Por Rogelio Manuel Díaz Moreno
El
economista cubano José Luis Rodríguez pone a nuestro alcance un
dato impactante. En un artículo del ex-ministro de economía, que el
medio Cubadebate toma de Cubacontemporanea, Rodríguez despliega
varias informaciones estadísticas del panorama nacional. Una de las
cifras más significativas es la disminución de un 60% en los gastos
de asistencia social y la contracción de casi un 67% del total de
familias subvencionadas por este mecanismo.
Aquí
viene a la mente, obligatoriamente, la canción del grupo Buena Fe,
“Catalejo”. Esta pieza hace alusión a la enquistada costumbre de
nuestra prensa oficialista de criticar lo que sucede en los países
lejanos y ocultar los sucesos locales que causen preocupación.
Ábrase al azar cualquier edición del Granma o sus retoños, que con
seguridad se encontrarán las críticas más amargas contra los
gobiernos estadounidenses, el español, el griego, el chipriota y un
largo etcétera, por los recortes sociales que hubieran realizado. La
cobertura sobre la situación de las personas pobres en esos países
y su abandono por parte de los estados y las sociedades es masiva y
gana gruesos titulares. En cambio, acá tenemos un tajazo de esta
magnitud, y no ocupa más que una escondida frase, en un
artículo
reproducido por un medio de mucho menos alcance.
Hay
que recordar que al inicio de la década de 1990, se repitieron hasta
el cansancio las promesas gubernamentales de que ninguna persona o
familia quedaría desamparada, frente a las dificultades económicas
que se avecinaban. Esto era percibido como una muestra de la
superioridad de una sociedad socialista, altruista, sobre las demás
que eran capitalistas y egoistas. Evidentemente, la política cambió.
La retórica pública alcanza cimas de incoherencia, porque con los
truenos actuales no hay quien pueda hacer otra cosa.
Los
afectados por los recortes en la ayuda constituyen, obviamente, el
sector más vulnerable de la población cubana. Son el grupo más
golpeado por la pobreza; por la disminución de la cuota de alimentos
racionados y subsidiados –la conocida libreta–, por el aumento
generalizado de precios en todos los mercados de bienes y servicios.
En nuestra Asamblea Nacional del Poder popular se despliegan planes
fabulosos, se proyectan las obras del futuro, se habla de las
necesidades del crecimiento, pero se habla poco de estas personas. El
lema de socialismo próspero y sustentable no va con ellos.
Se
suele considerar que el subsidio a los productos no es muy
productivo, puesto que acceden al producto subsidiado tanto el
necesitado como el pudiente. Ese subsidio, en nuestro medio, se
observa fundamentalmente en los alimentos de la libreta y el
transporte urbano. Un lema que también ha estado de moda por acá es
la de sustituir ese tipo de subsidio por aquel dirigido a las
personas específicas que lo necesitan. A juzgar por lo expuesto por
Rodríguez, ni el uno ni el otro.
De
acuerdo a como se hacen las cosas en este país, en esa cifra se
esconde una cantidad pavorosa de historias muy tristes. Los
funcionarios de las regiones reciben un plan, según el cual tienen
que disminuir su presupuesto en un tanto por ciento, y a recortar
como sea, porque viene menos dinero del presupuesto y punto. Los
subsidios de la Asistencia social se asignan a personas que no pueden
trabajar por problemas severos de salud, física o mental; o a
personas en mejor estado, pero dedicadas exclusivamente a atender las
abrumadoras necesidades de algún familiar en esas condiciones. La
modesta pensión que les pasa el Estado suele ser vital para no
hundirse en la miseria. Y el periodista José Alejandro Rodríguez
–no confundir con el primer Rodríguez– en no pocas ocasiones, ha
revelado en el periódico Juventud Rebelde, los casos de retirada de
pensiones a personas así.
Si
tan siquiera se hubiera convocado el sentir de cada comunidad
respecto a cómo repartir los poquitos recursos remanentes. Pero los
insensibles mecanismos burocráticos son incapaces de respetar
mandatos de democracia. Hubiera podido darse el caso, Dios no lo
quiera, de que una persona atrevida exigiera redistribuir por ahí lo
que gasta un ministro en un hotel; el organismo de deportes en una
evento de escasa popularidad o lo destinado al próximo campo de
golf.
En
fin, que nuestra prensa oficialista seguirá con un gran catalejo
para detectar los problemas en la Luna, Marte y otros lugares lejanos
de las calles cubanas. Solo en las manos de la ciudadanía estará la
posibilidad de voltear ese catalejo, para poder comprender nuestras
propias vergüenzas y hacer algo al respecto.
3 comentarios:
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si no deja una forma de contacto, no podemos contestarle
Hola, perdón mí dirección de correo es: al10527533@unadmexico.mx
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