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4 de mayo de 2012

Virulencia por argumentos

tags Encuentro de Blogueros Cubanos en Revolución, Observatorio Crítico de Cuba, Yasmín S. Portales Machado, Rogelio M. Díaz Moreno, Jorge Ángel Hernández, internet, Cuba, debate, autoritarismo, blogs, censura, contrarrevolución, democracia, diálogo, izquierda, manipulación, participación, revolución, socialismo, sociedad civil
 
Como parte de la polémica desatada luego del Encuentro de blogueros celebrado recientemente en Matanzas, Jorge Ángel Hernández (JAH) ha cruzado espadas un par de veces con Yasmín Silvia Portales Machado. En su última entrega, JAH ha desatado un feroz ataque contra la Red Protagónica Observatorio Crítico de Cuba (OC). No es nada nuevo, para nosotros los miembros del OC, recibir estos ataques periódicamente, y casi hacemos una rutina de desmontarlas usando nuestros argumentos y razones que son expuestas públicamente.
 
JAH usa un lenguaje bastante complicado, propio evidentemente de su formación filosófica. Con certeza veo que yo no llego a esas alturas estilísticas, probablemente por mi formación en una carrera de ciencias técnicas, así que es posible que diga las cosas de una manera más sencilla y es posible que hasta malinterprete partes de lo que él dice. Bueno, pues ya me rectificará.
 
Por ejemplo, él dice que no pretende "acaparar la estricta verdad sobre cuestiones que con legitimidad nos planteamos una parte importante de cubanos que fuera del ámbito de la Red Protagónica Observatorio Crítico nos hallamos", dando a entender que el OC sí lo pretende. Esta sería la primera falacia. El OC no pretende acaparar la estricta verdad. Ni desea hacerlo, ni podría si lo intentara, pues entre sus integrantes se dan la mano personas de un amplio rango de criterios y opiniones que, sí, tienen como elemento común el anticapitalismo, el rechazo a la discriminación, la repulsa a que el poderoso abuse del pequeñuelo y un par de elementos más que nos ubican inequívocamente en la izquierda revolucionaria, pero nos diferenciamos –para nuestro mayor orgullo– en la variedad de caminos: algunos de nosotros nos decantamos hacia las corrientes marxistas o trotskistas; otros, hacia los ideales libertarios; un tercer grupo enarbola una pasión ecologista; otro grupo abraza los ideales éticos más hermosos y respetables presentes en la religión de Jesús de Nazaret, con su vigoroso desarrollo en la Teología de la Liberación; otros encuentran su realización en las actividades culturales y artísticas en las comunidades, y así por el estilo. Imposible, pues, que definamos Una Única Verdad, y que pretendamos que los demás nos sigan. Defendemos la unidad en la diversidad, y la diversidad dentro de la unidad. Del mismo modo que nos concebimos, deseamos ver a la sociedad de la que formamos parte.
 
Dice de nuestro espacio, "se actúa a la manera de los grupos de presión capitalistas, insertos en la más convencional idea de sistema de Partidos políticos". El adjetivo capitalista lo pone él, a contrapelo de la filiación que acabo de desgranar más arriba y en la que hacemos hincapié una y otra vez, donde se puede ver que hay de todo, menos capitalismo. Si alguien nos quisiera clasificar como grupo de presión, que coloque el adjetivo correcto: Socialista. Para convencerse de este credo, visítese nuestro sitio, en el que encontrará posicionamientos defendiendo al marxismo –hasta en los momentos en que los oficialistas lo dejaban tachar como "caduco", tan campantes–; textos que propugnan las cooperativas de trabajadores libres asociados como forma superior de organización colectiva socialista de las empresas en el comunismo; llamados a acompañar a nuestro Presidente, Raúl Castro, en la lucha contra el principal enemigo que tiene el socialismo en Cuba, a saber, la burocracia, el inmovilismo, el autoritarismo y otros males que el General en Jefe ha denunciado reiteradamente; entre otros trabajos que elaboramos a la medida de nuestras modestas capacidades.
 
Nuestra actitud se revela, abunda, "ya sea que empleen comportamientos éticos, culturales o de otro tipo como ejemplos, ya que teoricen sobre el sistema de relaciones sociales y su ejercicio político concreto". Creo que ya mencioné que un sector muy apreciado de nuestro grupo es un abanderado de los ideales del Jesús revolucionario y la Teología de la Liberación. Otros son apasionados militantes por el respeto a la diversidad sexual; otros protagonizan empeños loables contra la discriminación racial y hasta hay quienes piensan que se debe trabajar con las manifestaciones artísticas como el regueton para que, sin dejar de utilizar los ritmos y elementos populares del pegajoso género, encarrile sus proyecciones dentro del respeto a los seres humanos. Espero que esos elementos éticos y culturales no le causen desazón a JAH.
 
