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17 de agosto de 2014

Unos niños muy ignorantes jugando con paquetes muy peligrosos

Primer escenario:

 

El portal Cubasí, específicamente, par de artículos del intelectual oficialista Jorge Ángel Hernández (JAH). JAH proclama abiertamente su desprecio por el pueblo, por el “vulgo”, al cual considera como poco más que un tumulto de chiquillos consentidos e ignorantes. Sus recientes escritos abordan el tema de una mercancía hija de estos tiempos, el llamado “Paquete” cuya popularidad, considera, es una prueba más de la inmadurez de ese pueblo. El Paquete, para los no enterados, consiste en un combo de películas, seriales, musicales y programas de participación y variados, casi todos estadounidenses, descargados de la Internet. Viene compuesto, adicionalmente, por una miríada de artículos de la prensa internacional. Este combo se reparte semanalmente, vía unidades de memoria USB u otro soporte informático, entre los interesados. Su costo es una cantidad drásticamente más barata que el precio de la Internet en las calles cubanas.

 

JAH considera que este Paquete es la última herramienta del imperialismo estadounidense para subvertir la política en Cuba. Que su arraigo en el público demuestra la necesidad de que éste sea educado y conducido más estrechamente por las personas “leídas y escribidas”(*) –como él, obviamente. Estos programas, afirma, vienen cargados del más perverso veneno ideológico, propagador de los vicios del consumismo de las sociedades capitalistas enajenadas. JAH se queja también del acto de piratería que esta actividad representa. Las reacciones contrarias de los lectores y comentaristas a sus opiniones le reafirman a JAH sus opiniones sobre lo perdido que está el ciudadano cubano y la urgencia de intervención por parte de una autoridad ilustrada.

 

A este JAH no hay por dónde cogerlo, en realidad. En su trabajo hay más contradicciones que espinas tiene una tenca. La televisión cubana reproduce alegremente la mayor parte de los programas del Paquete, y eso no le parece un acto de piratería. Asimismo, su trasmisión por las antenas del ICRT (**) parecen tener el efecto mágico de despojar esos mismos programas del veneno que contienen cuando circulan informalmente. Ah, y si uno es un potentado de los que pueden pagar los precios oficiales del Estado cubano por la Internet, entonces parece que se adquiere la necesaria inmunización y se puede ver todo eso sin problemas. El baldón último que nos restriega JAH es nuestra supuesta inmadurez por no percibir y acatar su superior entendimiento.

 

Segundo escenario:

Voy al mercado de las calles 5ta y 44, en Playa, por una necesidad doméstica. Es pleno verano, y agencias turísticas cubanas usan el espacio para promover sus opciones comerciales. La propaganda es la más trivial: vaya a nuestros hoteles, mire qué bien la va a pasar, cómo va a poder consumir.

 

Unos niños con el atuendo de la compañía teatral La Colmenita montan un numerito de baile y actuación en un rincón de la explanada. Unas bocinas amplifican el audio y la animación. El conductor, sin el menor pudor, combina el acompañamiento al grupo artístico con la propaganda de las compañías comerciales presentes. Estoy seguro que JAH no encontraría nada incorrecto en este espacio, que no le llamaría a esto “promoción del consumismo”, ni manipulación de menores de edad para magnificar las ganancias de compañías mercantilistas.

 

Tercer escenario:

 

El ex – ministro de economía cubano José Luis Rodríguez (JLR) se mantiene como una figura influyente y respetada en los círculos políticos locales. Ha producido para el órgano Cuba Contemporánea la serie de artículos “Cuba y la compleja transformación de la empresa estatal”, reproducida en Cubadebate.

 

Al final de la tercera parte de esta serie, se une a la corriente de los que defienden la profundización de las reformas de mercado y capitalistas para el país. Dice JLR que debe dársele cabida a empresas mixtas con el sector no estatal. Esto de “no estatal” es el eufemismo corriente del oficialismo para evitar el delicado término “privado”. También sostiene Rodríguez que debería abrírsele espacio a la participación social en los flujos de remesa del extranjero. Interpreto yo que esto es una manera de repetir que las personas con esos recursos deben poder invertir en las empresas, en la economía cubana, como un inversor “normal”, como un capitalista común y corriente.

 

Se une JLR a una amplia lista de opinadores, tanto dentro del oficialismo como en la oposición, y fuera y dentro del país. Estos consideran que para que el país progrese, deben profundizarse las reformas de mercado aplicadas hoy a medias. Que el avance de la economía, de la productividad y la eficiencia, se magnifica proporcionalmente a las prerrogativas de los empresarios y los capitalistas. Y que el grupo de los capitalistas locales debe recibir semejantes derechos a los que ya tienen los extranjeros. Porque eso redundará, al final, en un mayor bienestar y prosperidad para toda la población.

 

¿Dónde hemos oído antes esas promesas? Yo recuerdo: en los procesos neoliberales que redistribuyeron la riqueza del mundo  a la inversa de Robin Hood. Lo experimentado acá sigue las mismas líneas generales: un grupo limitado, con ventajas de capital, relaciones, etcétera, ha acaparado medios de producción, poder económico e influencias, gracias a las –aún limitadas– reformas de mercado conducidas por el gobierno de Raúl Castro. Su nivel de vida se eleva, correspondientemente, en dirección a la de las élites del primer mundo. En cambio, la masa mayor de la ciudadanía ve reducidas sus capacidades de prosperidad porque se le retiran subsidios; se les limitan facilidades e instalaciones educativas, deportivas y culturales; se les despide de sus centros de trabajo o se les reducen sus derechos laborales. Las desigualdades sociales se disparan, y la población negra lleva la peor parte, al profundizarse la discriminación en los sectores más remuneradores como el turismo.  Claro, que cuando la élite de poder económico, político y financiero es además dueña de los medios masivos de divulgación, pueden crear una imagen de “opinión común” de que todo lo anterior es el mejor de los mundos posibles. JAH continúa entretanto sus diatribas contra el Paquete, sin que todo lo anterior parezca molestarle.

 

En fin, que oficialistas y opositores están de acuerdo en desarrollar más el capitalismo en Cuba. Las contradicciones solamente existen en que unos se benefician mucho, desde hace tiempo; y otros no están contentos por no poder acceder más al pastel.

 

(*) “Leida y escribida”, cubanismo para denotar una persona muy culta y erudita

(**) Instituto Cubano de Radio y Televisión

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