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12 de marzo de 2012

Donde se habla de la explotación del trabajo asalariado, los Estados y otros demonios

Tags: Cuba, explotación de trabajo asalariado, socialismo, Programa del Moncada

La sensacional conferencia de Aurelio Alonso en el evento "Pensamos Cuba" de estos días puede, una vez que se divulgue lo suficiente, dar mucho de qué hablar. A raíz del fomento a la economía privada que toma forma en nuestro patio, yo he montado una matraca sobre los efectos corrosivos que introduce la explotación de trabajo asalariado en una sociedad que se precia de socialista, y no perdí la oportunidad de preguntarle al reputado filósofo su opinión, en el debate subsiguiente a su exposición.

La respuesta añadió todavía más leña al fuego que el orador ya había prendido. El ponente subrayó que estaríamos viendo no más que una extensión de esa explotación del trabajo asalariado, puesto que los empresarios privados no harían más que lo mismo que ha venido haciendo el Estado Gran-dueño de Todo. Como para abrasarnos con más inquietudes, nos preguntó a los presentes –miembros de la Asociación Hermanos Saíz– si alguno de nosotros se sentía "dueño" de Antillana de Acero; si teníamos alguna idea de por dónde se hallaba la productividad de esa empresa o sobre cómo incrementarla; si nos preocupaba el no saberlo o si alguien nos lo había reprochado alguna vez. Evidentemente, Antillana de Acero no puede ser mucho de nuestra propiedad pero, entonces, ¿a quién pertenece?

Así que el problema de la explotación de trabajo asalariado que tanto me importuna no va a venir con un cambio muy sustancial por el hecho de que el dueño de Antillana sea Clitemnestra Pla, Tibor Galárraga o un Estado al que no le preocupa compartir su administración conmigo. Todavía no fuera tan grave, si esta exclusión fuera conmigo y otros igualmente ajenos a las peculiaridades del procesamiento del hierro y el carbono; lo desastroso es que se excluye toda iniciativa de autogestión o cogestión del colectivo obrero que labora en la empresa de marras, los que sí llevan trabajando en ese puesto décadas, que le saben al asunto un montón y que, según la Constitución, son también dueños de ese medio de producción. Esos trabajadores simplemente están ahí, sujetos a la dirección de los cuadros designados por autoridades superiores; entregando su fuerza de trabajo a cambio de un salario y generando plusvalía que se queda en el Estado.

Empresas estatales hay también en países capitalistas, miembros radiantes de las instituciones financieras internacionales de la economía del libre mercado. Los obreros de esos centros son, obviamente, explotados por la clase capitalista de sus naciones, si bien a través de mecanismos un poquitín diferentes que cuando el dueño directo es, pongamos, Warren Buffet o Carlos Slim.

De regreso a este socialismo o proyecto de socialismo, sobre el que ahora muchos repiten que es "un error" pretender saber cómo es, se hace evidente que no se debe confundir la socialización de la propiedad con su estatización. Si los trabajadores necesitan un Estado para la etapa de transición al régimen de libertad, igualdad, fraternidad –y justicia social y dos o tres cosillas más– el Estado tiene que diferir sustancialmente de los otros capitalistas. Aquí ya me lanzo a elaborar yo mis propias disquisiciones, saliendo de las palabras del ponente. Poca diferencia habrá si el Estado nuevo subvenciona servicios de educación y salud, porque algunos capitalistas también lo hacen. El Estado tendría que pertenecer realmente, y servir, y responder, y acatar la voluntad de los trabajadores libremente expresada; no pretender estar por encima y por delante de ellos, que lo tendrían que seguir entonces "incondicionalmente", "disciplinadamente", "conscientemente", para usar los términos más conocidos. Eso, en lo que se va extinguiendo el Estado.

Porque un par de cosas, pésele a quien le pese, sí se saben sobre las necesidades que tiene la etapa de transición a una sociedad socialista y, entre ellas, esa de la paulatina extinción del Estado. El que lo dude, después de acudir al más básico ABC del marxismo –aquel que se supone que conozcan todos los disgustados con el capitalismo y que anhelan su superación– puede entonces leerse la intervención de Fidel Castro conocida como Palabras a los intelectuales . Otra cosa que también se sabe, es aquella de la transformación de las relaciones de producción, tal que el trabajador ya no labore por un sueldo y deje al empleador que sea la plusvalía creada con su fuerza de trabajo, sino que algún otro mecanismo sea el que media entre su aporte a la sociedad y la satisfacción de sus necesidades.

