Se ha hablado y escrito bastante, por estos días, de la llamada
Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo
Socialista. Los voceros oficialistas cantan sus loas sobre el
maravilloso programa y de lo democrático que es el gobierno cubano al
permitirnos discutirlo. Desde el bando opuesto, se le tacha de otra
manifestación de autoritarismo y, a su debate público, de fútil montaje.
Como en otras ocasiones, no soy capaz de permanecer sin entrometer
mis maledicientes pareceres. El problema es que, para hacer un análisis
medianamente sustancioso del documento, hay que extenderse un poco más
de lo que nos recomiendan. En el sitio de Observatorio Crítico he dejado algunas diatribas, proporcionales a las 15 impotables páginas de tabloide que portan la Conceptualización.
Para esta ocasión, solo quería referirme a un pequeño fragmento de
esta, que creo de particular interés. El párrafo 169 constituye, a mi
entender, el más significativo de los cambios conceptualizantes, pues
define por primera vez en 50 y tantos años del actual sistema, que la
persona de nacionalidad cubana, de carácter privado o privada, tendrá la
potestad de invertir en una empresa de propiedad mixta.
Entre las contradicciones lógicas y sistémicas de nuestras inefables
autoridades, esta ocupará un lugar destacadísimo. Luego podríamos ver
los temas “menores” de la justicia, naturaleza y trascendencia del
asunto.
La Constitución cubana y otros principios rectores que determinan el
socialismo, incluida la dichosa Conceptualización, establecen que los
grandes medios de producción son propiedad de todo el pueblo cubano. Mía
también, por ejemplo, ya que formo parte del tal pueblo. Y que el
Estado los administra, en mi nombre y representación. Ahora resulta que,
si yo tengo disponible cierto capital, podré proponerle al Estado –mi
representante en la propiedad de todas las empresas– hacer de una de
ellas, un emprendimiento mixto, para hacerme co-propietario de algo que
ya era mío.
Mientras yo era el propietario de la empresa estatal socialista, la
dirección y administración de aquella estaba en manos de mi
representante. Yo no podía entrometerme mucho. A lo sumo, si llega a ser
mi centro de trabajo, podría expresar mi aprobación periódicamente
sobre cómo van las cosas. Y hasta mi desaprobación, si no tuviera el
temor de que la dirección del centro me declare “no idóneo”,
“disponible” y perder el puesto. Yo no tenía ninguna potestad sobre
dicha dirección, representantes de mi representante.
Al hacerme co-propietario en una empresa mixta, todo cambiaría. Saco
de dinero por medio, podría cambiar a los directivos que me diera la
gana. Podré establecer cambios en los modos administrativos,
organización del trabajo, líneas de producción. En suma, podré ejercer,
como co-propietario, derechos que antes, como propietario, no se me
reconocían.
Veamos ahora a las demás personas involucradas. El resto de la
ciudadanía cubana, antes propietaria a través del Estado, de la
hipotética empresa convertida en mixta, por lógica, pasa a ser también
co-propietaria, conmigo. Sin embargo, no ganará en potestades en igual
medida, más bien las perderá, puesto que yo, que invertí en el negocio
como cualquier capitalista respetable, apretaré cuanta tuerca me sea
posible para aumentar mi ganancia. Las leyes me permitirán racionalizar
plantillas. Podré exigir mayores jornadas de trabajo, debilitar derechos
laborales, y despediré a quienes no aumenten su rendimiento a mi gusto.
Y si, a pesar de todo, no obtengo unas ganancias satisfactorias, retiro
mi inversión, sin preocuparme del desastre que se forme atrás.
No faltan quienes argumentan que el capital extranjero goza de esas
prerrogativas hace mucho tiempo. Y que no reconocer tales “derechos” a
la ciudadanía local constituye una discriminación y una falta de sentido
práctico. Los conceptualistas (y/o las conceptualistas, no se sabe),
evidentemente, vibran en esta cuerda.
Estos argumentos ilustran hasta qué punto ha calado el “sentido
común” burgués y capitalista y la naturalidad con que se asumen en la
Cuba “socialista”. La visita del presidente de los Estados Unidos,
Barack Obama, no fue más que una postalita, pues la sociedad de mercado
hace mucho que barre con corazones y mentes por estos lares. La
burocracia estatal es de sobra conocida por su falta de agilidad en la
gestión empresarial. Su incapacidad en la conducción económica y
administrativa no se debe remediar, sin embargo, con medidas de
privatización disfrazadas.
Los derechos de gestión de la producción y reproducción de la vida
material y espiritual que se debaten, no deben ser privilegio de unas
pocas personas adineradas. No podemos ofuscarnos, no debemos creer que
la libertad y prosperidad de una sociedad dependerán de que un ínfimo
porcentaje de la población dispongan sobre tales prerrogativas ni a
través de mecanismos administrativos, como la burocracia estatal ni por
títulos de propiedad capitalistas. Socialícese la gestión y la
administración, que la clase trabajadora la tome en sus propias manos,
con su inteligencia natural y desarrollada a través de la educación.
El único pensamiento socialista coherente consiste en defender que la
administración y gestión de los medios de propiedad, fundamentalmente
los medianos y grandes, estén en manos de la clase trabajadora. De todas
las personas que efectúan trabajo socialmente útil, sin supuestos
intermediarios que en realidad usurpan la soberanía de aquellas. Con su
urgencia por atraer financiamiento, la clase dirigente actual quiere
vender el ejercicio de tales derechos, tan desesperadamente que busca
compradores también en el único mercado que le faltaba por explorar, el
de la ciudadanía cubana. Defendamos los derechos reales de los 99 %, no
los supuestos derechos del 1%, que imponen la falta de derechos para el
otro 99.
Los colectivos de personas trabajadoras pueden apreciar necesidades
de financiamiento. Les pertenece una soberanía inalienable. Podrían
negociar, por tanto, empréstitos con el resto de la sociedad cubana o
con capitales extranjeros que acepten los riesgos, de acuerdo con la
legislación.
Para concluir, planteemos la siguiente pregunta capciosa a las
personas sagaces que nos leen. ¿Quiénes creen que serán los beneficiados
con las primeras y mejores opciones de inversión, en las empresas
semi-privatizadas del Estado cubano?
Kudos para The Lies we Told Each Other en AO3
-
Hay que dar las gacias y celebrar los pequeños éxitos. 7 de noviembre:
AllIWantToDOIsRead leyó 3 de las historias de la saga The Lies we Told Each
Other12...
Hace 1 semana
No hay comentarios:
Publicar un comentario