Palabras clave: Cuba, Conferencia del Partido, socialismo, ideología,  marxismo, debate, sociedad civil.
 Estoy pensando últimamente que pequé de ingenuo al esperar determinados  procesos en la política nacional que parecen haberse aplazado para mejores  tiempos. La razón de mi expectativa descansaba en que el Congreso del Partido  hizo mucho énfasis en que se iban a discutir, sobre todo, visiones económicas y  que lo político e ideológico se reservaba para la Conferencia a celebrar  posteriormente.
  
 Hay unos cuantos que pensamos, ya que de ideologías se trata, que la  pretensión de pasar de ellas solo esconde el cinismo de los que propugnan las  supuestas bondades del libre mercado aunque reclaman a gritos el salvavidas de  los estados, cuando lo que han robado del 99% de los demás ciudadanos del mundo  no les parece suficiente para satisfacer sus ambiciones. Entonces, no me  avergüenza pensar que alguna me puede servir. Claro, que una ideología  civilizada debe cumplir ciertas condiciones. Por ejemplo, las delegaciones  cubanas a los eventos cumbre de la Organización de Naciones Unidas, en los  últimos años, han enarbolado un principio por el que voto con mis dos brazos,  esto es, el de todos los derechos humanos para todos. Entonces, en un momento  dado pensé que la Conferencia iba a recoger los temas pendientes del Congreso en  este sentido de redefinir el modelo de sociedad que se desea para nuestro  pueblo, desde ese punto de vista cívico-social, pero luego de adquirir el  folleto respectivo en un estanquillo, estoy un poco menos seguro respecto a mis  expectativas.
  
 Tal vez se pueda considerar que estoy entrando en un terreno que  corresponde únicamente a los militantes del Partido, pero como lo que este  decide afecta en la práctica todos los cubanos, nos asiste el derecho a  intervenir.
  
 Se puede considerar que cuando las principales fuerzas de la Revolución de  1959 se agruparon en un refundado partido comunista, estaban definiendo el   modelo de sociedad que debería funcionar a partir de ese momento con los aportes  de las fuerzas más progresistas del momento, lo que debió haber alcanzado su  forma más definida con la proclamación de la nueva Constitución en 1976, aunque  por ser nuestro país como es, las cosas en la práctica nunca fueron del todo  como en la teoría. El caso es que, a estas alturas, obviamente hay que remodelar  unas cuantas de esas cosas a partir del reconocimiento de que ya no funcionan  "ni para nosotros mismos". Pero de las cosas que más me preocupan, no veo mucho  en los lineamientos propuestos para la nueva reunión.
  
 Vamos a empezar por los ejemplos simples. Supongamos que yo reconozca que  María y Pepe son trabajadores ejemplares, por lo tanto muy dignos y merecedores  de integrar lo que se califique como vanguardia, y sean electos para el Partido  y demás. Eso no significa que yo considere que el juicio de ellos es superior al  mío para decidir si un humilde servidor necesita la autorización de niveles  superiores para salir del país por una visita, por trabajo, para emigrar o por  las razones que sean. O que ellos sean los que tienen que conceder a las  personas, graciosamente o no, la posibilidad de realizar con bienes que  supuestamente son suyos, sus derechos de posesión para colmo, decisiones que  deben tomar solo en Congresos de irregular celebración. Amén, de que hasta donde  conozco, ni Pepe ni María creen que deban arrogarse tales prerrogativas. Tampoco  me parece que sea el dirigente del Partido en una región el facultado para  decidir si ciertas actividades económicas por cuenta propia se pueden realizar o  no; para colmo, este dirigente no es ni siquiera elegido, ni responde, ante  María y ante Pepe. Para interpretar la aplicabilidad de las leyes, considero,  deberían trabajar los comités de especialistas en la legislación,  inevitablemente sujetos al escrutinio y mandato del único Soberano  universalmente admisible, o sea, la ciudadanía. Para cambiar las leyes, ok, eso  es más complicado, pero tampoco procede una fuerza, que integra a menos del 10%  de la población, determinar ejecutivamente el destino de la nación.
  
 Así que voy definiendo una de las cosas que yo esperaba para esta  Conferencia, esto es, esa definición del papel que se iba a asumir por el  Partido dentro de la sociedad cubana en las nuevas condiciones del siglo XXI, el  de las comunicaciones inmediatas, el de la Internet interactiva, la  globalización palpitante y ritmos económicos vertiginosos. No es exagerado  pensar que estos momentos son tan fundacionales y contemplan tantas  transformaciones, como aquellos de los años entre la entrada de los barbudos a  La Habana y la proclamación de la Constitución.
  
 Entonces, para que el Partido juegue el rol de fuerza revolucionaria y  fundacional, y re-fundacional cuando hace falta, tiene que trabajar fuertemente  en la ideología, entendida como definiciones de los principios ante los asuntos  que se antojan como vitales en las sociedades de hoy. Los derechos humanos, las  relaciones sociales y políticas, la interacción del individuo y el Estado, y  otros que se nos vayan ocurriendo por un camino, deben abordarse con valentía y  profundidad para señalar el camino que se aspira a seguir. Y este camino debe,  como colofón inevitable, dejar el paso libre a una sociedad pacífica que sepa,  eso sí, defenderse de cualquier agresión externa de personas trabajadoras por  el bien común a la vez que el individual, ya que para conquistar la libertad  mayor y verdadera fueron todos los sacrificios que permitieron el triunfo de la  Revolución cubana.
  
 Entonces habrá que definir, inevitablemente, los contenidos de esa  libertad. Hay que tomar por los cuernos al toro y consensuar, nacional y  democráticamente, cómo se van a configurar y profundizar aquellos derechos de  los ciudadanos y ciudadanas que empezaron a declararse en las llamadas  revoluciones burguesas: de expresión, de movimiento, de asociación, etc. Cómo va  el Socialismo a asegurar esos derechos en nuestra sociedad con mucha más  efectividad que los regímenes demo-liberales modernos, como se supone que hace  un sistema social superior, y qué otras potencialidades humanas podemos y vamos  a desarrollar gracias a esta superioridad, que en los sistemas anteriores no  pueden todavía concretarse. Como de ideología trataríamos, algo se solapará con  el contenido económico del cónclave anterior, y muchos reclamamos mayor espacio  para el control de los trabajadores sobre la producción y los asuntos públicos  en general, como concreción y mecanismo de todos los derechos imaginables.
  
 Y aprovechando que estamos en un proceso de separación de las  jurisdicciones respectivas de las actividades del Partido y el Gobierno o el  Estado en la actividad económicauno nunca entiende bien cómo es esto en Cuba  entre lo más importante que puede tratar la Conferencia interesaría,  sobremanera, que se replanteara nítidamente la propuesta de los militantes sobre  el balance de poder político y administrativo que deberá existir entre las  autoridades electas por sufragio universal y las nombradas mediante otros  mecanismos. Tanto dentro del Partido como fuera de este, en el país, en la  República. Y las garantías conque se contará para que, en la práctica, no falle  lo que en teoría se delinee con mucha atención.
  
 El Partido habrá de resolver dialécticamente, en algún momento, la  contradicción existente en el hecho de que no participa en las elecciones  principio importante, ya que es el único legalmente existente y, sin embargo,  las otras organizaciones de masas de mayor importancia en nuestra atípica  sociedad civil (sindicatos, uniones de estudiantes, etc.) que sí participan en  la organización de los comicios, poseen entre sus estatutos la condición de  acatamiento de las políticas del primero. En general, se supondría que las  personas decidan libremente integrar las organizaciones que les ofrezcan  diferentes grados de oportunidades y afinidades, antes que imponerles  obligaciones adicionales. Todo esto constituiría un excelente tema de análisis  que, sospecho, estará ausente de la venidera Conferencia.
  
