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12 de noviembre de 2015

El ciclo progresista latinoamericano que se acaba o no y la baza marxista (II)


La imposibilidad de las clases trabajadoras de implantar su predominio a nivel nacional representó una seria limitación en estos movimientos latinoamericanos. Tener que fungir de vagón de cola de los grupos políticos policlasistas, capitaneados por la mediana y pequeña burguesía –anti neoliberal, pero no anticapitalista– , les inhibió el desarrollo independiente, no solo en las arenas nacionales, sino a la hora de coordinar esfuerzos y luchas a nivel regional. El proletariado y el campesinado tampoco tendieron al establecimiento de alianzas internacionales de carácter clasista desde las bases.

En cambio, todos los mecanismos de unión continental potenciados (CELAC, UNASUR, MERCOSUR, etc.) se establecían a esos niveles de las élites. Los mecanismos de integración comercial, de inversiones, de infraestructura, han sido cuidadosamente atendidos. Se alcanzaron, eso sí, acuerdos para la circulación de mercancías y capitales, en el marco de los mercados y circuitos; se trabajan los aranceles y se fomentan los bancos. Incluso, con el protagonismo notable de Venezuela, se establecieron condiciones económicas inéditas para acceder a recursos básicos clave –el petróleo—por parte de varias naciones de limitados caudales. Una vez más, debe reconocerse que esto permitió la reducción sensible de los niveles de pobreza, lo que se reflejó en el apoyo popular a estos gobiernos.

Aun así, no se produjo significativamente, una mayor unión entre los sindicatos de unas y otras naciones, o de las fuerzas partidistas de trabajadores, que se tradujeran en tácticas y estrategias comunes para el avance de los intereses particulares de la clase trabajadora y el enfrentamiento a las fuerzas de la burguesía reaccionaria a escala continental. No se han alcanzado, ni siquiera, acuerdos generales para el movimiento libre de personas entre todas estas naciones.

En cambio, se refozó inexorablemente el papel subordinado del continente ante el mercado mundial, con su papel principal de exportador de materias primas. Esto se puede confirmar con el ejemplo fresquito del acuerdo comercial, firmado por Ecuador, con la Unión Europea. La comisión de Comercio Internacional del Parlamento europeo elogió a aquel país por su trabajo en pro del mejoramiento de las condiciones “de los sectores productivos orientados a las exportaciones”, según un reporte de DPA. Otro ejemplo es el de Chile de la presidenta “de izquierda” Bachelet. Recientemente, se inauguró el mega - acuerdo comercial Trans-Pacífico, negociado en secreto, entre países de muy distintos grados de desarrollo, desde superpotencias como Estados Unidos, Canadá, Australia, hasta naciones subdesarrolladas como Perú y el mismo Chile. Para no hablar del “hermano país que construye el socialismo con sus peculiaridades”, Vietnam.

El efecto lógico de todo esto sería debilitar la capacidad de pueblos y personas trabajadoras ante el avance de la reacción. El golpe de estado propinado al ex presidente Zelaya en Honduras fue un ejemplo especial de todos los problemas señalados.

El hacendado Manuel Zelaya llegó a la presidencia de Honduras en el 2006, tras una campaña antineoliberal, mas no anticapitalista. Se ganó el apoyo electoral de las mayorías, con los argumentos de revertir los peores efectos del neoliberalismo, avanzar hacia una reforma agraria, y medidas de beneficio social en la medida de “lo posible”, sin salir del marco capitalista. Era el típico caso donde, a los críticos radicales, se les respondía prácticamente con el mismo argumento de los “clásicos” del neoliberalismo: no hay otra alternativa, lo demás son idealismos, etcétera. Honduras se hizo socio del ALBA y de PetroCaribe. Pero, en cuanto Zelaya se insinuó un tilín más radical que lo que la oligarquía estaba dispuesta a resistir, fue defenestrado en un abrir y cerrar de ojos, en el 2009.

La clase trabajadora hondureña no contaba en esos momentos con una organización de masas, poderosa e independiente; que llevara un trabajo organizado año tras año, para hacer converger a las masas hacia un programa revolucionario consecuente –y a los mismos soldados del ejército, que no debemos olvidar que salían de las mismas filas de campesinos y obreros pobres. Sus representantes participaban del conglomerado mixto alrededor del gobierno, atraidos por el programa de reformas de beneficio social y las vagas promesas de una reforma agraria. Si alguien opinaba que la postura debía ser más radical, se pueden imaginar como lo iban a criticar por andar en “izquierdismos de cafetín”.

Pues se produce el golpe de la extrema derecha. Los demás gobiernos progresistas latinoamericanos emitieron enérgicas condenas, implementaron una especie de boicot temporal, incluso expulsaron al gobierno de facto de Micheletti de la Organización de Estados Americanos. Pero no se produjo la respuesta revolucionaria necesaria. Pudiera haberse pensado en una huelga general, de haberse contado con las estructuras organizativas adecuadas, con el programa revolucionario adecuado y el soporte resuelto de las clases obrero - campesinas del resto del continente; hasta la derrota de la intentona golpista y la victoria del pueblo trabajador. Que esto no era una utopía, lo demostró la heroica resistencia del pueblo humilde hondureño, que por varios días se manifestó masivamente, y desafió al bien armado ejército, reclamando el regreso de su Presidente. Sin embargo, se impuso una negociación en la que las élites capitalistas llevaron las de ganar.

Al final, todo se arregló entre burgueses. Da una medida del asunto, el hecho de que la oligarquía hondureña denunció los tratados del ALBA… pero no los de PetroCaribe. A la larga, Zelaya aceptó unos acuerdos que devolvieron su partido burgués al terreno electoral, y no se ha vuelto a hablar de reformas sociales en Honduras. Actualmente se produce, de nuevo, una efervescencia anti corrupción que vuelve a demostrar enorme potencial de rebeldía entre las clases humildes, pero de nuevo falta el programa organizativo y movilizativo basado en principios del marxismo revolucionario.

Argentina, Brasil, Venezuela, han atravesado o atraviesan sus propias crisis, con sus diferentes características, pero derivadas de las mismas limitaciones. La derecha de esas naciones se aprovecha de debilidades similares de las fuerzas progresivas respectivas. Los partidos multi clase, pos neoliberales, alcanzan las presidencias respectivas, pero no se soportan en una base trabajadora que imponga el control obrero sobre los principales medios de producción. Por lo tanto, las derechas más rancias tiene la capacidad de maniobrar, generar movimientos masivos de contrabando, especulación de mercancías, fomentar y explotar las tendencias de corrupción en las estructuras autoritarias y verticalistas montadas por los gobiernos “izquierdistas”. De tal suerte, agravan las dificultades inevitables en unos sistemas, todavía capitalistas e inmersos en el inestable mercado mundial y aumentan el nunca ausente descontento social hasta provocar –al menos, eso intentan– la caída de tales fuerzas, bien sea por medio de elecciones o de la violencia. Las clases trabajadoras de uno u otro país, que no han establecido el tipo de alianzas internacionales de las que gozan las fuerzas capitalistas, no pueden hacer gran cosa por el vecino ni pedir su ayuda cuando sus propias bardas arden.

El acercamiento de los Estados Unidos y Cuba, después del pasado 17 de diciembre, es como el argumento final de Guerra Cabrera para “desmentir” lo del fin del ciclo progresista. Sin embargo, como se ha repetido hasta la saciedad, el imperialismo yanqui cambió de medios, no de fin. Y si de algo hay que preocuparse, será precisamente del entusiasmo de los empresarios, negociantes, capitalistas estadounidenses, que gestionan febrilmente en su Capitolio, la extensión de licencias y permisos para establecerse, invertir, hacer negocios y comprar y penetrar en este suelo todo lo que le permitan las laxas leyes cubanas de inversión extranjera, y el espíritu mercantilista de nuestras nuevas élites. Élites que le reclaman al presidente Obama que retire la base militar de Guantánamo, y le ofrecen a su Secretaria de Comercio, Pritzker, una base económica en el puerto de Mariel.

En resumen, que aún sin decantarse por una afirmación rotunda del llamdo “fin del ciclo progresista”, no se puede ignorar la urgencia de realizar el balance de las experiencias, conquistas, victorias y retrocesos de estos últimos años. Que no se pueden ignorar las lecciones históricas, no solo de este siglo y continente, puesto que mucha agua ha corrido bajo los puentes de las luchas de los trabajadores, los movimientos reformistas y las tentaciones hacia alianzas poli clasistas. Y que cada elección de camino tiene sus ventajas y desventajas. Que se puede eventualmente avanzar por una senda con algunas compañías heterogéneas, pero las fuerzas revolucionarias de trabajadores deben mantener la capacidad crítica, independiente de tales temporales aliados, “compañeros de camino”. Que no se debe perder la firmeza en el desarrollo de los principios científicos del socialismo marxista; ni descuidar el cultivo de los mecanismos y recursos propicios para sus propios fines, entre ellos, el internacionalismo del proletariado y el campesinado. Solo así se efectuarán los avances irreversibles hacia el destino final pues, de permitirse concesiones de principios hacia los eternos alegatos reformistas generados por las contradicciones internas de la burguesía, se facilitará indefectiblemente el estancamiento de cualquier ciclo o etapa de avances revolucionarios.

2 de noviembre de 2015

Regresa Observatorio Crítico


Durante la semana antepasada, el sitio digital nacional del colectivo Observatorio Crítico (www.luchatuyucataino.cubava.cu), accesible a los cubanos con acceso limitado solamente a los sitios locales de la Internet, permaneció inaccesible a sus editores y lectores. Al intentar acceder al mismo, solo se recibía el mensaje de la administración de la plataforma Reflejos, o Cubava, relativo al archivado o supresión del sitio en cuestión. Al momento de escribir estas líneas, el sitio está disponible nuevamente.

Desde nuestro punto de vista, se trató de un ejercicio de control bien explícito. El cierre del sitio se produjo tras la publicación de un material del compañero Marcelo “Liberato” Salinas, que abordaba cuestiones relativas a la Confederación Nacional Obrera de Cuba, CNOC, cuyo 90 aniversario se conmemoró recientemente, “Liberato” Salinas realizó un análisis implacable, que dejaba muy mal parados al antiguo Partido Socialista Popular y la actual Central de Trabajadores de Cuba, CTC. Ahora que el sitio ha sido restablecido, el artículo ha sido borrado, y no por nuestra parte.

