¿Por qué no fue mi Presidente, sino un Vice, el del discurso más importante del año? ¿Por qué el líder en funciones del Partido cede el esclarecimiento nacional de la política a un subordinado? ¿Por qué esta intervención ha tenido tal sabor a 9 Termidor, a reacción contra las transformaciones conducidas por el actual líder de la Revolución cubana?
Me enteré hoy que la prensa extranjera es quien único aboga por reformas en Cuba. Parece que Luis Suárez y José Alejandro Rodríguez no pertenecen al Juventud Rebelde, sino a El País, EFE o a la CNN. Peor aún para mi salud mental: parece que yo me engañaba completamente cuando creía que la mayoría de las cartas de la sección Cartas a la Redacción, del Granma –órgano oficial del Partido Comunista de Cuba– reflejaban, más que la disposición, la premura de la población por realizar el último acto heroico del que quizá seamos capaces como nación, esto es, de seguir a Raúl hacia la imperiosa transformación que necesita el Socialismo para reivindicar al ciudadano como centro del empeño colectivo –de transformar un Estado agobiante, reclamador eterno del sacrificio incondicional, por un país donde el interés individual esté armónicamente conjugado con el colectivo.
Tal vez, delirios míos. Tal vez nuestro Presidente tenga todavía tiempo y me convenza en algún momento de que no eran tales delirios. Tal vez.
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