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20 de enero de 2007

Memorias 2006: La historia de algunos que miran a las nubes

Desde las plazas y explanadas interiores de esta fortaleza de La Cabaña puede observarse cómodamente la sede de una celebérrima institución habanera. A poca distancia de aquí, en el poblado de Casablanca, gira el radar del Instituto de Meteorología, vigilando concienzudamente el estado del clima y trasmitiendo, a la población cubana, la sólida confianza de estar muy bien informada acerca de tan popular materia.

Sobre la historia de esta entidad versa el libro de Luis Enríquez Ramos Guadalupe, Instituto de Meteorología. Expresión de una ciencia en Revolución. El especialista del Museo Nacional de Historia de la Ciencia Carlos J. Finlay compartió hoy, en la sala homónima, el lanzamiento de su obra, en el marco de la presente Feria Internacional del Libro. Ramos Guadalupe, quien ha sido profesor de ciencias durante más de 20 años, es miembro fundador de la Sociedad Meteorológica de Cuba, y también pertenece a la Sociedad Cubana de Historia de la Ciencia y la Tecnología. Ha publicado numerosos libros y artículos sobre estas materias en nuestro país y el extranjero.

Hermes Moreno Rodríguez, editor de la obra que nos ocupa, presentó al vivaraz escritor. Relató Moreno que conoció a Luis Enríquez cuando éste ganara el concurso Benito Viñez, en 1994. El trabajo premiado recogía la biografía del sacerdote jesuita, precursor de los estudios meteorológicos en Cuba y, al año siguiente, se publicó en forma de libro bajo el sello de la editorial Academia, la misma que hoy trae Instituto de Meteorología…

El manuscrito de este último texto llegó en un momento muy tenso, refirió, pues en agosto del 2004 la editorial estaba procesando nada menos que 16 trabajos –de los cuales 13 salieron en esta feria-, todos bajo el efecto de una fuerte presión por parte de los involucrados y de la imprenta. En esas circunstancias, Luis Enríquez solicitó la asistencia de Moreno, editor de su primer libro y, gracias a la disposición y esfuerzos mutuos, hoy pudimos contar con este hermoso trabajo. Adelantó Moreno que el prolífico escritor tiene, ya a medias fuera del tintero, un trabajo sobre desastres naturales.

La persona que habló a continuación escasamente necesite presentación. Los desvelos del Doctor José Rubiera son bien conocidos en los hogares cubanos, que escuchan atentamente sus fundamentados criterios en cuestiones meteorológicas. Rubiera fue el prologuista de Instituto de Meteorología…, y pronunció palabras de encomio ante la obra que calificó de joyita.

El libro, resaltó Rubiera, es el reflejo de lo que la Revolución ha hecho por la ciencia. Antes de 1959 unos pocos especialistas de excelente calidad humana y profesional, pero con recursos muy rudimentarios, a duras penas lograban profundizar en aislados aspectos del estudio del clima. El especialista del Instituto de Casablanca celebró cómo en el libro se recoge la historia de las transformaciones del servicio meteorológico en aquellos primeros años de Revolución, el mejoramiento sostenido de la dotación tecnológica y el surgir de nuevas ramas nunca antes vistas -como la agrometeorología-, entre otros tantos hitos para el desarrollo de esta rama en Cuba. Recordó que el 2004 se cumplieron 40 años de la fundación del Instituto de Meteorología.

Respecto al prólogo del libro, refirió que apenas había tenido tiempo de redactarlo, y lo logró escribir durante un viaje de trabajo en el extranjero, en una noche de especial añoranza por el terruño. Concluyó Rubiera elogiando a Luis Enríquez y considerándose honrado de contar con éste como historiador del Instituto.

Luis Enríquez Ramos Guadalupe se mostró renuente a hacer una larga intervención pues, afirmó, un autor ya ha hablado suficientemente en el libro. Quiso destacar que éste no es un fruto exclusivo de él, sino de la sinergia de un grupo de valiosos compañeros –y miró especialmente a Rubiera- e invitó a buscar en el libro, no su obra exclusivamente, sino la labor abnegada de los compañeros del Instituto de Meteorología. Detalló tres elementos claves, a su entender, en el auge de estos servicios: la voluntad política del gobierno; la lamentable ocurrencia de desastres naturales como el ciclón Flora y la presencia de una juventud masiva y entusiasta, que acudió masivamente a las aulas con un poderoso espíritu de superación científica.

Sobre el texto, dijo que marca una primera etapa. La próxima versará sobre la expansión de la capacidad científico técnica en una labor de tan vital importancia para la salvaguarda de las vidas y las riquezas de todos los cubanos.

Publicado por primera vez en el sitio de la Feria Internacional del Libro de Cuba (XV edición, 11 de febrero de 2006, en (http://www.cubaliteraria.com/delacuba/resultado.php?s_Seccion=53)

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