En lo que llega ese mañana primoroso, hay que tener en cuenta que hay que irlo construyendo hoy. Si no, nunca llega. Entonces, ¿qué tal empezar por aquella letanía de autogestión, cogestión, cooperativización? Para mí, será siempre mejor que cerrar el centro y despedir a los trabajadores y empujarlos a emplearse con los capitalistas extranjeros o nacionales en ciernes, o privatizar lisa y llanamente la empresa de marras. El salario tiene que ir transformándose. ¿Cómo? Tal vez podría comenzarse compartiendo una fracción consensuada de las ganancias de las empresas (que sean capaces de obtenerlas) con los trabajadores, que así se sentirían mucho más motivados a ser eficientes y productivos y combatir la corrupción que a través de discursos y llamados políticos a la conciencia. A lo mejor no hay que ponernos a inventar el agua tibia ¿Qué tal si echamos un vistazo a las propuestas conocidas? Digamos, el programa del Moncada: "La tercera ley revolucionaria (a ser promulgada de haber triunfado rápidamente el alzamiento del 26 de julio de 1953) otorgaba a los obreros y empleados el derecho de participar del treinta por ciento de las utilidades en todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo centrales azucareros". Dijo el mismo Fidel de ahorita, en La Historia me absolverá.

Díganme ustedes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues ya comprendo que el fallo del socialismo no es tal, si no la falta del socialismo verdadero. Y si tan solo los trabajadores usaran al Estado solo ‘para la etapa de transición al régimen de libertad, igualdad, fraternidad –y justicia social’ todo saldra bien. El problema con el socialismo y la filosofía Marxista en general es que deshumaniza al hombre. Los pueblos no son una masa sin rostro, sino la suma de individuos cada cual con sus propias opiniones, ansiedades y esperanzas. A algunos les gusta beber, a otros fumar. Hay quien le gusta pescar, viajar, un carro bueno, o una casa grande. Otros prefieren vivir sin preocupaciones y se conforman con tener un techo y que comer. Y quien diablos es es ningún gobierno, persona, o sociedad para dictarle a nadie cuales deben ser sus prioridades. La libertad verdadera no puede existir sin un Libre Mercado. Y que es un libre mercado? El libre Mercado es la creación del conocimiento acumulado de un pueblo. Conocimiento adquirido a través de ensayos y errores, y es creado por las asociaciones y comercios voluntarios dentro de una sociedad. Las ‘leyes’ del Mercado no fueron inventadas así como Adam Smith no inventó el capitalismo. El sencillamente describió el comportamiento humano. El Marxismo necesita un Hombre Nuevo. Pero quien es el Hombre Nuevo? Un numero cuya identidad no es propia y vive no para sino para el colectivo. Quien es el hombre nuevo sino un esclavo del colectivo? El señor Aurelio Alonso probablemente estará en desacuerdo, pero 10,000 anos de historia humana son bien claros. Los motores de la humanidad nunca han sido políticos, ni filósofos ni revolucionarios. El EGO es y siempre a sido la energía que mueve el mundo. La necesidad de algunos de ser los primeros, los mejores, o los mas grandes, y arrastran consigo a los demás para bien o mal. Los grandes logros de la humanidad no han sido tales, sino la labor de individuos incansables con una idea. Es por eso que sociedades que ponen al colectivo sobre el individuo siempre terminan estandarizando la mediocridad. La mejor descripción del Marxismo la dijo Winston Churchill cuando explico que su virtud inherente es la repartición equitativa de miseria. Rogelio le quiere dar la fabrica a los trabajadores. Pero que ocurre cuando 100 trabajadores tienen 100 opiniones diferentes de como debe funcionar la fabrica? Eventualmente emerge un lider, y los demas lo siguen. Eventualmente el lider se convierte en el dueno, principal o estado. La realidad es que no todos no somos iguales. Si lo fuéramos, el mundo seria bastante aburrido, y la búsqueda en vano del Hombre Nuevo ha dejado a su sombra un rastro de destrucción, miseria, hambruna, y millones de cadáveres. Yo soy yo, no un esclavo de ningún colectivo. Yo trabajo para mi bienestar y el de mi familia, y si me sobra y lo quiero compartir, comparto lo que me da la gana con quien me de la gana, y no como le convenga a ideólogos y filósofos charlatanes que nunca han producido nada de valor en sus vidas, viviendo del blah blah blah y pretendiendo ser la vos de la virtud y la justicia social.