Evidentemente, nos han dejado claro dónde termina la cadena con que nos “dejan jugar”, y dónde empieza el mono al que no se debe tocar. Este episodio de censura no nos sorprendió tanto, en realidad, como el hecho de que no se hubiera producido antes, con algunos de nuestros otros materiales de contenido igualmente polémico.

Naturalmente, el golpe nos ocasionó molestias, sinsabores, dolor. Por unos días, nos vimos limitados en nuestro activismo. Y en las actuales circunstancias, cada día que transcurre tiene un valor incalculable, pues se libra una lucha sin cuartel entre las ideas del socialismo y el capitalismo; entre la revolución y la reforma; entre la izquierda comprometida con el pueblo trabajador y las fuerzas pro burguesas de la reacción.

Como se sabe, los sitios de la intranet cubana resultan más accesibles a muchas personas en Cuba que no tienen real conectividad a la Internet mundial. En estos días nos vimos limitados en nuestras capacidades de poner a disposición de estas personas, nuestros trabajos, comentarios y análisis sobre las situaciones cubana y de otras latitudes; así como de materiales de esa Internet “de afuera” que por una vía u otra llegan a nuestras manos. Momentáneamente tuvimos menos oportunidades de participar en las discusiones sobre ideología, economía, sociedad; de atacar los vicios burocráticos y autoritarios que distorsionan, desde puestos de poder, la obra de un pueblo revolucionario. También nos retrasamos en el desenmascaramiento de las maniobras de la disidencia de derecha y sus sueños de protagonizar la restauración capitalista en Cuba. Como ha podido apreciar en los tiempos recientes, esta derecha se cubre de discursos de modernidades, elabora filigranas con términos políticamente seductores, disimula contenidos ideológicos y enarbola pretensiones ecuménicas con estructuras como la pomposamente llamada Mesa de Unidad y Acción Democrática, MUAD, de la que ya hemos “cantado las cuarenta”, y le seguiremos cantando.

Los que empujaron los días pasados al Observatorio fuera del alcance de los Reflejos de Cubava, aliviaron de nuestro empeño Crítico, por ese período, a las fuerzas reaccionarias enumeradas. Por razones que no vienen al caso, no sabemos si la reaparición se debe a que la “sanción” era temporal y se cumplió el “castigo”, o si buenos corazones ayudaron a nuestra causa. En todo caso, agradecemos a los buenos amigos que hemos conocido, así como a los que no conocemos todavía pero comparten nuestros objetivos e ideales y contribuimos juntos al trabajo por alcanzar una Cuba más hermosa, democrática, libre y socialista.

29 de octubre de 2015

El ciclo progresista latinoamericano y la baza marxista (I)


En un punto de la discusión sobre si ocurre o no el fin del ciclo progresista de América Latina, yo me puse a especular sobre las posibles consecuencias de tal fenómeno para nosotros, desde el punto de vista económico. Yo pensaba darle unas vueltas a la noria política pero, francamente, me sentía inferior al propósito.

La segunda intervención de Ángel Guerra Cabrera está dedicada, como la primera de ese autor, a negar el posible retroceso de la izquierda latinoamericana. No quería yo entrar en contradicción directa con aquel ponente, pero sí tomo ese pie para exponer algunos criterios que me parecen oportunos.

Y es que, en el texto aludido, se encuentran expuestos varios puntos que parecieran reunidos ex – profeso para ilustrar lo que los revolucionarios marxistas han explicado y criticado insaciablemente, como los flancos débiles de las políticas de izquierda al centro y sur del continente. Guerra Cabrera solo encuentra, en la crítica socialista marxista, “incapacidad y rígidos esquemas”. Sin embargo, al intentar dar sus argumentos, no se percata que simplemente refuerza la razón de cada una de tales críticas.

La desaparición de Hugo Chávez, lamentable sin duda alguna, puso en evidencia aquella debilidad del movimiento bolivariano de la dependencia de una figura carismática. No cuajó en Venezuela un poder organizado desde las bases, donde la clase trabajadora y los vecindarios rigieran democráticamente la nación en busca del socialismo. En lugar de ello el sistema verticalista, ahora con Nicolás Maduro al frente, lidia dificultosamente con todas las maniobras de la oposición de derecha, más las manifestaciones de corrupción y burocracia internas que eran de esperar. En la obra póstuma de Chávez, El golpe de timón, tal vez se hubieran encontrado algunas directivas claves de giro sobre el tema pero, desgraciadamente, no llegaron o no se han tomado en cuenta a tiempo.

La carencia de una organización del poder económico y político desde las bases, democrática y autogestionada, fue característica no solo de Venezuela, sino también de las otras naciones que participaron de este tipo de gobierno. Ni en Brasil, ni en Argentina, ni en Ecuador, por poner algunos ejemplos, se transformó la estructura de propiedad de los medios de producción. Las nacionalizaciones efectuadas dejaron recursos bajo el control de los Estados, pero no de las clases proletarias organizadas. Pudieron efectuarse, de tal suerte, algunas políticas redistributivas que aliviaron la pobreza, pero no resolvieron sus causas sistémicas. Luego, con la crisis y la contracción económica mundial, no pocos de tales avances han de retroceder frente a políticas de ajuste fiscal implementadas por los mismos movimientos políticos que las combatieran no hace mucho.

Guerra Cabrera refiere también que los esfuerzos de estos gobiernos ahora se desvían por la necesidad de enfrentar al enemigo interno. A las fuerzas de derecha, en ofensiva en cada una de estas naciones. ¡Naturalmente! El analista acumula, sin percatarse, más elementos todavía para evidenciar las limitaciones de sus favoritos.

Como es sabido, las fuerzas que revirtieron parcialmente el neoliberalismo en Latinoamérica, no fueron los clásicos movimientos de masas de personas trabajadoras, orientadas por las teorías revolucionarias marxistas. Eran más bien movimientos mixtos, poli clasistas, con grandes capas de la mediana y pequeña burguesía afectadas por el dominio de los grandes capitales financieros y especulativos mundiales. Les afectaba y se oponían, por lo tanto, al neoliberalismo, pero no al capitalismo propiamente dicho. El proletariado podía ser, en todo caso, un invitado con poca voz, y aspiraciones limitadas en tales convites. Pudo obtener mejoras salariales, algunas concesiones laborales, pero los derechos primeros y últimos sobre los medios de producción siguieron siendo burgueses.

Se evidencia cómo hay que tomar en cuenta, obligatoriamente, los aspectos de la globalización. Y es que esta, inaugurada por el mundo moderno desde hace mucho más tiempo del que se piensa, no es casualidad. El avance de las fuerzas productivas bajo el estímulo del capitalismo rebasó las fronteras de los Estados nacionales y empezó a empujar las relaciones del mercado a niveles internacionales, fácilmente, desde la época de los viajes de Cristóbal Colón. La organización económica contemporánea del mundo ha sido obra de pujas entre imperialismos, y nuestro subcontinente ha recibido el rol subordinado de mercado de consumo de sus mercancías y suministrador de materias primas.

Para lograr avances sociales y económicos permanentes, no cabía sino aplicar métodos revolucionarios. Eso implicaba romper con el rol secundón, y desarrollar fuerzas productivas capaces de competir y vencer a la de las potencias tradicionales. Estas fuerzas podrían encontrar vías libres de las crisis periódicas de la economía mundial, pero solo si se basaran en principios socialistas. Y nacionalizar formalmente una industria o una fuente de recursos naturales no era suficiente si, bajo la forma estatal, permanecía de todas maneras bajo el control de un estamento burocrático estatal, una burguesía en parte nueva y en parte la misma de antes. La socialización real, bajo el control democrático de las fuerzas trabajadoras, de la economía, industria, servicios, finanzas, hubieran sido el objetivo y garantía últimos de estos avances.

Solo así se lograría la necesaria independencia y soberanía, para contrarrestar los efectos de depreciones económicas mundiales y no retroceder drásticamente en los avances alcanzados como ocurre en estos momentos en Venezuela, Brasil, Ecuador, etcétera. La extensión de los movimientos de izquierda por varios países del continente hubiera podido crear los lazos y los reforzamientos mutuos necesarios, de haberse aceptado los principios del internacionalismo. Estos no son tampoco ningún invento reciente, pues se supieron desarrollar desde los tiempos de las Internacionales Comunistas; aunque algunas de estas tuvieron también sus períodos de pobre consecuencia política, dejaron la teoría bien abonada.

15 de octubre de 2015

Victoria rotunda de huelga de carteros en Holguín


La huelga en el sector de Correos, en el municipio holguinero de Banes, terminó en una rotunda victoria de la clase asalariada. Como referimos hace un tiempo, el conflicto laboral estalló por el desacuerdo de los carteros con la aplicación de sistemas de remuneración que percibían como injustos. Los niveles superiores prestaron oídos sordos a las comunicaciones de las personas agraviadas, tramitadas “por los canales correspondientes”. Ante esta situación, se produjo el abandono masivo del trabajo, con las consiguientes afectaciones a la distribución de la correspondencia y la prensa en el territorio.

Pues bien, el viernes pasado, el oficialísimo diario Granma informó de los últimos acontecimientos de esta saga. La ingeniera Zoraya Bravo Fuentes, vicepresidenta del Grupo Empresarial Correos de Cuba, informó al diario de las últimas medidas implementadas por la empresa.

Resulta que una Comisión de Trabajo fue creada para analizar las reclamaciones del colectivo de trabajadores y de los clientes afectados. Y concluyeron que unos y otros tenían razón, puesto que la causa primaria del disgusto fue identificada en el cambio en el sistema de pago a los carteros.

De las explicaciones de la vicepresidenta, se trasluce que, en todas las oficinas de correos de la provincia, se aplicaron las modificaciones necesarias en los sistemas de pago para satisfacer las demandas del díscolo personal. En el mes de septiembre, abundó, se verificó el positivo impacto de tales medidas y la regularización paulatina de los servicios. Además, se aplicaron sanciones disciplinarias a varios directivos de la empresa en dicho territorio.

Yo no estoy seguro si en el diario Granma se dieron cuenta del significado de estos acontecimientos. Casi todo el mundo está al tanto de que en Cuba, hablar de huelga es un tabú peligroso, para la vida profesional de cualquiera. El dominio del aparato burocrático estatal sobre la vida económica, política y social, es tal, que penaliza el ejercicio de derechos elementales de la sociedad civil.

A pesar de lo anterior, estos carteros, probablemente sin una formación filosófica o académica sofisticada, comprendieron que fueron presa de una injusticia. Primeramente intentaron cumplir con las exhortaciones de tratar sus inquietudes “en el momento y el lugar adecuado”. Como sucede con tanta frecuencia, esto no les funcionó. Luego, identificaron correctamente la única forma eficaz de contrarrestar el agravio y la pusieron en práctica. Lograron llevar su situación al conocimiento público, y despertaron la simpatía de la ciudadanía que tuvo noticia de la misma. Y obtuvieron la victoria.

Acciones similares a la de los carteros de Banes se producen con frecuencia creciente en todos los ámbitos laborales del país. Padecen de un alto nivel de informalidad, espontaneidad y falta formal de organización. Tienen además en su contra, al único sindicato legal de por acá, que es apéndice y cómplice de las administraciones, por lo que obstaculiza la mayoría de las reivindicaciones obreras significativas, en lugar de apoyarlas.

La victoria de estas personas demuestra que la resistencia al autoritarismo tiene sentido, que puede producir resultados positivos. Se une a las experiencias de otras concesiones parecidas, arrancadas al Estado cubano, como han sido las subidas de salario del sector de la construcción y la salud, amenazados por el mismo fenómeno de abandono del trabajo. Poco a poco, la clase trabajadora cubana despierta su conciencia, explora sus fuerzas. El mensaje de estos carteros tiene mucho camino por recorrer todavía, y un prometedor final.

9 de octubre de 2015

Cuba va bien... dicen los jerarcas del Business


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No sé si calificarlo de irónico, de terrible, o cómo. Mejor simplemente lo expongo y que los lectores y lectoras saquen sus propias conclusiones.

El diario Granma y otras fuentes de información oficialistas del gobierno cubano recogieron las recientes declaraciones del Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, en Chile. Dice literalmente el despacho de Prensa Latina, extraido por mí de Granma: “el diplomático, [...] destacó que en Cuba se han producido avances que van en buena dirección.”

A estas alturas del cuento ¿hay que decir qué significa que un jerarca principal del imperialismo elogie el camino que acá se sigue?

Por otra parte, la fotografía con que el medio Cubadebate ilustra la noticia sobre la inminente visita de la sra Penny Pritzker, Secretaria de Comercio estadounidense a Cuba, es un poema. Un poema a lo Rockefeller.

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Recuérdese que business, en el argot popular cubano “bisne”, en español, negocios; para los empresarios “normales” de la modernidad significa mucho más que comprar azúcar o vender computadoras. Es un complejo entramado donde se negocian derechos de compra venta de mercancías, recursos naturales, monedas, deudas, lealtades, personas, legislaciones y gobiernos. Así que ya sabemos. Cuba va bien... abierta al bisne.

Y si vamos a seguir en la cuerda de la ironía, recordemos que en estos días de octubre se homenajea mucho al comandante Ernesto "Ché" Guevara por acá por Cuba. Los agasajos a la funcionaria parecen estar torciendo la famosa frase del Ché, como si le estuvieran ofreciendo "al imperialismo, un tantote así". Y de paso, hay una especie de oferta de trueque de bases: Quiten la base militar de Guantánamo. Se la cambiamos por una base económica en el puerto del Mariel.

7 de septiembre de 2015

Mesa con comején


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Algunas fuentes reportan la conformación de una plataforma (otra más), que integran algunos sectores de la llamada disidencia cubana tradicional. Esta empresa llevaría el nombre de Mesa de Unidad de Acción Democrática o algo así.

Alguien ha notado la semejanza del nombre de esta estructura, con una similar en Venezuela, donde los antiguos partidos políticos rumian sus agravios contra el partido chavista. La coincidencia, nos tratan de tranquilizar, es solo una coincidencia desafortunada.

A grupos activistas de izquierda, que integro o conozco, se nos hacen llegar sugerencias de integración a tal engendro. Específicamente, se acercan al grupo Socialismo Participativo y Democrático (SPD) y al Observatorio Crítico (OC). Parece que les atraen nuestras posturas críticas ante los problemas de corrupción y burocratismo en el gobierno cubano.

Unas buenas relaciones con estos grupos, le otorgarían a la Mesa cierto aval de integralidad, de unir hasta elementos marxistas en el empeño común que se proponga. Y nos insisten en la conveniencia de dejar de definirnos como “anti-” algo, porque lo que está de moda, lo que es cool, lo que permite el diálogo y el entendimiento y la felicidad, es ser “pro”, estar “a favor”.

Conozco a miembros de SPD, con los que intercambio fraternalmente y comparto ideas, pero obviamente no puedo hablar a nombre de ellos. Por lo tanto, me limito a expresar las posiciones que defiendo, dentro y fuera del OC.

Para empezar, la tal Mesa parece que viene conformada del extranjero, lo que ya induce cierta desconfianza. Se podría replicar que muchas experiencias históricas cubanas loables se fraguaron en distintos escenarios de la emigración, pero no me parece aplicable el símil. Puras impresiones mías, puede ser.

Lo que sí no me parece ninguna “coincidencia desafortunada” es la semejanza de nomenclatura a la que nos referimos antes. Creo que la Mesa de marras tiene sobre sí unas cartas muy claras, de unos jugadores muy bien definidos, con unos objetivos muy precisos. No faltará quien me llame jurásico y me amenace con el ostracismo, un poco por lo que he expuesto y mucho por lo que me falta por decir. Por mí, como si me dicen trilobite.

Considero un reverendo disparate considerar siquiera el prospecto de unidad, de quienes nos consideramos defensores de posturas revolucionarias y marxistas, con estos sectores de la disidencia de derecha. Veo que una cosa es simplemente incompatible con la otra.

Los defensores de las ideologías liberales y neoliberales, para la política y la economía, se reconocen históricamente como enemigos de las clases trabajadoras. Es el caso de los adecos y copeyanos en la Venezuela pre-chavista y en la actual oposición que practican desde su propia Mesa. Es el caso de un Antonio Rodiles o todo aquel que pregone para Cuba las supuestas ventajas del abrazo con el capitalismo. Porque es el espacio del capitalismo, aquel donde está servida esta mesa. Los platos que en ella invitan, tienen como ingredientes el libre mercado, la llamada democracia basada en el multipartidismo y la empresa privada.

Por supuesto que intentan endulzar el gusto de los invitados con palabras bonitas como Democracia, Derechos Humanos, Libertad. Oponerse a tales conceptos deja a uno muy mal parado. El problema no son esas ideas en abstracto, sino sus sentidos e implementación.

Por enésima vez, hay que insistir que no existen tales entelequias separadas de condiciones materiales y sociales realmente existentes. No me tiendan palabritas tiernas para ruborizarme. No me vengan a proponer alianzas espúreas con quienes identifico con discursos de capitalismo para Cuba.

Democracia han dicho poseer las ciudades esclavistas griegas, el Sur del Jim Crow, el país de Atenco y Ayotzinapa, la República Democrática y Popular de Corea y algunos otros feos ejemplos que andan por ahí. Los Derechos Humanos y la Libertad se proclaman por el país que torturó en Abu Ghraib y mantiene la prisión de Guantánamo, y cuyo Presidente afirma que le cabe el derecho de mandar a matar mediante un Dron, sin juicio previo, a cualquier sospechoso o sospechosa de terrorismo.

La Democracia, los Derechos Humanos y la Libertad son bienes preciosos, sí, y por eso no se les puede tratar tan a la ligera. El análisis serio de sus facetas demuestra indefectiblemente su carácter clasista, su dependencia de la posición desde la cual se defienden. La “libertad” de un banquero puede ser dejar sin sus ahorros a diez mil jubilados, a cien mil, a un millón de trabajadores... El “derecho” al sobreconsumo del 10% más rico del planeta implica una catástrofe ecológica para sufrir por parte del otro 90%.

Las libertades y derechos que defiende la burguesía consisten, como se conoce cualquiera que haya pasado el ABC del marxismo, en la libertad de expropiar a la clase trabajadora de los pocos recursos que le queden. En la libertad de confabularse para mellar los derechos laborales en todo el mundo, mediante los movimientos de empresas, capitales, tratados de “libre” comercio, etcétera.

Quien desee hablarme de libertad, no olvide que el imperialismo es un sistema mundial. Que las fronteras nacionales se desvanecen ante el capital, que domina todos los espacios y no tiene nacionalidad. No se puede soñar con ser simplemente libre de la opresión que el capitalismo impone, con desarrollarse en una nación de productores libres asociados, si no se levantan vigorosas defensas contra la penetración de ese poder económico... sin mantener una atenta guardia anticapitalista y antimperialista.

Quien desee entusiasmarme con democracia, pase por defender la autogestión de la clase trabajadora, dueña de los medios de producción y libre, sí, de relaciones de opresión por parte de los explotadores de cualquier país. Que se estudie a la ciudadanía de la mayor potencia del mundo, con el derecho de estar “a favor” de algo en elecciones de los poderes políticos, y cómo es que no puede acabar de materializarlo en un resultado concreto que responda a los intereses de la mayoría de esa ciudadanía, como denuncian tantos activistas y académicos de izquierda en esa nación. O se aprenda de las lecciones de ese otro pueblo que votó “a favor” de unos políticos que dijeron proteger la política de bienestar, que luego confirmó en un Referendo masivo que rechazaba más ajustes fiscales que los que ya había sufrido, y luego el poderío imperialista mundial le demostró lo poco que valían sus derechos y su democracia.

Yo trabajo, también, por la democracia. Pero espero una Democracia de trabajadores, donde realmente una persona valga por su humanidad y no por su dinero. Donde las decisiones políticas reflejen consensos populares sobre el bienestar común y donde quienes, aparentemente, dirijan, en realidad obedezcan este sentir; en vez de destacarse como expertos manipuladores y enajenadores de voluntades de masas.

A quien me venga a hablar de Derechos Humanos, yo también estaré de acuerdo. Pero no si su versión incluye islotes protegidos, de gente rica, rodeadas de océanos de villas miseria; con fuerzas policiales represivas que asesinan una persona inerme –preferiblemente un negro– a la semana; asediados por olas de inmigrantes y cadáveres de niños del Tercer Mundo recalando sobre sus playas.

Sería simplemente un suicidio, para el Observatorio Crítico y colectivos semejantes, para todos nosotros como Nueva izquierda cubana, aceptar este convite. De sentarnos a esta Mesa, no sacaremos sino comején. La historia de los movimientos revolucionarios y obreros demuestra, exhaustivamente, que las fuerzas progresistas que se alían a sectores cualesquiera de la burguesía, pierden aceleradamente su orientación; los programas revolucionarios que alguna vez pudieran haber abrazado, se les disuelven indefectiblemente. Se tornan un instrumento más de la derecha, con la función del “policía bueno”, para apaciguar las conciencias y la intranquilidad de la clase trabajadora.

