Altos niveles de bombo y platillos acompañan a la   corriente celebración de la Cumbre de las Américas, en la República de Panamá.   Tal pareciera que se gesta algún tipo de movimiento trascendental, que no hace   sino aguardar la foto tradicional de los mandatarios para desatar sus fuerzas,   ya sea hacia adelante o hacia atrás.
   
  
 
  Más sensato sería, tal vez, no esperar tanto de   estos grandes eventos. La parte de las reuniones de los presidentes,   típicamente, solo ratifica procesos que se han gestado entretanto. Tal vez   resulten muy mediáticos los pescozones que se esperan entre el presidente Barack   Obama, de los Estados Unidos y Nicolás Maduro, de Venezuela. El primero decretó   una reprobable medida injerencista, en cuyo rechazo se han unido la mayoría de   las naciones latinoamericanas. El señor Obama tiene garantizados, además,   iguales o mayores titulares cuando se encuentre con su par cubano, Raúl Castro.   No obstante, pasados unos días, la noticia se gastará. Entonces todo regresa a   la lucha cotidiana por la prosperidad, para algunos, y la mera supervivencia   para no pocos. También, enseguida, se sucederán un Mundial de Fútbol, la próxima   Cumbre Planetaria de los Grandes Jefes del Mundo Preocupados, el estreno de la   octava parte de "Titanic" y el alumbramiento del bebé de la última pareja   súper-famosa de Hollywood, para mantenernos a todos entretenidos. 
   
  En paralelo con las grandes ceremonias, se   producirán también un número de actividades y foros que despiertan otros tipos   de interés. Estas otras arenas ven la acción de un número mayor de actores,   movimientos sociales, con niveles de etiqueta menos rígidos, mayor diversidad y   más vitalidad puesta en juego. Muy tranquilamente, reconozco mi falta total   de  experiencia en esos asuntos y mi disposición para aprender todo lo que   esté a mi alcance y valga la pena.
   
  Probablemente, muchas fuerzas progresistas   aprovechen la ocasión para conectar entre sí, intercambiar experiencias,   divulgar las realidades que enfrentan en sus sociedades y extender lazos de   solidaridad. Leí por ahí que compañeros nicaragüenses van a denunciar la   salvajada que van a cometer con el canal interoceánico a través de su país, por   ejemplo. También pudiera ser que los compas venezolanos encuentren eco en su   demanda de justicia para el desaparecido Alcedo Mora. Que las víctimas de la   guerra en Colombia presionen más a favor de la paz. Que comunidades   afrodescendientes de todo el continente consoliden frentes comunes contra la   discriminación. Y veinte cosas más de las que me gustaría saber. Esto no quiere   decir que estos eventos paralelos estén exentos, por supuesto, de sus propios   niveles de manipulación por los intereses conservadores.
   
  El caso cubano es sumamente ilustrativo. Para allá   para Panamá, sacaron pasaje actores como para representar media docena de   sociedades civiles a nuestro nombre, pocas de ellas coincidentes en alguna   medida.
   
  Lo más obvio es dudar de la representatividad de   los delegados enviados por el gobierno cubano. Si el poder estatal elige y paga   al supuesto representante, queda en duda la legitimidad de este para asumir el   papel de otro tipo de corriente. Esta discapacidad se acentúa cuando los   candidatos provienen de estructuras que reconocen explícitamente, por sus   estatutos propios, obediencia a las jerarquías del Partido-Gobierno, como es el   caso de la central sindical cubana y las organizaciones estudiantiles   oficialmente reconocidas.
   
  No es nuestro propósito cuestionar, en este   momento, ese acatamiento. Cada grupo social es libre de escoger sus caminos,   alianzas, paradigmas y convertirse en un aliado político de quien sea legal.   Pero si alguien usa su potestad de asociarse con un grupo de crianza de gatos,   no tiene sentido que quiera entrar luego en una reunión de curieles, en igual   calidad de delegado a los demás "curierólogos". El evento suyo es en el salón   nuevo que abrieron allá a la derecha, por favor, lea el cartel en la puerta.   Naturalmente, el poder oficial en Cuba es incapaz de reconocer cualquier vida,   derecho, iniciativa, más allá de sí, e independiente de sus designios. Esto no   quiere decir que los demás lo tengamos que creer.
   
  Lo más patético del caso es que los mismísimos   dirigentes y órganos de prensa oficialistas han reconocido la inoperancia de   estos actores. La central sindical y las organizaciones estudiantiles oficiales   no convencen ni motivan a las mismas personas que deberían representar, y esta   verdad ha terminado por confesarse en el propio discurso y los periódicos   nacionales. Vergonzoso papel, en realidad, el que les toca asumir.
   
