Con la celebración, en el próximo mes
de abril, del séptimo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC),
el país se aboca a lo que supuestamente constituye una ocasión de
definiciones trascendentales. De esas que pueden definir las vidas y
circunstancias, esperanzas y frustraciones de las generaciones
actuales. De tal suerte, la participación colectiva general parecería un obligado requisito, si se aspira a representar un mínimo de transparencia y democracia por parte de una fuerza que sostiene la necesidad y el derecho a dirigir al resto de la sociedad cubana.
Sin embargo, el proceso del cónclave avanza envuelto en
una nube de incertidumbres, que pareciera diseñada en busca de la
indiferencia pública.
Recapitulemos. El máximo órgano de
poder del PCC, el susodicho congreso, tuvo un irregularísimo período
de ausencia entre su 5ta y su 6ta edición. Esta última, celebrada a
inicios de la actual década, validó los conocidos “Lineamientos”,
a manera de Hoja de Ruta del programa de reformas del gobierno
presente. Si bien los Lineamientos fueron concebidos lejos del
escrutinio público, en un momento dado, previo al 6to congreso, se
dieron a conocer para su discusión y aceptación general. La
discusión de los Lineamientos estuvo lejos de ser democrática ni
transparente, pero los fenómenos recientes hacen extrañar aquellos
momentos.
En estos meses, pareciera estar vigente
una campaña bien diseñada para mantener la atención pública
apartada del próximo gran cónclave. Esta ha tenido la facilidad de
apoyarse en la mayor preocupación de la población, que es la
inflación galopante de los productos agropecuarios. Cuando este
debate decae un poco, oportunamente viene de visita un Papa, o el
mismísimo President de los Estados Unidos; o se aviva la
discusión acerca del sistema deportivo nacional –especialmente el
béisbol– y sus relaciones con el mundo profesional extranjero
–sobre todo con las Grandes Ligas.
En tal contexto, el periódico Granma
informa que el sector agropecuario marca el origen predominante entre
los delegados al próximo congreso. Esto permite reflejar la realidad
del país, afirma
el órgano oficial del Partido. Sin embargo, se conoce que más del
70% de la población cubana nació o reside en las ciudades. El
sector económico predominante en la nación es el de los servicios.
Como se sabe que los puntos donde se eligen a los delegados y
delegadas son designados “desde arriba”, la composición de los
congresistas huele más todavía a manipulación.
El documento que parece clave para el
próximo, 7mo Congreso, podría ser el de la Conceptualización del
Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista. Como
otras veces, este documento de la Conceptualización fue concebido
tras bambalinas, y por comisiones secretas. Y dije, “parece”, y
“podría”, porque no he encontrado ninguna información oficial
que ofrezca constancia de que sea, verdaderamente, el plato fuerte
del Congreso. Ningún ciudadano “de a pie” de este país, ha
tenido acceso a esos planes.
Cuando los Lineamientos del 6to
congreso, la población cubana en general tuvo por lo menos, un
atisbo previo a las recetas con que se luego se nos habría de
cocinar. En esta ocasión, no ya a la población, sino hasta a la
mismísima militancia del PCC en general se le ha escamoteado la
posibilidad de analizar el tal documento. Según otra nota del
Granma, los delegados electos al 7mo Congreso, más los
diputados al parlamento cubano, más otros dirigentes y cuadros
selectos, empezarán a reunirse este mes para discutir los documentos
“que serán puestos a la consideración y aprobación” de la
mentada reunión, sin entrar en detalles de cuáles son los citados
documentos. Luego, abunda
el diario, los encargados de las versiones originales
de los documentos “objetos de análisis” tomarán notas y
presentarán versiones más acabadas, hasta el momento de la conocida
aprobación por unanimidad. A estas alturas, el proceso previo al
Congreso número 6 parece un modelo de democracia.
Prácticamente ninguna voz se ha
alzado, desde el seno del oficialismo, para denunciar tal atropello.
A nuestro conocimiento, tan solo el periodista Francisco Rodríguez
Cruz, Paquito el de Cuba, ha dado una
muestra ejemplar de honestidad y valentía, al
rechazar tal manipulación, dentro del marco de su militancia.
Lo que se deduce y confirma de este
nivel de secretismo, una vez más, es el pánico de las autoridades
nacionales a la transparencia, y su falta de voluntad democrática.
Obviamente, están conscientes del deleznable papel que juegan, al
bloquearle al pueblo cubano el ejercicio de su poder soberano. La
información es parte esencial del poder. De tal suerte, no quieren
arriesgarse a que las nuevas estrategias políticas que se plantean,
puedan ser analizadas con suficiente antelación, para su crítica y
denuncia de ser necesario, ante la opinión pública.
Sin arriesgar demasiado, resulta fácil
intuir que los programas en cuestión deben ser la continuación de
las políticas en curso. Que, además, reflejan las contradicciones
de facciones en pugna. Por una parte, abogarán por la profundización
de las reformas económicas y, por otra, persistirán en la defensa
de los intereses de la élite, apoderada del Estado y escudada en
éste.
Al final, queda la esperanza de que ni
la más secretista o maquiavélica de las maniobras garantizará para
siempre el predominio de los intereses retrógrados en las esferas de
poder. La voz de las personas, ansiosas de ejercer sus derechos y
libertades, se expresa con fuerza creciente en cada espacio a su
alcance. La crítica y las demandas sociales no necesitan esperar por
la publicación de un documento espurio más o menos, para continuar
su trabajo en pro de una nación más participativa, más democrática
y, para los que defendemos tales ideales, más socialista.
Próximamente, la mayoría de los delegados del 7mo congreso jueguen
su triste papel de figurantes de la minoría que los convocó, y las
(no tan) nuevas conceptualizaciones de marras se harán públicas.
Luego, la continuidad de los sufrimientos, esperanzas, sentimientos y
voluntad de todo el pueblo determinará, como siempre, el devenir
futuro.
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