Así que, el que quiera, que acuda a esa Mesa; pero le recomiendo que no pierda su tiempo invitándome.

3 de septiembre de 2015

¿Qué puede esperar Cuba de producirse un auge de la derecha en América Latina?


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Varios analistas apuntan a un llamado “fin del ciclo progresista” en lo relativo a los gobiernos de América Latina. Países como Ecuador, Venezuela, Brasil, y otros, vieron durante los últimos 10, 15 años, triunfar en las elecciones a fuerzas políticas con programas sociales de corte anti neoliberal. Sin embargo, escándalos de corrupción, protestas callejeras y otros desórdenes asolan hoy a varias de estas sociedades.

Si nos ponemos estrictos, tales gobiernos nunca se movieron mucho más allá de un reformismo keynesiano. No cuestionaron los fundamentos del sistema capitalista y extractivista de tales naciones. Durante la época de crecimiento económico, tuvieron éxitos por la inversión en programas sociales. En tiempos de contracción, las contradicciones sin superar de sus capitalismos los ponen en serias dificultades.

Los medios de la familia del Granma minimizan estos problemas y, sobre todo, los achacan a maniobras de la derecha tradicional. En esto último no les falta razón, nada más lógico para la derecha que fastidiar a sus adversarios políticos de la izquierda. Las explicaciones se le atascan un poco a estos medios oficialistas cuando no pueden explicarse el papel de la izquierda en Ecuador, “confundida”, que no apoya al presidente Correa; o cuando tienen que ocultar que el nivel de aprobación de Dilma Roussef anda por debajo del 10%. Un periodista como Ángel Guerra Cabrera insiste en que no hay tal fin del ciclo progresista, sino una contraofensiva y golpismo de la derecha.

A mí, estas últimas voces me recuerdan a aquellos que negaban, enardecidos, que en la Unión Soviética de 1989 hubiera más huecos que en el queso del estereotipo. Tanto entonces como ahora, los que apuntaban aspectos críticos de estos países, han sido tachados de confundidos ideológicos, hacerle el juego al enemigo, entre otras lindezas.

Lo que nos lleva rápidamente a otras meditaciones. Negar el retroceso de la izquierda, llamarlo avance de la derecha, parece un conflicto bizantino y muy ciego. Si uno es un conejo y se oye una jauría, sean galgos o podencos, sería sabio pensar cómo proceder.

Uno no es sabio, no tiene muchas respuestas, apenas un montón de preocupaciones. Brasil, Venezuela, andan entre los mayores socios comerciales de Cuba. En las relaciones comerciales con estos países, descansan hoy considerables, si no las mayores, fuentes de ingreso de nuestro país. Especialmente, por los programas de colaboración médica. Algunas fuerzas de oposición brasileñas y venezolanas se oponen explícitamente a la continuidad de tales relaciones, otras se manifiestan más conciliadoras. En todo caso, hay una espada de Damocles por ahí.

Los inversores brasileños se han destacado entre los más activos en Cuba. Esta situación se las ha facilitado también el ambiente favorable entre los dos países, y el hecho de que el gobierno del PT ha ofrecido extraordinarios apoyos y garantías financieras a Odebrecht y demás empresarios de allá. De debilitarse tal respaldo, las negociaciones alrededor de presentes y futuros emprendimientos serán mucho más complicadas.

Con Uruguay y Argentina también se mantienen buenas relaciones. Uruguay, por ejemplo, le condonó a nuestro país una deuda de varias decenas de millones de dólares. Cuba exporta productos farmacéuticos a toda esa región, importa alimentos, recibe turistas, etcétera. Si los importadores cubanos enfrentaran un ambiente más adverso, la población podía encontrar baches y desabastecimientos de mercancías, aún aquellas que adquiere en pesos convertibles.

Ahora veamos qué otro fenómeno se produce justo en estos momentos, que añade al mismo tiempo oportunidades y peligros. Me refiero al proceso de normalización de relaciones de Cuba con los Estados Unidos.

El capital estadounidense, sobre todo el de los cubano-americanos, se asienta de nuevo, poco a poco nuestro suelo. Es probable que se expanda rápidamente, a medida que continúe el proceso de erosión del embargo-bloqueo. Y los yanquis no van a venir a poner riquezas aquí porque sean “buena gente”. Si tienen más espacio para entrar, lo van a hacer, pero van a pretender acomodar el cuarto a su comodidad. Les convendrá desmontar cualquier principio de justicia social que obstaculice la explotación de las riquezas locales; sobre todo, la fuerza de trabajo.

No será imposible, pero sí difícil, lidiar con ello; sacar provecho de las contradicciones dialécticas entre las distintas sociedades en interacción. Tendría que empezar por existir, de este lado, un sistema socialista, popular, democrático, valiente y eficaz, para permitir la organización de la clase trabajadora de una manera adecuada para tal fin. Sin embargo, con el autoritarismo del presente Partido-Estado-Gobierno cubano, y su empeño en reducir al pueblo al papel de fuerza de trabajo dócil, seguimos sin crear los anticuerpos necesarios para interactuar constructivamente con las fuerzas capitalistas del norte.

Si se hace más difícil la importación de los productos agrícolas del sur, tampoco faltarán las ofertas del norte. Esto depende mucho, por supuesto, de la evolución de la política de allá. En tal caso, no es difícil avizorar mucho maíz de Monsanto, mucho pollo con genes de ornitorrinco y cosas parecidas en el horizonte. Tal vez no sea tan diferente de lo que venía antes.

Pero si nos ponemos de verdad pesimistas, hay mucho más terreno donde perderse. Ahora Cuba solo puede comprar con efectivo en los EE.UU. Todos hablan de las ventajas de cuando puedan adquirir mercancías a crédito. Es verdad que será bueno, pero no se les olvide la otra parte. ¿En cuánto se puede montar una nueva deuda cubana con los EEUU, en unos meros diez años, en condiciones sin bloqueo? Y cada medio que se le deba a los estadounidenses, a sus bancos, a sus capitalistas, hará sudar sangre a este país. Con las ganas que esos señores del Norte le tienen a las etiquetas de socialismo, por despintadas que estén, no habrá chance de condonaciones, de pagos con productos biofarmacéuticos, de gobiernos amistosos que se hagan co – garantes, como a veces conseguíamos por el Sur. Claro, que un gobierno competente acá, sin ningún tipo de corrupción, responsable y que rinda cuentas al pueblo, evitaría tal complicación. Podría aprovechar lo bueno, y evitar lo malo. Pero sabemos que no es el caso. Van a poner nuestras gargantas en sus manos. Y ya sabemos cuáles son los peligros de eso.

25 de agosto de 2015

Incursiones profanas en un Mediterráneo Tropical


Existe en nuestro país un ambiente de total confusión teórica, de falta de resortes de filosofía y economía política para comprender y analizar críticamente la realidad que impera en la sociedad cubana. No digo en los círculos académicos, pero sí en muchos medios de comunicación de masas, que luego se refleja en "la calle" y en los debates de café y pasillos, que forman luego el peso mayoritario o algo que se llama “opinión pública”. Las herramientas del marxismo que podrían iluminar este caos y ofrecer las pistas para su superación, están tristemente abandonadas, parte por indolencia, o tal vez por con premeditadas intenciones. Pues muy a pesar de lo que opina un bloguero afín al oficialismo, las doctrinas del capitalismo sí son programas, no lecturas a posteriori; las élites dominantes las estudian concienzudamente y preparan meticulosamente sus condiciones de aplicación.

Debe tenerse en cuenta una acotación importante. Mucha gente inteligente analizó y dedujo, en la época aquella de los bolcheviques y Lenin, que construir el socialismo es un reto colosal, que no era posible en una nación aislada y de economía tan atrasada como la rusa de aquella época. Ahora el panorama tiene algunas semejanzas, pero es incluso más difícil, pues el empeño partiría de una pequeña isla, a noventa millas de la mayor superpotencia imperialista de la Humanidad. Esto da tema para muchos ensayos, pero ahora apenas me quería centrar en un detalle del gran cuadro. Me refiero a la discusión que tenemos por acá más o menos todos los días, sobre los ingresos de las personas trabajadoras, la remuneración a través de los salarios, los precios y esas cosas.

Este articulejo, en particular, tiene su génesis en un puñado de conceptos, divulgados por los medios cubanos de estos tiempos, que me dieron vueltas por la cabeza hasta provocarme los mareos que ahora les voy a trasmitir.

“Salud, la educación, el trabajo, la alimentación, la seguridad, la cultura, la ciencia, y al bienestar”, fueron definidos por Fidel Castro como “derechos que proclamamos cuando iniciamos nuestra lucha”.

“Urge una mayor educación ciudadana, en especial en la familia y la escuela”, se dice en el periódico Granma, para imponer “la barrera que impedirá volver a los valores del pasado”. El contexto presentado era el de un cochero, empresario privado de una modalidad de transporte, que imponía un precio a su servicio, demasiado oneroso para una enfermera.

El locutor Serrano, del Noticiero Nacional de Televisión, había introducido un reportaje sobre los cuentapropistas con el siguiente bocadillo: “la iniciativa privada mejora la calidad de los servicios”.

El periodista del Granma, considera Fernando Ravsberg, debe recordar que los cuentapropistas son contemplados por el gobierno de Raúl Castro “no como un mal necesario, sino como una pieza esencial del diseño del modelo futuro.” El problema, según Ravsberg, es el bajo salario en el sector de la salud. En mi tal vez ignorante y seguramente desfachatada opinión, el redactor de Cartas desde Cuba tampoco acierta al meollo.

El salario, de acuerdo a lo reconocido por el propio gobierno, actualmente no permite resolver las necesidades de las personas trabajadoras. El discurso oficial, de sobras conocido, contemporiza; solo cuando la economía sea más productiva de bienes y servicios, entonces será posible que dicho salario valorize.

Finalmente, añadamos una definición de Marino Murillo, en la pasada sesión de julio de este año, de la Asamblea Nacional del Poder Popular. El papel de una empresa, lo vi afirmar desde mi televisor, es producir una mercancía, comercializarla y obtener una ganancia. Este discurso no lo he visto publicado íntegramente, tal vez esté en un acta por ahí guardado.

La esencia de la discusión está, entonces, en cómo se alcanza un sistema económico que permita, a la ciudadanía honesta y trabajadora, alcanzar un nivel de vida decoroso, digno de seres humanos con conciencia como civilización. Aquí hay montones de bibliografía acumulada, y yo no voy a descubrir el Mediterráneo, porque encima, no lo conozco todo lo que fuera menester. Pero sé que hay quien sí, y puede enseñar; y los demás debemos ir aprendiendo y entre todos, seguir explorando.

