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13 de abril de 2016

Caen los velos del Congreso pero ¿para bien?


A finales del pasado mes de marzo, el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba se dignó ofrecer algunos detalles relevantes sobre su inminente, VII Congreso. Anteriormente, se había producido un debate acalorado, por la opacidad que no pocos observadores apreciaban en el manejo de su convocatoria.

Francisco Rodríguez Cruz, Paquito el de Cuba; Harold Cárdenas, desde la Joven Cuba, entre otros, habían protestado por el grado de discreción en que se han conducido los debates preliminares de tal cónclave. Los documentos sobre los que se basarán las discusiones, como se recordará, no han sido divulgados ni discutidos entre la clase trabajadora cubana en general, solamente entre los delegados y delegadas, y otras figuras de la dirigencia nacional. Algunos otros heraldos oficialistas apoyaron esta manera como “democrática y eficiente”. Desde sus rinconcitos individuales, curiosos como yo se preguntaban, ¿qué contendrán los dichosos documentos y quiénes los habrán redactado?

Pues el día 27 de marzo aparecieron, en el Granma, unas respuestas parciales a tales interrogantes. Para lo que dejaron entrever, mejor hubieran conservado el mutismo.

Para empezar, revelan que solo el 21% del programa del congreso anterior –los famosos Lineamientos– ha sido implementado. Tal insuficiencia es tomada como motivo para que la continuación del proceso se conduzca bajo un manto de intensa opacidad. Así, llegan al proceso de elaboración de los documentos para el actual cónclave. De este proceso, revelan que fue ejecutado por “decenas de funcionarios, investigadores de las ciencias económicas y sociales, y profesores”. Ilustran el papel de una Comisión de Implementación, –de los lineamientos, se deduce– que posee un Consejo Científico asesor, integrados por 130 especialistas “de alta calificación”. Estas personas, que todavía tienen pendiente casi el 80% del trabajo viejo, también se encargaron de estudiar el nuevo. Después de esto, los nuevos programas se discutieron en el Comité Central, y salieron nuevas versiones. Estas últimas fueron las que, finalmente, recibieron los delegados al Congreso, en otras reuniones con hasta otros 3500 invitados.

Aquí contemplamos un desastre detrás del otro. Dado el origen mayoritariamente rural del millar de delegados al Congreso –según el Granma– pudiera cuestionarse su representatividad, respecto a un país mayoritariamente urbanizado. Además, no se sabe en base a qué criterios se determinó qué núcleos del Partido elegirían delegados. En el mejor de los casos, se evidencia que estos compañeros y compañeras, los únicos elegidos de alguna manera más o menos democrática, vienen a aportar menos del 22% de las cabezas que contribuyeron al cocinado final del caldo. Y para eso, cuando llegaron, ya estaba bastante adelantado y solo faltarían, para aportarle, algunos detalles superficiales. Luego a votar, para aprobarlos unánimemente.

Ahora ya tenemos listo, entonces, un programa para el congreso de un partido, teóricamente del proletariado, elaborado por: funcionarios; investigadores; profesores; especialistas de alta calificación... y, posiblemente, algún que otro proletario o proletaria que haya logrado colarse entre los últimos 1000. No tengo nada en contra de investigadores, profesores o especialistas; yo mismo soy algo así. Pero me parece que, en esta generación, Aracelio Iglesias, Jesús Menéndez y Alfredo López, quién sabe, tal vez se habrían quedado fuera [1].

¿Y qué contienen, al menos, los dichosos documentos? El periódico lo explica. El primero valora la marcha de la economía. El segundo, el cumplimiento de los Lineamientos. El tercero, su actualización para el futuro quinquenio. El cuarto es la dichosa Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo. El quinto es el programa de desarrollo que evidentemente se desprenda de la tal Conceptualización. El sexto y final valora el cumplimiento del programa de otra reunión de la que pocos se acuerdan, la Primera Conferencia Nacional del Partido, efectuada en el 2012. De este último, adelantan que presenta un balance favorable a ser continuado.

Pienso esto y, si lo digo, parece que hago un chiste de humor negro. Últimamente nos hemos acostumbrado a leer que nuestra economía crece, va bien. Probablemente, esta sea una de las cuestiones que también nos presenten como favorable en el primer documento. En sí misma, esa sería la primera razón para no discutir tales papeles en público.

Tratemos de mantener la compostura y repasar el resto de la lista. El programa implicado en los Lineamientos involucró, para bien o para mal, voluntaria o involuntariamente, a todo el pueblo de Cuba. Este sentirá sus triunfos o fracasos y fue convocado, por lo menos formalmente, a discutir su formulación inicial. ¿Se agotaron las reservas democráticas del país en aquel conato tan insatisfactorio de debate nacional? ¿Ya la opinión de la ciudadanía no va a volver a ser pedida por los Decisores Históricos?

Se habla de la tan traída y llevada Conceptualización. Nos diseñan el país en el que se supone viviremos, a nuestras espaldas, ¿quiénes, que piensan cómo? ¿Con qué derechos? ¿Quién se los pidió? ¿Cómo es que la opinión de los demás, que también vamos a vivir ese país y sostenerlo, no merece ser convocada? De la tal conceptualización emanará, naturalmente, la nueva Constitución que sabemos se está reformando de manera igualmente opaca. Se supone que de la tal conceptualización emane un “socialismo próspero y sustentable”. Sin embargo, para ser un socialismo, escasamente se ve el protagonismo, el empoderamiento, la democracia de la clase obrera, campesina, trabajadora en el sentido más amplio y digno de la palabra.

Con tales antecedentes, se puede pronosticar que el Congreso carecerá del acento proletario que uno esperaría de un partido comunista. Estará ausente cualquier decantación ideológica marxista, de clase trabajadora, que le permitiera distinguirse de cualquier otro mitin social-demócrata o social-cristiano, o keynesiano. En nuestra sociedad crecen las contradicciones características del capitalismo, en cuanto al conflicto trabajo-capital. Por un lado, están las personas empleadas y, del otro, la emergente clase patronal nacional y los poderosos inversores capitalistas extranjeros. ¿Explícitamente, no tomará partido el Partido? Y si no lo hace, ya se sabrá qué partido habrá tomado. No por gusto, después de plantear estas últimas demandas, me cerraron mi blog en Cubava.[2]

Esperemos, entonces, la dichosa reunión. A ver si nos enteramos cómo nos piensan dirigir los próximos años.

[1] Aracelio Iglesias, Jesús Menéndez y Alfredo López fueron reconocidos líderes obreros cubanos, del sector portuario, azucarero y poligráfico, respectivamente, de la primera mitad del siglo XX. Los tres fueron asesinados por las fuerzas represivas de los gobiernos de aquella época.
[2] Cubava, servicio informático cubano de servidor digital, que permite a los ciudadanos con accesos a los sitios cubanos en Internet, administrar bitácoras o blogs “libremente”.

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