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8 de abril de 2011

A poner las bardas en remojo y un remedio contra los incendios

Por fin un medio de divulgación nacional se digna dar alguna noticia acerca del resultado de las auditorías que, a lo largo y ancho del territorio nacional, está efectuando la Contraloría General de la República. Resulta que altos funcionarios del gobierno de la provincia de Sancti Spíritus, incluyendo al vicepresidente de la Asamblea del Poder Popular, han sido "separados de sus cargos" por "indisciplinas graves", “por incurrir en abusos en el ejercicio del cargo y desvío de recursos con fines de lucro”. La presidenta provincial solicitó su renuncia porque, al parecer, no tenía otra culpa que la de estar entretanto comiendo catibía.

Lo peliagudo del asunto es que estos señores -no les llamemos compañeros- se encuentran en esos niveles importantes de la jerarquía que tendrían un alto protagonismo ante el llamado del Presidente Raúl Castro, de extremar las medidas y métodos de control de la actividad económica del país. Si son los lobos los que están cuidando a las ovejas, arreglados estamos. Y ahora que arden las bardas de los primeros vecinos, habrán un buen montón remojando las suyas.

Me alegra, eso sí, que por fin se animen a dar públicamente resultados concretos. Tal vez solo lo hicieron por lo escandaloso del asunto, porque se tuvo que reunir aquella Asamblea y porque hubo que sustituir varios altos cargos. Ya desde antes corrían rumores nunca oficializados, que si en Centro Habana hubo desfalcos millonarios por parte de altos funcionarios del Gobierno y del Partido , que si en una empresa de importación de equipos e insumos médicos habían desaparecido cifras de seis y siete dígitos... A la flamante Contralora le habían trasmitido televisivamente un escueto fragmento de declaraciones donde decía que el trabajo de control "no se estaba haciendo bien". Parecía que la próxima gran campaña de controles y auditorías está a punto de comenzar, y todavía los simples mortales no sabemos los resultados generales de la anterior. Si la gran mayoría de los problemas detectados permanecen en la sombra, parecería que alguien tiene algo que ocultar. Y el llamado a la Cruzada hecho por las máximas autoridades perderá indudablemente fuerza.

Ahora, tengo una humilde sugerencia para los altos poderes preocupados por la corrupción en su entorno. De cierto existen mejores métodos para la administración honrada de los recursos de la nación que intentar reajustar un aparato policial y judicial siempre dependiente del corruptible factor humano.

¿Recuerdan cierta fábrica de cemento en Guaracabulla? No me he podido deshacer de mi parte. Por lo mismo, aquellos obreros y obreras siguen compartiendo su posesión con millones de otros conciudadanos. De tal manera, les debe resultar difícil interesarse por cuidar lo de otras personas que ni conocen, ni tendrán jamás ninguna importancia para sus vidas. Ah, pero qué distinto fuera todo, si ellos y ellas fueran los únicos dueños y dueñas de esa planta. Si estas personas pudieran decidir a quién y cuándo comprar la materia prima y demás insumos necesarios; cómo organizar el trabajo; a quién venderle el producto de su trabajo a un precio mutuamente conveniado y cómo distribuir el producto de la venta entre salarios y mantenimiento y mejoramiento de la planta productiva, seguro que allí no se iba a desviar un litro de petróleo, no se iba a desviar un saco hacia la mansión de un vicepresidente de una asamblea en ninguna provincia. Si esta situación se repitiera por las granjas de puercos y pollos de todo el país, no se iba a perder un saco de pienso, ni se iban a vender huevos en el mercado negro, ni nadie iba a comer lechón de gratiñán. Si hubiera sido así en cierto hotel, nadie hubiera comprado una barredora de nieve. Si en los centrales azucareros, tal vez estuviéramos hoy produciendo seis o siete millones de toneladas de azúcar, más mucho etanol y electricidad con bagazo en centrales felices a lo largo y ancho del país.

Socialismo es esto: la propiedad de los medios de producción y el ejercicio de esta propiedad, por parte de los trabajadores. De los trabajadores de esos centros en particular, que contribuyen con el resto de la sociedad mediante impuestos razonables.

Para la administración de los recursos de comunidades y centros presupuestados, podemos poner en práctica otra estrategia también muy socialista y democrática. Esto es: transparencia y más transparencia. Si se asignan mil pesos a propósitos sociales en Centro Habana, que se publique en un mural público en la sede de la Asamblea Municipal qué se hizo con cada peso. Que lo puedan comprobar los periodistas del Tribuna de la Habana y los de Radio Metropolitana. Que lo pueda tocar con sus manos el vecino de la calle Zanja. A ver qué ladino funcionario es capaz de llevarse algo para su casa. Si el Ministerio de Salud Pública dispone de otro tanto para comprar equipos e insumos médicos, que se cuelgue en Infomed por dónde caminó el dinero, qué se compró, a qué institución hospitalaria llegó y en qué fecha. A ver si los trabajadores de ese centro, unidos con los dolientes, dejan que las cuentas no cuadren y los recursos se pierdan porque un sinvergüenza se aprovecha de lo que no es suyo.

De la manera que expongo, estoy seguro de que el trabajo a Gladys Bejerano se le iba a hacer mucho más fácil. Descubriríamos que el bloqueo servía de tapadera a mucho bandolerismo y lasitud administrativa. Estaríamos dando pasos de gigantes en la construcción del más auténtico socialismo.

Ahora que el Congreso del Partido es inminente, deseo reclamar de sus delegados que tomen en cuenta estos humildes criterios.

1 comentario:

100 % Gusan@ dijo...

Rogelio, para definir la enfermedad primero hay que definir la salud.

Esos "funcionarios" muchas veces no tienen una Ley que les indique cómo proceder en el ejercicio de funciones públicas y en particular de las compras públicas.