democracia, ni participación popular. Basta con una élite tecnocrática ilustrada que sabe qué es lo mejor para los índices macroeconómicos del país. Así sea venderle pedazos al capital extranjero. Para "resolver" los problemas eficientemente, necesitan objetivamente concebir y dirigir sus estrategias separados del mundanal ruido, y que los incómodos obstáculos que se levanten por el camino sean ejecutivamente desintegrados aplicando los métodos que sean necesarios, así sean las más drásticas de las medidas contra una población descontenta. Ellos tienen el poder, y lo van a usar. ¿Qué capacidad movilizativa tiene un proyecto que parte de una base tan preocupante?
 
En toda esta descarga, hemos estado evidenciando nuestra opinión de que el país necesita, eso sí, de un proyecto movilizador; de un proyecto general de unidad nacional; de un proyecto hermoso, que permita que las personas se reflejen en él, identifiquen en él sus sufrimientos y esperanzas. Un proyecto que concrete la participación de todos y todas en la construcción de un verdadero socialismo, que es el único medio de que sintamos que vale la pena consagrarse a un ideal más grande que nosotros mismos; sí, un buchito de idealismo, mucho de realismo, un todo de validar la parte de cada cual en la Obra Nacional.
 
En el pasado hemos tenido varias de estas etapas que galvanizaron la conciencia nacional: la Campaña de Alfabetización, la Reforma Agraria, entre las más exitosas, y otras que no salieron nada bien y que nos condujeron a la situación actual. Claro, eso se debe a las limitaciones de concepción y realización de estas epopeyas, que se deben superar para las próximas. Consensuarlas democráticamente desde el momento mismo de su concepción, según las necesidades y voluntades de la nación; administrarlas y conducirlas también de manera democrática y transparente, que es la verdadera manera de hacerlo participativo. Un proyecto así, me percato a la par que escribo estas líneas, sería prácticamente la Revolución del siglo XXI.
 
Una renovación tal le retornaría a las personas el sentido de pertenecer a una obra colectiva, que potencia sus energías y las devuelve centuplicadas en beneficio de cada persona, con la perspectiva clara de mejoramiento material y espiritual de las vidas de todos. Una obra así, iría reconstruyendo el matrimonio entre el interés personal y el nacional; iría sanando el alicaído amor a la patria de los que sienten hoy la urgencia por emigrar. Una obra así es la que deberá ser dirigida por cualquier fuerza que lidere a la nación, llámese Partido, Sociedad Civil, Movimiento Obrero, Comunidades Organizadas o la coalición de todas ellas. Cuántas personas estamos anhelantes, y dispuestas a confiar y trabajar para que una obra así vaya tomando forma.

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