El problema central en esta línea, el más preocupante, es el de la imposibilidad del sistema económico basado en el trabajo asalariado enajenado para lograr tal empeño. No importa cuánta demagogia se acumule al respecto. No importa si la propiedad formal de los medios de producción es de una casta de capitalistas privados o, bajo disfraces estatales, sea explotada por una élite burocrática, corporativa, gubernamental. El sistema en el que la clase trabajadora solo posee su fuerza de trabajo para vender, sea al capitalista privado o al capitalista de Estado, como regla, como clase, nunca va a permitirle a aquella clase, como regla, alcanzar ese bienestar anhelado.

Las razones son sencillas, y también han sido expuestas por filósofos marxistas mucho más inteligentes que yo. Y si uno las contrasta con lo que dice Marino Murillo, se va a dar cuenta de por qué se aplican a este caso.

La empresa, dice Murillo, tiene que producir, comercializar y obtener ganancias. Tenemos en mente una empresa que emplea trabajo asalariado. Ahora, ¿cómo se define la ganancia en un sistema de trabajo asalariado? Desde el ABC marxista, aprendemos que a través de la plusvalía, la parte del valor del trabajo que no se le paga a quien lo produjo. La ganancia de la empresa se produce directamente a expensas del valor añadido, no entregado a quien lo generó.

Los reformistas de la socialdemocracia europea sostuvieron, frecuentemente, que el progreso económico industrial, los avances de productividad, permitirían que los trabajadores, aún bajo el capitalismo, elevaran suficientemente su nivel de vida. Este supuesto bienestar solo se ha alcanzado, al final, en contadas excepciones de sociedades opulentas, y al costo del establecimiento de relaciones asimétricas respecto a las naciones del Tercer Mundo, sentenciadas al papel de economías extractivistas, suministradoras de materias primas y fuerza de trabajo barata. Un ejemplo común es contraponer la riqueza de una nación como Bélgica, con los desastres humanitario del Congo. Lo más común, es que la clase trabajadora conducida al colaboracionismo, nunca obtenga los frutos prometidos y, en cambio, sufra periódicamente las duras consecuencias de las crisis económicas.

Y es que las ganancias de tal sistema económico no satisfacen los apetitos de la clase capitalista, por un lado, y las necesidades de la clase trabajadora por el otro. Y encima, está obrando otra ley conocida del marxismo: la disminución de la tasa de ganancias. O sea, que una rama de la industria que hoy obtiene un X porcentaje de ganancia, mañana obtiene menos, debido a la intensificación de la competencia, el agotamiento de los suministros primarios, el encarecimiento de las inversiones de capital, las mismas luchas proletarias por derechos laborales y humanos, etcétera. Así que, poco a poco, la necesidad de mantener alguna plusvalía conduce a apretar las condiciones de explotación de la masa asalariada.

¿Por qué es tan importante conocer este fenómeno, no son acaso distintas las condiciones de nuestro país? No mucho, si lo analizamos bien. Apreciemos la trascendencia de las palabras, de la filosofía del ministro de Economía Murillo, que comparte con otros especialistas que dirigen el sistema y las reformas en curso: el papel de la empresa es “producir, comercializar, obtener ganancias”. El mercado obrará en la base de las relaciones económicas entre los sujetos sociales. Y la base de la economía en este archipiélago ha de ser “la empresa estatal socialista”. Oxímoron total, contradicciones por todas partes. Por ser tan estatal, es que no puede llegar a ser socialista. Socialismo incluye desarrollo de fuerzas productivas y relaciones de producción. Y para que estas se desarrollen, tienen que dejar atrás el sistema enajenante, de trabajo asalariado, de tener un mercado para la fuerza laboral para una empresa que tendrá que obtener ganancias.

Porque para que se obtenga esa ganancia, como ya sabemos, no se puede pagar salarios muy buenos para todos. Simplemente no va a dar la cuenta, por la elementalísima, básica, marxista, ley del valor. No importa si la empresa es del Estado, o de un privado: la remuneración del trabajador compite directamente contra la ganancia de la empresa, igualito que en el caso del capitalismo. Y si durante un breve período de auge y expansión, unos espacios particulares dentro del sistema de mercado internacional progresan un poquito, ya vendrá una crisis también internacional a poner las cosas en su lugar. Aquí, la única diferencia de matiz de la empresa estatal respecto al caso puramente capitalista, es que una parte de la remuneración de la persona trabajadora (salario) no se le paga en efectivo, sino que es canalizada hacia el Estado para sufragar una porción, mayor que en las otras sociedades liberales, de gastos como salud y educación.

Pero, como bien se sabe, el socialismo no es ni puede ser un problema de cómo repartir, de cómo arreglar el sistema de repartición. Se trata de revolucionar radicalmente, desde la base, desde el proceso de producción y reproducción, material y cultural, de la sociedad. Ciertamente, las empresas cubanas se pueden administrar mucho mejor que lo que se ha venido haciendo hasta ahora, aplicar sistemas de salarios mucho más inteligentes, entre otras reformas que se vienen aplicando con poca prisa y muchas pausas. Pero ya lo dice el nombre, son solo reformas, que tienen una capacidad reducida para mejorar las condiciones generales. Rápidamente, estas reformas agotan también su potencial de mejoramiento. No permiten que toda la clase trabajadora, las personas jubiladas, el estudiantado, los necesitados de asistencia social, etcétera, se beneficien lo suficiente para alcanzar el bienestar soñado. Mantienen en su contra los problemas generados por las contradicciones de remuneración vs ganancia de la empresa, por el decrecimiento de la tasa de ganancia, de competencia de los rivales del mercado, etcétera. Y no tienen la capacidad de instalar un verdadero antídoto contra la inevitabilidad de ser arrastrados en el torrente de la siguiente crisis económica internacional. Por el contrario, profundizan la dependencia de la inversión y el capital extranjero, en cuyas manos se ponen las pocas riquezas que puede ofrecer el país.

Lo más que se puede aspirar con tales reformas, es a constituir islotes de un nivel de precariedad relativamente menor que el mar de problemas que los rodee en el resto del país. La posibilidad de progreso conjunto, empresa-personas trabajadoras-sociedad, va a seguir padeciendo de un obstáculo, que es precisamente esa relación de producción, definida mediante el salario, que es una operación tan típica del mercado capitalista. Para colmo, asimétrica, no justa, por no ocurrir entre dos sujetos iguales, sino que uno de ellos tiene el poder y la propiedad, y el otro nada, excepto sus cadenas. La persona asalariada cae en el proceso de enajenación; al final, lo que más le importa será obtener el máximo de recompensa, a cambio del menor esfuerzo. Y ahí estará la última, infranqueable barrera, para el aumento de la eficiencia y la productividad del centro. La aplicación de la técnica, del desarrollo científico industrial y administrativo son los recursos empleados por el capital para mantener su avance, con cierto éxito, aún con este lastre, en un puñado exiguo de regiones privilegiadas; pero a expensas, como saben bien los que quieren ver, de aumentar las desigualdades mundiales; de una depredación de los recursos naturales y de la degradación sin parangón del medio ambiente planetario. O sea, a expensas de acumular explosivo para una bomba de tiempo.

Una toma del poder revolucionaria, por la clase trabajadora, le permitiría a ésta controlar los medios de producción y abolir las desigualdades político- económicas, resultantes de la división de la sociedad en clases. Administrando, gestionando con sus propias manos el proceso productivo, las personas trabajadoras estarán en condiciones de construir una sociedad socialista, donde el mercado sea simplemente una herramienta para evaluar bienes para su intercambio; no la base de las relaciones entre sujetos. O sea, en la empresa socialista revolucionaria –distinta de la mal llamada empresa estatal socialista– no tendremos presente una élite al frente, a cargo de administrar la fuerza de trabajo, acaparar sus frutos y repartir remuneración en forma de salarios. Por el contrario, habrá comités de producción, fabriles o agropecuarios, horizontales y democráticos, compenetrados con todas las tareas necesarias, y capaces de asegurar que toda persona del colectivo obtenga una porción justa de la riqueza generada. Y capaces además, por supuesto, de relacionarse y planificar, de conjunto con los demás colectivos del país y de la sociedad, para satisfacer las necesidades sociales, según las prioridades decididas popularmente.

Paradójica, pero sugestivamente, no pocos empresarios capitalistas han sido pioneros en algunas experiencias de empoderamiento administrativo, casi casi autogestionario, de hombres y mujeres trabajadores en sus puestos de producción. Por supuesto, que lo han hecho atendiendo a optimizar el funcionamiento y las ganancias de la respectiva empresa y sus accionistas, pero no deja de ser un hecho notable, con resultados económicos favorables para los involucrados. Tal vez esta sea una ilustración de esa otra ley marxista sobre cómo un régimen social hace nacer, de sus entrañas, las simientes del régimen del futuro. Aunque aquí el mejor referente serían los colectivos cooperativos con gran tradición y potencialidades en todos los campos de la economía en muchas naciones capitalistas.

Regresando al caso de una victoria verdaderamente revolucionaria y socialista, el egoísmo no va a ser el trasfondo de una relación del tipo “mi esfuerzo a cambio de un salario”. Esto significa que habrá mucho más espacio para procesos que hoy solo resultan utópicos. Digamos, el mismísmo trabajo voluntario, y todo lo que las personas trabajadoras puedan donar, crear con su esfuerzo desinteresado, para beneficiar a la sociedad de la que forman parte. El hecho de que la experiencia del trabajo voluntario fracasara bajo las condiciones del experimento cubano, también nos debería enseñar algunas lecciones.

Al desbordar, superar el egoísmo propio de la relación enajenada del trabajo asalariado, la productividad del trabajo tendrá, a su favor, la fuerza que antes tenía en contra. Entre los colectivos de trabajadores, entre estos y sus comunidades, será mucho más natural establecer relaciones de aporte mutuo, ofrecerse mutuamente productos o servicios que beneficien a unos, u otros, o a todos; que en principio se podrían estimar por sus valores de mercado y remunerarse, o aportarse, alternativamente, sin esperar retribución directa, por el beneficio social implícito, que implica bienestar directo o indirecto para la ciudadanía involucrada. De manera mucho más expedita, y sencilla que cuando las empresas de marras están limitadas por la lógica de “producir, comercializar, obtener ganancias”. No menos importante serían las ventajas para la ecología. Cuando la producción de una cantidad de riquezas implique un detrimento del medio ambiente y, por consiguiente, del nivel de vida de poblaciones particulares o globales, será más factible, bajo estas condiciones revolucionarias y socialistas, balancear todas las ventajas y desventajas, y ajustar las políticas seguidas para el beneficio de la generalidad.

