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12 de enero de 2012

La gente se extraña

tags: Cuba, sociedad, economía, corrupción, educación, salud, política, marxismo, PCC
 
En uno de esos ómnibus nuestros disparatadamente repletos, el conductor tiene encendida la radio y por los altavoces se oye que, para evitar el contagio con la gripe, se eviten las aglomeraciones. Luego un funcionario se extrañará, criticará, porque las personas no tienen bastante conciencia para recibir los mensajes de bien público.
 
Se le paga al trabajador una cantidad de dinero, que ni equivale a la fuerza de trabajo entregada, ni cubre sus necesidades familiares y humanas, y el empleador se extraña de que el trabajador no rinda todo lo que puede y hasta sustraiga lo que está a su alcance. Se le asigna a los cuadros poderes para controlar a los subordinados y que estos no roben; luego hay quien se manifiesta extrañado porque los cuadros se corrompen y roban.
 
Los cuadros administrativos son seleccionados, premiados o sancionados más en base a la satisfacción de criterios políticos y burocráticos que de resultados productivos reales –tampoco es que hayan tenido siempre todas las potestades necesarias para cambiar las cosas–, y hay quien se extraña que no se tomen las decisiones más competentes desde el punto de vista económico. Para lograr que una producción alcance al consumidor final tiene que ser planificada, aprobada, controlada, asignada, asegurada y monitoreada por las once mil vírgenes, y hay quien se extraña que se pierdan una tras otra las cosechas, y que languidezcan las mercancías en almacenes y patios.
 
Se contraen los programas y proyectos sociales de las casas de Cultura de las comunidades, se reduce al mínimo el trabajo artístico y cultural con los chicos y chicas de los solares y de las escuelas, y los intelectuales se escandalizan porque el reguetón campea por sus lares.
 
Las personas de tipología negra o mestiza están representadas desfavorablemente en cada espacio simbólico, desde los vinculados a las formas económicas emergentes del turismo hasta los recintos carcelarios, y las personas de cutis más clarito se extrañan de que se levanten voces reclamando acciones de acción afirmativa, o recuperativa, o como se le quiera llamar. Las personas heterosexuales, "normales", adquieren determinados derechos y seguridades legales, protección por la ley, etc., al establecer relaciones familiares, y se extrañan porque las demás personas consideren que tienen derecho a tener iguales derechos, y porque se le llame discriminación al hecho de que no los tienen.
 
El gobierno renuncia a repartir objetos de consumo por cartillas de racionamiento igualitarias. En su lugar reintroduce el mercado, herramientas de recaudación elementales del capitalismo, promueve la absorción de divisas y remesas, la propaganda a sus refresquitos Ciego Montero, a sus excursiones turísticas, a sus líneas de telefonía móvil; y los ideólogos se extrañan del rebrote irrevocable de los estándares consumistas, de la reaparición de la fiebre de compras los días de Reyes, las Navidades, y otras ocasiones que destacan las desigualdades manifiestas que las nuevas políticas conllevan.
 
Oficialmente, existe un solo suministrador, una sola cadena monopólica, sobre la venta de mercancías industriales, y las personas se extrañan porque los precios son abusivos. La protección al consumidor está a cargo de los mismos sujetos de los que el consumidor, precisamente, debe ser protegido, y hay quien se extraña porque esto no funcione bien.
 
Por otra parte, las personas desearon y desearon mucho tiempo que el Estado diera paso a los agentes privados en servicios que obviamente no era capaz de satisfacer, llámese, por ejemplo, el transporte de pasajeros con los vehículos –coches, camiones– de los que estos agentes pudieran disponer sin la intervención del primero. El gobierno dio luz verde, y ahora los pasajeros se extrañan por que los nuevos proveedores, insuficientes para que exista una real competencia, impongan los precios más altos que el mercado es capaz de aguantar. Algún paralelo se puede establecer con los cada vez más caros productos vegetales, que ofrecen los carretoneros ambulantes, por los que se extrañan indignados los consumidores.
 
El personal de salud pública y de educación, indigestado de exhortaciones morales, a menos que "enganche" una misión para rendir servicios en un país extranjero, subsiste con más precariedad que aquellos edificios de Centro Habana que dieron pie al término "estática milagrosa". No hay una mano en el público que les amortigüe un poco la disparidad de sus ingresos con el costo de la vida, y a los pacientes y a los padres de los estudiantes les extraña que decaiga la calidad de los servicios, para usar términos conservadores.
 
Por décadas se nos embutieron versiones filosóficas estalinistas y paternalistas, para que las tomáramos como la realidad del socialismo; y en lugar de teoría marxista y de pensamiento socialista y dialéctico se nos daban los bodrios dogmáticos de Konstantinov, más una suerte de melcocha nacionalista purgada cuidadosamente de toda contradicción con el discurso que estuviera en boga en cada efímero momento. Hoy, unos académicos canosos se extrañan porque el marxismo y el pensamiento de izquierda son fieramente asediados por el despreocupado liberalismo o la simple  enajenación social.
 
Hay quien se extraña del que aprendió a lisonjear a los que fueron a la loma, y ahora comparte la cima. Otros se extrañan por que los jóvenes prefieran ganarse la vida en el extranjero que debérsela a un concepto abstracto que a cambio les demanda un genérico y abrumador Todo. Hay quien se extraña que un gobierno de izquierdas sea tan lisonjero con jefes de Estados de derecha, tan solo por un par de palabritas amables, una visita y unas palmadita en la espalda. Hay quien se extraña que se apoye más al imperialista Putin que al comunista Ziuganov. Hay quien impone sanciones severas al que se aparta del discurso oficial en el espacio oficial, y se extraña porque los comentarios en otros espacios son muy diferentes comentarios. Hay quien se extraña de que haya muchas Cubas en una Cuba.
 
¿Y de qué se extraña usted?