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4 de enero de 2014

Año Nuevo para no sorprendernos

Ya pasa la resaca de las fiestas. Volvemos a las labores cotidianas y nos reencontramos con los temas candentes que marcan este período de cambios que vivimos en la mayor de las Antillas. Vale la pena recapitular alrededor de algunos puntos significativos, relacionados con principios de equidad y democracia que deseamos por aquí por el Observatorio Crítico, para nuestro país.
 
Quiero empezar con una apreciación sobre la continuación de la discriminación presente en la televisión cubana, a favor de las religiones de origen cristiano. No tengo nada en contra de las mismas, pero se debe exigir que si se trasmiten ceremonias de las iglesias de esa naturaleza, relacionadas con las festividades navideñas, de año nuevo, etcétera, se preste la misma importancia a otras actividades ceremoniales de semejante importancia para personas con otras creencias. La Constitución nacional cubana asienta el carácter laico del Estado, y el tratamiento equitativo a todas las religiones. Creyentes o no creyentes, debemos respetar este principio, base de la convivencia   respetuosa y solidaria entre todos los cubanos y cubanas.
 

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En segundo lugar, un tema que no logro dejar atrás, que me sorprende por su capacidad inagotable de generarme motivos de escándalo. Se trata del famoso proyecto de Código Laboral, en principio aprobado pero sin saberse bien qué. La versión rectificada tras el simulacro de debate popular no ha sido publicada en ninguna parte, que sepamos, para no hablar de que todavía debe pasar otra ronda de reescritura.
 
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Otro detalle candente tiene que ver con su proceso de votación. ¿Se acuerdan que rompió una tradición de más de 30 años de votaciones unánimes del Parlamento cubano? Un amigo mío estaba muy entusiasmado con el proceso de discusiones interno del Parlamento, me expresaba su satisfacción con lo que tomaba como una maduración de nuestra democracia. Pues sí, en esta ocasión la votación fue dividida, con votos "a favor", abrumadoramente mayoritarios pero no totales. Ahora, exactamente, cuántos votos fueron en contra, si uno, si dos, eso no lo he podido leer en ningún medio de prensa cubano. En el televisor vi claramente alzarse, al menos, un brazo para votar "en contra". Pero, naturalmente, así no se distingue bien, si fueron dos, tres, ni mucho menos quiénes.
 
Tampoco puedo estar seguro de cuáles fueron las razones que tuvieron para oponerse, si son las mismas que yo tengo, u otras con las que no puedo estar de acuerdo por encontrarlas aún más retrógradas que el propio Código. Se supone que este tipo de cosas es de importancia para un votante. Va y fueron los de mi circunscripción electoral, y si yo quisiera ir ahora y aplaudirlos, o abuchearlos, no sé cuál correspondería. Para el próximo ejercicio de votación, ¿sabré si estuvieron a favor o en contra del Código, unos posibles candidatos a reelección que aparezcan en mi boleta? Las comisiones de candidatura que nombran a estos candidatos allá por los altos niveles, ¿tendrán en cuenta estas decisiones para repetir sus nombres o tacharlos? Lamentablemente, creo que mi amigo se apresuró y que a nuestra democracia le falta mucho todavía por recorrer.
 
De todas formas, hay poco que sorprenda aquí al observador de los acontecimientos locales. El secretismo y la manipulación de la información han sido siempre herramientas en el poder de nuestras autoridades. Quien crea que puede encontrar otras consideraciones, enhorabuena, pero yo encuentro una y otra vez que, como participante comprometido, me escamotean una y otra vez los mapas y la brújula, para no hablar ya del timón. Como siempre.
 
¿Cómo es eso, por ejemplo, de que van a convocar a la Asamblea Nacional en sesión especial, en marzo, para aprobar una nueva Ley de Inversión Extranjera? ¿En qué momento se decidió que era necesario cambiar la vieja, y quién lo decidió? ¿En qué consisten los cambios de la nueva? ¿Cómo puedo hacerle saber, a mi representante en el Parlamento, si estoy a favor o en contra de la nueva legislación, para que este actúe en consecuencia? ¿Esto es lo que entiende el gobierno cubano por democracia: otorgar algunos espacios –controlados– para montar una representación de discusión sobre algunos temas y cocinarse ellos solitos otros platos importantes, mientras tanto? Yo oí y leí las declaraciones del General en Jefe Raúl Castro, sobre la Revolución que llegó al poder sin compromisos, bien por ella, pero ¿no los adquirimos ahora con los inversionistas extranjeros, no cedemos soberanía a cambio de capitales, por ejemplo, de Brasil? No lo puedo saber, porque estos son secretos cuidadosamente guardados.
 
No me vale de nada que me protesten que el Programa de la revolución se actualiza cada equis años, si no está dicho programa en blanco y negro donde yo lo pueda leer, y donde yo pueda tachar y reescribir en igualdad con cualquier otro ciudadano o ciudadana de este país. No me vale que se esgriman unos Lineamientos generales y con frecuencia contradictorios, cuando la implementación concreta sigue en manos más invisibles que la famosa del mercado, y en unos cronogramas más misteriosos que la inmaculada concepción.
 
El famoso eslogan de Orden, Disciplina, Exigencia, tal como se expresa, implica inexorablemente unos pocos Jefes, muchos Subordinados; un orden de arriba hacia abajo; una neta, franca, inaceptable desigualdad. A menos que se subvirtiera todo el aparato y se restableciera como opción justa, el servicio de los funcionarios para con las masas; la rendición real hacia la ciudadanía informada plenamente y empoderada para determinar el camino según la voluntad presente abajo, en las masas, y no arriba en la élite. Ahí sería interesante ver, Orden en ese mecanismo de servicio público; Disciplina por parte de los que reciben la responsabilidad de parte del pueblo; Exigencia para que cumplan su deber o sean sancionados por los mismos ciudadanos y ciudadanas que los nombraron.
 
El actual esquema de subordinación del pueblo a las políticas del gobierno, en el contexto del actual programa de reformas liberales,  es el que mejor favorece los fines del "pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial [...] contra las esencias mismas de la Revolución Socialista […] favoreciendo el individualismo, el egoísmo y el interés mercantilista", para formularlo con las mismas palabras del presidente en su reciente discurso. Yo pensaba mientras lo oía, si Raúl de veras quiere enfrentar esto, mañana mete preso a su Estado Mayor.
 
Para conceptualizar teóricamente el socialismo cubano, en serio; para contrarrestar con valores martianos y de la clase trabajadora que renueven su vitalidad en el siglo XXI, hay que convertir la cuestión de la política nacional, inmediata y a largo plazo, en una plaza popular, abierta, donde todos participen en la medida de sus posibilidades. La Nueva Izquierda cubana no se ha sentado a esperar que desde una corte celestial se decrete la apertura de esos espacios. En el 2014 seguiremos con nuestra actividad, advertidos, informados e informando a todos en la medida de nuestras posibilidades, para que nada nos tome por sorpresa y todos podamos poner de nuestra parte.

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