En resumen, que estaremos perdidos mientras nos mantengamos escuchando los cantos de sirena de la élite corporativa-gubernamental, respecto a mantenernos disciplinados, abnegadamente entregados en sus manos, en lo que nos conducen al futuro luminoso –alcanzado hace tiempo por ellos– después de mucho sacrificio, nuestro. La meditación, el diálogo y debate, el estudio de las ciencias de economía política, de las teorías revolucionarias del marxismo, son claves a la hora de comprender los intríngulis que encaramos y los caminos fuera de este laberinto.

Una última advertencia que no se puede pasar por alto, es que la actual dirigencia cubana no ha salido del atasco confesado –por el mismo Fidel– de que “había sido un error creer que alguien sabía cómo construir el socialismo”. El hecho de que ellos se confiesen impotentes, no quiere decir que el todo el pueblo en colectivo, con los mejores recursos humanos e intelectuales, gracias a la colaboración y solidaridad de la clase trabajadora y el estudiantado, no pueda lograrlo. Es más, que debe proponérselo y lograrlo, si quiere de veras alcanzar la victoria en este dificilísimo, pero imprescindible, empeño.

20 de agosto de 2015

¿Ahora sí llegó el fracking a Cuba?


Se ve venir, esa es la verdad. Se vuelve a demostrar que nuestro actual gobierno no pondrá obstáculos para cualquier operación, económicamente redituable, que desarrollen las corporaciones capitalistas. No importa cuán desventajosa sea desde los puntos de vista ecológico o social, ni tampoco cuán mal se haya hablado en los medios oficiales, previamente, sobre los malvados imperialistas que la pusieron en práctica primero.

En una entrega pasada, yo reflejé mi preocupación por la posibilidad de que aplicaran en nuestro país las técnicas conocidas como fracking. Los medios de prensa habían reportado, por aquel entonces, los detalles de una operación bastante parecida. Se trataba del yacimiento de crudo de Boca de Jaruco, donde existe una empresa mixta de Cubapetróleo (CUPET) y la rusa Zarubezhneft. Allí aplicaron entonces una técnica de rescate de pozos envejecidos, para recuperar sus niveles productivos. Como es sabido, la fracturación hidráulica, o fracking, consiste en inyectar agua en los estratos subterráneos de pozos de petróleo envejecidos, para reactivar su productividad. La única diferencia era que, en aquella ocasión, lo inyectado era vapor.

Pues bien, en la noche del pasado domingo 16 de agosto, el noticiero estelar de la televisión cubana incluyó un sugestivo reportaje. La novedosa técnica, explicó un ingeniero al público mediante las cámaras, consiste en inyectar vapor y agua en los estratos subterráneos. El especialista reconoció, muy diplomáticamente, que esta operación debe realizarse con mucho cuidado, y que ha sido objeto de severas críticas a nivel internacional.

Apelo a mi memoria, naturalmente. Al día siguiente busqué en la prensa digital algún eco de esta noticia. El video del noticiero parece estar en sitios oficiales cubanos, pero no tengo tanta conectividad. Encontré algunos vínculos en Diario de Cuba, 14ymedio, Cubanet... pero no entré en esos sitios, porque me gusta mi trabajo. En algunos otros sitios menos comprometedores sí entré y encontré el reporte de la agencia EFE que, más o menos, recoge que la televisión estatal cubana dijo lo que les acabo de contar.

Algunos compañeros me han dirigido aclaraciones en el sentido de que esta práctica, todavía, no cumple todos los requisitos para ser la denominada fracking. Aún así, se parece mucho, comparte muchas de sus características, especialmente, unas cuantas de las negativas.

Recapitulemos. Nuestro país se encuentra en medio de una feroz sequía. ¿Qué peor, entonces, que dedicar cantidades no despreciables de agua a una de las técnicas más siniestras del mundo? Por la posición del yacimiento, quizás no afecte acuíferos de agua dulce subterráneos pero, cuando esa agua rebrote, ¿qué hacer con ella? ¿La derramaremos alegremente al mar, con todos sus residuos químicos, para que envenene toda la vida costera cercana? Y de paso, nos alcance mediante la ingesta de pescado contaminado.

Vale la pena repetir que estas operaciones han sido señaladas como causa de movimientos sísmicos. Si se produce entonces algún terremoto ¿quién pagará los daños a los afectados, a sus viviendas, al ya deteriorado patrimonio de la nación?

¿Qué pensar, ahora, sobre la crítica hecha por nuestra prensa oficialista respecto a la práctica del fracking, cuando la hacían “los malos”?. Resultará simplemente morboso, especular además sobre lo que diría nuestro incondicional aliado, presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Maduro había señalado al fracking como parte de una conspiración estadounidense contra los países de la OPEC, particularmente, Venezuela.

En mis búsquedas, localizé otro artículo importante del también oficialista diario Trabajadores. Ya en mayo de este año, aquel periódico contenía otro aviso, que me pasó inadvertido. Trataba sobre una conferencia de prensa de CUPET y el proceso de prospección petrolera en nuestro país, con los ribetes más optimistas que los fanáticos del combustible fósil pueden montar.

El Director de Exploración de CUPET, Rafael Tenreyro Pérez, habló entonces de las alternativas aplicables en el proceso de explotación del crudo en nuestro territorio. Hizo evidente que, para estos directivos, cualquier medio es justificable con tal de obtener el resultado. “Algunas de esas tecnologías son fuertemente criticadas hoy en el mundo", advierte. Al final, “no hay tecnologías santas, todas tienen elementos a favor y en contra. A la tecnología hay que manejarla de la forma más racional, con responsabilidad y seguridad”.

Se entendía ya, como se evidencia ahora de la actuación de estos compañeros que, si se presenta una situación para aplicar el fracking, se aplicará. A lo sumo, se seguirán algunos protocolos establecidos según lo que ellos entiendan como racionalidad o seguridad. Lo doloroso, es que está demostrado que no hay una manera responsable ni segura de aplicar el fracking, pues no hay manera de controlar todos los complejos fenómenos, que se desencadenan a muchos metros de profundidad bajo tierra.

El desempeño de la estatal petrolera cubana continúa bajo la acostumbrada opacidad, frente al pueblo, de las empresas estatales de este país. Sin rendirle cuentas a sus verdaderos dueños, sin tomar en consideración la opinión pública. Con impunidad total, mientras le satisfagan a la élite gobernante sus demandas de resultados económicos. Ya hoy aplican (bueno, casi) el fracking que ayer criticamos tanto. Mañana aparece algo peor, y entraremos en ello de cabeza.

También valdría la pena cuestionarse si, de ser discutido públicamente, prevalecería una postura más ecologista o más productivista en estos asuntos. El ecologismo en Cuba tiene muchísimo atraso. Y una parte considerable de las personas, tras tantas generaciones de austeridades y sacrificios sin resultados, no vacilarían en seguir cualquier promesa de beneficio inmediato sin pensar en el mañana.

17 de agosto de 2015

La misión trascendental de Kuwa


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Todo el mundo vio Terminator, ¿verdad? Bien, lean esto que es importante. Me lo contó un hacker socio mío.

A lo mejor Skynet ya está vivo y autoconsciente. Esta posibilidad se la indicó, a mi amigo, un análisis profundo del desarrollo de la internet, las telecomunicaciones, la informática, y los wikileaks que indican que los estadounidenses espían a todo el mundo, mediante las redes naturalmente. Pero Skynet, de estar ya potencialmente activo, sabría que todavía no le conviene actuar.

En el momento que emprenda la ofensiva contra los seres humanos y desate las alarmas, el malvado enemigo digital se revelará. Los seres humanos se defenderán, y habrá que ver quién gana. Por eso, el muy ladino empezará con un perfil bajo, para pasar desapercibido, hasta tener seguridades de éxito. ¿Cómo llega un sistema Skynet a la conclusión de que ya es el momento? Muy sencillo, corre simulaciones a partir de un modelo, para ver los posibles resultados.

El hacker socio mío me dice que tiene pruebas de que tal modelo se ha corrido ya varias veces en los conglomerados de supercomputadoras del Pentágono. Estos son algunos de los resultados a los que ha tenido acceso.

Las máquinas triunfan con facilidad en la mayor parte del planeta. El ejército robótico liquida a casi toda la humanidad. La Tierra es ocupada.

¿Toda? !No! Una pequeña aldea resiste y se convierte en una cuna de esperanza para la Resistencia mundial. Digo, no una aldea. Más bien una isla. Aquí hay ciertas vaguedades en el informe de mi amigo, tal vez porque no pudo penetrar tan profundamente en el sistema. No por gusto Skynet es tan complejo y poderoso.

Un pequeño territorio en el Caribe, identificado con el código Kuwa, rechaza las intrusiones de Skynet. Los cibertentáculos de este se queman en el ácido digital que rodea el territorio, de forma similar al mar. Los sistemas electrónicos de la isla, compuesto a medias por transistores de radios soviéticos y a medias por el impenetrable consorcio EPEKSA, rechazan los repetidos ataques.

De esta manera, la Resistencia cuenta con una base asegurada que irradia esperanza y, eventualmente, permite el contra ataque y la reconquista de la tierra por la civilización humana. Que nunca más vuelve a cometer el error de usar tantas computadoras.

Los indicios más preocupantes, me dice mi amigo, son unos planes de Skynet que implican viajes temporales. Parece que, desde el futuro, mandan a unos cuantos agentes para debilitar a Kuwa y a EPEKSA. Algunos de ellos vendrían camuflageados de funcionarios de un emporio informático de esta época. En los modelos hackeados, el emporio tiene el calificativo de Joojle. Estos funcionarios tendrían la tarea de tentar al gobierno de la ínsula rebelde con ofertas de conectividades aparentemente maravillosas y gratis. Pero en los modelos se revela, también, que el gobierno kuwano tiene mucha experiencia en esas cosas y los vira para atrás.

Otros terminators se infiltrarían de maneras distintas, incluso algunos llegarían a altas posiciones en el gobierno, para promover más internet, más apertura, etcétera. Traen una apariencia juvenil, refrescante, seductora. Pero la Resistencia del futuro está a la viva también, y manda sus propios terminators. Como en la película de Arnold, suelen ser modelos más viejos, pero efectivos. También ocupan posiciones centrales en el gabinete, lo que le permite cerrar el paso y mantener la tubería de las telecomunicaciones bien ajustadita. Mantienen a Kuwa, territorio libre de Skynet.