  Simétricamente, otros sujetos que reclaman la   representatividad de la sociedad civil cubana y embarcaron para Panamá, están   igualmente incapacitados para representarnos. Si a los primeros los invalida su   calidad de servidores sumisos del poder estatal, a los contrarios los   desacredita su carácter igualmente político y su misión de cambiar ese poder   hacia otras manos. Si se añade que, con frecuencia, estos últimos reciben   financiamiento dirección de potencias extranjeras la USAID, la NED, el   imperialismo norteamericano, para dejar las cosas claras, menos todavía pueden   hablar en nombre de las personas trabajadoras cubanas. La reunión para tumbar al   gobierno actual y repartir los medios de producción entre un grupo de   capitalistas diferente, es en otro salón, también a la derecha pero más viejo,   relativamente cerca del que dijimos ahorita y capaz que hasta tengan una   comunicación rara entre sí.
   
  ¿Podemos, en Cuba, percibir de manera clara una   sociedad civil legítima, convincente, representativa de lo que convencionalmente   se entiende como tal, y así generar representantes auténticos para este tipo de   eventos? Porque el hecho de que se necesite ser independiente del   Estado-Gobierno-Poder local para constituir sociedad civil, no quiere decir que   pueda ser tal, el sujeto que viva de la oposición política al mismo y, menos, a   cuenta de otro Estado-Gobierno-Poder extranjero, adversario del primero. Se   puede ser independiente y convivir bajo relaciones normales de respeto. De   cooperación, incluso, cuando sea mutuamente beneficioso; de debate y consulta de   diferentes temas y diversos puntos de vista, y sin escatimar las críticas mutuas   que se crean adecuadas. Yo he visto en los medios oficiales, posicionamientos   que me han parecido sinceros, valientes y valiosos, de representantes de la   organización de los campesinos, por ejemplo, que tal vez sea un ejemplo   adelantado de sociedad civil en Cuba, pero soy un bichito urbano y no puedo dar   opinión de especialista.
   
  Yo personalmente creo que todavía estas cuestiones   no se han desarrollado mucho nacionalmente, madurado y asentado en la mayoría de   la sociedad nuestra. Quizá despertamos a ese tipo de realidades hace muy poco   tiempo, quizás no antes de la caída del llamado Campo Socialista. Antes de eso,   la concepción monolítica del país era una camisa de fuerza que se llevaba   puesta, de buena o mala gana, hasta para dormir. Y el proceso de consolidación   de una cultura alternativa puede llevar muchos años, decenios incluso. Aún hoy,   desde el poder estatal, no se ha dejado de mirar con suspicacia y obstaculizar   el trabajo de quienes desean establecer asociaciones espontáneamente,   involucrarse en sus comunidades con fines sociales, artísticos, los que sean, de   manera independiente de las instituciones oficiales. Por si fuera poco, la   necesaria independencia económica del Estado que necesita cualquier sociedad   civil, está muy lejos de quedar establecida; no solo en el punto de recibir   ingresos por conceptos distintos de los salarios de trabajar para el Estado,   sino por las complicaciones que se suscitan después, a la hora de efectuar   recaudaciones, financiamientos, etcétera.
   
  La poca intención del gobierno y la oposición para   reconocer el desarrollo y autonomía de alguna sociedad civil y llevarla a Panamá   se percibe, finalmente, en que ninguno de ellos se interesó por divulgar   popularmente las posibilidades de participación, mecanismos de inscripción,   fuentes de financiamiento, etcétera. Cada uno llamó a "los suyos" y trató de   imponerlos, con más o menos fortuna. No se percibió  o yo no percibí  en   los medios de ninguno de los bandos, convocatorias a elaborar mensajes   colectivos, a coordinar libremente por barrios, gremios, tipos de activismos u   otros rasgos comunes que parecieran oportunos, ideas y posiciones que se   considerara relevante para llevar allá por personas que gozaran de la confianza   de sus compañeras y compañeros. 
   
  Algún o alguna compatriota, aisladamente, con mejor   información e interés, puede haber gestionado de modo independiente,   invitaciones para trasmitir un mensaje personal o de la colectividad a la que   sea afín. Tal vez, incluso, haya llegado a Panamá y desempeñe un papel decoroso   allá, no se puede descartar. Sería hermoso, y que pudiera luego regresar y   compartir sus experiencias lo más ampliamente posible.
   
  Ojalá esta sociedad nuestra continúe su proceso de   aprendizaje y maduración. Quién sabe si en la próxima cumbre nos esperen mejores   emociones.