 Esta fuerza que está asumiendo la delicada y extraordinaria tarea de  constituir la vanguardia de la sociedad cubana, tiene que convencer al resto de  que presenta estrategias ventajosas tanto para los propósitos a largo plazo,  como para las tareas inminentes. Entre los flagelos inmediatos, la  discriminación por distintas causas, la corrupción y los desmanes de una casta  burocrática plantean retos de primer orden. Para combatir al primero, hacen  falta algo más que declaraciones generales; tienen que aparecer órganos  ejecutivos que planeen y ejecuten políticas profilácticas y apliquen sanciones  correctivas, vías eficaces de denuncia y protección para las víctimas de sus  manifestaciones, y demás medidas de ese tipo en que se pueden ir pensando. Para  acorralar al segundo, una vez más adelantamos nuestra exigencia del control de  las personas trabajadoras sobre el proceso de producción-distribución de bienes  y servicios que ellos personalmente generan. Qué mayor triunfo y gloria para el  Partido que liderear a los trabajadores en esta campaña.
  
 Para ser realmente exhaustivos no alcanzaría ni con dos Conferencias. Como  hipotético delegado, yo le concedería gran importancia al tratamiento de las  desigualdades que se ahondan en nuestros escenarios. Sí, porque aquellas  diferencias en los niveles de vida de las personas, que no se originan en las  diferencias de los esfuerzos y el trabajo personales, es uno de los peores  taladros para la moral de los colectivos humanos y minador temible de proyectos  socialistas.
  
 ¿Qué debería decir respecto a la juventud, la filosofía del camino que toma  nuestra sociedad? Que es la arcilla fundamental de nuestra obra, respondería el  Ché, en la que confiamos y la preparamos para tomar de nuestras manos la  bandera. Otra deuda pendiente, pues la juventud a la que se refería el  Guerrillero Heroico hoy ostenta más canas que protagonismos que no sean los de  ejecutar obedientemente las orientaciones de los "niveles superiores". Sea  rebelde pero profunda, animaba de nuevo el Ché, a aquel sector al que hoy se le  presentan apenas la fidelidad y la disciplina como valores supremos. Hay  bastante que trabajar en la profundización de las doctrinas proletarias,  considero, y ningún verdadero revolucionario debe tener nada que temer de su más  amplia divulgación, estudio, conocimiento, debate y aplicación, desde los  originales de Marx y Engels, hasta las contribuciones de los estudiosos más  actuales, sin incitar temores o practicar censuras estalinistas contra textos  como los de Trotski o los del mismísimo Ernesto Guevara. Hay que animar también  a la negación dialéctica de todo lo que se debe renovar lógicamente en un  sistema de pensamiento vigente a lo largo de tanto tiempo, negación que  constituye a la vez la más triunfante reafirmación de una doctrina que aclama la  superación de todo lo vuelto obsoleto con el desarrollo de las nuevas  realidades. 
  
 Cualquier  superestructura ideológica pasa naturalmente por las relaciones de nuestro  pueblo con los demás en el mundo. No se concibe otra lógica es decir, yo no la  concibo que no sea la de facilitar hasta el máximo, que todo simple hijo de  vecino de Mayarí, del Cerro, de Trinidad, de Guáimaro y de Consolación de Sur,  así como de los demás 160 y tantos municipios de nuestra patria, intercambien  fraternalmente y sin cortapisas con el amigo boliviano, el pana venezolano, el  hermano mejicano, el indignado ibérico, el latino documentado o no residente en  la Yuma, etc. Que haya comunicación total, transferencia de conocimientos  científicos y tradicionales, trueque de productos y esfuerzos de cada comunidad  sin más intermediarios que los requeridos para tareas del transporte. El  contacto pueblo a pueblo, corazón con corazón, alma con alma, sin oportunistas  que se arroguen papeles que no se les han concedido desde el lado de  abajo.  
  
 Ojalá me equivoque  pero veo, en los lineamientos para la próxima Conferencia, más repeticiones de  viejos propósitos no cumplidos en las últimas décadas, que vías prometedoras  para emprender los desafíos que muy superficialmente he  mencionado.