Por Rogelio M. Díaz Moreno
Hace unos días participé del evento
que por acá se conoce como Forum de Ciencia y Técnica, en la
reunión del municipio de Plaza, correspondiente al sector de salud.
Se supone que a esta etapa lleguen aquellos trabajos considerados
relevantes en los centros del sector de la salud en ese territorio.
Fui con un poco de reticencia, porque
el trayecto tiene mucho de burocracia. No basta tener un buen trabajo
científico. Hay que llenar folios y más folios, probablemente
porque el proceso ha sido concebido por un grupo de funcionarios que
funcionan de esa manera. La clave del asunto parece radicar en
ilustrar cómo el gobierno ganará mucho dinero si compra la
mercancía que uno trae. Esto puede ser muy pragmático, tal vez la
clave radique en acostumbrarse. Pero los científicos podrían
extrañar el proceso de revisión por sus pares como mecanismo de
valoración de un aporte al conocimiento.
Un primer detalle vergonzoso fue la
pobreza del convite. Los recortes presupuestarios del sector hacen
una mella creciente y vamos a no profundizar en esos pormenores.
Porque ni siquiera fueron los más embarazosos. Lo que más me
molestó fue la presentación de un supuesto estudio que “demostraba”
la efectividad de un tratamiento homeopático para niños de bajo
peso en un hospital de maternidad. No tan bajo, como para constituir
una situación de peligro que requiriera una intervención mayor,
pero sí lo suficiente como para que tuvieran que esperar en el
centro hasta mejorar sus condiciones.
El oscurantismo científico florece en
nuestro medio. La voluntad política de resolver los problemas de
salud del pueblo a un costo preferiblemente bajo favorece la
tendencia al relajo. Con este estímulo, en no pocos lugares ocurre
que X personas, sin satisfacer los requisitos de rigor científico y
metodológico, se aparecen con estas agüitas milagrosas. En este
caso específico, nos aseguró el ponente, el tratamiento homeopático
había permitido la remisión eficiente de los pequeños pacientes.
El doctor que presidía la sesión,
afortunadamente, parecía tener más claridad, y preguntó sobre el
empleo de un grupo de control. La respuesta del ponente evidenció la
pésima metodología empleada. Simplemente se habían revisado las
historias clínicas de otro grupo de niños y familias-pacientes que
partieron de una situación inicial parecida. La comparación
“demostró” que, por no recibir el tratamiento, estos últimos
demoraron más tiempo y consumieron más recursos para salir del
atolladero.
Uno se pregunta ¿dónde están los
Comités de Ética cuando se les necesita? ¿Qué clase de estudio
puede tomar como objeto a recién nacidos y someterlos a prácticas
demostradamente ineficaces y científicamente desacreditadas? ¿No
hay personas calificadas en ciencia en los Consejos de dirección y
científico de nuestros hospitales?
Recuérdense los nombres de algunas
revistas científicas de impacto que han recogido estudios y
meta-estudios realizados sobre la homeopatía. Estos medios han
reconocido su pobre desempeño: The Lancet; Annals of Internal
Medicine; European Journal of Clinical Pharmacology; Nature, y el
mismísimo The British Homeopathy Journal. Una conclusión
interesante que exponen es que, cuando se presenta algún estudio
donde la homeopatía parece ofrecer un resultado más prometedor,
dicho estudio tiende a ser más débil metodológicamente. O sea, más
propensos a introducir errores y a permitir que los deseos de los
investigadores introduzcan sesgos en los resultados. Lo observado en
la práctica se corresponde con la disparatada formulación “teórica”
de la homeopatía –que se puede encontrar en miles de lugares, por
ejemplo, wikipedia. Es comprensible que un profano en la materia se
deje llevar por promesas maravillosas. No obstante, toda persona de
formación médica debería tener un mejor juicio sobre su trabajo.
En este punto, dejarse conducir por la ignorancia es también una
gravísima falta ética.
Introducir esta población de familias
con niños en un estudio clínico en base a una disciplina
desacreditada fue un disparate moral, además de científico. Pero
hagamos por un momento abstracción de esa parte para demostrar lo
falaz del montaje.
Cuando se monta un estudio clínico
para evaluar la eficacia de un tratamiento novedoso, se incluyen
personas que recibirán el tratamiento nuevo y un grupo de control.
La clave está en que los pacientes no saben en qué grupo se
encuentran. Ambos tipos de pacientes deben recibir el mismo tipo de
atención, en horarios semejantes. Si unos toman el medicamento en
evaluación, otros reciben un placebo, que es una imitación del
medicamento que debe lucir igual, saber igual, oler igual. Esto se
hace para descartar la influencia del “efecto placebo”, palabra
que viene del latín y significa algo que complace. Los pacientes no
deben saber si se les da el verdadero medicamento o el placebo. El
médico que dictamina si mejoraron o no, tampoco debe saberlo.
Este montaje es necesario, puesto que
si los pacientes saben que reciben un tratamiento extra, simplemente
estarán mejor dispuestos y eso se refleja en su evolución. El buen
ánimo y el optimismo son, reconocidamente, factores que mejoran el
estado de los pacientes, sus ganas de cooperar, de comerse toda la
comida y todas esas cosas que ayudan a que un niño debilucho salga
adelante.
Lástima que en el hospital del estudio
que me molestó, falten nociones tan elementales de la ciencia y la
responsabilidad. Esto es, lamentablemente, solo una muestra. Estudios
como este se repiten en decenas de otros centros donde hay más
oportunismo que seriedad. El colmo es que la empresa Labiofam, hace
tiempo, simplemente tiene tremendo negocio con la venta sus agüitas
milagrosas homeopáticas que presenta como remedios maravillosos
contra el cáncer. Sí, Labiofam, la misma que regañaron por pasarse
de la raya con los perfumes del Ché Guevara y Hugo Chávez.
Y si quieren saber un chisme, les
cuento que en el Instituto Nacional de Oncología –donde queda
gente seria– se ha invitado a Labiofam a probar sus pócimas en
estudios clínicos diseñados rigurosamente. Invitación que nunca ha
sido aceptada. Así proseguirá su rumbo esta práctica oscurantista,
seudo científica, estafadora. Pero es que la homeopatía es apoyada
por los factores económicos, políticos y demagógicos que ya se
pueden imaginar. Qué problema que tenemos por acá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario