A
finales del pasado mes de marzo, el periódico Granma, órgano
oficial del Partido Comunista de Cuba se dignó ofrecer algunos
detalles relevantes sobre su inminente, VII Congreso. Anteriormente,
se había producido un debate acalorado, por la opacidad que no pocos
observadores apreciaban en el manejo de su convocatoria.
Francisco
Rodríguez Cruz, Paquito el de Cuba; Harold Cárdenas, desde la Joven
Cuba, entre otros, habían protestado por el grado de discreción en
que se han conducido los debates preliminares de tal cónclave. Los
documentos sobre los que se basarán las discusiones, como se
recordará, no han sido divulgados ni discutidos entre la clase
trabajadora cubana en general, solamente entre los delegados y
delegadas, y otras figuras de la dirigencia nacional. Algunos otros
heraldos oficialistas apoyaron esta manera como “democrática y
eficiente”. Desde sus rinconcitos individuales, curiosos como yo se
preguntaban, ¿qué contendrán los dichosos documentos y quiénes
los habrán redactado?
Pues
el día 27 de marzo aparecieron, en el Granma, unas respuestas
parciales a tales interrogantes. Para lo
que dejaron entrever,
mejor hubieran conservado el mutismo.
Para
empezar, revelan que solo el 21% del programa del congreso anterior
–los famosos Lineamientos– ha sido implementado. Tal
insuficiencia es tomada como motivo para que la continuación del
proceso se conduzca bajo un manto de intensa opacidad. Así, llegan
al proceso de elaboración de los documentos para el actual cónclave.
De este proceso, revelan que fue ejecutado por “decenas de
funcionarios, investigadores de las ciencias económicas y sociales,
y profesores”. Ilustran el papel de una Comisión de
Implementación, –de los lineamientos, se deduce– que posee un
Consejo Científico asesor, integrados por 130 especialistas “de
alta calificación”. Estas personas, que todavía tienen pendiente
casi el 80% del trabajo viejo, también se encargaron de estudiar el
nuevo. Después de esto, los nuevos programas se discutieron en el
Comité Central, y salieron nuevas versiones. Estas últimas fueron
las que, finalmente, recibieron los delegados al Congreso, en otras
reuniones con hasta otros 3500 invitados.
Aquí
contemplamos un desastre detrás del otro. Dado el origen
mayoritariamente rural del millar de delegados al Congreso –según
el Granma–
pudiera cuestionarse su representatividad, respecto a un país
mayoritariamente urbanizado. Además, no se sabe en base a qué
criterios se determinó qué núcleos del Partido elegirían
delegados. En el mejor de los casos, se evidencia que estos
compañeros y compañeras, los únicos elegidos de alguna manera más
o menos democrática, vienen a aportar menos del 22% de las cabezas
que contribuyeron al cocinado final del caldo. Y para eso, cuando
llegaron, ya estaba bastante adelantado y solo faltarían, para
aportarle, algunos detalles superficiales. Luego a votar, para
aprobarlos unánimemente.
Ahora
ya tenemos listo, entonces, un programa para el congreso de un
partido, teóricamente del proletariado, elaborado por: funcionarios;
investigadores; profesores; especialistas de alta calificación... y,
posiblemente, algún que otro proletario o proletaria que haya
logrado colarse entre los últimos 1000. No tengo nada en contra de
investigadores, profesores o especialistas; yo mismo soy algo así.
Pero me parece que, en esta generación, Aracelio Iglesias, Jesús
Menéndez y Alfredo López, quién sabe, tal vez se habrían quedado
fuera [1].
¿Y
qué contienen, al menos, los dichosos documentos? El periódico lo
explica. El primero valora la marcha de la economía. El segundo, el
cumplimiento de los Lineamientos. El tercero, su actualización para
el futuro quinquenio. El cuarto es la dichosa Conceptualización del
modelo económico y social cubano de desarrollo. El quinto es el
programa de desarrollo que evidentemente se desprenda de la tal
Conceptualización. El sexto y final valora el cumplimiento del
programa de otra reunión de la que pocos se acuerdan, la Primera
Conferencia Nacional del Partido, efectuada en el 2012. De este
último, adelantan que presenta un balance favorable a ser
continuado.
Pienso
esto y, si lo digo, parece que hago un chiste de humor negro.
Últimamente nos hemos acostumbrado a leer que nuestra economía
crece, va bien. Probablemente, esta sea una de las cuestiones que
también nos presenten como favorable en el primer documento. En sí
misma, esa sería la primera razón para no discutir tales papeles en
público.
Tratemos
de mantener la compostura y repasar el resto de la lista. El programa
implicado en los Lineamientos involucró, para bien o para mal,
voluntaria o involuntariamente, a todo el pueblo de Cuba. Este
sentirá sus triunfos o fracasos y fue convocado, por lo menos
formalmente, a discutir su formulación inicial. ¿Se agotaron las
reservas democráticas del país en aquel conato tan insatisfactorio
de debate nacional? ¿Ya la opinión de la ciudadanía no va a volver
a ser pedida por los Decisores Históricos?
Se
habla de la tan traída y llevada Conceptualización. Nos diseñan el
país en el que se supone viviremos, a nuestras espaldas, ¿quiénes,
que piensan cómo? ¿Con qué derechos? ¿Quién se los pidió? ¿Cómo
es que la opinión de los demás, que también vamos a vivir ese país
y sostenerlo, no merece ser convocada? De la tal conceptualización
emanará, naturalmente, la nueva Constitución que sabemos se está
reformando de manera igualmente opaca. Se supone que de la tal
conceptualización emane un “socialismo próspero y sustentable”.
Sin embargo, para ser un socialismo, escasamente se ve el
protagonismo, el empoderamiento, la democracia de la clase obrera,
campesina, trabajadora en el sentido más amplio y digno de la
palabra.
Con
tales antecedentes, se puede pronosticar que el Congreso carecerá
del acento proletario que uno esperaría de un partido comunista.
Estará ausente cualquier decantación ideológica marxista, de clase
trabajadora, que le permitiera distinguirse de cualquier otro mitin
social-demócrata o social-cristiano, o keynesiano. En nuestra
sociedad crecen las contradicciones características del capitalismo,
en cuanto al conflicto trabajo-capital. Por un lado, están las
personas empleadas y, del otro, la emergente clase patronal nacional
y los poderosos inversores capitalistas extranjeros. ¿Explícitamente,
no tomará partido el Partido? Y si no lo hace, ya se sabrá qué
partido habrá tomado. No por gusto, después de plantear estas
últimas demandas, me cerraron
mi blog en Cubava.[2]
Esperemos,
entonces, la dichosa reunión. A ver si nos enteramos cómo nos
piensan dirigir los próximos años.
[1]
Aracelio Iglesias, Jesús Menéndez y Alfredo López fueron
reconocidos líderes obreros cubanos, del sector portuario, azucarero
y poligráfico, respectivamente, de la primera mitad del siglo XX.
Los tres fueron asesinados por las fuerzas represivas de los
gobiernos de aquella época.
[2]
Cubava, servicio informático cubano de servidor digital, que permite
a los ciudadanos con accesos a los sitios cubanos en Internet,
administrar bitácoras o blogs “libremente”.
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