Por Siawosh Kasraí, poeta comunista iraní (1925-1989)
Con tantas armas,
con tanto sufrimiento
con tantas balas que dispararon sobre tu cuerpo
¡Oh Ernesto!
también ésta vez tu muerte es mentira.
Los que entierran a toda prisa,
los que con una cínica sonrosa en los labios
se limpian las manos con tu bandera,
-"se acabó, el mundo es nuestro"-
son malhechores, gente de oscuro corazón
principiantas, incultos.
Tu vivirás mientas la injusticia persiste
y la pólvora es útil;
tu estas en el jubilo de los valientes,
entre los murmullos
de las muchachas de las montañas;
en la poesía, en el vino
y en el combate tu sigues vivio.
El cantor pasó, pero sus melodías
florecen en las faldas de los montes.
Los soles tenebrosos
se levantarán algún día
de las oscuras trincheras de las sombras.
Un hombre y un fusil;
un hombre y una mochila de pan y orgullo.
Libre, eres fuerte.
Un día, en el ministro cubano;
otro, sangrando
en las montañas de Bolivia,
lejos de hogar, lejos de los amigos.
¡Oh, tigre de las alturas!
¡águila de las cumbres!
Lograste la admiración de los pueblos
y mereciste tan alta muerte.
¡Oh, gran esperanza!
Ahora que la muerte de lleva en su corcel,
triunfante,
veloz,
si no hallas tu lejano sueño,
busca en nuestros corazones,
fuego,
hierro
furia. Mira nuestros pechos: late otro Vietnam.
1967
Fuente: Reblion.org, 9, oct. 2007
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