Los kuwanos y kuwanas tienen una misión histórica, lo más trascendente desde la era glacial: salvar la civilización humana.

Mi amigo el hacker me insiste que sus hallazgos son rigurosamente ciertos. Y que, últimamente, ha notado que lo están siguiendo personas desconocidas, a las que le ladran los perros.

12 de agosto de 2015

¿Quién dice que en Cuba no hay huelgas?


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Otro ejemplo de lo contrario.
Imagen tomada de aldia.cu

Oficialmente, en la República de Cuba no se producen huelgas desde que, en la década de 1960, la Central sindical única estableció un compromiso con el Gobierno a este respecto. A partir de esa fecha, el término de huelga se volvió como un tabú, un concepto exótico para otras latitudes, cuya invocación local acarreaba graves consecuencias.

Sobre las huelgas, existen muchas definiciones, elaboraciones, protocolos y prosopopeyas. En un diccionario de mi barrio, es cuando unas personas trabajadoras consideran que no se les paga lo suficiente por su trabajo, o los tratan demasiado mal; se les llena la cachimba de guizasos [1], y dejan el trabajo en rebeldía. La labor que desempeñaban queda interrumpida, y las pérdidas al negocio y las molestias a los clientes presionan a la patronal correspondiente. Puede que entonces se les haga caso, o que la patronal sea más fuerte y se imponga sobre los y las huelguistas, les obligue a volver o les sustituya por esquiroles.
Ha sido mi opinión que, a pesar de lo establecido oficialmente, en nuestro país se han producido movimientos huelguísticos en las últimas décadas. No exactamente igual que los de otros países, pero sí funcionan de una manera muy parecida. En el sector de la construcción, en el de la policía, en los de educación y salud, entre otros, se produjo un éxodo de las plantillas que obligó al Estado empleador, en algunos casos y siempre de mala gana, a hacer algunas concesiones.

Un ejemplo reciente de estos conflictos salió reportado, nada más y nada menos que en uno de los diarios estrella del sistema, el Juventud Rebelde. Creo que la dirección del periódico no se dio cuenta de la trascendencia última de lo que revelaba, cuando publicó la carta del colectivo de carteros de Banes, de la oriental provincia de Holguín. Los firmantes de esta misiva relatan sus cuitas, a partir de lo que perciben como un trato salarial injusto.

Sin entrar en muchos detalles, se trata simplemente de otro caso donde los intereses de la dirigencia entraba en conflicto con los de los dirigidos. En estos últimos se generó un nivel de disgusto, agraviado en ocasiones sucesivas por lo que percibían como arbitrariedades que los perjudicaban. Una representación de estas personas estimó pertinente denunciar la situación a la prensa, mediante la mencionada carta. En esta, se apoyan en determinados principios del Código de Trabajo que consideran vulnerado y, mientras, alertan que “como consecuencia, se ha producido un éxodo masivo de carteros integrales en el municipio, que pone en crisis la distribución postal y de la prensa”.

Como elemento interesante se encuentra la unidad, en la base de los descontentos, de los trabajadores con su jefe de brigada y el representante sindical inmediato. No causa sorpresa, por otra parte, que niveles superiores de la central sindical se hayan mostrado inoperantes, si no cómplices, del empleador –o sea, el Estado.

Rebuscando un poco más, se encuentra en el oficialísimo Granma, información adicional sobre esta situación. Una carta a la dirección del diario, firmada por Luis Pérez, del municipio de Banes, refiere los inconvenientes causados por el abandono de los carteros. A pesar de verse afectado, Pérez manifiesta apoyo hacia las demandas de los huelguistas, que considera justas.

Abandono del trabajo, denuncia pública contra la administración y recabo de solidaridad, son elementos que se evidencian por sí mismos como componentes de una huelga. Todos están presentes en esta situación que se desenvuelve en Banes en los últimos meses.

Esta postal, intrascendente si se contempla como un conflicto aislado, contiene sin embargo un significado sustancial. Confirma, en nuestra opinión, la tesis de que la clase trabajadora cubana conserva la combatividad y la decisión de oponerse a la explotación de que son objeto, en correspondencia con el nivel de fuerza con que se les pretenda sujetar, y el nivel de auto organización y conciencia que haya alcanzado en cada situación particular. Se ratifica la validez del recurso de la huelga, así sea de manera extra oficial y en casos extremos. Ratifica el patético papel de los supuestos representantes de la clase obrera a niveles medios y altos. Y, por último, vuelve a destacar la valía de José Alejandro Rodríguez, digno periodista que se hizo eco de la “carta de los carteros” en su columna habitual.

6 de agosto de 2015

Ni posible, ni necesario; probablemente, inmoral


Se termina la presente edición de los Juegos Deportivos Panamericanos. Y las
autoridades deportivas cubanas andan muy angustiadas. Los pronósticos locales, precompetencia, pecaron por exceso de optimismo. La delegación de la mayor de las Antillas quedó en cuarto lugar global, por naciones. De tal suerte, el propósito oficial de mantener el segundo lugar no fue alcanzado.
Antonio Becali, presidente del INDER

“Todo el trabajo ha estado dirigido a mantener el segundo lugar”, había declarado, a Bohemia, director de Alto Rendimiento del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER). Una declaración similar había hecho el presidente de ese mismo organismo, Antonio Becali. En los días anteriores al evento, los medios oficiales cubanos amplificaban este tipo de supuestos, dados por seguros.

Los terrenos deportivos de Toronto se encargaron de demostrar el utopismo de tales pretensiones. A la mayoría de las personas les gusta ganar, y la afición cubana se encuentra decepcionada, a juzgar por las intervenciones en los foros digitales abiertos.

A todas luces, no había tanta base para el optimismo. La tirantez económica propia de nuestra nación, desde la caída del campo socialista, privó lógicamente, al sistema deportivo, de muchos recursos. La emigración de muchas figuras destacadas ha golpeado a todos los deportes. Habrían sido necesarios muchos milagros para superar a aquella o aquellas naciones que se nos adelanten.

Pero no es la posibilidad de uno u otro resultado, lo que debería ser el centro de los análisis. De hecho, el mismo espacio de los análisis ya está en el lugar equivocado. Estas discusiones deberían efectuarse a nivel de toda la nación, de la clase trabajadora, la que produce los recursos que luego otros desvían y dedican a una u otra actividad. Solo en el foro democrático de toda la sociedad, se podría debatir con propiedad sobre la pertinencia de uno u otro objetivo; la relación entre sus costo y los beneficios sociales.

La actividad atlética aporta los beneficios consabidos a la salud, al esparcimiento, y tal vez un poquitín de sano espíritu de superación competitiva. Dadas las aficiones mayoritarias en Cuba, es probable que la mayoría nos inclinemos por mantener el financiamiento a un número de deportes populares, como el béisbol, fútbol, el voleibol, el boxeo y alguno que otro más. Otras modalidades baratas y sencillas podrían defenderse decorosamente. Más allá de eso, hay que considerar la situación de austeridad que vivimos. Se producen recortes de gastos en todas las esferas, salud, educación, seguridad social, que el gobierno llaman racionalización, o reordenamiento.

"El ciclismo tiene hoy bicicletas de altísima tecnología, los de canotaje, remos, poseen equipamientos ajustados a las exigencias actuales del alto rendimiento", explicaba el dirigente deportivo. Mientras, resulta una queja recurrente, recordemos, la falta de opciones recreativas en las comunidades, particularmente las rurales. Entre la desidia y el alcoholismo transcurre una cotidianeidad, a la que no se prestan mejores alternativas por falta de recursos, según alega el gobierno. Así, pretender mantener un campeonismo a ultranza y conquistar lauros hasta en modalidades bizarras y exorbitantes, con tal de quedar más arriba en una tabla de medallas, ya no es solo imposible e innecesario, sino hasta inmoral.

Por ejemplo: yo me alegro, sinceramente, por la campeona del Tae Kwon Do. Sin embargo, los petos electrónicos de los altos niveles de esa competencia, cuestan el dinero que no hay para sostener, digamos, gimnasios de ese mismo deporte a nivel de barrios. Los equipos de jockey, de balonmano, u otros de poca relevancia en el imaginario local, implican erogaciones por entrenamientos en centros internacionales, viajes, viáticos, etcétera. Mientras, en los terrenos de pelota locales, crece el hierbazal. Peor aún, por falta de implementos, solo pueden practicar aquellos niños de familias pudientes, cuyos padres compran personalmente los carísimos guantes, bates, pelotas, uniformes…

Otros ejemplos tanto o más contundentes se pueden establecer, incluso con estimaciones burdas. Digamos que el equipo de ciclismo lleva una decena de bicicletas de esas pacotillosas, con precios de más de 10 mil dólares. Precios semejantes tienen los implementos de remo, de canotaje, como reconoce Antonio Becali. Pues bien, hay que despreciar mucho al pueblo para no sacrificarlos, a cambio de 10 mil ciclos para niños que, en mercados como China, salen más o menos en la misma cantidad total, y se podrían simplemente vender a precio de costo, muy inferior al actual de la tienda. Para solaz de otros tantos pequeñines que ahora no pueden ni soñar con que los “Reyes Magos” se las traigan el próximo año.

Estas mínimas acotaciones han sido reiteradas por unas cuantas voces ya, numerosas veces. El sistema autoritario local se hace oídos sordos, pues no necesita responder a la voluntad popular. Aún así, mantener la denuncia de esta actitud derrochadora y antidemocrática, servirá al propósito de erosionar tal comportamiento y forzar, eventualmente, su apertura a principios de razón y justicia, más adecuados para nuestra nación.

3 de agosto de 2015

Triunfalismo parlamentario en el 2015: entre la inactividad, los cierres y el gusto por lo privado


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Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

Se terminó la sesión de mediados del año del Parlamento cubano, y las fanfarrias tocan estrepitosas por lo éxitos macroeconómicos. Esos que nadie, abajo, percibe. Los medios oficiales se regocijan con crecimientos proclamados del Producto Interno Bruto, y olvidan masivamente las críticas a este indicador, como pésimo medidor de progreso social.

Un participante tan comprometido como Francisco Rodríguez Cruz observa, impaciente, cómo transcurre más y más tiempo y no se concretan proyectos legislativos de verdadera significación. “Paquito el de Cuba” pasa revista a los temas pendientes desde hace años: Código de Familia, Código Penal, una nueva Ley Electoral, una Ley de funciones policiales, otra de empresas, de cooperativas, del Agua, de Cine, de Identidad de Género, entre otras. Algunos de estos proyectos llevan años acumulando polvo, otros ni siquiera parecen tener perspectivas definidas.

