Ya estamos a las puertas del año 2016, con
la perspectiva de la celebración del VII Congreso de “el inmortal” (el Partido
Comunista Cubano, PCC, para los que no están al tanto de la terminología). Hasta
ahora, lo que más se ha destacado en el proceso asambleario que recorre las
provincias, es la preocupación de la alta dirigencia por la producción de
boniato y esas cosas. Y yo tengo atravesado entre ceja y ceja, que sería
esencial que los militantes de esa organización no dejaran la oportunidad de
aclarar un par de puntos programáticos.
Me parece que la benemérita institución
debería, con carácter prioritario, aclarar su carácter clasista. Me explico.
Supuestamente, hasta hace poco en Cuba todos éramos trabajadores, ya fuera de
la ciudad o del campo, manuales o intelectuales, proletarios o campesinos. Pero
llegaron los tiempos de las actualizaciones, y ahora florece la clase
“emprendedora”, la economía abiertamente privada, con sus empresarios, desde
los más pequeños hasta los no tan pequeños.
Y yo me pregunto lo siguiente. Supongamos
un nuevo capitalista de estos, con su negocio, sus proletarios empleados, con
todo el paquete, que quisiera, pidiera, su ingreso al PCC. También puede
tratarse de alguien que ya era militante, y que ocurre que se vuelve dueño de
un negocio de estos, dígase un restaurant, una hacienda que explota braceros,
lo que sea.
Supongamos que sea una persona respetuosa de las leyes actuales. Que paga sus impuestos regularmente; socialmente aceptado en su comunidad; haga la guardia del CDR; que ayude a los viejitos a cruzar la calle; aporte para la pintura de pintar la escuela, y que sea hasta buena gente, vaya. Yo me pregunto, cuál será la respuesta del núcleo del Partido correspondiente. Cuál será la política al respecto de tal miembro de una clase antagónica al proletariado, que pida su ingreso al Partido que se consideraba, hasta cierto punto, del proletariado.
Quisiera saber, de paso, de qué lado se
pondrá el Partido en los casos de conflictos laborales entre trabajadores y
patrones en ese sector de la economía privada. Si quienes trabajan en uno de
esos negocios deciden, digamos, de hacer una huelga contra quien los explota,
qué lado podrá contar con la solidaridad partidista.
También quisiera saber cómo se enfocaría el
principio del internacionalismo proletario, si se diera un caso como el
siguiente ejemplo. Supongamos que a los trabajadores de la cadena hotelera
Meliá, en España, se les llena la
cachimba de guizazos y van a la huelga por mejoras laborales. Y piden ayuda a
sus hermanos de clase cubanos, del mismo ramo, en nombre de ese
internacionalismo, como en los buenos tiempos de las Internacionales.
Este tipo de definiciones me parecen, justo
ahora, más importantes para el Partido, que seguir con los intentos de dirigir
el cultivo del boniato como en los últimos 40 años. Yo pienso que es mejor que
las cuestiones de la producción se les dejen a quienes trabajan. Que será mejor
que el Partido se concentre, en cambio, en definir los asuntos ideológicos, de
la administración del poder, de la participación y demás. Que termine de
clarificar si se consideran capaces de dirigir la construcción de un proyecto
socialista o si se mantienen en la postura de que nadie sabe cómo construir tal
cosa. Luego, las personas trabajadoras tendrán elementos concretos reales, mejor
información, para juzgar si vale la pena prestar su apoyo a esta fuerza.
Se me antoja que conozco de antemano la
respuesta. Después de todo, la aplastante mayoría del Parlamento cubano validó
el infame Código de Trabajo neoliberal, vigente aquí hoy. Y los miembros del
Parlamento que votaron a favor de tal engendro, eran total o casi totalmente,
militantes del PCC. De todas maneras, no
es lo mismo que uno se lo imagine, a que el Congreso, como máximo órgano de
poder de tal institución –bueno, en teoría– defina tales posturas.
Es verdad que reconocer oficial y explícitamente
tal cuestión puede resultar un poquito dificultoso. Porque equivaldría a
reconocer que no constituyen un partido proletario, comunista en el sentido
marxista; ni siquiera socialdemócrata. Si acaso, una organización
social-cristiana o algo parecido.
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