En cuanto a los ejercicios sobre el sistema político social, tal vez JAH piense, como yo, que la Constitución de nuestro país debe ser objeto de algunos cambios, aunque en dirección opuesta a los que yo sugerí. Tal vez él desee descartar artículos como el 3, que reza "En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado"; o el 9, según el cual "El Estado realiza la voluntad del pueblo trabajador". Los miembros del OC sacamos una cuenta, esto es: que somos parte de ese pueblo, poseemos por nacimiento esa ciudadanía de la cual, según el artículo 32 del documento al que me he referido, "no podrán ser privados, salvo por causas legalmente establecidas" –aquí me toca esperar que la incomodidad de JAH no sea una de esas causas– y, por lo tanto, gozamos en igualdad de derechos con los demás ciudadanos –artículo 41– a compartir el ejercicio de la soberanía y a tener un pedacito de la voluntad que el Estado cubano debe realizar. Esto incluye, a mi modesto entender, aquellos ejercicios políticos y de relaciones sociales que parecen molestar a JAH.
 
Nuestro antagonista elucubra febrilmente y supone, verdad que sin mucha certeza, que los miembros del OC, insertados en la convencional idea de partidos políticos, "de pasar al poder, revertirían el socialismo en su nombre". ¿De dónde sacó él que pretendemos hacer algo así como un partido político y aspirar al poder? Hasta donde tengo entendido, ninguno de nosotros cree en el multipartidismo. No hay nada en nuestras actitudes que de pie a la aventurada suposición. Una impresión posible tras la lectura del material de JAH, es que aquel se disgusta porque nosotros abogamos por cambios en nuestro país. Bien, esto último es totalmente cierto. Pero no parece una razón para tomarla con nosotros. Si no los quisiéramos, estaríamos pasando un rato bien malo, porque el gobierno cubano está dirigiendo desde hace algunos años un proceso de cambios profundo y radical, sin prisa pero sin pausa. Obviamente, unos nos gustan más y otros menos, como es natural en una comunidad de personas disímiles con diferentes personalidades, y solemos manifestar nuestro placer o preocupación, según corresponda, en consonancia con los ya citados artículos 3, 9, 32 y 41.
 
Continúa JAH su sarta de acusaciones con que nuestro proyecto "recula sobre la historia para reinstaurar bases democráticas del capitalismo (dependiente sine qua non) en Cuba". Más baldones, pero que solo ensucian a quien los lanza. Si vamos a la historia, espero que no se niegue que el triunfo de la Revolución del 1ro de enero de 1959 tenía como supremo fin, la recuperación por parte del pueblo de su derecho a la soberanía y la democracia, a ejercer el gobierno y cambiarlo según éste respondiera a la voluntad popular y a la soberanía patria. La realización de masivos y exitosos procesos electorales, a partir del proceso de institucionalización de los años 1970, da fe de la justeza de este rumbo, una democracia socialista que no necesita del multipartidismo. Estos ejercicios de democracia y soberanía popular, perfectibles como todo en esta vida, ilustran el derecho del pueblo a seleccionar unos u otros candidatos, en dependencia del criterio que estos merezcan sobre cómo administrarán los asuntos públicos. A menos que JAH sea de los que sostienen que las elecciones en Cuba no tienen un significado real, tendrá que aceptar el hecho de que estas dejan claro, más allá de toda disquisición filosófica, que el ciudadano cubano tiene el derecho inalienable a influir sobre el curso de los asuntos nacionales, expresar su criterio y trabajar por el mejoramiento de la democracia socialista, como modestamente pretendemos desde el OC.
 
Me gustaría que JAH hiciera honor a la palabra de acudir al debate público "con menos pretensión de omnipotencia, menos beligerancia personal, menos egocentrismo". Pero las invectivas ha lanzado contra el OC me dejan claro que no nos considera un sujeto digno de su consideración, sino apenas una manada de ovejitas descarriadas que necesitan una buena tanda de azotes para regresar al redil. Esta persona, que hace gala de haber tomado como base de su pensamiento al marxismo, no ha hecho otra cosa que ofrecer una intensa lección de estalinismo. A pesar de todo y parafraseándolo a él, lo que me parece a mí que constituye una señal de que los tiempos cambian es que él, casi al término de su post, se las de de inclusivo, de participativo y de respetar al otro, aún cuando no pudiera manifestar esas bellas cualidades en nuestra particular situación.
 
Ahora, ya que pasé el trabajo de repetir tantas explicaciones, me gustaría conocer cuáles son sus respuestas a las preguntas que nosotros hemos planteado en numerosas ocasiones, respecto a por qué los opinantes oficialistas, que se proclaman como los únicos marxistas y socialistas verdaderos, se han perdido las oportunidades de defender al marxismo cuando les restregaron el epíteto de "caducos"; o de rechazar un poco más explícitamente las tentaciones de acudir a los Saladrigas y sus compañías; cómo es que les parece tan inocente la restauración de la pequeña empresa privada que emplea trabajadores asalariados sin derechos, por ejemplo –que se conozca al día de hoy– a vacaciones o licencias de maternidad; y por qué parece que se hiciera oídos sordos al señalamiento de Raúl Castro acerca de que el autoritarismo, el inmovilismo y la corrupción son hoy el mayor enemigo que tiene la Revolución, mayor que el mismísimo imperialismo yanqui –que no es poco decir– y por qué no enfilan contra ese enemigo los cañones cuyas ominosas bocas dirigen contra nosotros, que seguimos los principios que nos dicta buenamente nuestra conciencia.   

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