El colectivo Periodismo de Barrio ha
publicado una denuncia seria, sobre las dificultades encontradas en el intento
de realizar cobertura noticiosa en las provincias afectadas por el reciente
huracán Mathew. [1]
Periodismo de Barrio es una flor sobre
el actual lodazal del periodismo cubano. Si Jehová no perdonó a Sodoma porque
no se encontraron los suficientes justos, perdonaría al gremio noticioso
antillano al ver a este lindo, valiente y maravilloso grupo.
Elaine, Julio, Geysi, Mónica, me
encantan los artículos de ustedes, el humanismo, la sensibilidad. Gracias a
ustedes me acerco a seres humanos y realidades de mi país que, a pocos pasos de
mi universo cotidiano, no conocía. Me río e impresiono con la chispa de un agricultor
orgánico; descubro que Francisca se escapó del cuento de Onelio Jorge Cardoso;
repaso los pro y los contra en el conflicto de los alimentos transgénicos;
aprecio uno de los atolladeros del bloqueo estadounidense en la adquisición de
alimentos por parte de nuestro país y me sensibilizo con un vecindario
resistente a las agresiones del mar y la burocracia.
Por tan hermoso bregar, sabemos que les
tocará recibir su mala cuota de flagelaciones. Cometen una y otra vez el pecado
de vivir sus vocaciones a plenitud, sin permitir cortapisas a su libertad ni al
servicio que nos rinden con su labor.
Recientemente, pasamos unos días de
espanto; particularmente, los habitantes del extremo oriental de Cuba. Un
terrible meteoro se ensañó con esa región. Y ustedes fueron a donde yo quisiera
estar ahora, porque así somos en este país: vamos a donde las personas más
necesitan ayuda, consuelo, amor.
Las sospechas e incomprensiones, el
autoritarismo y la burocracia de siempre se les atraviesan en el camino.
Afortunadamente, no estamos en esas sufridas tierras hermanas de Latinoamérica,
Rusia y algunos otros lugares, donde el periodista que cae en las manos de
fuerzas de seguridad y paramilitares encomienda alma, integridad física y hasta
la vida a la deidad que pueda protegerle. Aún así, duele bastante que hayan
sido retenidos, cuestionados, zarandeados por compatriotas incapaces de
comprenderlos.
Las envidias y abyecciones del pantano
colindante no se hacen esperar. Los niveles superiores emiten la orden, y los
sumisos escupen contra una luz que les ciega. La voz de ustedes no es
bienvenida entre los guardianes de la Fe.
El medio oficial del país desborda
imputaciones inicuas. Les reprochan que llegaran después que pasara lo peor;
que no estuvieran en el ojo del monstruo. Que no hacen falta más periodistas
nacionales que los designados por las autoridades. Y que para extras, ya están
los extranjeros.
Tales imputaciones solo revelan la
pequeñez de alma del heraldo que las trasmite. Los medios oficiales nacionales
y los extranjeros acreditados, contaban con los vehículos, los alojamientos y todo
el apoyo necesario para garantizar su seguridad, como detalla minuciosamente el
mismo autor de Granma.[2]
Acercarse temerariamente al fenómeno, sin tales condiciones, solo pondría en
riesgo las vidas de quien perpetrara imprudencia tan capital y, probablemente,
también las de otras personas.
Ahora los medios nacionales –oficiales–
nos darán la misma cara que ya conocemos. Personas, víctimas en verdad, que
solo parecen sentir como emoción la necesidad de vocear vivas y hurras. Los
medios extranjeros, tan ensalzados por el colonizado periodista de Granma,
reportaron unos pasajes de efímera trascendencia y ya partieron tras el próximo
evento noticioso. Por otro lado, también podemos esperar la otra hornada, el
reportaje de sesgo contrario: los que buscarán medrar en la desgracia y el
sufrimiento como buitres en la carroña, para volver a presentar a este país
como el infierno sobre la tierra; porque eso les rinde algún dividendo.
Por eso ustedes, que hacen verdadero
periodismo, Periodismo de Barrio, han sido ya una parte imprescindible de lo que
sucede allá. Lo que hayan logrado hacer hasta ahora, por poco que les parezca,
tiene el mayor valor. Porque trataron de ponernos en contacto íntimo con
aquellas personas, porque trataron de trasmitido la sensibilidad, el temblor,
el dolor y la esperanza que allá se mezclan. Porque por
ustedes habríamos conocido, tanto la lágrima de quienes vio volar por los
aires todo lo conseguido en una larga vida de duros sacrificios, como el
carácter, la solidaridad de esas mismas personas. La sensación de que el mundo
te ha caído arriba y la resiliencia de quienes van a salir a resembrar los
árboles caídos, compartir unos pescados con algún vecino y echar una mano para
ayudar a otras personas más necesitadas. La entereza de los recuperadores de
los servicios básicos y de las escuelas, de los cocineros y médicos, ahora
dedicados a aliviar las secuelas del espanto.
Pueden ustedes conservar la frente en
alto, una vez más. Han vuelto a honrar los valores de la juventud y el
periodismo cubano. Han vuelto a favorecer acercamientos de corazones y lo
volverán a hacer. Desde Observatorio Crítico y Bubusopía, nos sentimos honrados
de apoyarlos. Ustedes no han sido silenciados, ni nadie los podrá silenciar.
1- http://www.periodismodebarrio.org/2016/10/16/quienes-tienen-derecho-a-contar-un-pais/
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