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Un eco que podríamos encontrar sugestivo en la pasada   sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular lo constituyó el Dictamen de la   Comisión de Salud y Deporte, sobre el informe de rendición de cuenta del   Ministerio de Salud Pública cubano. Para nadie es un secreto que el Minsap ha   llevado a cabo un proceso de ajuste presupuestario, con el objetivo de aliviar   la carga económica que representan las conquistas de salud alcanzadas en este   país, consideradas por el gobierno cubano como más onerosas de lo   soportable.
Pues bien, en el informe presentado se destaca un dato   elocuente, según reportó   oportunamente el oficialista periódico Granma. El dato de marras se   refiere al monto de lo ahorrado por distintos conceptos de racionalización,   reorganización y esto no lo dice, pero lo podemos inferir por el proceso de   despido de fuerza laboral considerada como redundante y menos idónea. El total   de dinero salvado se sube hasta los dos mil millones de la moneda   cubana.
Qué interesante.
En el informe se revelan otras informaciones que también   merecen ser tomadas en cuenta. Por ejemplo, destaca que en los últimos 4 años se   ha mantenido la tasa de mortalidad infantil por debajo de 5 por 1 000 nacidos   vivos; se encuentran controladas 30 enfermedades transmisibles, 15 están   eliminadas y 11 presentan baja incidencia. Se resaltan los resultados del   trabajo cubano en materia de vacunación y se enfatiza en los logros de vacunas   fabricadas a nivel nacional. A mí me viene a la mente que la alta esperanza de   vida de la población cubana, alrededor de 78 años, también se puede añadir a   esta lista.
Aún cuando a la población cubana le queden muchas razones   para no estar satisfecha, es razonable pensar que, dentro de los distintos   sectores de la economía y la sociedad, ningún otro pueda ostentar resultados   mejores que este de la salud. El cubano, por lo menos, tiene asegurado llegar a   viejo. Y si en lo que llega a una edad avanzada lo tratan con algunas   deficiencias en algunos hospitales, compare con otras áreas a ver si en esas no   le va peor. Por ejemplo, salga a tratar de abordar un ómnibus en la hora pico, y   después me dice cómo está el transporte. O pase por un agromercado y compare los   precios de la agricultura con el poder adquisitivo de un salario promedio. La   atención médica gana por nock out a la del dependiente de la tarima,   pues por lo menos encuentran su enfermedad, el tratamiento en el hospital es   gratis y la medicina, casi siempre, está muy barata en la farmacia.
Y si todos estos resultados se mantienen es, por supuesto,   fruto del sacrificio y el trabajo del personal que trabaja en los centros de   atención. No del trabajo de los burócratas en climatizadas oficinas, sino del   médico, el técnico y el enfermero que a veces vemos que tienen mala cara sobre   todo si llevan 24 horas seguidas de una guardia no pagada que pueden tener   alguna brusquedad o dejar tirada a una paciente en la sala de espera de un   hospital porque el SIUM la busca en el lugar equivocado; pero que también salvan   vidas cotidianamente con complicados y minuciosos tratamientos, a cambio de un   paupérrimo estipendio y el reconocimiento sentido del paciente y la familia. No   está de más recordar, de paso, que los médicos que se sacrifican por años,   alejados de su familia gracias también al sacrificio colateral de los que   asumen la carga de trabajo de aquellos de conjunto con la propia, son además la   principal fuente de ingresos económicos del país.
Así que no debería resultar sorprendente que nos   planteemos, en este momento, el tema del salario del personal de salud pública.   ¿No dice el periódico que se mantienen todos esos logros e, incluso, que   mejoramos? ¿No mencionan clara, inequívocamente, que esto se consigue con menos   recursos? ¿Eso no implica que la productividad, la eficacia, la eficiencia y   todos esos términos, aumentan y mejoran en este sector? ¿Nuestras autoridades no   han repetido una y mil veces, que ese era el requisito necesario para subir los   salarios?
Yo he querido sacar unas cuentecitas sencillas. Para   empezar, recuérdese que en los últimos 6-8 años han subido tanto los precios de   venta de mercancias del Estado, que si los salarios suben un 30%, a lo mejor ni   siquiera recuperan el poder adquisitivo de antes de aquello, que ya era   insuficiente para ganarse la vida, según reconoció el general en Jefe, Raúl   Castro. Aunque no sé el personal total que trabaja para el Minsap, supongamos   que sean 200 mil trabajadores en toda Cuba, entre todos, médicos, enfermeros,   técnicos, personal de servicios, etc. Bien, los dos mil millones ahorrados por   el recorte de presupuesto, alcanzan para una subida de hasta 800 pesos más de   salario al mes. Nada desdeñable, compensa las subidas de precio y mejora un poco   más la situación del trabajador. Suponiendo que sean más los trabajadores, pues   tocamos a menos, pero siempre da para un buen alegrón a la familia   cubana.
Esto no se podría tachar de dinero despilfarrado y   perdido, de ninguna manera. Para empezar, el cubano no tiene otro lugar donde   gastarlo que no sea en las instituciones estatales o en chinchales de   cuentapropistas que pagan altos impuestos y adquieren, también del Estado, los   insumos necesarios para su actividad. Así que ese dinero terminaría regresando   casi completo, de nuevo, a las arcas del Estado, pero dinamizando alegremente la   economía nacional. Esto podría verse como una suerte de política de   keynesianismo, el mismo que tan enfáticamente se le recomienda a otras naciones   capitalistas que capean su propia crisis económica con recetas de austeridad. De   paso, se contribuye un poco con los ideales de justicia social que tanto han   sufrido y parecen medio relegados en asuntos de remuneración y empezamos a ser   un poquito más consecuentes con aquello de "a cada cual, según su trabajo" que   hasta ahora, a los que trabajamos en salud pública, no se nos aplica.   
Entonces, como hemos visto, como se ha dicho en el   Parlamento, la productividad y la eficiencia del trabajo en el sector de la   salud ya creció. Sería hora, entonces, de ver si el Estado tiene intención de   hacer buena su promesa de subir los sueldos en estas   condiciones.