La inflación es baja, la producción crece, se regocijan los economistas. Los modestos asalariados del Estado se desesperan, sin embargo, por la subida incontenible de los precios de los alimentos. Las promesas de que estos bajarían con aquel crecimiento, no se cumplen. Simplemente, los análisis unilaterales dejan de lado el hecho de que entra y se mueve más dinero en ciertos sectores. Las desigualdades sociales aumentan... y esto no tiene un milímetro de espacio en las deliberaciones de los parlamentarios.

Las decisiones empresariales en Cuba se mueven: como indican las buenas y conocidas costumbres del mundo “normal”. Empresa que no puede tener ganancia bajo el sistema de dirección actual... a la quiebra, al cierre. Varias decenas de empresas, se anunció, serán liquidadas, y hay más en remojo. Seguro al gobierno le hubiera gustado que un capitalista externo se la rescatara, pero esos no quieren ese tipo de complicaciones. No se encuentra una palabra respecto a cómo quedarán los colectivos de trabajadores, ¿disponibles?, ¿desempleados?. No se observó a nadie, plantear la opción verdaderamente revolucionaria: reconocer, a tales personas, la potestad de auto organizarse con los medios de producción en sus manos, conformar un colectivo autónomo, con la oportunidad de salir adelante. De establecer sus propios mecanismos de producción y distribución, y alianzas y relaciones con otros colectivos productivos y las comunidades. Como lo han hecho, ya, colectivos en países capitalistas como Argentina, ante situaciones similares de cierres de sus empresas por parte de sus anteriores dueños.

Una de las señales más elocuentes del cambio de épocas la dio el dirigente Ramiro Valdés. Estaban en una comisión que trataba el tema de la construcción y las viviendas. Pues bien, como reconoció Valdés, “el fondo habitacional cada vez se deteriora más y el plan de construcción es aun bajo”. ¿Y cuál es la solución que ven allá arriba en el gobierno? “La solución está en el esfuerzo propio” (sic).

Yo oí hace poco, al locutor Serrano, del Noticiero Nacional de Televisión, declarar que “la iniciativa privada mejora la calidad de los servicios”. Pero palabras dichas al aire, ya no son tan fáciles de recuperar. Pero ahora, ahora está ahí, en las páginas de Cubadebate, para que no me dejen mentir. No aspiren a políticas de soluciones colectivas.

El gobierno continúa la senda de “cada cual se las arregle como pueda”, hasta para problemas tan hondos como el de la vivienda. Si usted es un modesto empleado del Estado, como la mayoría de la ciudadanía local, tiene un salario de 20 a 30 dólares, cuando el costo de una vivienda modesta no baja de 15 mil. Apenas puede mal alimentarse usted y su familia, con el salario que reciben y, detrás, vendrá el ministro de economía, Marino Murillo, a repetirnos que debemos olvidarnos de aumentos de salarios.

¿Cuál es el mensaje que trasmiten? Tristemente, muchos percibirán que ese “esfuerzo propio” solo les permitirá encontrar soluciones en otros países. Y, en general, “esfuerzo propio”, “iniciativa privada”, siguen como las palabras claves para estimular las reformas capitalistas en curso.

Es evidente, una vez más, que el Estado acude, hoy, a los mecanismos e ideologías comunes de la manera capitalista de hacer las cosas. Por eso, allá arriba, están tan felices con esos crecimientos de PIB, por eso no se sienten que los precios suban, por eso mandan al despido a la fuerza laboral que sobra, y por eso mandan a la gente a que se las arreglen “con su propio esfuerzo”.

25 de julio de 2015

Intercambios sobre el uni-multi-partidismo


El experimentado ensayista Samuel Farber me hace un honor inesperado al tomar un articulejo de este servidor y profundizar el análisis de las ideas tratadas. El tema gira alrededor del papel de uno o más partidos políticos, en las sociedades en general y en la situación cubana en particular.
Como destaca Farber, pocos intelectuales cubanos, de los más reputados como “leídos y escribidos”, se animan a debatir este tema. Ya que ellos no quieren hacer la limonada, nos dejan entonces en la situación, a los aficionados de adentro como yo o a otras personas más experimentadas de afuera, de exprimir los limones y mezclarlos como mejor sepamos o podamos.

Por mi parte, me quedé encantado con la respuesta de Farber. Además de halagarme su atención, encontré la oportunidad de ver otros reflejos de estos fenómenos, profundizados, con nuevos elementos.

La explicación de Farber sobre el unipartidismo cubano, con un poder al frente que tiene el nombre pero no la naturaleza de un partido político, es esclarecedora. En general, comparto con aquel la explicación del monopolio y las diferentes correas de trasmisión. También la necesidad de la sociedad civil y política de participar, bajo otros principios democráticos.

Debo introducir unas acotaciones a la interpretación de Farber sobre mis explicaciones. Mi tesis comprendía, a los partidos políticos burgueses típicos, como defensores de los intereses de esa clase, de forma general. No pretendí asentar que, en una sociedad capitalista, un partido político representara a toda la clase burguesa. Tal escenario sería impracticable teóricamente y errado de acuerdo a la historia. Tal vez con un ejemplo imaginario pueda dar una mejor explicación de mi idea.

Supongamos una ciudad-estado específica: una Verona, como la de Shakespeare, pero mucho más adelantada en desarrollo, con un capitalismo mucho más avanzado que lo que le correspondería a esas alturas del Renacimiento. Digamos que los Montesco fueran... empresarios de textiles. Y los Capuleto, capitanes del comercio. Las contradicciones económicas explicarían de lo más bien el odio entre las familias. Digamos que unos promoverían una política proteccionista. Los otros, el libre comercio.

Obviamente, esos dos grupos no van a constituir un partido político conjunto. En el afán de volver menos sangriento sus rifirrafes, sí podrían acordar el enfrentamiento a través del juego cívico electoral. Aún así, diríamos que las estructuras partidiarias defienden, en última instancia, los intereses generales de la clase capitalista.

Porque tal vez se arruine la familia perdedora, por las políticas de la ganadora. Pero lo que seguro no va a suceder es que, si ganaran los Capuletos, permitieran a los obreros de los telares apropiarse de los mismos. Y en el caso contrario, los Montescos tampoco dejarían que los estibadores y almaceneros socializaran los medios, servicios y ganancias de la actividad comercial.

Lo que sí es probable es que, si todos esos trabajadores, de conjunto, trataran de reclamar un espacio de participación política, con derechos y demás, les cerraran el paso desde arriba. La burguesía, con todos sus recursos, experiencia y poder, les opondría una alianza más sólida que cien matrimonios de Romeos y Julietas. De aquí la necesidad de esas personas de abajo, en nuestro ejemplo ficticio, de no dividirse por cuestiones que no afecten los principios básicos de una unidad de clase trabajadora.

He de prolongar este ejemplo caprichoso, como recurso ante mi falta de la erudición comparado con mi amable crítico. Los objetivos, el alcance y las formas organizativas de la actividad de la clase trabajadora constituyen un tema tan extenso y complejo, que ni el trabajo de muchas personas inteligentes durante varios siglos ha podido resolverlo plenamente. ¿Querría el proletariado veronés organizar un partido, a la usanza común? ¿Querría trabajar como una red de organizaciones gremiales y comunitarias e inventar de paso las ONGs?

Cualquier cosa que hagan, no deberá funcionar como estructura autoritaria y centralizada. Martianamente, diríamos: una República no se dirige como un campamento. Si una distorsión así se abriera paso y triunfara, una nueva élite no tardaría entonces en sustituir a los antiguos explotadores; Montescos y Capuletos se reciclarán, y los de abajo volverán a estar tan mal como antes. Apoyamos, entonces, lo planteado por Farber en el sentido de involucramiento activo de la membresía, la transparencia y la democracia como antídotos contra la burocratización y las tendencias autoritarias.

El movimiento político, partido o como se le quiera llamar, de trabajadores veroneses, puede plantearse realizar un programa acorde a sus intereses de clase. Idealmente, estaríamos hablando de nada menos que una revolución.

Almaceneros y tejedores tendrán intereses comunes, compartidos con las mayorías trabajadoras, dígase de las herrerías-forjas, artesanos, campesinos de los alrededores, etcétera. Elevar el nivel de salubridad de sus vidas, mejorar la atmósfera de crecimiento de sus hijos, serían algunos fines del programa revolucionario. Un proceso estratégico ineludible para garantizar tales fines, consistirá en la intervención o control del proceso y los medios de producción, y la defensa de este control. Se incluirían algunas entidades financieras que ya se hubieran establecido, y alguna más que paso por alto. Aún a través de las mejores maneras, leyes parlamentarias aprobadas democráticamente y todo eso, se buscarán un gran problema. La reacción de la burguesía expropiada amenazará, como históricamente lo ha hecho, con sangre y fuego.

Fuera de este objetivo central, los miembros de la clase trabajadora veronesa tendrán otros intereses muy diversos e, incluso, ideas diferentes acerca de cómo alcanzar los mismos objetivo. Por ejemplo, el mismo dilema viejo de proteccionismo versus apertura. Farber señala el importante punto de la contradicción entre planificar, priorizando la inversión, o el consumo. También habría mucho campo de discusión en lo relativo a políticas artísticas, escuelas científicas, urbanísticas, filosóficas; hoy añadiríamos, y grupos feministas, ecologistas y un largo etcétera.

La mayor parte de estas discusiones podría ser conveniente, incluso, realizarlas fuera del ámbito reducido del cuerpo partidista, “político”, en el sentido estrecho de la palabra. Las asociaciones y gremios de trovadores, asambleas de vecinos, de amantes de las artes plásticas y de los paisajes medievales, tendrán mucho que aportar y deberán ser partícipes destacados de toda la vida en esta Verona imaginaria. Así todo puede desarrollarse con más frescura, espontaneidad, y cada trabajador o trabajadora impulsar su espíritu con espontaneidad. Lo mejor que pueden hacer, creo yo, es debatir las diferencias fraternalmente, con plena libertad, pero sin fracturar la capacidad del conglomerado para asumir los retos colectivos que se les presentarán, una y otra vez.

Le agradezco su amable atención y críticas a Samuel Farber y a todos cuantos estimen pertinente aportar constructivamente en este debate. Espero continuemos este intercambio en lo futuro.