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3 de agosto de 2015

Triunfalismo parlamentario en el 2015: entre la inactividad, los cierres y el gusto por lo privado


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Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

Se terminó la sesión de mediados del año del Parlamento cubano, y las fanfarrias tocan estrepitosas por lo éxitos macroeconómicos. Esos que nadie, abajo, percibe. Los medios oficiales se regocijan con crecimientos proclamados del Producto Interno Bruto, y olvidan masivamente las críticas a este indicador, como pésimo medidor de progreso social.

Un participante tan comprometido como Francisco Rodríguez Cruz observa, impaciente, cómo transcurre más y más tiempo y no se concretan proyectos legislativos de verdadera significación. “Paquito el de Cuba” pasa revista a los temas pendientes desde hace años: Código de Familia, Código Penal, una nueva Ley Electoral, una Ley de funciones policiales, otra de empresas, de cooperativas, del Agua, de Cine, de Identidad de Género, entre otras. Algunos de estos proyectos llevan años acumulando polvo, otros ni siquiera parecen tener perspectivas definidas.

La inflación es baja, la producción crece, se regocijan los economistas. Los modestos asalariados del Estado se desesperan, sin embargo, por la subida incontenible de los precios de los alimentos. Las promesas de que estos bajarían con aquel crecimiento, no se cumplen. Simplemente, los análisis unilaterales dejan de lado el hecho de que entra y se mueve más dinero en ciertos sectores. Las desigualdades sociales aumentan... y esto no tiene un milímetro de espacio en las deliberaciones de los parlamentarios.

Las decisiones empresariales en Cuba se mueven: como indican las buenas y conocidas costumbres del mundo “normal”. Empresa que no puede tener ganancia bajo el sistema de dirección actual... a la quiebra, al cierre. Varias decenas de empresas, se anunció, serán liquidadas, y hay más en remojo. Seguro al gobierno le hubiera gustado que un capitalista externo se la rescatara, pero esos no quieren ese tipo de complicaciones. No se encuentra una palabra respecto a cómo quedarán los colectivos de trabajadores, ¿disponibles?, ¿desempleados?. No se observó a nadie, plantear la opción verdaderamente revolucionaria: reconocer, a tales personas, la potestad de auto organizarse con los medios de producción en sus manos, conformar un colectivo autónomo, con la oportunidad de salir adelante. De establecer sus propios mecanismos de producción y distribución, y alianzas y relaciones con otros colectivos productivos y las comunidades. Como lo han hecho, ya, colectivos en países capitalistas como Argentina, ante situaciones similares de cierres de sus empresas por parte de sus anteriores dueños.

Una de las señales más elocuentes del cambio de épocas la dio el dirigente Ramiro Valdés. Estaban en una comisión que trataba el tema de la construcción y las viviendas. Pues bien, como reconoció Valdés, “el fondo habitacional cada vez se deteriora más y el plan de construcción es aun bajo”. ¿Y cuál es la solución que ven allá arriba en el gobierno? “La solución está en el esfuerzo propio” (sic).

Yo oí hace poco, al locutor Serrano, del Noticiero Nacional de Televisión, declarar que “la iniciativa privada mejora la calidad de los servicios”. Pero palabras dichas al aire, ya no son tan fáciles de recuperar. Pero ahora, ahora está ahí, en las páginas de Cubadebate, para que no me dejen mentir. No aspiren a políticas de soluciones colectivas.

El gobierno continúa la senda de “cada cual se las arregle como pueda”, hasta para problemas tan hondos como el de la vivienda. Si usted es un modesto empleado del Estado, como la mayoría de la ciudadanía local, tiene un salario de 20 a 30 dólares, cuando el costo de una vivienda modesta no baja de 15 mil. Apenas puede mal alimentarse usted y su familia, con el salario que reciben y, detrás, vendrá el ministro de economía, Marino Murillo, a repetirnos que debemos olvidarnos de aumentos de salarios.

¿Cuál es el mensaje que trasmiten? Tristemente, muchos percibirán que ese “esfuerzo propio” solo les permitirá encontrar soluciones en otros países. Y, en general, “esfuerzo propio”, “iniciativa privada”, siguen como las palabras claves para estimular las reformas capitalistas en curso.

Es evidente, una vez más, que el Estado acude, hoy, a los mecanismos e ideologías comunes de la manera capitalista de hacer las cosas. Por eso, allá arriba, están tan felices con esos crecimientos de PIB, por eso no se sienten que los precios suban, por eso mandan al despido a la fuerza laboral que sobra, y por eso mandan a la gente a que se las arreglen “con su propio esfuerzo”.

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